Blogia
Centros Chilenos en el Exterior

Patricia Verdugo

Patricia Verdugo

Patricia Verdugo

Una perdida incalculable para el periodismo nacional...

Lo que hace imposible en su partida, no reconocer el enorme legado que nos ha dejado esta gran mujer y por sobre todo, la misión de mantener viva la memoria histórica de nuestro país.

Gracias Por Siempre, Sra. Patricia Verdugo.

Periodista, amiga, mujer por la vida

Periodista, amiga, mujer por la vida

Miércoles 16 de enero de 2008   

 Por Teresa Valdés E., socióloga y coordinadora del Observatorio Género y Equidad 

TRIBUNA

Patricia Verdugo nos deja un legado ético y político, una trayectoria de lucha y coherencia, un modelo para mujeres de todas las edades. Será muy difícil no tenerla con nosotros. 

Será difícil no tenerla con nosotros, para sus hijos, para sus amigas y amigos, pero sobre todo para quienes han luchado sin tregua por la vigencia de los derechos humanos, por la verdad y la justicia y por una democracia plena. Periodista y escritora, fundadora de la revista Hoy, fundadora y líder en el Movimiento Mujeres por la Vida, aportó a los fundamentos de una acción política unitaria destinada a concluir con la dictadura militar, haciendo visible que era posible la unidad entre quienes querían terminar con el horror.

La utilización de la palabra escrita, del testimonio, de la investigación periodística en sus numerosos libros ha contribuido a fortalecer los ideales democráticos y a mantener la memoria histórica para las generaciones jóvenes y venideras, para que NUNCA MÁS se produzcan violaciones de los derechos humanos como se conocieron durante la fase de la dictadura militar.

Sus libros incluyen: "Allende: Cómo la Casa Blanca provocó su muerte" (Editorial Catalonia, Chile, 2003; El Ateneo, Argentina, Editorial Revan, Brasil, Baldini y Castoldi, Italia, Editorial Tabla Rasa, España); "El enigma de Machu-Picchu" (Editorial Sudamericana, Chile, 2001); "A caravana da morte" (Editorial Revan, Brasil, 2001); "Chile, Pinochet and the caravan of death" (North-South Center Press, Estados Unidos, 2001); "Caravana de la muerte: Pruebas a la vista" (Editorial Sudamericana, 2000); "Bucarest 187" (Editorial Sudamericana, Chile, 1999; Editorial Sudamericana, España, 2001; Baldini y Castoldi, Italia, 2004); "Golpe in diretta" (Edizioni Unicopli, Italia, 1999); "Interferencia secreta" (Editorial Sudamericana, 1998); "Conversaciones con Nemesio Antúnez" (Ediciones Cesoc, 1996), "Operación siglo XX" (Ediciones Ornitorrinco, 1990), "Detenidos-desaparecidos: Tiempo de días claros" (Ediciones Cesoc, 1990); "Los zarpazos del puma" (Ediciones Cesoc, 1989); "Quemados vivos" (Editorial Aconcagua, 1986); "André de La Victoria" (Editorial Aconcagua, 1985); "Detenidos-desaparecidos: Una herida abierta" (Editorial Aconcagua, 1979).

Recuperada la democracia, mantuvo su compromiso con los ideales de una democracia participativa, con la verdad y la justicia, prestando testimonio en los juicios por violaciones de los derechos humanos y acompañando a las agrupaciones de familiares de víctimas de la represión. Cuantas dificultades tuvo a la hora de buscar trabajo por ser un rostro asociado a los derechos humanos, cuando éstos perdían prioridad en la agenda pública y los medios de comunicación.

En 1993 obtuvo el Premio María Moors Cabot, el mayor galardón que se otorga en Estados Unidos a un periodista extranjero; en 1996 el Premio de la Academia Chilena de la Lengua; en 1997 el Premio Nacional de Periodismo; y en 2000, el premio otorgado por LASA (Latin American Studies Association). En 2004 fue nominada por el movimiento de mujeres chilenas para el Premio Nobel de la Paz, en una iniciativa mundial que incluyó a mil mujeres.

