CARCELES PARA LA PLEBE
Por Manuel Guerrero Antequera
“El regimen carcelario es de lo peor que puede haber en este pais. Yo creo no exagerar si afirmo que cada prision es la escuela practica y profesional mas perfecta para el aprendizaje y progreso del estudio del crimen y del vicio. ¡Oh, monstruosidad humana! Todos los crimenes y todos los vicios se perfeccionan en las prisiones, sin que haya quien pretenda evitar este desarrollo”.
La autoria de esta declaracion desesperada, podria perfectamente ser atribuida a cualquier politico o ciudadano comun actual que haya estado siguiendo con atencion el estado en que se encuentra el sistema carcelario chileno, con sus cifras de sobrepoblacion y condiciones de existencia de precariedad extrema, inhumana y degradante. Sin embargo, no fue pronunciada por ningun prohombre de nuestro presente, sino por el tipografo, educador, sindicalista y fundador de mancomunales, federaciones, periodicos y partidos politicos obreros, Luis Emilio Recabarren. Tal diagnostico acerca del regimen carcelario fue pronunciado en una conferencia que dicto con ocasion del primer centenario de la Independencia de Chile. Han pasado 130 anhos desde el natalicio de don Reca y casi cien anhos de su conferencia. Y sinembargo, su reclamo tiene una vigencia tal que pone un manto de dudas acerca de si hemos progresado realmente en esta materia a casi doscientos siglos de nuestra historia republicana.
En efecto, el sistema carcelario chileno, hasta antes de 1822, estaba compuesto por carceles y locales en Santiago, que expresaban la herencia directa de la administración borbonica. La legislacion del Antiguo Regimen concebia a la carcel como un lugar transitorio para la espera de condenas mayores, como la ejecucion publica, la expropiacion de bienes o el exilio. Debido a ello no se le prestaba mayor atencion a la mantencion fisica del lugar, ni tampoco se creia, como con la Penitenciaria, que estos espacios de reclusion fuesen el lugar de castigo y redencion para aquel, que tras haber atentado contra la sociedad, encontraria en la soledad del encierro la reflexion y el perdon para sus culpas, reintegrandose luego como individuo rehabilitado a la comunidad.
La esencia de los males, versaba la concepcion mayoritaria, se localizaba en los reos de mas alta peligrosidad, por lo cual a estos no se les permitia encontrarse en los mismos recintos carcelarios que los individuos detenidos por delitos simples. En consecuencia, se habilito el antiguo presidio espanol de la isla de “Mas Afuera” en Juan Fernandez, la que en el pasado habia servido como recinto carcelario que albergo a muchos de los patriotas en los tiempos de la Reconquista Espanola, entre 1814 y 1817. Como es conocido, aun en la actualidad del siglo XXI hay quienes, como Joaquin Lavin, piensan que crear una “isla carcel” es una solucion seria para el problema de la delincuencia.
En aquellos anhos se pensaba que la lejania de esta carcel respecto de la sociedad y la convivencia obligada entre presos y carceleros impactarian sobre la conducta de los convictos, desincentivandolos para la comision de futuros delitos. El mecanismo punitivo era simple: el castigo ejemplificador por medio de la soledad obligada, maltratos fisicos, precariedad de viveres y ausencia de comunicacion con las actividades continentales. No obstante estos objetivos, la reclusion de presos y guardias en la isla provoco una creciente hostilidad y rebeliones que a partir de 1830 cobraron forma en multiples motines, sublevaciones y fugas en buques.
A raiz de estas dificultades, Andres Bello, junto a otros intelectuales de la epoca, hizo publicamente hincapie en la necesidad de la reforma del sistema carcelario por inhumano e inefectivo. Para ello propuso la creacion de colonias penales nuevas, adoptando un regimen penitenciario a partir del principio de la expiacion de las culpas como forma privilegiada de correccion del convicto. De esta manera se recomendo la reclusion de los presos en celdas individuales, para el trabajo y la oracion permanente hasta la enmienda del criminal.
Sin embargo, el Ministro del Interior del Presidente Joaquin Prieto, Diego Portales, era de una opinion radicalmente diferente. Para el, el escarmiento ejemplificador de los delincuentes mas peligrosos era la mejor forma de desincentivo. Por ello implemento una experiencia punitiva completamente nueva para Chile: el Presidio Ambulante, conocido como “los carros de Portales”. Este tipo de presidio consistia en jaulas de fierro montadas sobre ruedas, que funcionaban como lugares de encierro para los criminales de mayor grado, los que eran conducidos a distintos lugares para trabajar en obras publicas. Cada uno de los carros era habitado por hasta catorce presos, los que estaban encadenados unos a otros. La mayor parte del tiempo los condenados realizaban trabajos forzados, mientras el tiempo restante lo pasaban en las jaulas a vista de los transeuntes durante todas las estaciones del anho. Los carros se implementaron a lo largo y ancho de Chile, en Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Valparaiso, Talca, Maule y Concepcion.
