Alberto Fujimori en Chile
Protección múltiple frente a la extradición
Por: Juan Francisco Coloane // ARGENPRESS.info
El presidente de la Corte Suprema de Chile Enrique Tapia negó la existencia de presiones en el reciente fallo del 11 de julio que rechazó la extradición del ex -presidente peruano Alberto Fujimori. Se refirió al tema en Bio Bio La Radio, el viernes 13 de julio en Santiago, aunque admitió extrañeza por la decisión. El fallo será revisado por la Corte Suprema, instancia que podría tomar tiempo, no obstante el abogado de DDHH Eduardo Contreras señaló a radio Nuevo Mundo el domingo pasado, que en el caso de violaciones a los DDHH, la Corte Suprema por consistencia, debería fallar en favor de la extradición. De no ser extraditado, el nuevo Derecho Internacional en lenta gestación, se encontraría con otro tropiezo o falla de estado, el anterior también localizado en Chile en el caso de Pinochet. Como que Chile fuera también modelo por una forma especial de interpretar la jurisprudencia.
Hay molestia y sospecha en una amplia gama de sectores políticos, y todas las preguntas conducen a lo mismo: ¿Qué está haciendo el ex presidente peruano en Chile? Como ha enfatizado una abundante legión de políticos locales y peruanos, Fujimori no tiene nada que hacer el Chile. Pero llegó, y descifrar por qué, quizás sea la punta del actual puzzle.
A Fujimori se le acusa principalmente por dos casos de violaciones a los derechos humanos y diez de corrupción. Fujimori huyó de su país en 2000, frente al descubrimiento de una extensa red de corrupción creada por su asesor Vladimiro Montesinos, refugiándose en Japón, donde adoptó la nacionalidad viviendo como refugiado político durante cinco años, hasta que llega a Chile el 7 de noviembre de 2005. El proceso de extradición contra el ex mandatario peruano comenzó en enero de 2006.
El ex presidente que gobernó Perú por una década (1990-2000), llegó a Santiago el 7 de noviembre de 2005 sorprendiendo al ambiente político local. Fue arrestado, permaneciendo encarcelado hasta el 18 de mayo de 2006, cuando la Corte Suprema, le otorgó la libertad bajo fianza con arraigo. Fujimori comenzó a reactivar intensamente su vida política, bajo la acuciosa protección del gobierno japonés a través de su embajada. En el entretanto recibió una reprimenda del gobierno chileno para “bajar su ruido político”. El 8 de junio de 2007, un juez determinó su arresto domiciliario en preparación para el fallo de extradición. Este arresto fluye bajo un régimen de alta flexibilidad, en una mansión ubicada en un sector de altos ingresos, con protección policial. El 7 de junio, la fiscal Mónica Maldonado, recomendó la extradición a Perú de Fujimori, generando expectación en los organismos de derechos humanos, pero también se abre la posibilidad de una medida sorpresiva, por ejemplo: una posible fuga.
Este proceso de extradición complejo, y “gestionado” con un alto grado de sensibilidad política, se sitúa en un punto clave de las relaciones internacionales de última generación. Por muy insólita que parezca, emerge la perspectiva de un nuevo tipo de funcionamiento. La lenta desprogramación del mundo bipolar, permite a los países formar nuevas asociaciones y alianzas. Sin embargo, aún persiste el fenómeno de la penetración de los intereses de unos estados en las políticas de otros estados. El nuevo orden es esquivo y más bien hay un desorden político. La necesidad en los países de proteger su política exterior aumenta bajo un contexto de nuevas amenazas producto de estas nuevas alianzas. El capital transnacional también hace lo suyo actuando como una espada de Damocles sobre estas nuevas expectativas.
