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Centros Chilenos en el Exterior

Manuel Guerrero

Despedida y hasta siempre

Despedida y hasta siempre

Queridos/as amigos/as,

Este es el último correo masivo que les escribo porque no deseo importunarlos más en sus actividades cotidianas y confío con que el compromiso social de cada quien sabrá encontrar los medios de información y contacto para bregar por un mundo más justo y humano.

Agradezco la atención y paciencia con que han recibido los diversos mensajes que he enviado en estos dos años de actividad por internet.

Me despido de ustedes haciendo un homenaje a la memoria de mi tío Máximo Guerrero Ceballos que acaba de fallecer en Suecia, luego de luchar durante meses contra el cáncer. Máximo murió rodeado de sus hijos, Mikis, Natacha y José Manuel, y de Gabi, la maravillosa mujer porteña que lo acompañó durante toda su vida. Es la familia que me recibió luego que mi padre fuera asesinado en 1985, y con quienes viví hermosos años formativos en la RDA, la República Democrática Alemana. Ahí pude conocer de cerca la grandeza humilde de Máximo; su crecimiento como profesor normalista en Chillán; su participación temprana en la formación de las Juventudes Comunistas de Chile; sus trabajos voluntarios en el equipo de Ernesto Che Guevara en los primeros años de la Revolución Cubana; su solidaridad en terreno con los guerrilleros patriotas en Vietnam a fines de los sesenta, donde comió comidas extrañísimas y absorvió toda la sabiduría de ese hermoso pueblo; su labor de dirigente internacionalista en la Federación Mundial de la Juventud; sus tareas de embajador de Chile por el gobierno del Presidente Salvador Allende en Hungría a principios de los setenta; su incansable labor de solidaridad con Chile desde Moscú y Berlin, como profesor de Historia y Lengua Materna para niños latinos exiliados.

Ahora queda solo Francisco vivo de los hermanos Guerrero Ceballos hombres, pero hay una nueva generación de los Guerrero que fuimos formados por mi padre el pelaíto Manuel, por Máximo, por Pablo Julius, por los recuerdos de Libertad y el Checho Weibel que partieron antes que el tío.

Ahora, junto a nuestras tías Juana, Esperanza y Victoria, y la prima Libertad que formaron a la familia proletaria de origen Guerrero Ceballos, persistiremos en estos nuevos tiempos en el camino sencillo, honesto y comprometido que abrió con sus enseñanzas el bisabuelo artesano zapatero Manuel Jesús, nuestro abuelo escritor autodidacta Manuel Guerrero Rodríguez y la abuelita costurera Herminda Ceballos. Se trata todas de vidas dedicadas a la emancipación social de los trabajadores y de los más pobres de la tierra. Entre nosotros tenemos varios detenidos desaparecidos, ejecutados políticos y exiliados. El compromiso con la vida justa ha tenido sus costos, pero ninguno ha intentado evitarlo. No podríamos por la formación ética que recibimos desde el tronco histórico de la familia Guerrero. Todos nuestros familiares han sido revolucionarios con el favor de mi Dios, como cantaba Violeta Parra.

Con el recuerdo y homenaje a Máximo que ha partido, y que debe encontrarse abrazando a sus hermanos Libertad, Manuel y Pablo, y a su cuñado José Weibel, me despido de ustedes con un hasta la victoria siempre.

Abrazos miles,

Manuel Guerrero Antequera.

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SERES PARA LA MUERTE

Por Manuel Guerrero Antequera

Cada cierto tiempo la muerte ronda en el país, o tal vez jamás se ha retirado del todo, y vuelve a mostrarnos su rostro con la fuerza característica de la violencia: la irreversibilidad. Hace no mucho un obrero forestal murió acribillado por balas de Carabineros, quienes dicen dispararon en defensa propia. Tras el once de septiembre recién pasado murió un cabo de Carabineros luego de recibir una bala en la cabeza. El trabajador forestal tenía apenas 26 años de edad y el cabo solo 34. Rodrigo Cisternas y Cristián Vera. Ambos dejan viudas atrás a cargo de menores de edad que crecerán sin las figuras de sus padres presentes.

Nuevamente una subametralladora y un revolver, otra vez la lógica del amigo y el enemigo, y la espiral parece que se enciende, y no falta quien, por lado y lado, casi celebra que hayan nuevos mártires. Algunos traerán a colación eso de que “él se lo buscó, en algo andaba” o “eso le pasa por ser paco”. Dos trabajadores caen abatidos por la fuerza de la tecnología puesta al servicio de la neutralización del otro, mientras la mayoría está preocupada de que al fin Chile le gana a Austria jugando al fútbol.

Ser para la muerte de una sociedad que teniendo todos los recursos a mano para desarrollarse y lanzarse a conquistar su felicidad con mayor libertad e igualdad, se extravía en la maravilla de la acumulación y el consumo, mientras la cuota de muertos parece ir al alza. La Moneda es cercada y las mujeres viudas, hermanas e hijas de detenidos desaparecidos son arrestadas en su frontis, no vaya a ser cosa que si acceden más allá de lo que las vallas permiten alteren el orden público y pongan en riesgo la paz social. Hubo políticos dignos que renunciaron por menos que eso, como don Fernando Castillo Velasco a principios de los noventa que dejó su cargo de Intendente por no estar dispuesto a firmar un decreto que prohibiría una marcha junto al Palacio de Gobierno de las agrupaciones de derechos humanos y el Partido Comunista con motivo del 11 de septiembre.

Ser para la vida es lo que debiera guiar la convivencia, el siendo juntos. La confianza y no el temor. Y no cabe duda que el carabinero que disparó, tal como el obrero que protestaba, así como quien baleó al cabo que murió, forman parte de la mayoría pobre y sacrificada del país. Pueblo contra el pueblo, unos de overol y otros de uniforme, vidas que día a día se apagan y cuyas estadísticas no afectan los índices macroeconómicos. Pareciera que sobraran, que están demás, que son desechables.

