EE.UU. está preocupado por posible triunfo de Humala, pero toma actitud cauta
LaTercera / Mundo
Ex embajador de Washington en Lima señaló que Humala es "más impredecible" que Hugo Chávez y Evo Morales
A diferencia de lo ocurrido antes de la elección boliviana de 2002, Washington ha optado ahora por emitir señales de serenidad frente a cualquier eventualidad electoral, incluida la posibilidad de un triunfo del candidato nacionalista.
Alvaro Vargas Llosa, corresponsal en Washington
Fecha edición: 09-04-2006
La embajada estadounidense en Lima tomó contacto con sectores de opinión peruanos para auscultar el sentir sobre la posibilidad de que un eventual Presidente Humala (en la foto) resulte más pragmático de lo que sus declaraciones, su familia y miembros de su entorno anticipan.
A medida que se acercaba la fecha de las elecciones peruanas de hoy, en EE.UU. crecía la preocupación por un eventual triunfo de Ollanta Humala, algo que hace un mes nadie veía como una posibilidad seria aun cuando las encuestas ya indicaban que llevaba la delantera. Sin embargo, la actitud de Washington es cauta.
A diferencia de lo ocurrido en Bolivia, donde la candidatura de Evo Morales sembró pánico en los sectores del gobierno norteamericano que se ocupan de América Latina, en el caso peruano nadie pensó que el fenómeno Humala tendría características duraderas, ya que la buena marcha de la economía y la relativa paz social que se ha vivido en Perú durante el último año presentaban un escenario que parecía inconcebible que Humala llegara a los comicios ocupando el primer lugar.
Un síntoma de esta actitud es el de los inversores de Wall Street. Un importante inversor de Goldman Sachs indicó a La Tercera esta semana que "hubo tres fases: primero, nadie se tomó muy en serio a Humala porque los indicadores económicos peruanos están entre los mejores de América Latina; luego se convencieron a sí mismos, en la última semana y media, de que aun si Humala gana se moderará mucho en el gobierno porque el contexto peruano presenta muchos más constreñimientos que un país como Bolivia, y, finalmente, ahora han empezado a preguntarse si no habrán sido demasiado ingenuos de creer eso y se empiezan a asustar".
En el gobierno de EE.UU., la línea oficial es muy cuidadosa. Para evitar lo sucedido en 2002 con Evo Morales, cuando la intervención pública de la embajada estadounidense contribuyó a catapultar al hoy Presidente boliviano a un expectante segundo lugar, ahora se ha evitado con respecto al caso peruano cualquier señal de hostilidad pública. Así, se ha optado por la táctica contraria: emitir señales de serenidad frente a cualquier eventualidad electoral, incluida la posibilidad de un triunfo de Humala. Es más, cuando hace algunas semanas la prensa peruana y el propio Humala recogieron versiones especulativas que daban cuenta de una intervención estadounidense en contra del actual favorito, la embajada se apresuró a desmentir las informaciones.
Esto refleja el cambio de estrategia en el gobierno de Bush frente a la ola de gobiernos de izquierda en Sudamérica. Hoy se piensa que esta es una realidad con la que hay que convivir de forma pragmática y que la prioridad ya no puede estar en alertar a los países latinoamericanos con respecto a los riesgos del "populismo antiimperialista" sino en tratar de que la mayor parte de gobiernos de izquierda se moderen y eviten caer en la influencia del Presidente venezolano Hugo Chávez. Eso mismo es lo que se ha visto en Bolivia, país frente al cual EE.UU. ha tenido una actitud cauta desde el triunfo de Evo Morales, evitando un antagonismo que consolide las conexiones con Caracas.
En Washington se tiene plena consciencia de la intervención constante de Hugo Chávez en la campaña peruana. Chávez invitó a Humala al Palacio de Miraflores y desde entonces ha expresado su respaldo al ex teniente coronel de forma pública y reiterada.
La embajada estadounidense en Lima ha tomado contacto con sectores de opinión peruanos en las últimas dos semanas de un modo discreto para auscultar el sentir de políticos, intelectuales y empresarios sobre la posibilidad de que un eventual Presidente Humala resulte más pragmático de lo que sus declaraciones, su familia y miembros de su entorno anticipan.
Sin embargo, ex funcionarios norteamericanos han empezado a elevar su voz de alarma. Dennis Jett, embajador de EE.UU. en Perú entre 1996 y 1999, dijo al USA Today que cree que Humala está "en la misma liga" que Chávez y Evo Morales, pero que es "más impredecible". Jett basa su criterio en el hecho de que la única experiencia que se le conoce a Humala "tiene que ver con las acusaciones por violación de derechos humanos" en la selva peruana y "su intento de golpe de Estado" en las postrimerías del fujimorismo.
Canales informales
A través de canales informales hay más intervención, aunque discreta. Ella se da a través, por ejemplo, del Instituto Republicano Internacional, un brazo del Partido Republicano que asesora a agrupaciones políticas afines en todo el mundo. El responsable latinoamericano, Brian Dean, ha dedicado esfuerzos a respaldar a la candidata de centroderecha Lourdes Flores. Curiosamente, también el equivalente demócrata, el Instituto Demócrata, ha mostrado simpatía por ella. Por ello, el candidato Alan García ha atacado a esta organización, que en otras circunstancias tendería a apoyar a fórmulas socialdemócratas.
Otro factor que ha contribuido a mantener la cautela de EE.UU. frente a Humala es que los sondeos siguen indicando que Flores ganaría en una eventual segunda vuelta. Un funcionario del Departamento de Estado indicó a La Tercera que creía que los votos de García irán a Flores en segunda vuelta en la eventualidad de que el "balotaje" la enfrente con Humala.
El objetivo de EE.UU. no es detener a Humala, sino confiar en que el electorado evite ese triunfo y, en caso de que no sea así, evitar antagonizarlo para no echarlo en brazos de Chávez. Existe, por lo tanto, una cierta resignación ante el éxito de Humala y una secreta esperanza de que gane Flores.
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