Patricia Verdugo nos deja un legado ético y político, una trayectoria de lucha y coherencia, un modelo para mujeres de todas las edades. Será muy difícil no tenerla con nosotros con sus ojos críticos y escrutadores de una democracia que no termina de ser lo que queremos.

 

Qué pena siente el alma

Viernes 18 de enero de 2008   

Por Leila Gebrim Kozac, leilageb@yahoo.com.br  

OTRO JUICIO

Mi amiga Patricia creía en los ángeles y yo también. Ahora estoy segura de que Chile y yo tenemos uno que velará siempre por nosotros. 

Querida Violeta: perdóname el atrevimiento de usar tus versos, pero creo que te sentirás halagada al saber que me apoyo en ti para honrar la partida de mi amiga Patricia Verdugo.

La primera vez que la vi, en los 70, fue en una reunión. Mis ojos quedaron hipnotizados por aquellos luceros negros y aquella boca sensual que eran su registro personal en lo físico. Nos presentaron y nos hicimos amigas, unidas todavía más por la común amistad de otra inolvidable mujer, la periodista Marcela Otero.

Ambas me acogieron y me dieron fuerzas para entender los duros momentos por los cuales atravesaba nuestro Chile. Con ellas a mi lado, todo se hizo más comprensible y tolerable. La brasileña había encontrado a sus hermanas de lucha.

Una noche, creo que ahí por el 83, fui a casa de Patricia. La encontré en el dormitorio, escribiendo al lado de la cuna de su hijo recién nacido. Me mostró el contenido de lo que escribía. Al terminar la miré y dije: te pueden matar por esto, dulce mía. Me contestó: Ojalá que no, pero Chile tiene que saber la verdad. Meses después, en las veredas de Ahumada, escuché el grito: "No pierdan, compren Los Zarpazos del Puma ". Sentí no sólo orgullo de ser amiga de esta mujer menuda, inteligente y valiente, sino que, por primera vez, el tirano temblaba. Patricia sería parte de la historia de Chile... hecho que no la preocupaba en lo más mínimo. Lo que la hacía seguir, día tras día, con su doloroso trabajo de investigar, denunciar y escribir era su compromiso con su pueblo, con su país. Creo que pocas personas amaban a Chile en su totalidad como Patricia. En la intimidad de nuestra amistad criticaba todo lo que le parecía que aún faltaba, lloraba las penas de la impunidad o el abuso, buscaba las formas de devolver a las Fuerzas Armadas el amor de su pueblo, sin con eso consentir en lo más mínimo en acallar, ocultar o permitir el menor asomo de impunidad a los culpables. Buscaba sanar no sólo sus dolores, sino el de todo su país.

Patricia no era una persona perfecta, nadie lo es. Aun así, fue y será siempre la mujer más admirable y querible que Chile me regaló. Tímida con sus emociones personales, transparente con sus ideas políticas, delicada y firme con sus afectos, iba demarcando su camino, casi segura de que moriría joven, como me dijo hace quince años. Cuando supimos del cáncer hace más de dos años, decidí que lo que yo quería era estar con ella, compartir con ella, recibir de ella todo lo que pudiera. Sabía que ella lucharía por seguir viviendo mientras hubiera tareas personales inconclusas. Fue terminándolas una a una, con paciencia, cuidado, reserva y dignidad. Fui bendecida, como algunos otros, al tener y poder darle afecto durante 30 años. Al saber que mi madre me necesitaba en Brasil, lo conversamos y nos despedimos, sabiendo que era para siempre. Pero ella, generosamente, me quería con mi madre.

Patricia dedicó su vida a investigar la pesadilla que llevó su pueblo a tanto dolor, para que así no se repitiera jamás. Esto sin dejar nunca de ser mujer, esposa, madre y amiga. Mi amiga creía en los ángeles y yo también. Ahora estoy segura de que Chile y yo tenemos uno que velará siempre por nosotros.