Esta violencia no es individual, no nos viene transmitida en forma genética. Es social, personas que son suicidadas por su sociedad. Un hijo de ejecutado político lanza su hija pequeña por el balcón en medio de una discusión con su pareja también víctima de la violencia política. Una recién convertida en madre, profesora de danza, muere por septisemia entre sus amigos que la atienden sin conocimientos en una comunidad alternativa que no desea tener contacto con la institucionalidad de la salud oficial porque consideran que es ésta la que los lleva a la muerte. Un obrero dirigente sindical pierde el ojo en una marcha del primero de mayo donde autoproclamados defensores de los trabajadores lo atacan porque consideran que los sindicatos ya no defienden a los trabajadores.

La muerte no se ha ido y nuevos hijos e hijas pierden a los suyos en forma irreversible. "Su muerte no ha sido en vano" dirá alguien en algún discurso. "Es culpa del Gobierno, es culpa de la izquierda, es culpa de la derecha, son los milicos, Bush, es la raza, es el calentamiento global", dirán otros.

Y esos niños crecerán y muy pocos estarán en condiciones de atravesar el desierto del terror y llegar ilesos a alguna orilla firme, amable y humana. Nuevos hijos se armarán de una subametralladora y un revolver, y usarán algún uniforme, verde, rojo o negro, y empuñarán un arma o levantarán el puño cerrado. Vivirán el don de la vida a puño limpio. Muy pocos serán capaces de mirar el horror al espejo y ver en sus propios rostros a la humanidad dañada, y darse cuenta que son las condiciones sociales imperantes las que nos arrojan a matarnos siendo que todos somos lo mismo, seres que decimos llamarnos humanos. Que difícil asumir que la solución no pasa por la eliminación del otro, sino por la transformación activa y creativa de aquellas condiciones sociales que nos fijan y objetivan como opresores y oprimidos, víctimas y victimarios. Y habrá, como siempre, resistencia para hacer los cambios.

Lo más fácil, aparentemente, es dotarnos de más armas, de imponer respeto a través de la represión, incrementando la vigilancia, el control, el castigo, la exclusión. Pero no. La violencia, ya sea en su forma institucionalizada o desde el margen, solo genera más violencia. Es un eslabón que se encadena a otro, que se potencia, y termina reventando en las manos de su propio autor. Solo el trabajo social cotidiano, integrador, justo, equitativo y amable permiten revertir lo que causa la violencia. No la represión, tampoco la agudización de las contradicciones. Más humanidad, ¿tan imposible es?

La muerte vuelve a tomar la iniciativa en contra de la palabra, el debate, el argumento, la razón y el corazón digno, que no se rebaja a repetir en su accionar aquello que critica. Y la realidad se torna tan dura que estas palabras que escribo ya creo que comienzan a ser vistas como blandas, amarillas, entregadas, traidoras, enemigas. Pero algunos de quienes conocemos la muerte de cerca no nos cansaremos de insistir aunque sea inconducente: vivamos la vida para vivir y dar vida, nunca quitarla. Con la muerte, inexorablemente y siempre, perdemos todos.

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Saludos, Manuel.

POR EL DERECHO A LA VIDA

Manuel Guerrero Antequera

La Central Unitaria de Trabajadores de Chile ha convocado para este 29 de agosto a una jornada de movilización nacional y acción sindical, bajo la consigna "no al neoliberalismo, a conquistar un estado social, democrático y solidario" y "asegurar los cambios a nivel del sistema de negociación colectiva, las reformas al sistema provisional, al seguro de cesantía, a la educación y al sistema electoral", pues se diagnostica que existe una "ofensiva empresarial, de la derecha política y de los sectores neoliberales
enquistados en el Gobierno" dirigida a "deslegitimar y desprestigiar las manifestaciones de trabajadores organizados que luchan por vivir mejor".

Como actividades centrales se invita a preparar atrasos colectivos al trabajo; realizar cuchareos y viandazos; organizar actos para dar a conocer las demandas sindicales y entonar el Himno Nacional antes de entrar a los hospitales, colegios, reparticiones públicas, fábricas, centros industriales y mineros; organizar en las primeras horas de la mañana actos en los centros comerciales y principales Mall de las ciudades; instalar lienzos y pancartas en las calles, en las carreteras y caminos rurales del país. También a que los pobladores realicen marchas, durante las primeras horas de la mañana, marchas hacia los lugares que "son expresión del capital, como bancos y centros comerciales".

Ante tal llamado algunas voces críticas del oficialismo se han alzado calificando la convocatoria de "anacrónica", pues recuerda a las consignas anticapitalistas de antaño, mientras otros sectores también ligados al Gobierno, y por cierto de la izquierda extraparlamentaria, han decidido apoyar la movilización.

Pero, ¿es realmente "anacrónica" en su forma y contenido la invitación de la CUT? O para preguntarlo más directamente, ¿está "fuera de moda" y "superada" la crítica al capitalismo? ¿Vale la pena el esfuerzo de llamar a "luchar por vivir mejor" luego de caído el muro de Berlín, el desplome de la Unión Soviética y de los socialismos reales de Europa del Este, la hegemonía del dogmatismo económico neoliberal a escala planetaria, la globalización capitalista transnacional, la para algunos muerte definitiva del marxismo, la instalación aséptica al antagonismo de la Ética del Discurso y la Teoría de Sistemas, la filosofía política liberal, el neopragmatismo, la meta-ética analítica del lenguaje y el "fin de la historia" como horizontes teóricos casi absolutos de nuestra época?

