Dos mujeres mapuche
Guacolda y Fresia
La existencia de Guacolda solamente consta por la obra de La Araucana de Alonso de Ercilla, y por eso es probable que sea un personaje creado por el poeta para ejemplificar las características de la mujer mapuche. Profundamente enamorada de Lautaro, sentimiento que era correspondido, le habría acompañado en sus últimos momentos antes de ser derrotado por Francisco de Villagra.
Cuenta Ercilla que : “Aquella noche el bárbaro dormía/con la bella Guacolda,/ y ella por él no menos se abrasaba”.
Según la tradición, Villagra, vencedor, la habría llevado consigo y la mujer habría muerto de pena al poco tiempo.
Respecto de Fresia la situación es parecida, y tal vez sólo sea otro personaje de Ercilla. Ella aparece en La Araucana en el momento de la captura de Caupolicán, su pareja, a quien al ver derrotado habría arrojado su hijo diciendo; “Toma, toma a tu hijo, que era el nudo/ con que el lícito amor me había ligado;/ que el sensible dolor y golpe agudo/ estos fértiles pechos han secado:/ críale tú, que ese membrudo cuerpo en sexo de hembra se ha trocado;/ que yo no quiero título de madre del hijo infame del infame padre”. Ningún cronista, al referir la captura de Caupolicán, relata estos hechos, lo que reafirma la sospecha de que su existencia sólo se deba a la pluma de Ercilla.
A pesar de que la existencia de Fresia y Guacolda pueda ser discutida, ellas han llegado a formar parte de los elementos que constituyen la identidad nacional.
En la sociedad mapuche, la mujer cumplía un rol económico de importancia, al desarrollar en mayor parte las tareas del agro; incluso, antes de formalizarse alguna unión matrimonial, el novio debía recompensar a su futuro suegro con algunos animales. Su vida transcurría entre la crianza de los hijos y las labores económicas; formaba parte de un grupo de varias esposas, que vivían en la misma ruca o vivienda mapuche, junto a sus hijos.
Alonso González de Nájera, autor del Desengaño y Reparo de la Guerra del Reino de Chile, describe a la mujer mapuche así: “Aunque en general tienen las mujeres el color más castaño que moreno, tiénenlo muchas veces verdinegro y quebrado, y unas más blanco que otras, según los temples de las tierras donde nacen y se crían... Son comúnmente de mediana estatura, y en general tienen grandes y negros ojos, cejas bien señaladas, pestañas largas y cabello muy cumplido... Su vestir es honesto para bárbaras, pues usan de faldas largas, mostrando sólo los pies descalzos y los brazos desnudos. Sus ejercicios son hilar y tejer lana de que se visten... Tienen a cargo las mujeres la labranza de las tierras, y el hacer los vinos...”.
1 comentario
tiare antimilla -
chao se depide su
sancre