Espionaje telefónico a Piñera: el N.N. y el agente del Servicio Secreto del Ejército
Episodio inédito de la transición, cuando Megavisión difundió grabación del candidato RN
Luis Romero Andrade apareció el 22 de septiembre de 1992 en TVN revelando cómo el Batallón de Inteligencia del Ejército espiaba a políticos de todas las tendencias. En 24 horas estaba identificado y un agente viajaba a Buenos Aires para traerlo de vuelta.
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Por Lorge Molina Sanhueza
Foto: Es altamente probable que Sebastián Piñera, a catorce años de ocurrido este episodio, aún desconozca todos sus detalles.
Sábado 22 de septiembre de 1992. El periodista Santiago Pavlovic de TVN -previa producción y autorización de la directora de prensa, Patricia Politzer- difundió una entrevista con un N.N. quien aseguró haber trabajado para el entonces Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE) y reveló cómo se interceptaban las conversaciones telefónicas entre políticos de todos los espectros. Las palabras del N.N., como se ha conocido hasta ahora, agregó toda la cuota de misterio que faltaba en el caso que llenaba los titulares de los diarios: el espionaje telefónico al entonces candidato presidencial Sebastián Piñera (RN). Éste se destapó el 23 de agosto de ese año en el programa de Megavisión “A eso de...”, cuando el empresario Ricardo Claro divulgó la grabación de una conversación entre Piñera y Pedro Pablo Díaz.
Luego de catorce años La Nación revela la identidad de este anónimo agente, el trabajo que realizó en la Unidad Popular; las actividades que ejecutó el Servicio Secreto del Ejército (SSE) para que se entregara; la trama del BIE y la mano de Pinochet que constan en las declaraciones -a las que tuvo acceso este diario- y que forman parte del proceso que sustancia el ministro en visita Alejandro Madrid, por el homicidio del químico de la DINA, Eugenio Berríos.
La información cobra relevancia, además, por un reportaje publicado el pasado viernes por revista “Qué Pasa”, donde detalla otros pasajes de esta historia.
Historias de un infiltrado
Luis Romero Andrade ingresó a la Escuela de Suboficiales del Ejército en 1966, donde permaneció un año, retirándose voluntariamente. Tres años después, en 1969, llegó a la entonces Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel), donde fue capacitado por cerca de un año y medio para luego ser destinado a la I Región. Allí, como supervisor de radio estación e “infiltrado para la inteligencia del Ejército, estuve trabajando en 1972 para verificar las filiaciones políticas de los uniformados”.
Así, el 11 de septiembre de 1973 Romero Andrade siguió colaborando desde la radio estación Loa de Entel para que la inteligencia militar supiera hasta los más ínfimos detalles.
En 1981 pasó a integrar la comitiva de seguridad de Pinochet, en el marco de su destinación al Departamento F-3 de la Central Nacional de Informaciones (CNI).
“En 1990 fui destinado al BIE… donde mis jefes eran el mayor Arturo Herrera Morales y el capitán Enrique Lehuedé… en el lugar éramos unas cincuenta personas y funcionábamos en Alameda con García Reyes”, declaró Romero Andrade a fojas 6.029 del proceso.
El ex operador relató que, una vez que salió a la luz el caso del Piñeragate, y como Herrera y Lehuedé “aparecían negando todo y como yo sabía fehacientemente que esas actividades se hacían tomé contacto con Patricia Politzer, jefa de prensa de TVN, la que a su vez mandó a un periodista para posteriormente dar una entrevista a Santiago Pavlovic, la que posteriormente salió al aire”.
El agente secreto
La historia del denunciante anónimo no terminó allí. Luego viajó a Argentina, donde tenía un familiar. Pero como los brazos del espionaje son largos, fue identificado el lunes 24 de septiembre.
A cargo de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) estaba el general Eugenio Covarrubias quien llamó a un hombre con expereiencia para la misión ¿Su nombre? Luis Zamorano Soto, experimentado agente del SSE (ver recuadro). Este último, antes de dirigirse a Buenos Aires, le pidió a Covarrubias viajar con el padre de Romero Andrade, también empleado de la institución. Así fue como el llamado N.N. fue convencido de volver a Chile y enfrentar la justicia militar, que lo procesó por sedición.
En estos hechos siempre estuvo presente Pinochet. Si bien “Qué Pasa” sólo deslizó su responsabilidad en ellos, la historia de los ‘90 deja claro que no podía menos que saber.
El “Cova”, el oficial clave de la transición
Eugenio Covarrubias es un general (R) procesado en dos causas criminales distintas, el caso Berríos y Huber, por el delito de asociación ilícita. Del círculo de hierro de Pinochet director de la DINE y luego miembro del comité asesor, donde llegaban todas las transcripciones de las intercepciones del BIE y de Telecomunicaciones. Sus colegas lo definen como un oficial con un alto sentido de fidelidad a la gélida reserva de la inteligencia. Para el caso del espionaje telefónico debió mover todos los medios para evitar que trascendieran más detalles. De hecho, envió a un equipo especial de “interrogadores” para que convencieran al capitán Diez de autoinculparse y guardar silencio, lógica militar que este último mantiene hasta hoy. Según declaró Diez a “Qué Pasa”: “Lo único que puedo decir es que no me referiré al tema, porque tengo un compromiso de lealtad muy arraigado”.
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PRÁCTICA INSTITUCIONALIZADA
Varios procesos judiciales prueban fehacientemente que Pinochet fue el gran articulador de todas las grandes operaciones ejecutadas los primeros años de la década 90 para su provecho. Una de ellas en el secuestro y muerte del químico de la DINA, Eugenio Berríos. Según el ex jefe de la DINE, general (R) Hernán Ramírez Rurange, fue el ex dictador quien el dio la orden de sacarlo de Chile para evitar que declarara en el caso Letelier. Así, las responsabilidades de Pinochet quedan claras también en los casos Prats, Tucapel Jiménez, se investiga si en la muerte de Eduardo Frei Montalva, entre otros. Pero un detalle de carácter administrativo es el que logra englobar todos estos hechos y es el oficio reservado de la Comandancia en Jefe del Ejército firmado por Pinochet que definió las funciones de la Auditoría General del Ejército (AUGE) y que institucionaliza la práctica de los seguimientos judiciales de causas de personal del Ejército involucrado en procesos criminales junto con la DINE.
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Drew -
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