Me atrevería a decir, junto a Enrique Dussel y su filosofía de la
liberación, que si nos paramos en el mundo desde el quintil más rico de Europa, Estados Unidos y Japón sin duda estas son cuestiones del pasado, que huelen más a los tiempos míticos de 1917, 1959 o 1968, que al presente de los MacBook, las Palm y las tarjetas de crédito. También si nuestra experiencia de la existencia forma parte del cinco porciento de mayores ingresos de África, Asia, América Latina y Europa del Este. Por cierto si
observo el transcurrir de la vida, aunque posea un nivel de ingresos algo menor, desde la administración del ejercicio del poder político de turno, para el cual toda movilización social comporta la amenaza para la subida de los índices riesgos del país, variable estudiada con obsesión por los inversionistas extranjeros, así como para los conceptos cristalizados de "gobernabilidad", "seguridad ciudadana", "paz y orden social".

Pero si vives en "situación de calle", eres cesante o asalariado de sueldo mínimo en Chie, cuya gestión de la vida cotidiana ha sido convertida en una pesadilla permanente, por condiciones sociales frente a las cuales se te hace patente que te resulta extremadamente difícil incidir, y que compruebas a diario la exclusión, marginación, segregación, pobreza por tu color de piel, apellido, comuna y colegio de origen; si eres allegado sin solución
habitacional o un con "casa propia" nueva que se cae a pedazos cada invierno; si eres un joven egresado de un centro de formación técnica, instituto profesional o universidad y descubres que te has sumado a la lista de los "cesantes ilustrados"; si eres mujer, pobladora, mapuche, madre soltera con hijos, lo que te fija a una "posición negativa en el mercado" y no tienes una red de protección social que te de en forma eficiente y oportuna una mano, tal como compruebas que otros sí la tienen el sistema privado; si te esfuerzas por mantener un patrón de consumo y vida de clase
media para tus hijos, pero a costa de un endeudamiento permanente, para el cual te ves autosometido a una tasa de explotación en número de horas de trabajo diarias, y en diferentes empleos precarios, solo comparable a los peores recuerdos de Oliver Twist; si eres trabajador y consideras que durante las últimas dos décadas los únicos partidos políticos que pueden
acceder democráticamente a disputar el ejecutivo se concentran en dos bloques que tienen otras prioridades en su agenda que tu situación concreta, pero no puedes presentarte a candidato porque eres dirigente sindical, o no puedes colaborar para que tus partidos accedan al parlamento por un sistema electoral arbitrario.

Tiene todo el sentido del mundo movilizarse. Aunque sea una utopía, un gesto mínimo de dignidad, de mostrar coraje y responsabilidad social como los estudiantes secundarios por la calidad de la educación pública, los subcontratistas por sus bonos de productividad, los mapuche por sus tierras, las feministas contra el machismo que mata, los ecologistas contra la destrucción y explotación extranjera de nuestros glaciares y recursos naturales no renovables, las agrupaciones de derechos humanos por la justicia, los trabajadores y trabajadoras de los supermercados y las multitiendas en paro por el respeto a sus derechos mínimos.

Nadie puede restarse a movilizarse por el derecho a la vida, a la salud, al trabajo decente y el salario justo, a la felicidad, a la satisfacción digna de las necesidades de todos y todas, en un plano de igualdad creciente y no congelado en un "statu quo" inconmovible, impasible. Movilizarse para poder vivir mejor es rechazar la muerte, disminuir la angustia, apartarse con voluntad del peso insoportable de la creación de riqueza y productividad que
no considera al ser humano en su centro, que desconoce al medio ambiente, que explota, enajena, oprime, mata. Todos los que estén por mayor justicia social y democracia participativa ganan con trabajadores despiertos, que tal como se ponen para la producción de la riqueza del país, exigen y reclaman sus derechos.

Por razones éticas y políticas, por mis antepasados y mis hijas, por el otro que sufre y por todos los Rodrigo Cisternas de mi país, apoyo la convocatoria de la CUT. Por una sociedad más justa, solidaria y democrática, y amable. Solo con justicia habrá paz.

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Abrazo,
Manuel.

 

LA CORRUPCIÓN COMO DESDEMOCRACIA

Por Manuel Guerrero Antequera

Frente al cúmulo de informaciones que dan cuenta acerca de las prácticas de corrupción que operan y han operado en el aparato del Estado en democracia, hemos quedado reducidos al tipo de sentimiento de enajenación que seguramente experimentó el Sr. Samsa cuando amaneció convertido en cucaracha sin poder hacer más que sentir pena por su situación. Porque ¿qué otra cosa se puede hacer ante la magnitud de lo que se está conociendo sino unirse al trágico coro de perros abandonados que aúllan a la luna con la sensación de no poder cambiar su rumbo? Es el efecto paralizante de lo que toma apariencia como totalidad cerrada, de pesadilla sin fin que todo lo contiene.

Y es penoso constatarlo y duro decirlo, pero peor no reconocerlo: la corrupción sistemática evidencia que tenemos una democracia débil, timorata. No hemos sido capaces de construir una sociedad que ponga límites no solo a las violaciones a los derechos humanos de la dictadura militar y civil de derecha, sino a la lógica del saqueo que también la caracterizó. Podremos apelar a que la corrupción forma parte de la lógica de la economía neoliberal, que el capitalismo es intrínsecamente perverso, que los mandos medios son tales por cuales, pero dichos enunciados, de ser ciertos, solo vienen a afirmar lo que precisamente no hemos sido capaces de cambiar.  Pues admitir que Chile es un país de temblores no es suficiente para que las casas no se caigan, por lo que poco aporta indicar solamente lo dado, lo que interesa es cómo hacerle frente para transformarlo. Y ahí nos ha faltado coraje e imaginación.

Por lo que no basta con caer en el nihilismo fácil de la denuncia “todos lo hacen, ya todo da lo mismo, son todos narcos”, pues tal sentencia tiene la paradójica virtud de no solo constatar la impotencia de quien la enuncia sino que suele ser utilizado como fundamento para la emergencia de populismos autoritarios deseosos de “salvar a la Nación” para  “limpiarla”. Y ya sabemos que quienes suelen ser regularmente limpiados por parte de tales movimientos no son los corruptos, sino las personas y organizaciones que lentamente han logrado levantar cabeza para defender o exigir derechos, detener atropellos o simplemente soñar con tiempos mejores. Claramente no es un Comité de Salvación Pública lo que requerimos.

