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Chile: ex conscriptos admiten haber matado bajo la dictadura

Chile: ex conscriptos admiten haber matado bajo la dictadura

OTRO OSCURO EPISODIO DE LA ERA PINOCHETISTA

Chile: ex conscriptos admiten haber matado bajo la dictadura

Dijeron que fue por presión de sus superiores cuando cumplían el servicio militar, poco después del golpe de Pinochet. En ciertos casos, algunos de los conscriptos ya fueron procesados por la justicia. Y ahora buscan no ser condenados.

Un nuevo episodio sobre los años de plomo en Chile acaba de salir a la luz. Varios ex conscriptos han admitido que cometieron asesinatos y torturas forzados por sus oficiales durante las épocas más tenebrosas de la dictadura liderada por Augusto Pinochet. "Me hicieron torturar, yo soy un torturador", reconoció ayer a la agencia de noticias AP el ex soldado Jorge Acevedo, que -como muchos jóvenes de 18 años- se vieron involucrados en el cruento golpe de estado que encabezó Pinochet en 1973 mientras prestaban el servicio militar.

La admisión de culpas de Acevedo fue producto de la exhortación que hizo a centenares de ex soldados Fernando Mellado, presidente de la Agrupación de Ex Conscriptos de 1973, para que entreguen datos sobre crímenes de la dictadura y el paradero de los poco más de 3000 muertos y desaparecidos.

Entre este año y el próximo se producirán las condenas de los casos más masivos por violaciones a los derechos humanos. Y en buena parte de esos expedientes judiciales las condenas serán las definitivas, es decir, no habrá ninguna otra instancia de apelación. En muchos de esos episodios hay conscriptos involucrados que han comenzado a ventilar su posición reclamando que no sean condenados ya que -según argumentan- actuaron bajo órdenes de sus superiores.

Uno de los casos emblemáticos es el del asesinato del cantante Victor Jara, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, poco después del golpe, en el que está involucrado el ex conscripto José Paredes, actualmente imputado por homicidio agravado y recluido en una cárcel de máxima seguridad en Santiago. Paredes admitió su participación en el hecho con la presunción de que sería liberado o exonerado por haber actuado bajo presión de sus superiores militares. Sin embargo, su proceso continuó y podría recibir una pena de prisión por el crimen. Su testimonio permitió determinar cómo fue la muerte de Jara, mientras un suboficial jugaba a la ruleta rusa con el cantante. Según la autopsia, el cadáver de Jara tenía alrededor de 44 balazos.

En otras causas, el aporte de los ex conscriptos ha sido muy importante por cuanto suministraron datos que sirvieron para ubicar restos de detenidos desaparecidos o edificios usados en la represión, como el cuartel clandestino "Simón Bolivar" de la policía secreta (DINA).

"Me hicieron torturar, yo soy un torturador porque me amenazaron que, si no torturaba, me iban a matar'', declaró el ex conscripto Acevedo a la AP. "Me mandaban los superiores con gente muerta al hombro hasta cierta parte del campo de prisioneros de Cerro Chena (al sur de Santiago). Por la mañana veíamos con anteojos de larga vista que los recogían, metidos en sacos paperos, y los tiraban a los camiones que se los llevaban'', agregó.

Hombres con historias de crueldad parecidas a las de Acevedo empezaron recientemente a reunirse a un par de cuadras de la sede de gobierno y del edificio de las fuerzas armadas. También tienen la esperanza de que se les devuelva parte de sus ínfimos sueldos. Mellado les informó de las hasta ahora inútiles gestiones para que se les retorne ese dinero y para que les brinden atención de salud, especialmente mental, a centenares de ex reclutas que sufren problemas psiquiátricos.

"Maltraté a mi esposa, a mi hijo. No me dí cuenta de cómo había quedado: violento y alcohólico", agregó Acevedo. La mayoría reconoce que no ha hablado por temor a que los puedan detener y procesar, por lo que se ignora su número. Una de las excepciones es el ex recluta Jaime Jurado, que dijo a la AP que ha entregado informes a activistas de derechos humanos. Participó en la "caravana de la muerte", una comitiva militar que, por orden de Pinochet, recorrió el país en helicópteros agilizando consejos de guerra, lo que se tradujo en el asesinato y desaparición de casi un centenar de opositores, incluso de algunos condenados a meses de cárcel.

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