Argentina: trabajo infantil, una deuda
El empleo de menores continúa siendo un gran problema a pesar de los esfuerzos para combatirlo.
El empleo de menores creció notoriamente en Argentina tras el colapso económico de 2001 y continúa siendo un gran problema a pesar de los esfuerzos para combatirlo.
Así lo advirtieron varios organismos y especialistas en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
El estudio más reciente sobre este problema, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Ministerio de Trabajo, muestra que 193.000 niños menores de 14 años realizan actividades de distinto tipo tan sólo en la provincia de Buenos Aires -la más poblada- y en el norte del país.
Los cálculos a nivel nacional arrojan cifras mucho mayores, aunque los expertos dicen que deben ser confirmadas con nuevos sondeos.
Estimaciones recientes del organismo de las Naciones Unidas para la infancia, Unicef, y la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de Argentina, afirman que un millón y medio de niños y adolescentes realizan tareas con o sin remuneración en todo el país.
En 1998 los menores que trabajaban totalizaban 250.000, según Unicef, lo que implicaría un crecimiento del 600% en la última década, superior al de cualquier otro país latinoamericano.
Más allá de la discusión sobre la validez de las cifras, Gustavo Ponce, de la oficina de la OIT en Buenos Aires, reconoció a BBC Mundo que el trabajo infantil "tiene una magnitud importante en Argentina".
"Está muy vinculado a las situaciones de pobreza, y la crisis de 2001 incidió mucho en su crecimiento".
Campos y basurales
Según Ponce, en Argentina la mayoría de los niños trabajan en la agricultura, en las zonas rurales, y en basurales, en las grandes ciudades.
"La mayor parte de los menores se desempeñan en el campo. Su participación en las cosechas es muy alta, aunque por temporadas. Asimismo, se ha incrementado marcadamente el número de niños que se ganan la vida como 'cartoneros', es decir, recolectando y reciclando residuos".
Ponce añadió que, en algunos casos, el trabajo infantil está vinculado con delitos como la trata de personas o la pornografía.
Se calcula que los niños trabajan al menos diez horas semanales. Y, según el estudio de la OIT y el Ministerio de Trabajo, una parte de ellos realizan tareas de noche (el 16% en el noroeste del país y el 11% en la provincia de Buenos Aires).
La consecuencia inmediata del empleo infantil es que una proporción importante de menores abandonan el sistema educativo y los que permanecen en él tienen un bajo rendimiento escolar.
"Es común que dejen de ir a clases al final de la primaria, porque los padres creen que ya poseen suficientes herramientas para trabajar. Esto lleva a que no tengan una adecuada calificación y sólo consigan empleos de baja calidad", explicó Ponce.
El trabajo infantil también limita el acceso al juego y al esparcimiento, y perjudica la salud.
"No hay que pasar por alto los efectos sociales", añadió Ponce. "Los menores se independizan muy pronto, y se casan y tienen hijos a corta edad. De modo que probablemente repitan la temprana exigencia de trabajo con sus propios niños".
En América Latina
La Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, del gobierno argentino, lanzó el año pasado un plan nacional para luchar contra el empleo de menores.
Los pilares de su estrategia son perfeccionar los sistemas de información para conocer mejor la situación de los niños en todo el país y actuar en consecuencia, y fortalecer las 20 comisiones provinciales que se encargan del tema.
Sin embargo, dentro de América Latina, Argentina está lejos de países como Brasil y México, que han conseguido grandes avances en la disminución del trabajo infantil.
La OIT destaca que en Brasil, la nación con el mayor índice de empleo de menores, el programa "Bolsa Escola" mostró ser un método exitoso, al dar ayuda monetaria a las familias para que sus hijos dejen de trabajar y regresen a la escuela.
Por su parte, Ecuador ha exhibido logros en cuanto a la reducción de las labores de los niños en basurales y Paraguay ha incorporado el tema del trabajo infantil en los contenidos educativos.
"Hay experiencias en la región de las que Argentina podría beneficiarse. A la vez, este país tiene un nivel altísimo de movilización y compromiso empresarial, que es algo inusual en el resto de América Latina y podría ser compartido con otras naciones", comentó a BBC Mundo Gustavo Ponce, de la OIT.
Obstáculos
Con todo, los especialistas coinciden en que es necesario sortear varios obstáculos para combatir eficazmente el trabajo infantil en Argentina.
Ponce afirmó: "Si bien es cierto que este tema figura en la agenda pública, uno de los peligros es que termine naturalizándose. Si las personas se acostumbran a que su lado haya niños trabajando, será más difícil solucionar el problema".
Para el experto de la OIT, otro de los obstáculos es la deficiencia en el control del empleo infantil: a pesar de que el gobierno trabaja conjuntamente con los empresarios para lograr avances, en Argentina hay solamente 800 inspectores laborales para verificar el cumplimiento de la ley en todo el territorio.
"Creo que estamos encaminados, pero todavía falta mucho por hacer para que la articulación de las políticas privadas, públicas y de organismos internacionales se traduzcan en una disminución concreta del empleo de menores", concluyó Ponce.
¿Y qué pasa en México? Véalo en el siguiente video
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