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Los Jaivas no se olvidan de Gabriel Parra

Los Jaivas no se olvidan de Gabriel Parra

La Nación 

Martes 15 de abril de 2008   

 Por Marisol García 

Hoy se cumplen 20 años de la muerte del percusionista

Una conmemoración privada en Concón preparan hoy sus compañeros y familiares. Juanita Parra -hija y sucesora-, lo define como “un músico histriónico, de talentos muy amplios y que ha inspirado a muchos”.

Foto: Gabriel (tercero de izquierda a derecha) junto a sus compañeros en Francia.

En la lógica de las bandas de rock, los bateristas no suelen recibir trato de líderes. Pero Gabriel Parra nunca fue un baterista convencional, y es inevitable que su pérdida vuelva a recordarse hoy, a veinte años de su muerte. Su brillante trayecto artístico fue truncado por un choque carretero al sur de Perú el 15 de abril de 1988. No hay dobles opiniones sobre su talento: como ningún percusionista chileno antes ni después, Gabriel Parra combinó dosis de carisma, elegancia, atrevimiento creativo y rigor profesional totalmente fuera de los cánones acostumbrados en nuestra música.

El suyo fue un camino que empezó con las improvisaciones fraternales junto a Claudio y Eduardo, en su casa familiar de Viña, y concluyó en abril de 1988 con uno de los funerales más masivos de que tengamos memoria en Chile. Admiradores y amigos serán bienvenidos a la conmemoración que ha preparado hoy en su nombre el círculo de Los Jaivas en el cementerio Parque del Mar, cercano a Concón.

Inspirador

"En torno a Los Jaivas ha habido siempre un cariño muy espontáneo, y Gabriel es también parte de ese recuerdo", estima Juanita, su hija y sucesora natural en la batería del grupo desde mediados de los años 90. "Yo sé que fue un músico muy inspirador, para muchos creadores más jóvenes. Quienes lo vieron en vivo quedaban muy impactados con su técnica y su estilo. Era un baterista histriónico, que no se quedaba escondido atrás del escenario, que podía tocar batería con los pies y una trutruca con la boca. Además fue un músico de talentos muy amplios, que participaba en la composición, que tocaba instrumentos de cuerda".

Andrea Tessa cree haberle hecho la última entrevista. Ella y el equipo del programa "Más música" llegaron el 25 de marzo de 1988 a la prueba de sonido para el recital de Los Jaivas en el Estadio Santa Laura. "Gabriel siempre se llevaba todas las miradas, era un performer muy magnético", recuerda la cantante y animadora. "En esa entrevista me contó de sus planes de partir a Perú. Fue muy impactante saber de su muerte días más tarde".

La alegría del fervor masivo de esa noche en el Santa Laura terminó contaminándose más tarde con la estafa de uno de los productores, consigna Freddy Stock en el libro "Los caminos que se abren": "La última vez que los muchachos vieron con vida a Gabriel fue en el Hotel Carrera, agarrando por el cuello al tío este de la productora. Estaba muy enfurecido, como pocas veces, impune a los sollozos del tipo que juraba un descalabro económico difícil de creer". La pérdida económica no era sólo una molestia. Gabriel abrazaba la idea de montar una ambicioso concierto en Nazca, Perú, otro de los símbolos universales de su adorada cultura incaica.

Fue camino a Nazca, precisamente, que el vehículo que manejaba chocó con un monolito, justo en un ángulo conocido como "la curva del diablo". Habían pasado siete días desde su último concierto, en el teatro Teletón de Santiago. Las fotos de su despedida en Viña son asombrosas. Multitudes junto a la plaza y sobre las tumbas del cementerio Santa Inés, su primer lugar de reposo. El disco siguiente de Los Jaivas se llamó, en su memoria, "Si tú no estás".

 

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