El Ejército Popular se moderniza
Domingo 23 de marzo de 2008
Por R. Falksohn, S. von Ilsemann y A. Lorenz
En 2012 sus submarinos doblarán a los de EEUU
Para el régimen de Beijing, los disturbios en Tíbet confirman su planteamiento de que fuerzas armadas altamente modernas son indispensables para preservar su poder. Al reforzarlas con equipamiento de última generación, China espera mantener el control en casa y ganar respeto en el extranjero.
A comienzos de este mes, el Congreso Nacional del Pueblo, el seudo parlamento de Beijing, aprobó un fuerte aumento de 17,6 % en el presupuesto militar de China. En los próximos 12 meses, el Ejército Popular de Liberación dispondrá de algo menos de 418 mil millones de yuanes (unos 60 mil millones de dólares) para comprar nuevos misiles, tanques, bombardeos y buques de guerra, así como para entrenar nuevas unidades. Esta gigantesca suma representa todavía sólo una décima parte del gasto militar de Estados Unidos y sin embargo el aumento representa un significativo salto adelante. La amplitud del incremento militar deja en claro para los tibetanos que Beijing tiene la capacidad de defender sus intereses y edictos con una masiva potencia militar. Genera también especulaciones en el extranjero de que China concretará su meta logística de largo plazo de ponerse militarmente a nivel de EEUU. En la última década, el presupuesto militar de Beijing ha crecido mucho más rápido que su economía. La decisión también provoca inquietudes en países vecinos como Japón, Vietnam y Corea del Sur, pese a las seguridades dadas por el liderazgo chino en el sentido de que pretende aumentar su poder por medios pacíficos y que gran parte de su creciente presupuesto militar está destinado a pagas más altas y mejores cuidados para sus soldados. En un reciente informe titulado "Poder militar de la República Popular China en 2008", el Pentágono concluye que "hay mucha incertidumbre rodeando el curso futuro de China, particularmente en el área de su expansivo poder militar y de cómo ese poder podría ser utilizado". El informe deja claro, sin embargo, que las "expansivas y mejoradas capacidades militares (de China) están cambiando los equilibrios militares en el Este asiático". Algunos temen que China esté desarrollando su poderío militar en un esfuerzo por convertirse en una nación que podría invadir un día a sus vecinos, como la Alemania militarista y el Japón imperial del pasado.
Otros se preguntan si el partido comunista chino está mejorando su trato a los soldados porque ahora persigue objetivos más allá de sus fronteras nacionales. Y también está la pregunta de si el brutal y sostenido tratamiento al Tíbet es característico de las políticas de un estado agresivo que una vez apoyó al Khmer Rojo en Camboya, atacó al socialista Vietnam y desató una guerra fronteriza con India. Lo seguro es que la República popular, con sus 1,3 mil millones de habitantes, ha hecho más que alzarse a ser la cuarta mayor economía del mundo. También está en el proceso de convertirse en una formidable potencia militar. "Nuestras tropas", proclama el país en su propaganda, "marchan hacia el sol".
Beijing sigue el ejemplo de EEUU
Militarmente al menos, China está usando como modelo a EEUU. Los estrategas de Beijing prestaron estrecha atención al enfoque estadounidense de guerra relámpago para destruir al ejército iraquí en 1991. Más tarde, en los Balcanes, Afganistán y nuevamente en Irak, las fuerzas armadas de EEUU demostraron ser inmensamente superiores a sus enemigos, con sus bombarderos Stealth, sus misiles guiados de precisión y sus sistemas computarizados. El Ejército Rojo no puede hacer alarde de algo siquiera remotamente comparable. Para solucionar el déficit, Beijing se embarcó en una vigorosa campaña para revitalizar su ejército, fuerza aérea y marina. El tamaño de las fuerzas armadas chinas cayó de 4,75 millones de efectivos en 1981 a 2,3 millones hoy, sin incluir a los 660 mil integrantes de la Fuerza Popular de Policía Armada y a la no poco relevante milicia del pueblo. Pero esto es simplemente una racionalización eficiente de las fuerzas armadas: la meta es hacerlas más efectivas para operar sistemas computarizados de comunicaciones entre los comandantes y las tropas en terreno, para enviar a la batalla a combatientes bien entrenados y para ser capaces de ganar rápidamente guerras regionales contra enemigos dotados de equipamiento moderno.
Los generales y almirantes de Beijing saben que pasará largo tiempo antes de que puedan estar a nivel de EEUU, pero quieren ser a lo menos suficientemente fuertes "para no recibir empujones". Una de las maneras en que esperan desarrollar su poder militar es con un programa de misiles que los estadounidenses describen como "el más activo de todo el mundo". Incluye misiles cruceros de precisión hechos en China y misiles cruceros anti-buques con un alcance de mil 500 kilómetros, que pueden amenazar a grupos enemigos de portaaviones. Los estrategas militares chinos han puesto también su mirada en el espacio. El ejército, en un esfuerzo conjunto con institutos civiles de investigación, planea enviar un astronauta a la luna en 2020. A comienzos del año pasado, un misil interceptor chino destruyó un satélite climático desactivado, en una demostración de la capacidad de Beijing para derribar blancos en trayectorias orbitales cercanas a la Tierra. Así como el único propósito de los militares era en el pasado actuar como un "Gran Muro de Acero" y defender la patria, parte de su nueva misión será asegurar los recursos naturales y las rutas de transporte más allá de las fronteras de China. La armada, que cuenta ahora con más de 59 submarinos, se está aventurando en el océano Pacífico y en el Índico. Despliega buques de guerra en los estrechos de Malaca, por donde pasa el 80% de las importaciones petroleras de China, para proteger a los buques-cisterna contra bloqueos y ataques.