Como ciudadanos debemos traspasar las parálisis asociadas a las defensas corporativas o las condenas retóricas principistas y desde la posición en que cada quien participa en la sociedad debemos exigirnos más. Y no solo por la permanente deuda que hemos adquirido con quienes se jugaron el pellejo para alcanzar la democracia y a quienes la corrupción vuelve descaradamente la espalda ridiculizando, en los hechos, su generosa entrega. El combate a la corrupción debe ser una forma de quebrar la posibilidad que ésta se instale como modo normal de vivir la vida en sociedad. Debemos dar la batalla por el bien de la democracia misma. Se ha de denunciar e investigar la corrupción, sí, pero solo como momento de una verdadera profundización de la democracia, para la cual le es consustantiva la transparencia, el rendimiento de cuentas, y sobre todo, el control social ciudadano, la fiscalización permanente por parte de los propios usuarios y beneficiarios de cualquier sistema. Lo que necesitamos son mecanismos efectivos para el ejercicio del poder soberano del pueblo.

El verdadero poder está en el poder transformador de la ciudadanía, y éste solo emerge desde la participación y la organización. Y así como
existen auditorías privadas y públicas para los estados financieros de las empresas, requerimos de veedurías comunitarias en todas las actividades de la administración; promoción de la participación de la ciudadanía y de las organizaciones comunales en la elaboración de presupuestos y en la formulación, seguimiento y evaluación de las decisiones de política pública que afectan a todas las entidades territoriales; creación de sistemas de información para que los ciudadanos y las ciudadanas tengan acceso en tiempo real a la información sobre la administración pública; desarrollar modelos ciudadanos de evaluación y calificación de la gestión pública. Y nuevamente queda claro que el Congreso requiere urgente que se incorporen a él ideas, representación y sensibilidades que existen en la ciudadanía pero que
por egoísmo del sistema de partidos vigente no pueden participar del debate, la legislación y la fiscalización de lo que ocurre en el país.

Porque los escándalos que estamos conociendo deben remecernos no para lanzarnos a la letanía del lamento, la búsqueda de mesías, o el llamado a la tabula rasa para comenzar todo desde cero, sino para romper la pesadilla de quedar convertidos en cucarachas. Pues no olvidemos jamás que el Cóndor, bajo mil rostros y garras, siempre querrá ir por más carne. Cortémosle el vuelo con más democracia y mayor justicia social.

Saludos, Manuel.
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TIRO POR LA CULATA

Por Manuel Guerrero Antequera

A propósito de las movilizaciones que han desarrollado los estudiantes secundarios chilenos, con el objeto de hacerle ver a la sociedad adulta que el problema de la calidad de la educación requiere de medidas urgentes y concretas pues se encuentra hipotecado el futuro de las grandes mayorías del país, un conjunto de Municipalidades, a través de sus corporaciones educacionales, han notificado a decenas de escolares que se les cierra el año escolar y cancela su matrícula por su actitud “contumaz” de paralizar las actividades académicas y ocupar pacíficamente sus liceos.

Al respecto, llama la atención que sea precisamente el sector más cuestionado de la educación en Chile, el municipalizado, el que ahora es
capaz de adoptar “medidas correctivas” ante una contigencia con tan alto grado de celeridad, unidad de propósitos y eficacia. Lo irónico es que al parecer son más eficientes  en practicar la coerción más que la educación, ámbito en que sus resultados han sido nefastos, que es lo que ha motivado la protesta de los estudiantes. Así, tenemos una situación donde es la educación municipalizada le que les ha fallado a los jóvenes, sin embargo cuando éstos visibilizan socialmente el problema rápidamente son convertidos en los responsables a sancionar.

Pero no hay que llevarse a engaño. Aunque las medidas punitivas han sido revestidas discursivamente como “situación de aprendizaje” – los jóvenes deben aprender desde temprano a asumir las consecuencias de sus actos, afirmó un alcalde de pasado militar vinculado a la dictadura-, es claro que se trata de la puesta en acto de un mecanismo de defensa de la autoridad cuestionada que, a falta de autocrítica, culpa de los fracasos y las frustraciones a los demás o a la situación. Este no es más ni menos que el rostro archiconocido de la impunidad nacional que acostumbra cobrar revancha sobre el más débil.

Algo semejante ocurre cuando vemos a las fuerzas de orden y seguridad detener a jóvenes okupas como responsables de los desmanes callejeros que la autoridad no estuvo en condición de controlar. Okupas cuyo único pecado hasta ahora ha sido intentar vivir en forma alternativa al modo dominante a partir de la autogestión cultural. Como el orden social aparentemente se ha visto alterado –cosa que curiosamente no ha afectado ni al precio del cobre, a las ganancias de los bancos, las firmas de tratados de libre comercio, o las proclamaciones tempranas de candidatos a la presidencia, etc.- se han hecho circular discursos que criminalizan al anarquismo con el que se identifican muchos jóvenes como responsable de los peores males de la sociedad, invisibilizando que desde tal corriente de pensamiento crítico y acción social se desarrolló no solo la prensa obrera nacional, que cumplió una función importantísima de autoeducación de los sectores marginados, sino que nos ha dado a exponentes brillantes de la cultura popular como Manuel Rojas. A ello se suma la prohibición de efectuar marchas autorizadas por el acceso lateral de la casa de Gobierno, como si una bomba incendiaria aislada lanzada en contra de una ventana de La Moneda fuese equivalente al bombardeo de los Hawker Hunter de la FACH, por lo que se pone bajo sospecha a cualquier joven que haya transitado por ahí a propósito del 11 de septiembre.

