Pinochet prepara su retorno a casa
El dictador sigue mejorando de su dolencia cardiaca
07/12/2006 | Actualizada a las 03:45h
Por Alfred Rexach
Todo ha sido un susto y poca cosa más. Augusto Pinochet mejora día a día, tras sufrir una crisis cardiaca el pasado domingo y los médicos le consideran ya prácticamente fuera de peligro. "Sigue favorable", anunciaba el parte médico proporcionado ayer, a las diez en punto de la mañana, frente al Hospital Militar, por el doctor Juan Ignacio Vergara.
La tarde antes, un equipo de facultativos, encabezado por el cardiólogo Rodrigo Águila, que dirigió la angioplastia practicada al paciente, negaba categóricamente cualquier manipulación médica para dramatizar o exagerar el estado de salud del ex dictador chileno. "Somos profesionales y no hemos creado ningún montaje", dijo Vergara.
De los informes médicos se desprende que a Pinochet le fue colocado un stent en la arteria coronaria, aunque parece ser que la crisis no llegó a ocasionarle daños en el músculo cardiaco. Cada día se efectúan operaciones similares en hospitales de todo el mundo y los pacientes acostumbran a recuperarse con tranquila normalidad.
La única secuela visible del episodio, que fue titular informativo en todo el mundo occidental, es la sospecha latente de las asociaciones de víctimas y familiares de desaparecidos durante la dictadura pinochetista. Recuerdan que cada vez que ha tenido que afrontar una causa judicial, Pinochet ha esgrimido su delicado estado de salud -normal en un hombre de 91 años- para evitarse el trance.
Algo que niegan indignados los familiares del interfecto. Marco Antonio Pinochet, hijo del general, retó públicamente al periodista de Chilevisión Alejandro Guillier a visitar el hospital. "Yo invito al doctor Guillier - afirmó el hijo- a que venga. Lo recibiré personalmente y le voy a llevar a que vea el estado de salud de mi padre". Guillier ha evitado pronunciarse al respecto. Lo único que hizo fue afirmar que "no estamos en presencia de un infarto, porque un señor de 91 años no resiste un infarto".
Mientras, en la calle, los santiagueños soportan los intensos calores estivales, resuelto ya -o así parece- que no habrá funerales con honores de jefe de Estado ni decreto de duelo oficial, Augusto Pinochet descansa en su habitación de la unidad de cuidados intensivos, recibe la medicación habitual, de carácter preventivo, realiza ejercicios de recuperación y recibe a sus familiares. Pronto regresará a casa y podrá moverse libremente, puesto que el lunes fue exonerado de su arresto domiciliario en el caso de dos homicidios perpetrados por la caravana de la muerte. Hoy el único peligro que parece acechar al dictador son sus provectos 91 años.
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