El más importante socio de China solía ser Rusia, donde la República Popular compraba sus aviones, buques y misiles, adquiriendo en el proceso las correspondientes licencias de producción. Pero la relación se ha enfriado recientemente. Los rusos están repensando la sensatez de vender tanto material militar a quien es hoy un adversario potencial más fuerte. Los chinos, por su parte, prefieren desarrollar sus propias armas. Varios acuerdos importantes han sido suspendidos porque ambos países no han podido ponerse de acuerdo en los precios y no hay en el horizonte nuevas órdenes significativas. Sin embargo, las ramas individuales de las fuerzas armadas chinas siguen ordenando su equipamiento básico a Rusia. La fuerza aérea china ha comprado 285 Sukhoi Su-27 y Su-30, gastando en Rusia por esos aviones de combate 26 mil millones de dólares sólo en 2006. Ahora ensambla sus propios aviones de guerra bajo licencia rusa y ha desarrollado su propio caza de combate, el Jian-10. Los rusos han vendido también a los chinos destructores y 12 submarinos diésel. Los astilleros chinos fabrican actualmente sus propios submarinos, dos de los cuales ya han sido probados. Sus ojivas nucleares pueden alcanzar blancos ubicados hasta a 8 mil kilómetros, lo que incluye algunas ciudades estadounidenses. Hacia 2012 habrá en los océanos del mundo el doble de submarinos con la bandera roja de cinco estrellas de China que submarinos con la bandera de las estrellas y franjas. Hay también crecientes indicios de que China piensa construir portaaviones, que siguen siendo el más convincente atributo de una potencia naval de primer orden. En el puerto nororiental de Dalian, ingenieros desarman actualmente al Varyag una reliquia comprada barata del arruinado imperio soviético.
Militares plácidos con garrote escondido
Los chinos ya se atrevieron a desafiar a EEUU, todavía y de lejos la potencia naval dominante en el mundo. En octubre de 2006, un submarino chino provocó un sobresalto en la competencia cuando emergió repentinamente a la superficie cerca del portaaviones Kitty Hawk. Los estadounidenses no habían detectado que el submarino se había deslizado silenciosamente bajo su grupo de tareas. Hay expertos convencidos de que lo que el coronel Chen Zhou llama una simple "coincidencia" fue en la práctica un mensaje a la marina de EEUU, notificándole que en el futuro ya no podrá hacer lo que quiera en el Pacífico.
A fines del año pasado, Beijing, sin dar razones, prohibió al Kitty Hawk participar en una visita de la flota a Hong-Kong, programada con mucha anterioridad. Si los chinos lograsen mantener a raya al poderío naval estadounidense, esto podría jugar un papel decisivo en el destino de Taiwán. Beijing amenazó con atacar a Taiwán si la isla declara su independencia. China tiene cerca de mil misiles balísticos de corto alcance desplegados en sus costas apuntado directamente a Taiwán. Y ha venido sumando 100 más cada año. Los líderes militares de Beijing, que tienden a parecer plácidos en el escenario internacional y que han proporcionado tropas a misiones de paz de Naciones Unidas, llevan "un garrote realmente grande escondido tras sus espaldas", dice el ex ministro taiwanés de defensa Chong Pin-lin. Para salvaguardar vidas civiles, los misiles chinos apuntan a blancos programados en las bases aéreas y guarniciones militares de Taipei, para convencer así a los taiwaneses que harían mejor en regresar al continente. El experto Chong estima que esos ataques de precisión serán posibles a partir de 2010. Pero el gobierno chino también pretende usar sus baterías de misiles para disuadir a EEUU y Japón de acudir en ayuda de Taiwán. Ataques efectuados cerca de la flota estadounidense buscarán demostrar que "somos capaces y estamos decididos a destruir a un grupo de portaaviones", dice Zhao Xijin, el ex comandante adjunto del Segundo Cuerpo de Artillería de China.
Taiwán no es el único posible escenario de guerra para China. Beijing está enfrentado a Japón por los yacimientos de petróleo y gas en el mar de la China del Este, y con Malasia, Vietnam, Taiwán y las Filipinas a raíz de las islas Spratly, un grupo de desolados atolones y arrecifes en el mar de la China del Sur donde también se cree que hay depósitos de petróleo y gas.
Según el primer ministro Wen Jiabao, toda esta excitación en torno del gran presupuesto militar del país es excesiva. "Si se considera que China tiene 1,3 mil millones de personas, un territorio de 9,6 millones de kilómetros cuadrados y 22 mil kilómetros de fronteras nacionales, los gastos son adecuados y, de hecho, más bajos que los de muchos países", dice Wen. Como presidente de la Comisión Militar Central del partido, líder partidario y presidente del país, Hu Jintao es también el comandante en jefe de las fuerzas armadas de China. Cada vez que visita a las tropas se pone un tradicional traje Mao verde oliva. Luego se sienta con los soldados en las barracas, quienes, descansando obedientemente en sus rodillas, recitan eslóganes de propaganda y escuchan las recomendaciones de Hu.
Der Spiegel
The New York Times Syndicate
1 comentario
jose -