 

Masiva despedida a la periodista Patricia Verdugo

Masiva despedida a la periodista Patricia Verdugo

Lanacion.cl  / Martes 15 de enero de 2008 

Personalidades del mundo de la defensa de los Derechos Humanos y la política acompañaron a familiares y amigos en la misa con que se pidió por el eterno descanso de la reconocida investigadora.

Más de 300 personas llegaron a despedir los restos de la destacada periodista y escritora Patricia Verdugo a la capilla San José Patrono de la comuna de La Reina, desde donde luego fue llevada en caravana hasta el cementerio Parque del Recuerdo para ser cremada.

Entre las personas que llegaron al lugar se encontraban el ex presidente Patricio Aylwin y el ministro secretario general de Gobierno, Francisco Vidal, que acudió en representación de la Presidenta Michelle Bachelet, además de dirigentes de agrupaciones de familiares de víctimas de la dictadura y de la defensa de los Derechos Humanos.

El ministro secretario general de Gobierno dijo luego de la ceremonia que "nos faltan Patricias Verdugo en el Chile de hoy", añadiendo que "es difícil encontrarse con mujeres valientes, coherentes, que hablaron cuando muchos se hacían los lesos".

Por su parte, la presidenta de la Democracia Cristiana, Soledad Alvear, destacó de la profesional “su valentía, su coherencia y su búsqueda permanente por la verdad y la justicia”. En declaraciones a radio Cooperativa la presidente de la falange además señaló quFOTO_07  W:170  H:200  13 kbe Verdugo fue “ejemplo de un gran periodista, pero fundamentalmente de una gran humanista”.

La periodista Raquel Correa, quién también concurrió a despedir a su colega, fue otra de las personalidades que elogió el trabajo de Verdugo, al señalar que fue “una mujer valiente que no vacilo ante nada, que lo arriesgó todo”.

Patricia Verdugo, destacada por sus denuncias en contra de la dictadura de Augusto Pinochet, falleció el domingo pasado producto de un cáncer a la vesícula que la aquejaba desde hacia varios años.

La periodista fue autora del conocido libro "Los Zarpazos del Puma", en el cual denunció la operación Caravana de la Muerte, y de otras investigaciones como "Una herida Abierta", "Quemados Vivos" y "Operación Siglo XX", en los que relata las penalidades que sufrieron los detenidos durante el régimen militar.

Sus trabajo periodístico fue reconocido en 1993 con el máximo galardón a un periodista extranjero en Estados Unidos, el premio María Moors Cabot y años después, en Chile al recibir en 1997 el Premio Nacional de Periodismo.

 

La mujer que investigó y miró a los ojos de los asesinos

La mujer que investigó y miró a los ojos de los asesinos

 La Nación  / Martes 15 de enero de 2008   

 Por Javier García

Hoy incineran cuerpo de la periodista Patricia Verdugo

Falleció el domingo peleando contra el cáncer. La autora de "Los zarpazos del puma", libro que vendió en un año 100 mil ejemplares, se convirtió en emblema del periodismo de investigación. Acá Faride Zerán y José Miguel Varas la despiden.

 

 

Durante 18 años le hizo el quite al río Mapocho. Podía mirar por horas el cerro San Cristóbal, pero no las turbias aguas, donde encontraron flotando a su padre, Sergio Verdugo, desaparecido en julio de 1976 por agentes de la Dirección de Inteligencia de Carabineros, a quienes tuvo la oportunidad de mirar a la cara y presenciar sus enjuiciamientos.

Patricia Verdugo estuvo amenazada de muerte, y tras el asesinato del padre publicó su íntima versión de la historia en 1999 con el título de "Bucarest 187". Hace ocho años, le preguntaron en una entrevista, dónde le gustaría vivir. "En Nueva York o en la Isla de Pascua, pero soy mapuche por estructura sicológica y Chile es mi tierra", contestó.