Esta reacción de la “sociedad adulta”, acompañada de un sintomático silencio de la clase política que suele estimular en su retórica la importancia de que la juventud se interese por la política, hace evidente que existe una incomprensión y distancia hasta ahora infranqueable entre lo que motiva y demanda la subjetividad juvenil contemporánea, que forma parte de una nueva era de mutaciones culturales, y el diagnóstico que de ella realizan quienes ejercen el poder en sus distintos niveles. Es así como se ha optado preferentemente por la represión de las expresiones juveniles en vez de hacerla partícipe de la construcción del país como actores y sujetos políticos portadores de identidad, iniciativas y proyectos de transformación e innovación. La postdictadura, en este sentido, ha sido egoísta con la juventud, pues a diferencia de lo que ha ocurrido con los empresarios, las fuerzas armadas y la Iglesia, no se les ha reconocido su condición de protagonistas e interlocutores fundamentales para la progresiva democratización de la sociedad. Que en Chile, hasta la fecha, no exista la inscripción automática y el voto voluntario es una prueba más de esta realidad.

Los jóvenes “están ahí” y lo seguirán estando a pesar de que se les eche de sus liceos. Bastaría que autoridades y políticos hicieran el clásico “tour” al que invita el grupo Sol y Lluvia y descubrirán una infinita cantidad de colectivos desde donde los jóvenes practican la solidaridad y la humanización de sus territorios y ámbitos de vida: anarcopunks, vegetarianos protectores de los animales, rastafaris, hip-hoperos, okupas, pacifistas agrupados en Ni cascos ni uniformes, promotores de los derechos humanos desde la Funa, preuniversitarios populares y de las barras bravas, agrupaciones cristianas de base, radios comunitarias, movimientos feministas y por un desarrollo sustentable, sindicatos de trabajo infantil, en fin, una pleiade de organizaciones que nos muestran que más allá de lo que transmite la telebasura que acostumbra a etiquetar a lo juvenil como conducta desviada, hay un movimiento social lleno de dinamismo, memoria y proyección.

Aplicar medidas criminalizantes a la protesta juvenil organizada solo aumentará la brecha de incomprensión e incomunicación entre sectores de la sociedad que de otra forma se potenciarían mutuamente. Ejercer la violencia, aunque sea aplicada desde el aséptico lugar de los reglamentos, genera más violencia, descontento y frustración. No hay que ser futurólogo para saber eso. Es una verdad tan sencilla de asimilar que hasta un alcalde con pasado militar lo debiera poder entender.

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EL CASO CONSEJO DE SEGURIDAD

EL "CASO CONSEJO DE SEGURIDAD"
Por Manuel Guerrero Antequera

A raíz de las discusiones que se han generado en Chile por parte de la clasepolítica, pues la ciudadanía poco o nada es consultada para estas materias, en torno a si el Gobierno debiera votar por Venezuela para ocupar un escaño en el Consejo de Seguridad de la ONU, se han desatado las pulsiones más íntimas de muchos actores, abriéndose a la luz una serie de argumentos variopintos condimentados con sabrosas descalificaciones que nos llevan a preguntarnos si estamos efectivamente ante un foro político o en medio de una comedia de equivocaciones de Moliére. Esto constituye un verdadero caso clínico, el “caso Consejo de Seguridad”.

Si bien muchos de nuestros políticos nos tienen acostumbrados a una serie de inconsistencias, lo curioso del cuadro actual es que uno como simple ciudadano atento, que espera señales claras de parte de la oferta política existente para adoptar una posición de simpatía o rechazo ante las distintas alternativas, no sabe si debe romper en carcajadas o echarse a llorar, pues el grado de confusión es tal que el debate no se da ya entre las alianzas que se identifican con la oposición y el oficialismo, sino que es al interior de un mismo partido, que toca además que es el de Gobierno, donde se exhiben públicamente todas las opciones posibles de asumir ante esta coyuntura, esto es, de apoyo, abstención y rechazo a Venezuela. En este escenario no toca más que compadecer a la Presidenta que parece tener que gobernar con el irreversible designio de quedar siempre mal con algún sector de su propio partido cualquiera sean las decisiones que adopte.

Esta comedia, sin embargo, no es de estilo puro, pues posee varios componentes que la acercan más al melodrama propio de las telenovelas de tipo, vaya coincidencia, venezolanas, con la clásica guagua que por hacer evidente una verdad sabida por todos es reprimida por incómoda. Más allá de los márgenes de lo que debe o no decir un diplomático, algo de este folclor de los teledramas pudimos observar en la tajante y un tanto histérica solicitud de retiro del embajador bolivariano por parte de algunos políticos criollos que, sin enfrentar el contenido de verdad de por lo él dicho, pues el apoyo inicial de la Democracia Cristiana al Golpe militar –salvo heroicas excepciones como Don Bernardo Leighton- es un amargo factum histórico, lograron finalmente que el representante venezolano fuese removido de su cargo, perdiéndose con su verdad, como suele ocurrir con las guaguas de las teleseries para que la frágil unión de los personajes pueda seguir operando sin sobresaltos.

Otro rasgo tragicómico del “caso Consejo de Seguridad” son los intempestivos boomerangs que han arrojado algunos parlamentarios progresistas al verter ácidas críticas y descalificaciones acerca de la política interna venezolana, reproduciendo con este gesto exactamente la aparente misma causal por la que se solicitó el retiro del embajador. En efecto, de pronto nos enteramos que el antes cercano Chávez, con cuyo apoyo se hizo efectiva la elección, a contrapelo de Estados Unidos, del socialista chileno José Miguel Insulza para presidir la OEA, no es en realidad alguien en quien confiar, pues en palabras del también socialista Fulvio Rossi, se trata de un líder que no puede ser calificado como socialista y democrático por saludar a gobiernos autoritarios, como el de Bielorrusia, y es responsable de crear con sus discursos “incendiarios” un clima hostil que merma los esfuerzos de los líderes mundiales que buscan la mejor convivencia entre los pueblos. Frente a tal clarividencia cabe preguntarse porqué se aceptó y celebró en su oportunidad el apoyo de Chávez a la causa chilena para asegurar los votos decisivos de la Comunidad del Caribe. Cabe interrogarse además de si establecer relaciones comerciales con otros países que tienen un diseño de gobierno distinto al nuestro constituye un impedimento para ser calificado de “socialista y democrático”, ¿en qué se convierte el gobierno chileno cuando está concretando los últimos detalles de un TLC con China y comercia sin mayor cargo de conciencia con Estados Unidos que está a punto de legalizar la tortura, desconoce el Tribunal Penal Internacional y tiene una política exterior probadamente agresiva?