En esta dimensión, es importante resaltar respecto al caso Fujimori, el rol histórico de las relaciones entre Perú y Japón, y donde existe un tercer eslabón histórico que no es precisamente Chile, sino que EEUU. La potencia oriental y EEUU han sido contendores en la estrategia de establecer una plataforma sólida en la parte occidental del área Pacífico Sur, y para eso cuentan con Perú. La Segunda Guerra Mundial, produjo el clima revelando el fondo de esta disputa, al ser la colonia japonesa en el Perú objeto de permanente e intensa observación por la inteligencia militar estadounidense. EEUU y Japón son, hasta ahora firmes aliados, pero los ánimos de supremacía están intactos. Japón debe contener la creciente influencia de China en la región, y a EEUU le interesa esta parte del dossier.
Fujimori en la presente instancia, se siente doblemente protegido, y talvez no habrá causa legal que justifique su extradición. Fujimori y su movimiento, reflejan la protección de una pieza clave en el dominio estratégico. La idea es mantener un “pool” de recursos humanos de nivel global en un sistema que debe regularse. Lo que ya no es paradójico, es que este pool de recursos representando al capital transnacional, sea integrado por personajes que, aunque sean desacreditados en sectores amplios de la población, son eficientes en representar el control global, y tenaces articuladores de la seguridad interna. El tipo de estabilidad que entrega Fujimori, se acerca más a la que exhibe el Presidente colombiano Alvaro Uribe, que a la proyectada por Hugo Chávez, Evo Morales, o el propio Lula. Este dossier de alta corrupción y violación a los derechos humanos en Alberto Fujimori, es insustancial a la hora de proteger el capital transnacional, porque la idea de fondo es manejar los estados desde la perspectiva del interés global.
Estados de cuerpo doble y transgobiernismo
Estados de cuerpo doble, o “double bodied states”, son aquellos que al ser penetrados por las políticas de otro estado, por medio de la infiltración, o por consentimiento, se transfiguran, asumiendo paralelamente el rol y los intereses de dos estados. Existiría así una dualidad en la lealtad. La base del término surge de un polémico ensayo, “The Israel Lobby and the US Foreign Policy”, (S.Walt y J. Mearsheimer. 2006).
Este trabajo fundamenta que la simbiosis entre la política exterior y doméstica de los Estados Unidos, con los intereses del Estado de Israel, ha vulnerado la seguridad de los Estados Unidos. Una de las principales causas estaría en el poder del lobby israelí en las estructuras de poder de los EEUU, hacia lo cual contribuye su sistema político abierto. El ejemplo puede ser paradigmático en un sistema de relaciones donde el lobby es una importante herramienta de persuasión, y que es donde comienza a configurarse el “estado de cuerpo doble”. La historia europea está plena de estos ejemplos. Con el alineamiento durante la disputa bipolar, los estados funcionando con cuerpo doble constituían un rasgo común.
El plano local e internacional son cada vez mas interdependientes, y la idea de un estado en “condición de autonomía pura”, no existe, y tal vez nunca existió. El transgobiernismo, es “una forma de gobernabilidad internacional”, dice Anne. M. Slaughter (The Real New World Order”, 2005), donde “el internacionalismo liberal tradicional ha sido reemplazado por un “nuevo medievalismo, con el estado-nación en permanente declinación”.
El rol fuerte reside en agencias de gobierno descentralizadas como las cortes de justicia, las estructuras reguladoras, y cámaras legislativas formando redes globales. Existe un mundo de redes funcionando fuera de la órbita del gobierno, estableciendo una nueva cultura de gobernabilidad, con códigos y tiempos propios, donde la tradicional fuerza centralizadora del estado es limitada. Para que el mundo de redes internacionales prospere, la independencia de los poderes del estado debería funcionar bajo un clima de estrecha intersección en sus atribuciones o, de alta promiscuidad. El caso de Fujimori en Chile, es un indicador del poder asumido por empresas de alcance global y/o gobiernos con similar potencia, en los asuntos internos de un estado. Considerando un contexto cruzado por variables de poder global y local, y más allá de la especificidad de la jurisprudencia, Fujimori es el personaje político que responde a tal dimensión.
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