¿CÓMO LO QUIERE? ¿PRESO EN LIMA O CONFINADO A CHILE?
Los plazos judiciales chilenos se están venciendo, pero los verdaderos plazos están en manos del gobierno de ese país. La decisión de sus cortes es importante, pero a la postre solo referencial.
En otras circunstancias la vuelta de Alberto Fujimori extraditado al Perú hubiera sido un trámite mucho menos alborotador que ahora. Pero el Fujimori del 2007 se ubica en medio del esquema de entendimientos políticos del gobierno peruano, y sin duda el comentario al trato que reciba será punta de lanza de varios grupos políticos, opositores o amigos.
Fujimori en la Base Naval va a ser para el gobierno peruano un presente griego. Toda decisión judicial a favor del reo será interpretada como presión de Palacio, y toda muestra de dureza judicial será vista como triunfo de los opositores. Por lo menos durante el tiempo que tome el proceso en pasar a las páginas interiores, como sucedió con Vladimiro Montesinos.
Los plazos judiciales chilenos se están venciendo, pero los verdaderos plazos están en manos del gobierno de ese país. La decisión de sus jueces es importante, pero a la postre solo referencial. De otra parte el Ejecutivo chileno puede tomarse el plazo que desee para ejecutar la extradición, siempre un tema delicado en la relación bilateral.
Chile no tiene una tradición de extradiciones, y ha tendido a preferir un papel de refugio, sobre todo cuando el reclamo era susceptible de tener alguna arista política. En esto el caso Fujimori es emblemático: creará olas no importa cuál sea la decisión tomada en La Moneda. La cuestión es cómo piensa el vecino gobierno minimizar su daño.
Una manera provisional de encarar el dilema sería simplemente prolongar el plazo de estudio y evaluación para hacer efectiva la extradición. Esto en principio debería dejar tranquilos a los dos gobiernos y al propio Fujimori, que seguiría cambiando las rejas por la condición de prófugo que inauguró en el año 2000.
Los propios fujimontesinistas libres no la pasan mal con su líder en Santiago. Surfean la política democrática y, como vamos viendo, desarrollan estrategias para avanzar en el aparato estatal. Fujimori en Lima probablemente los obligaría a cambiar todo esto, a pasar de partidócratas a militantes, lo cual afectaría su cómoda posición actual.
Pues una cosa es defender a un Fujimori lejano que defender a uno preso en tiempo real. Sobre todo ahora que el fujimorismo ha pasado a la ofensiva contra buena parte del sistema judicial, obligando a una creciente parte del Partido Aprista a tomar distancia.
Desde la perspectiva del sistema anticorrupción, no es lo mismo Fujimori en Santiago porque los tribunales aún deliberan, que Fujimori en Santiago ya condenado por esos tribunales y retenido por consideraciones de política de Estado. Su papel será seguir reclamando, como lo será el de los defensores de los derechos humanos si la extradición demora.
Mirko Lauer.
http://www.larepublica.com.pe/content/view/151762/559/
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