Esta trama, sin embargo, que uno desearía tuviera un imprevisto final feliz, no piensa terminar aún. Como en esas series eternas que por razones de buen rating se le van agregando nuevos personajes que intervienen a último minuto, han emergido los “críticos de los críticos” a la opción venezolana, con algunos ingredientes que dotan a esta comedia de un toque lamentablemente más dantesco que divino. Como es sabido, Isabel Allende es una de los tres diputados socialistas que ha manifestado públicamente su desapego por la opción chavista por el Consejo de Seguridad. Gatillado por lo anterior desde el seno de su mismo partido se han hecho oír un conjunto de comprensibles llamados a hacer respetar la decisión del Consejo General del PS que resolvió apoyar la candidatura venezolana, lo que resulta normal en una organización que por, imaginamos, precisamente su carácter “socialista y democrática”, debe ser un ejemplo a la hora de acatar la voluntad de las mayorías y no incurrir en el autoritarismo que critica Rossi. Hasta ahí todo bien, pero la izquierda chilena, por moderna que trate de aparecer, por desgracia comparte aún ciertos vicios de la cultura inquisitorial que la caracterizó durante un buen tiempo en el siglo XX.

Así hemos podido ver por los medios cómo destacados militantes socialistas claman porque se sancione a los diputados disidentes, al extremo de aseverar que las declaraciones de la diputada Allende “ensucian el apellido de su padre”.

De este modo, cuando todos pensábamos que el tiempo de las verdades reveladas había terminado, ocurre que existen algunos políticos que son capaces de entrar en contacto con la voluntad de personas muertas, y extraer de esa experiencia religiosa firmes pautas de evaluación de acuerdo a las cuales se puede diagnosticar si un hijo o hija se ajusta o no a la esencia de su apellido, si marcha por el camino que su padre muerto hubiese elegido ante tal o cual contingencia que no le tocó vivir, o bien lo ha traicionado por sus decisiones soberanas, manchando con sus pérfidos actos lo que antes era inmaculado. Más allá de que la posición de la diputada Allende sea compartida o no, creía suponer que el socialismo moderno es capaz de distinguir entre padres e hijos, entre sus estructuras de personalidad y condiciones socioculturales que permean a cada uno y le hacen ser el ser singular que es, para medir sus acciones de acuerdo a sus respectivas realidades, promesas dadas, etcétera, sin necesidad de acudir a las líneas de parentesco, linaje o adn. Me imagino también que la diputada no fue electa como tal y sacó la segunda mayoría en las elecciones del PS por llevar el apellido que lleva, sino por razones positivas que tendrán que ver con su capacidad de liderazgo, trabajo en equipo, conocimiento, en fin. Supongo.

Y como en toda comedia suele haber un ciego, un loco o un borrachito que dice fuera de contexto sus verdades sin que se lo pidan y sin argumentarlas, aprovecho de señalar las mías por si las moscas: Votemos por Venezuela para el Consejo de Seguridad de la ONU y mar para Bolivia. ¿Alguien más?

Saludos, Manuel.

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LA IZQUIERDA DEL ONCE

Por Manuel Guerrero Antequera

El 11 de septiembre esta grabado en nuestra retina colectiva como el dia de la catastrofe de la palabra, del discurso, de la posibilidad de conceptualizar, de abrir el debate, de sopesar argumentos, de convencer y sumar. Lo acontecido ese dia hace 33 anhos fue precisamente perpetrado para que el pueblo chileno en general, y la izquierda en particular, quedara sujeto a el como el dia del dolor, definitivo, amargo y gris.

Asi, una vez mas hemos asistido a un once de septiembre donde el Presidente es asesinado antes de poder convocar a un plebiscito para que sea el verdadero soberano el que dirima acerca de su destino. Cada once la voz del Presidente es ahogada para recordarle al futuro el precio de provocar el odio de quienes se consideran, desde posiciones de privilegio, propietarios naturales del mundo de la vida.

Como ocurrio con los dos intentos de rebelion, en 1851 y 1859, contra el gobierno conservador de Montt, donde los igualitarios levantados con el apoyo de artesanos exigieron el reparto de tierras, educacion popular y democratizacion de las elecciones, para que todos los sectores de la sociedad tuvieran posibilidad de representacion. Prision, exilio, muerte fue la respuesta. Como volvio a suceder en 1891, cuando ante el intento del Presidente Balmaceda por aumentar y dar una orientacion social al gasto fiscal, la mayoria de los partidos politicos del Congreso vinculados a la elite respondio militarmente con la Marina, llevando a la muerte a más de diez mil personas, incluyendo al Presidente de la Republica que se suicido tras nueve meses de resistencia. Asi como con los obreros del salitre que tuvieron la osadia de declararse en huelga, en diciembre de 1907, en la ciudad de Iquique, cuando el salitre proporcionaba mas del ochenta por ciento del valor de las exportaciones chilenas y su propiedad era controlada fundamentalmente por empresarios ingleses y espanholes y por algunos chilenos: el Ejercito sofoco la huelga con una matanza de dos mil compatriotas.

