Carta a los chilenos en el exterior
José Antonio Viera-Gallo, Ministro Secretario General de la Presidencia
Daremos todas las garantías para que el voto en el extranjero sea limpio, transparente y serio, igual a los procesos electorales en Chile.
La Patria -un sentimiento, una cultura, una forma de mirar el mundo- lo es para siempre. No depende ni del lugar en que se nace ni de aquel donde se vive. Por eso es tan legítimo el derecho reclamado con justicia por miles de ustedes -chilenos que viven fuera del país- para participar y contribuir a decidir el destino de la nación.
La difícil situación política que vivió Chile y la búsqueda de mejores horizontes impulsaron a muchos compatriotas a abandonar el país. Muchos se fueron por la fuerza de la intolerancia. "Exilio es el otro nombre de la muerte", escribió William Shakespeare. Chile históricamente ha sido un país de emigración. La globalización ha acentuado el fenómeno. Más de 850 mil chilenos viven hoy fuera del país. El 90 por ciento tiene familiares directos en Chile. Uno de cada cuatro compatriotas que reside fuera tiene estudios universitarios o técnicos. Su tesón y esfuerzo les ha llevado a labrarse un futuro mejor. Para otros, los sueños no se cumplieron. Muchos han enfrentado, también, marginación y racismo.
Pero desde siempre la emigración ha enriquecido a las naciones: Chile se ha nutrido de gente venida de todos los rincones del mundo. Hoy Argentina, Estados Unidos, Suecia, Canadá, Australia y Brasil poseen las comunidades de chilenos más grandes en el exterior. El 40 por ciento ha emigrado por motivos económicos. La segunda razón es de origen familiar, con un 30%. A considerable distancia, sólo el 12% de los emigrantes aduce causas políticas para establecerse en otra cultura. Cuatro de cada diez chilenos que viven en el extranjero no nacieron en Chile. Algunos compatriotas viven transitoriamente fuera del país, unos por períodos prolongados y otros para siempre, pero a todos es común el vínculo con Chile, con sus problemas y con sus desafíos; con su destino. Cuando una catástrofe golpea al país, los primeros aportes que llegan vienen de ustedes. Cuando hay una actividad para promover la imagen del país, trabajan codo a codo con nuestros representantes diplomáticos. Cuando un artista, un deportista o la selección chilena de fútbol viajan a cualquier rincón del mundo, brota el apoyo espontáneo y sin condiciones.
Chile tiene una deuda con ustedes: no les hemos otorgado la calidad de ciudadanos. Es incomprensible que hayamos tardado tanto tiempo en dar ese paso. Aquí vemos votar a peruanos, ecuatorianos, franceses, mexicanos e italianos. ¿Por qué, entonces, no pueden hacer lo mismo los chilenos que viven fuera de Chile?
Hemos construido un sistema democrático que, con sus imperfecciones y sus desafíos, nos llena de orgullo, pero que debemos mejorar. Una vía para ello es terminar con la exclusión y crear nuevos espacios de participación.
La Constitución obliga a conseguir un importante grado de apoyo para estas materias. Por ello, buscamos acercar posiciones para lograr el acuerdo político indispensable para dar derecho al sufragio a quienes residen fuera del país.
Daremos todas las garantías para que el voto en el extranjero sea limpio, transparente y serio, igual a los procesos electorales en Chile. Esperamos que se instalen mesas de sufragio, apoderados y representantes de los distintos candidatos en las principales ciudades del mundo. Los cónsules actuarán siguiendo instrucciones directas del Servicio Electoral. No habrá espacio para el intervencionismo. El Gobierno acoge el requisito de que un compatriota tiene que haber venido al país en los últimos cinco años para tener derecho a voto. Para los chilenos que viven en países lejanos es una limitante compleja y pueden considerarla, incluso, odiosa. No es lo que queremos, pero es lo que estamos dispuestos a aceptar para que la reforma sea viable. Pronto conoceremos el resultado de estas gestiones y sabremos si tantos compatriotas podrán incorporarse al país como legítimos ciudadanos, estén donde estén, vivan donde vivan. Si lo logramos, derribaremos un muro de discriminación. Si no alcanzamos el quórum necesario, por lo menos cada chileno -aquí y en el mundo- podrá saber las razones de cada parlamentario para su decisión. En todo caso, tengan la convicción de que habremos golpeado una puerta que tarde o temprano terminará por abrirse. Así se ha demostrado en nuestro tránsito desde la dictadura a la democracia. No hay resistencia definitiva cuando se vulnera un derecho.
Les agradezco su compromiso con Chile.
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