Verdugo, Premio Nacional de Periodismo 1997, y autora de "Los zarpazos del puma" (1985), que vendió más de 100 mil ejemplares en un año - y 30 mil volúmenes piratas-, dejó de existir, a los 61 años, a las 22:30 horas del domingo pasado en el Hospital Clínico de la Universidad Católica producto del cáncer a la vesícula que padecía hace más de un año. Verdugo, quien decía que los periodistas son siquiatras sociales -porque "ayudan a superar los traumas del pueblo"-, también sufrió la muerte de dos hijos (uno, por infección postoperatoria y otro por muerte súbita).

Estudió periodismo en la Universidad Católica y desde 1969 trabajó en diversos medios, como las revistas Ercilla, Hoy, Análisis y APSI, y colaboró en TVN y en el diario La Segunda.

Tras el asesinato de su padre, la causa de los derechos humanos fue el gran tema que eligió para su labor periodística, trabajo que le significó recibir en 1993 el Premio María Moors Cabot, en Estados Unidos.

"Los zarpazos del puma" fue prohibido por la dictadura, pero circuló de forma tan masiva, que llegó a convertirse en un emblema de la lucha a favor de los derechos humanos. En él, relata la matanza de 72 personas por integrantes de la llamada Caravana de la Muerte, comitiva militar que recorrió el país asesinando presos políticos entre octubre y noviembre de 1973.

Los datos expuestos en el libro fueron confirmados posteriormente durante la investigación judicial del caso, llevada a cabo por el juez Juan Guzmán, quien procesó a Augusto Pinochet por su responsabilidad en los crímenes denunciados.

Además, Verdugo publicó en la década del 80, "André de La Victoria", sobre el asesinato del cura francés André Jarland; "Quemados vivos", basado en la tragedia sufrida por Rodrigo Rojas de Negri y Carmen Gloria Quintana; "Operación Siglo XX", en colaboración con Carmen Hertz, y "Conversaciones con Nemesio Antúnez", diálogos que se realizaron durante los últimos cuatro meses de vida del pintor.

Hoy se incinerarán sus restos, como era su deseo, en el Cementerio Parque del Recuerdo, previo a una misa en su memoria a las 12:30 horas. Por lo menos no verá el dolor de su hijo Diego Marín Verdugo, quien el mismo día que perdió a su madre, sufrió la muerte de su polola, Carla Ríos Jarpa (29), quien cerca de las 15:30 horas, sufrió un accidente en Tomás Moro con Alejandro Fleming, falleciendo a las 21:20 horas en la Clínica Alemana.

UN HITO EN EL PERIODISMO NACIONAL

Faride Zerán: "La última vez que la vi fue la noche en que me anunciaron el Premio Nacional de Periodismo 2007, el pasado agosto, cuando llegó a mi casa a celebrar. Estaba bien, entera y dando su pelea contra la muerte. Vital, con sentido del humor y mirada crítica, la vi resuelta y digna en su lucha por vencer el cáncer. Su figura es y seguirá siendo paradigmática para las nuevas generaciones de periodistas. La solvencia profesional, ética de sus trabajos y la gran vocación pública por un periodismo de nivel y con sentido de la responsabilidad seguirán marcando a sus ex alumnos de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, donde hizo clases por varios semestres. Hoy, más allá de nuestra tristeza, debemos saber que Patricia entra a la historia como una de las grandes figuras del periodismo de nuestro tiempo".

Iván Valenzuela: "Con ella estuve en algunas reuniones, pero nada más. Lo que más conozco es su trabajo, ella es un hito del periodismo de investigación y del ejercicio de la libertad de prensa, y eso era, sin duda, lo más relevante de su vocación".

José Miguel Varas: "Era una de las principales figuras del periodismo de investigación en Chile, y demostró cómo deben ser los verdaderos periodistas. Los zarpazos del puma fue un libro que tuvo un impacto político muy grande, que estableció en detalle los hechos de la Caravana de la Muerte, y que permitió inculpar a Sergio Arellano Stark. Fue consecuente en la defensa de los derechos humanos. Era muy encantadora, cálida, era como estar con alguien de la familia".

