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Cómo cayó Raúl Iturriaga Neumann

Cómo cayó Raúl Iturriaga Neumann

Rechazó una cabaña en el sur y un helicóptero para huir si era necesario

El grupo especial de Investigaciones estuvo a minutos de detenerlo en Vitacura. Para rastrearlo, chequearon 200 mil llamadas telefónicas y más de 600 correos electrónicos. Construyeron dos anillos con listas de sospechosos. La cabaña y el helicóptero se los ofreció el empresario Hernán Bustamante.

Foto: El ex agente de la DINA Raúl Iturriaga Neumann cayó tras un largo y tedioso rastreo del grupo especial de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones.

Jorge Escalante
La Nación

Cuando en la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos (BAEDH) de la Policía de Investigaciones se formó el grupo especial para capturar al ex agente Raúl Iturriaga, les quedó claro que la tarea sería tediosa y hasta rutinaria a veces. Sobre todo si no se tenían resultados pronto. Eran los últimos días de la semana del 9 de julio de 2007.

Sólo saber que debían chequear casi 200 mil llamadas telefónicas y más de 600 correos electrónicos con la probabilidad de no hallar nada, indicaba cómo sería el día a día. Además, sabían que recibirían pistas falsas para distraerlos, como ocurrió. Pero ¿podían ser todas tan falsas? ¿Y si una era cierta? Por eso había que chequear todo lo que llegara. Es una regla de oro de cualquier policía o servicio de inteligencia.

El primer anillo encuestado fue el círculo familiar del prófugo. Direcciones, teléfonos, lugares de trabajo, recorridos habituales, hábitos y, especialmente, cualquier contacto telefónico o por Internet con el condenado. No cifraron allí muchas esperanzas, porque habría sido una torpeza infantil de Iturriaga buscar por esa vía contacto con ellos. Pero los tuvieron bajo control.

El segundo anillo fue mucho más amplio, y el que brindó la mayor cantidad de trabajo. Chequearon a todo el círculo de amistades civiles y oficiales retirados más cercanos. No creían que oficiales activos del Ejército lo ayudarían, pero no lo descartaron.

Partieron por los más de cien personajes a quienes “Don Elías”, una de sus chapas en la DINA, les envió vía correo electrónico su “mensaje revolucionario” cuando inició su fuga.

Diariamente los funcionarios del grupo se reunieron en el cuartel de calle Independencia para entregar los resultados de sus tareas. La idea era comenzar a conformar el núcleo del segundo anillo que más contacto tenía con Iturriaga o su familia.

La orden amplia de investigar otorgada por el ministro Alejandro Solís les facilitó las cosas y, para rastrear los contactos, pudieron recurrir a todas las compañías que prestan servicios telefónicos y direcciones electrónicas en internet.

Al atardecer o a veces tarde en la noche, en el cuartel de Independencia los miembros del grupo calificaban a los integrantes del segundo anillo, poniéndoles nota como en el colegio. A los “mejores alumnos” se les redobló la vigilancia.

Helicóptero y cabaña

Así, se dieron cuenta de que, por ejemplo, el empresario de la Décima Región, Hernán Bustamante de la Barra, le envió al “Giggio”, como le dicen algunos amigos, un correo electrónico donde le dijo “le ofrezco una cabaña donde nadie lo molestará y un helicóptero a la puerta por si tiene que salir rápido”.

Pero el prófugo no recogió el guante. Los policías no saben por qué, pero suponen que fue porque Iturriaga nunca quiso salir de Santiago, salvo para irse a Viña. De hecho, hasta ahora no se registran otras estadías suyas que no sean Las Condes o Vitacura en Santiago, y Viña del Mar.

A medida que se fue conformando el grupo más “sospechoso” del segundo anillo, los policías comenzaron a indagar todo tipo de datos suyos. Propiedades, negocios, sociedades comerciales, seguros, etc.. Esa búsqueda se extendió incluso a unos tres o cuatro meses antes del lunes 11 de junio de 2007, día de la fuga cuando debía presentarse a cumplir condena en el Penal Cordillera en Peñalolén.