El once de septiembre no es otra cosa que la repeticion compulsiva de la elite chilena de intentar fijar en la memoria social lo que ha pretendido que sea una constante en la historia: que la propiedad y explotacion de la tierra, la plata, el oro, el trigo, el salitre, el cobre, los bosques y las aguas, no es prerrogativa del conjunto de la sociedad, sino ambito privado e intocable de pequenhos grupos, nacionales y extranjeros, de acuerdo a los cuales hay que gobernar por los tiempos de los tiempos. Que los inquilinos, peones, artesanos y proletarios, asi como tarde o temprano la izquierda, el feminismo, las politicas gay y lesbica, la ecologia y las minorias etnicas pueden que lleguen a tener, si presionan, un lugar de representacion en el sistema politico. Pero cuestionar el modo en que la economia funciona es un terreno prohibido, pues ahi se juega todo.

Y es este recordatorio lo que cada once de septiembre vuelve a fallar. Pues las elites vuelven a enterarse en la calle o por la prensa que el
intento de clausurar, cerrar los espacios siempre fracasa. Que la memoria social en forma compulsiva tambien vuelve con otros contenidos, desde otros lugares y expone su voluntad de querer jugar el juego de verdad, aunque sea desde el recuerdo de quienes se atrevieron a jugarlo. Y esto a pesar de las miles de muertes. A pesar del metal tranquilo de la voz del Presidente apagandose en la transmision de Radio Magallanes. A pesar de la Escuela Santa Maria de Iquique, del disparo de Balmaceda, el exilio de Bilbao y la "pacificacion" del sur de Chile.

Se trata de algo que la izquierda debiera ser capaz de hacer suyo. Que el once es el dia en que queda claro que lo relevante no es el nombre, la bandera, el color, la consigna, sino lo que la propia elite siempre ha tratado como tabu: la propiedad de las aguas, los bosques, el cobre, el salitre, el trigo, el oro, la plata y la tierra. En definitiva, que lo esencial es la repolitizacion de la economia, de modo que haya mayor control social de ella, del uso de nuestros recursos, por que quienes padecen el rigor de la vida saben donde estan las prioridades para fijarlas: salud, educacion, trabajo y vivienda digna, el aire y las aguas limpias.

La izquierda vuelve a vivir cuando retoma la iniciativa y se lanza a la reflexion rigurosa. Traspasa el umbral del dolor cuando genera mayor organizacion y articulacion de particularidades que permiten hacer cambios estructurales para profundizar la democracia con justicia social. Los onces de septiembre han de ser dias de emancipacion de la derrota, de critica y puesta en acto de todo lo que no se hizo y queda por hacer para que no haya otros onces. No por miedo a la muerte, sino por voluntad y deseo de construir la sociedad por venir.

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CARCELES PARA LA PLEBE

Por Manuel Guerrero Antequera

“El regimen carcelario es de lo peor que puede haber en este pais. Yo creo no exagerar si afirmo que cada prision es la escuela practica y profesional mas perfecta para el aprendizaje y progreso del estudio del crimen y del vicio. ¡Oh, monstruosidad humana! Todos los crimenes y todos los vicios se perfeccionan en las prisiones, sin que haya quien pretenda evitar este desarrollo”.

La autoria de esta declaracion desesperada, podria perfectamente ser atribuida a cualquier politico o ciudadano comun actual que haya estado siguiendo con atencion el estado en que se encuentra el sistema carcelario chileno, con sus cifras de sobrepoblacion y condiciones de existencia de precariedad extrema, inhumana y degradante. Sin embargo, no fue pronunciada por ningun prohombre de nuestro presente, sino por el tipografo, educador, sindicalista y fundador de mancomunales, federaciones, periodicos y partidos politicos obreros, Luis Emilio Recabarren. Tal diagnostico acerca del regimen carcelario fue pronunciado en una conferencia que dicto con ocasion del primer centenario de la Independencia de Chile. Han pasado 130 anhos desde el natalicio de don Reca y casi cien anhos de su conferencia. Y sinembargo, su reclamo tiene una vigencia tal que pone un manto de dudas acerca de si hemos progresado realmente en esta materia a casi doscientos siglos de nuestra historia republicana.

En efecto, el sistema carcelario chileno, hasta antes de 1822, estaba compuesto por carceles y locales en Santiago, que expresaban la herencia directa de la administración borbonica. La legislacion del Antiguo Regimen concebia a la carcel como un lugar transitorio para la espera de condenas mayores, como la ejecucion publica, la expropiacion de bienes o el exilio. Debido a ello no se le prestaba mayor atencion a la mantencion fisica del lugar, ni tampoco se creia, como con la Penitenciaria, que estos espacios de reclusion fuesen el lugar de castigo y redencion para aquel, que tras haber atentado contra la sociedad, encontraria en la soledad del encierro la reflexion y el perdon para sus culpas, reintegrandose luego como individuo rehabilitado a la comunidad.

La esencia de los males, versaba la concepcion mayoritaria, se localizaba en los reos de mas alta peligrosidad, por lo cual a estos no se les permitia encontrarse en los mismos recintos carcelarios que los individuos detenidos por delitos simples. En consecuencia, se habilito el antiguo presidio espanol de la isla de “Mas Afuera” en Juan Fernandez, la que en el pasado habia servido como recinto carcelario que albergo a muchos de los patriotas en los tiempos de la Reconquista Espanola, entre 1814 y 1817. Como es conocido, aun en la actualidad del siglo XXI hay quienes, como Joaquin Lavin, piensan que crear una “isla carcel” es una solucion seria para el problema de la delincuencia.

En aquellos anhos se pensaba que la lejania de esta carcel respecto de la sociedad y la convivencia obligada entre presos y carceleros impactarian sobre la conducta de los convictos, desincentivandolos para la comision de futuros delitos. El mecanismo punitivo era simple: el castigo ejemplificador por medio de la soledad obligada, maltratos fisicos, precariedad de viveres y ausencia de comunicacion con las actividades continentales. No obstante estos objetivos, la reclusion de presos y guardias en la isla provoco una creciente hostilidad y rebeliones que a partir de 1830 cobraron forma en multiples motines, sublevaciones y fugas en buques.