 

 

Verdugo, la periodista chilena que develó los crímenes de Pinochet

Verdugo, la periodista chilena que develó los crímenes de Pinochet 14 de enero de 2008   

 Lanacion.cl / EFE 

Su obra más conocida, "Los Zarpazos del Puma", fue prohibida por la dictadura, pero circuló de forma masiva en ediciones piratas, llegando a convertirse en un emblema de la lucha a favor de los derechos humanos.

La periodista chilena Patricia Verdugo, cuyos trabajos de investigación sacaron a la luz pública los crímenes de la dictadura de Augusto Pinochet, fue autora de numerosos libros de investigación periodística.

La calidad de su trabajo le significó recibir en 1993 el premio María Moors Cabot, en Estados Unidos, y en 1997, en Chile, el Premio Nacional de Periodismo.

Verdugo estudió periodismo en la Universidad Católica y desde 1969 trabajó en diversos medios, especialmente en las revistas "Ercilla", "Hoy" y "Apsi", pero destacó principalmente por los libros que publicó.

La causa de los derechos humanos fue el gran tema que eligió para su labor, tras la muerte de su padre, en 1976, a manos de la policía secreta de la dictadura de Pinochet.

En 1985 publicó "Los Zarpazos del Puma", tal vez el libro más leído en la historia de Chile, en el que relata los asesinatos de más de 70 opositores a manos de los integrantes de la "Caravana de la Muerte", una comitiva militar que recorrió el país asesinando presos políticos entre octubre y noviembre de 1973.

El libro, que se convirtió en un emblema de la lucha a favor de los derechos humanos, fue prohibido por la dictadura, pero ello no impidió que circulara de forma masiva en ediciones piratas que se vendían en las calles.

Prácticamente todos los datos expuestos en la obra de Verdugo fueron confirmados posteriormente durante la investigación judicial del caso, llevada a cabo por el juez Juan Guzmán, quien procesó a Pinochet por su responsabilidad en los crímenes denunciados.

Otros libros escritos por Verdugo fueron "André de La Victoria" (1984), sobre el asesinato del cura francés André Jarland; "Quemados Vivos" (1986), sobre la historia de dos jóvenes apresados por militares que los rociaron con gasolina y les prendieron fuego, y "Bucarest 187", sobre el asesinato de su padre.

En su obra también están presentes "Operación Siglo XX" (1990), libro sobre el atentado contra Pinochet por parte de un grupo de izquierda y escrito en colaboración con la abogada Carmen Hertz; "Tiempos de días claros" (1990) y "Conversaciones con Nemesio Antúnez" (1995).

La muerte de la periodista y escritora fue recibida con general pesar en el ámbito periodístico y entre las víctimas de la dictadura.

 

Hasta Siempre Patricia Verdugo

Hasta Siempre Patricia Verdugo

Enviado por Daniel el 14/01/2008 a las 23:19

Los zarpazos de un puma infame y cobarde, alcanzaron finalmente tu alma, pero solo para transformarla en la poderosa memoria de la dignidad, la valentía, la pluma certera, precisa, honesta y libre, que deja una huella amorosa y coherente, en quienes abrazamos el oficio de escribientes de lo que nos toca vivir...Gracias Patricia Verdugo. Eterna y Presente.

Escribe Roberto Castillo Sandoval, en Noticias Secretas:

La fachada externa de serenidad y el estilo conciso y riguroso de su prosa escondían el daño que le había causado el crimen de su padre y sobre todo la conciencia cada vez más nítida de que la justicia chilena no había estado a la altura de las circunstancias. También sufrió la desilusión de constatar cómo los gobiernos democráticos preferían privilegiar sus miopes análisis de coyuntura ante el imperativo moral de hacer justicia, con esa frasecita mísera de "en la medida de lo posible".

Patricia Verdugo contaba que cuando los jueces de la Corte Suprema declararon a Pinochet inocente de los crímenes de la Caravana de la Muerte ella lloró por largo tiempo, pero que después de las lágrimas, como siempre, juntó fuerzas para seguir adelante. Su ausencia se hará notar, pero queda el consuelo de su ejemplo y el generoso legado de su obra escrita, el archivo imprescindible para conocer quién es quién y para vislumbrar los contornos de la historia común que tenemos por delante.

