| | | «Fui citado el domingo 6 de agosto. Y no hice nada, sencillamente, excepto llamar a Ofer (un amigo pacifista), para alertarlo en caso de que fuera arrestado».
Sergei Gornostayev tiene 33 años e imparte cursos de sociología y antropología en el Western Galilee Collage, al norte de Israel. El Ministerio de Defensa sionista lo ha llamado a filas para participar en la agresión contra el Líbano, pero él ha decidido quedarse en casa, a riesgo de ir a prisión. | |
| «Rehusarse tiene dos implicaciones, explica a JR por vía electrónica: Una —moral— es personal, no puedo tomar parte en la matanza de cientos de civiles, cientos de niños entre ellos, y en la destrucción del Líbano. La segunda es incluso más importante a mis ojos: rechazar ir a la guerra es una acción pública y política, y en eso he fallado, sin ninguna buena razón».
—¿Qué es lo que no encaja en tu decisión?
—En 2001 (cuando Ariel Sharon ordenó la brutal arremetida militar contra Gaza y Cisjordania) me convocó el servicio de reserva. Me presenté ante el comandante y le dije que rechazaba participar en esa operación. Entonces me enjuiciaron y me enviaron a la prisión por tres semanas.
«Para mí, esa fue una acción política, con su pequeño impacto en otros soldados y en el sistema. Hoy simplemente me quedé en casa, nadie sabe por qué no me presenté. Este es mi fallo, según creo. Siento que no tengo suficiente energía para combatir el sistema…
—Pero ya habías estado antes en el ejército…
—Sí. Yo nací en Kiev, Ucrania, e inmigré a Israel en 1991, cuando tenía 18 años. Tiempo después fui llamado al servicio militar. Los tres años los pasé mayormente en los territorios palestinos ocupados y en el (sur del) Líbano. «Algunos años más tarde, comencé lentamente a comprender el sentido de las políticas israelíes y de la ocupación, y empecé a involucrarme, más o menos activamente, en la acción política de la izquierda. También decidí negarme a prestar el servicio de reserva».
—¿Qué opinas sobre esta guerra desatada por Israel?
«Sinceramente, no guardo sentimientos por Hizbolá. No apoyo su causa ni sus métodos. Para mí, esta es una situación completamente diferente a la de los territorios palestinos ocupados. Estimo incluso que Israel tiene derecho a una reacción militar, ¡pero no a una reacción de esa magnitud! En la cultura política israelí no hay lugar para solucionar pacíficamente los problemas, para ningún tipo de diálogo».
—¿Y qué pueden hacer los israelíes progresistas?
—La izquierda no está en buen momento, y la presente guerra solo ha agravado la situación. Solo están actuando algunos grupos o movimientos con una ideología más o menos clara y constante. Desde luego, se incluye el Partido Comunista, pero la sociedad se refiere a ellos como «árabes», y para la gente, las protestas contra la guerra son como manifestaciones a favor de Hizbolá.
«No obstante, aunque se puede decir que al inicio de la guerra el apoyo de la sociedad a esta era casi completo, ahora, hasta donde sé, el gobierno ha empezado a perder ese respaldo. Lamentablemente no por las razones correctas. A nadie realmente le preocupa lo que le ha pasado al Líbano, sino solo lo que le está pasando a Israel».
—Me dices que te has quedado en tu casa en Nahariya, en el norte israelí…
—Sí, desde el inicio de la guerra. Por supuesto, oigo el estallido de los cohetes Katiusha. Creo que 200 ó 300 han caído aquí. El pueblo parece estar vacío. Todos los que no han tenido la oportunidad de abandonarlo, principalmente por razones económicas, se han ido a refugios.
—Entonces, se advierte que la agresión no ha podido detener la respuesta de Hizbolá…
—En cuanto a la operación militar por sí misma, está claro que es imposible que Israel venza. Según entiendo, la principal estrategia israelí es que, en unos meses, a Hizbolá se le acabarán los cohetes, y entonces la seguridad del norte del país estará garantizada.
«Pero creo que nuestros generales deberían poner un gran cartel en todos los salones del Ministerio de Defensa: “Un ejército regular no puede vencer en una guerra de guerrillas: Vietnam, Afganistán, Iraq…”». |
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