The Police se presentó con sus virtudes intactas en el Nacional
Foto: de Mario Ruiz.
Jueves 6 de diciembre de 2007
Por Marcos Moraga / Lanacion.cl
Los músicos se movían como hace 20 años: Sting con su registro intacto, Summers saltando sobre la batería y Copeland que sorprendió con su virtuosismo.
Sólo después de que terminara “Get up stand up” de Bob Marley, las luces se apagaron y pasadas las 22:30 horas apareció The Police en pleno. El baterista Steward Copeland abrió con un golpe de gong para presentación impecable; Sting y Andy Summmers tomaron posición del escenario y saludaron con la canción “Message in a bottle”.
Las torres laterales encendieron sus luces a la segunda canción “Synchronicity 2”, iluminando a las 50 mil personas que llegaron al Estadio Nacional con los colores institucionales del trío inglés.
“¿Entonces deben haber unas cien mil manos?”, se preguntó Sting y el público iluminado hasta el final con rojo, azul y amarillo- respondió con aplausos en el tercer tema “Walking on the moon”.
Si a esas alturas quizás se echaba de menos un poco de volumen en el aporreado bajo de Sting, el vocalista se echó al hombro la primera improvisación de la noche arrastrando un riff en las cuatro cuerdas que resumió de gran manera lo que es este Police 2007: una coctelera de reggae, rock y la maquinaria industrial aceitada al máximo. Sonido nítido y potente, hits y hits, y tres destrezas entregadas a la galería.
Los músicos se movían como hace 20 años: Sting con su registro intacto, Summers saltando sobre la batería y Copeland que sorprendió con su virtuosismo. El escenario de The Police tuvo en su fondo tres pantallas gigantes que proyectan al trío, dos que están a los costados del escenario, dos más levantadas en la cancha, y arriba una pantalla curva, todas ellas proyectando desde burbujas lunares hasta niños con cara de desamparados (sí, hasta con The Police, la demagogia solidaria tuvo lugar, pero con “Invisible sun” sonando y colándose en un medley perfecto con “Do, do, do, da, da,da”, parecía un detalle).
La zampoña con que jugueteó Sting al comienzo de “Walking on your footsteps”, la versión épica de Roxanne, el liderazgo melódico y ruidista de Summers en “So lonely” quien cada día se parece más a David Gilmour-, el final falso con “I ll be watching you”, y el cierre por lo alto, anfetaminado, de “Next to you”. Casi dos horas en el cronómetro para un concierto eterno.
Que onda con el Guero
A la puesta en escena más esperada del año antecedió la presentación de músico californiano Beck, quien pasadas las 21:00 horas se posó en el escenario para mostrar su trabajo hasta las 22:00 horas.
Y si los comentarios del otro lado de la cordillera hablaban de un show apagado, el primer tema, “Devil s haircut”, fue una patada en la cabeza para los tres cuartos de público que ya ocupaban los campos del Nacional. “Esta es nuestra primera vez acá y nos gustó mucho, nos gustaría quedarnos más tiempo y ojalá que podamos volver”, dijo. Le cobraremos la palabra: “Black Tamboirine” inusualmente eléctrico, “I m think I m in love” (uno de los pocos de “The information”, para los que Beck casi pedía permiso, como si el contrato exigiera sólo hits), “The New Pollution”, y siga contando.
Beck se apoyó en una banda que, sabemos, improvisó entre amigos y cumplieron. Quizás al final, con “E pro”, los coros se demoraron en entrar. Pero Nigel Godrich se despedazó saltando en “Lost cause”, con su mandolina calzada a la boca. Porque hasta el intervalo que recogió tres canciones de su “Sea Change” (2001) al hilo: “Sunday sun”, “Paper tiger” y “Lost cause”, hacía sonar a Beck poderoso, ahí calzándose su disfraz a lo Kurt Cobain. Y eso que es su disco melancólico. Que vuelva. Y solo.
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