¿Quienes eran los presos? No otros que la plebe. Durante la conquista se trato de los indios de encomienda y los esclavos. Luego, durante el siglo XVIII, eran los que emigraron del campo a la capital, a quienes, a traves de bandos presidenciales, se les prohibio cantar, disfrazarse, bailar y hasta jugar chueca. Tales restricciones sirvieron, entre otras cosas, para tomar presos a quienes las transgredian y asi contar con trabajadores forzados para la construccion de obras publicas, como la remodelacion, bajo las ordenes del Intendente de Santiago, Benjamin Vicuña Mackena, del Cerro Santa Lucia.
Mucho mas adelante en el tiempo, entre 1973 y 1990, las carceles volvian a ser llenadas ahora por los “upelientos”: plebe organizada que habia tenido la mala idea de querer ejercer el poder politico, por lo cual debian ser brutalmente castigados. Muchos ciudadanos del Chile de hoy deben haber vivido la experiencia de cuando llegaban patrullas militares a sus poblaciones, y eran sacados en masa de sus casas durante la noche, para concentrarlos, ante el llanto de sus hijos y familiares, en las canchas de futbol. Otra forma menos sutil de los carros de portales, pero esta vez con presos politicos, la mayoria de origen proletario.
Lo que caracterizo en un comienzo a este período del terror fue la utilización masiva de campos de concentracion. Estos eran habilitados fuera de los principales centros urbanos, como en Chacabuco, Pisagua, Puchuncavi, Ritoque, Quiriquina, Isla Dawson. Su disenho emulaba a los campamentos militares, en tanto recintos cercados por muros y alambradas, bajo la permanente custodia de militares. Cada campo estaba bajo la tutela de una unidad militar. En el centro de la construccion se encontraban las barracas, los recintos para los presos politicos, y en la periferia los recintos para los militares. Las barracas eran espacios amplios, sin divisiones, con literas y catres. No contaban con banhos.
Cada barraca era vigilada directamente por un militar quien aplicaba el regimen disciplinario. Las visitas eran permitidas una vez por mes, y la correspondencia era revisada. Los presos politicos no se encontraban bajo procesamientos judiciales, no tenian condena, ni derecho a defensa legal.
Mas tarde, los presos politicos pasaron a las carceles comunes, que eran dependientes del Ministerio de Justicia, y estaban a cargo de Gendarmeria. En su mayoria se trataba de construcciones del siglo XIX que consistian en un edificio a traves del cual se ingresaba y se encontraban la administracion, las dependencias del personal y la guardia; un pasillo que comunicaba a este espacio con el interior, interrumpido por puertas metalicas y guardias. El pasillo desembocaba en un ovalo formado por galerias o calles, que se ordenaban a su alrededor. En el ovalo se encontraba la Guardia Interna. Cada galeria poseia dos pisos de celdas. Las del nivel del suelo estaban ubicadas a cada lado de un pasillo de cuatro metros de ancho. Las del segundo piso daban a una pasarela metalica. Los banhos estaban habilitados en el fondo de la galeria, constando de banhos turcos sin descarga de agua, lavamanos y ducha fria. Cada celda poseia una abertura de 50 centimetros por 50 centimetros, cubierta de barrotes. El tamanho de la celda era de 2 por 3 metros, y 4 metros de altura. Los presos politicos eran dispersados entre la poblacion comun, viviendo hacinados en promedio de 10 por celda. La estructura de las galerias se encontraba rodeada por un muro alto que las circundaba, separada por la linea de fuego. Sobre el muro una pasarela y casetas con guardias armados. La mayoria de estas carceles aun estan operativas y en su interior "habitan" pobres, miles de pobres.
Sin embargo, en la actualidad ya se cuenta con la posibilidad de la participacion del sector privado en la administracion de las cárceles para el cumplimiento de la rehabilitacion de los presos. Junto a la creacion de las Carceles de Alta Seguridad, probablemente se trata de lo mas novedoso en la historia nacional que lleva casi doscientos anhos encerrando a la plebe sin atacar las causas reales de la delincuencia, pues “el principal factor de la delincuencia existe en la miseria moral y en la miseria material. Hacer desaparecer estas dos miserias es la mision social de la Humanidad que piensa y que ama a sus semejantes”, dijo Recabarren hace cien anhos atras. ¡Vaya que somos duros para aprender!
http://manuelguerrero.blogspot.com
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