Los hombres de la BAEDH visitaron las casas y departamentos de Santiago o fuera de la capital que resultaban probables donde, por la información que iban obteniendo del chequeo del segundo anillo, Iturriaga podía esconderse. Sus principales “informantes” fueron conserjes de edificios y asistentes del hogar a quienes, simulando un asunto rutinario relacionado con delitos sexuales o de drogas, preguntaban por los movimientos de los habitantes de esos domicilios.

Por pocos minutos

Avanzando los días llegaron a concluir que el matrimonio integrado por los abogados Laura Rajsic Navarrete y Oscar Dávila Campusano, eran los que habían estado obteniendo las “mejores notas” del segundo anillo indagado. Así llegaron al edificio de Las Hualtatas 5475 de Vitacura, donde sospecharon que Iturriaga podría ocultarse. Pero no buscaron directamente en el departamento 81, donde vivía el matrimonio, ni en el 91 donde vivía Laura del Carmen Navarrete Espinoza, dueña de ambas propiedades y madre de la abogada.

Cerca de las nueve de la mañana del 1 de agosto de 2007 los policías llegaron al edificio de Las Hualtatas y hablaron con el conserje. Éste les dijo que, efectivamente, “un señor está viviendo desde hace unas semanas en el departamento 81”. Pero que habían salido “hace poquito en el auto de la señora”. El conserje informó que en el 81 “sólo está la nana”. Los policías le pidieron que la llamara por el citófono y preguntara si sabía adónde había ido “la señora”.

El conserje llamó y la empleada contestó “la señora dijo que fue al aeropuerto a dejar a este caballero español que estuvo viviendo aquí con ellos”.

Los detectives preguntaron por las cámaras de seguridad. Revisaron las imágenes y vieron tres cosas importantes. Identificaron a Iturriaga, conocieron a la mujer que conducía el auto, y anotaron la patente del vehículo. ¡Habían llegado tarde por minutos para capturarlo! LN



La “llamada clave” fue una acción distractiva

Desde Las Hualtatas se alertó a todo el grupo y salieron rápido al aeropuerto de Pudahuel. Pero comprobaron que el automóvil no tomó ese rumbo, sino que el último portal por el que pasó de acuerdo a la información que revisaron, lo conducía a la Ruta 68 hacia la Quinta Región.

En el cuartel Independencia chequearon la lista de propiedades de Laura del Carmen Navarrete y, ¡bingo!, registraba el departamento 192 en el edificio de Avenida San Martín 1020 en Viña del Mar. Tenían todo. Los jóvenes subinspectores e inspectores menores de 30 años bajo la dirección del jefe del grupo, el comisario Sandro Gaete, tenían la adrenalina al tope.

Estaban seguros que Iturriaga y su entorno íntimo nada sospechaba. Pero, todavía quedaba el arresto.

Dejaron que el prófugo llegara a Viña y se instalara en el departamento, si es que era allí donde arribaría. A las tres de la madrugada del 2 de agosto partieron a Viña. Antes salió otra parte del grupo para controlar el edificio.

El resto, la forma de su captura, ya es conocida. Lo que no se sabía es que Iturriaga no sólo recibía todos los días “El Mercurio”, sino también La Nación. Aquel día en Viña lo engañaron con le entrega de ambos diarios.

La supuesta “llamada telefónica clave” que trascendió había alertado a los policías del departamento en Viña, fue una acción distractiva para proteger al conserje que ayudó a los detectives. Su jefe, el administrador del edificio, tenía una foto de Pinochet en su oficina.

Los Marotta

Pero, quizás, el hecho más curioso de toda esta película es que el hermano de la pareja de Iturriaga, Máxima Marotta Rozman, es el ex dirigente del MIR y ex prisionero sobreviviente de Villa Grimaldi, Horacio Máximo Marotta Rozman. Su número de víctima en el informe de la Comisión Valech es el 14159. ¿Máxima jugada del destino?

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