A raiz de estas dificultades, Andres Bello, junto a otros intelectuales de la epoca, hizo publicamente hincapie en la necesidad de la reforma del sistema carcelario por inhumano e inefectivo. Para ello propuso la creacion de colonias penales nuevas, adoptando un regimen penitenciario a partir del principio de la expiacion de las culpas como forma privilegiada de correccion del convicto. De esta manera se recomendo la reclusion de los presos en celdas individuales, para el trabajo y la oracion permanente hasta la enmienda del criminal.

Sin embargo, el Ministro del Interior del Presidente Joaquin Prieto, Diego Portales, era de una opinion radicalmente diferente. Para el, el escarmiento ejemplificador de los delincuentes mas peligrosos era la mejor forma de desincentivo. Por ello implemento una experiencia punitiva completamente nueva para Chile: el Presidio Ambulante, conocido como “los carros de Portales”. Este tipo de presidio consistia en jaulas de fierro montadas sobre ruedas, que funcionaban como lugares de encierro para los criminales de mayor grado, los que eran conducidos a distintos lugares para trabajar en obras publicas. Cada uno de los carros era habitado por hasta catorce presos, los que estaban encadenados unos a otros. La mayor parte del tiempo los condenados realizaban trabajos forzados, mientras el tiempo restante lo pasaban en las jaulas a vista de los transeuntes durante todas las estaciones del anho. Los carros se implementaron a lo largo y ancho de Chile, en Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Valparaiso, Talca, Maule y Concepcion.

¿Quienes eran los presos? No otros que la plebe. Durante la conquista se trato de los indios de encomienda y los esclavos. Luego, durante el siglo XVIII, eran los que emigraron del campo a la capital, a quienes, a traves de bandos presidenciales, se les prohibio cantar, disfrazarse, bailar y hasta jugar chueca. Tales restricciones sirvieron, entre otras cosas, para tomar presos a quienes las transgredian y asi contar con trabajadores forzados para la construccion de obras publicas, como la remodelacion, bajo las ordenes del Intendente de Santiago, Benjamin Vicuña Mackena, del Cerro Santa Lucia.

Mucho mas adelante en el tiempo, entre 1973 y 1990, las carceles volvian a ser llenadas ahora por los “upelientos”: plebe organizada que habia tenido la mala idea de querer ejercer el poder politico, por lo cual debian ser brutalmente castigados. Muchos ciudadanos del Chile de hoy deben haber vivido la experiencia de cuando llegaban patrullas militares a sus poblaciones, y eran sacados en masa de sus casas durante la noche, para concentrarlos, ante el llanto de sus hijos y familiares, en las canchas de futbol. Otra forma menos sutil de los carros de portales, pero esta vez con presos politicos, la mayoria de origen proletario.

Lo que caracterizo en un comienzo a este período del terror fue la utilización masiva de campos de concentracion. Estos eran habilitados fuera de los principales centros urbanos, como en Chacabuco, Pisagua, Puchuncavi, Ritoque, Quiriquina, Isla Dawson. Su disenho emulaba a los campamentos militares, en tanto recintos cercados por muros y alambradas, bajo la permanente custodia de militares. Cada campo estaba bajo la tutela de una unidad militar. En el centro de la construccion se encontraban las barracas, los recintos para los presos politicos, y en la periferia los recintos para los militares. Las barracas eran espacios amplios, sin divisiones, con literas y catres. No contaban con banhos.
Cada barraca era vigilada directamente por un militar quien aplicaba el regimen disciplinario. Las visitas eran permitidas una vez por mes, y la correspondencia era revisada. Los presos politicos no se encontraban bajo procesamientos judiciales, no tenian condena, ni derecho a defensa legal.

Mas tarde, los presos politicos pasaron a las carceles comunes, que eran dependientes del Ministerio de Justicia, y estaban a cargo de Gendarmeria. En su mayoria se trataba de construcciones del siglo XIX que consistian en un edificio a traves del cual se ingresaba y se encontraban la administracion, las dependencias del personal y la guardia; un pasillo que comunicaba a este espacio con el interior, interrumpido por puertas metalicas y guardias. El pasillo desembocaba en un ovalo formado por galerias o calles, que se ordenaban a su alrededor. En el ovalo se encontraba la Guardia Interna. Cada galeria poseia dos pisos de celdas. Las del nivel del suelo estaban ubicadas a cada lado de un pasillo de cuatro metros de ancho. Las del segundo piso daban a una pasarela metalica. Los banhos estaban habilitados en el fondo de la galeria, constando de banhos turcos sin descarga de agua, lavamanos y ducha fria. Cada celda poseia una abertura de 50 centimetros por 50 centimetros, cubierta de barrotes. El tamanho de la celda era de 2 por 3 metros, y 4 metros de altura.  Los presos politicos eran dispersados entre la poblacion comun, viviendo hacinados en promedio de 10 por celda. La estructura de las galerias se encontraba rodeada por un muro alto que las circundaba, separada por la linea de fuego. Sobre el muro una pasarela y casetas con guardias armados. La mayoria de estas carceles aun estan operativas y en su interior "habitan" pobres, miles de pobres.

Sin embargo, en la actualidad ya se cuenta con la posibilidad de la participacion del sector privado en la administracion de las cárceles para el cumplimiento de la rehabilitacion de los presos. Junto a la creacion de las Carceles de Alta Seguridad, probablemente se trata de lo mas novedoso en la historia nacional que lleva casi doscientos anhos encerrando a la plebe sin atacar las causas reales de la delincuencia, pues “el principal factor de la delincuencia existe en la miseria moral y en la miseria material. Hacer desaparecer estas dos miserias es la mision social de la Humanidad que piensa y que ama a sus semejantes”, dijo Recabarren hace cien anhos atras. ¡Vaya que somos duros para aprender!

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