 

Pinochet y el miedo

Pinochet y el miedo
Patricia Verdugo

Cuando se elevó el helicóptero que transportaba el ataúd del general Pinochet, apenas terminada la ceremonia en la Escuela Militar, quedó en evidencia su miedo. El mismo miedo de todos los dictadores del mundo. Miedo a que les hagan lo mismo que ellos hicieron con sus adversarios políticos. Y de ahí los guardaespaldas, los automóviles blindados y las extremas medidas de seguridad.

Ni siquiera en el patio de honor de un recinto militar, el ocupante del ataúd estaba seguro. Los hombres de negro flanqueaban la cureña mientras los cadetes le rendían honores. Y tal como se transportó su cuerpo de noche, casi clandestinamente, desde el hospital hasta la capilla ardiente, luego el helicóptero lo llevó hasta el crematorio. Miedo a la calle, a la gente que camina libremente por las calles. Y hasta tuvo que renunciar al panteón que ordenó construir a fines de su régimen. Miedo a la tumba, terror a que mañana su esqueleto sea asaltado por el “enemigo”. A que lo hagan desaparecer como él lo hizo con los cuerpos de tantos prisioneros políticos.

¿Cuánto del miedo de Pinochet se mantiene en el ejército chileno? Mucho. Podríamos decir que tanto como parece ser su adhesión a la imagen de este comandante en jefe que se transformó en gobernante de facto. Así como el funeral selló la impunidad para el ex dictador, dejó a la vista el “pinochetismo” de su ejército en particular y de las fuerzas armadas, en general.

¿Cómo es eso posible casi 17 años después de finalizada la dictadura? Lo es porque Pinochet retuvo el cargo de comandante en jefe hasta 1998, ufanándose de su poder. Hasta se permitió dos intentos de golpe de estado y el gobierno no lo sancionó. Por el contrario, se mantuvieron las reverencias y las sonrisas, las mismas que lo acompañaron cuando se sacó el uniforme y asumió como senador vitalicio. ¡Qué ejemplo republicano! Y ese mismo poder fue el que le garantizó impunidad hasta su muerte. Impunidad que a su vez “obligó” a rendirle honores militares.

Poder y miedo. Parece un contrasentido, pero no lo es. Pinochet y el ejército encabezaron un golpe de estado que buscó poner fin al terror de una parte de los chilenos. Miedo a perder la libertad, miedo al marxismo, dicen unos. Miedo a perder definitivamente el derecho a la propiedad privada, dicen otros. Momentos antes del funeral, los grandes empresarios eligieron a un nuevo presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio. De ahí se trasladaron rápidamente a la ceremonia fúnebre y Andrés Ovalle dijo que “todos le guardamos mucho agradecimiento”.

Ahí está la clave. Chile sigue en un creciente proceso de concentración de la riqueza en pocas manos. La brecha entre ricos y pobres es una de las más altas de la región. Los agradecidos y grandes empresarios conforman una veintena de grupos económicos que controlan más del 80 por ciento del PIB. Ellos tienen el poder real. Y el dilema democrático chileno, hoy, consiste en lograr que las fuerzas armadas –ejército, armada, aviación y policía- obedezcan realmente al poder civil y dejen de ser el “brazo armado” de la derecha empresarial y política.

Todos los pasos que el ex comandante en jefe Emilio Cheyre dio en ese sentido –desde reconocer el lanzamiento de cuerpos al mar hasta comprometerse a un “nunca más”- fueron percibidos como traición por el pinochetismo duro. Un pinochetismo que, vestido con uniforme o con traje civil, teme que el futuro traiga consigo la vuelta de la tortilla. Y que les hagan lo mismo que ellos hicieron con los vencidos de 1973, sembrando terror con una criminal política de represión.

Ese temor pinochetista es el que, ciertamente, entorpece la reconstrucción de una democracia que garantice los derechos de todos sus ciudadanos, que respete todo tipo de diversidades y que construya cimientos sólidos de justicia social, eliminando situaciones de pobreza que son tan inhumanas como impresentables.