Biografía de Caupolicán
Queupolicán o Cupolicán, fue un famoso caudillo mapuche cuya figura aparece constantemente mezclada con la leyenda en el transcurso de la historia. El nombre Caupolicán le fue otorgado por Alonso de Ercilla en su obra épica "La Araucana" y fue adoptado más tarde por la generalidad de los historiadores.
Nació en Pilmaiquén y en su juventud se trasformó en un jefe guerrero del pueblo mapuche que luchó incansablemente por la libertad de su territorio. Según cuenta la leyenda, habría logrado el grado de toqui (jefe en tiempo de guerra) después de una competencia de resistencia física, en la cual Caupolicán habría cargado un gran tronco durante tres días. Así, tan pronto como hubo empuñado el "hacha", distintivo de su jerarquía y autoridad de toqui, atacó la plaza de Arauco, artillada y defendida por un gran número de españoles. Después de asediarla, la rindió en una singular batalla. A continuación cooperó con Lautaro, participando en la toma del fuerte Tucapel y en la derrota del ejército conquistador en la batalla de Tucapel, donde Pedro de Valdivia encontró la muerte. Poco después triunfó en diversos combates contra las fuerzas de Pedro de Villagra. Y más tarde desmanteló las ciudades de Purén y Penco. A pesar de sus triunfos, su personalidad estuvo un tanto oscurecida por la figura de Lautaro, del cual fue "digno sucesor por el valor y tenacidad, ya que no por la inteligencia y por la fortuna" (señala Diego Barros Arana en sus escritos)
Se enfrentó nuevamente a los españoles en la batalla de Millarapue. El mismo se puso al frente de sus tropas montando un hermoso caballo blanco, que deslumbró a sus contrincantes. La batalla resultó desastrosa para los mapuche y retirados a los bosques de la Cordillera de la Costa, rechazaron todas las proposiciones de paz que don García Hurtado de Mendoza les hizo. Caupolicán contestaba enérgicamente que aun cuando fuese con tres hombres había de continuar la lucha. Tiempo después, Caupolicán, siguiendo el plan del indio Andresito, traidor por partida doble, intentó tomar el fuerte de Cañete. Los defensores, avisados por Andresito, desbarataron el ataque, dispersando a los indios por los alrededores.
Luego, una partida española cayó por sorpresa sobre el lugar donde acampaba Caupolicán, cogiendo numerosos prisioneros, entre los cuales se hallaba el famoso toqui. Los prisioneros fueron llevados a Cañete.
Parece ser que desde el primer momento quedó decidida la suerte del caudillo. Debía morir en un aparatoso y cruel suplicio para escarmiento de los indios rebeldes.
El jefe araucano mantuvo en estas circunstancias, según la narración de Alonso de Ercilla, la mayor entereza. En esos momentos sin desdoro de su dignidad, pide que se le perdone la vida, sabiendo que esto era imposible y que debía morir sin remedio.
Pese a esto, conservó su serenidad y luego afrontó, tranquila e inalterablemente su suplicio, mientras "un cuerpo de indios auxiliares lanzaba sus saetas sobre el caudillo moribundo"(Barros Arana)
Los españoles creían que esta ferocidad iba a aplacar la rebeldía de los indios e iba a decidir la pacificación de la región, lo que resultó ser una vana esperanza.
Caupolicán se convirtió, para la posteridad, en el heroico defensor de la libertad de su tierra.
Fuente: ICARITO.cl
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