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Chilenos cumplen un año detenidos en Barcelona

Chilenos cumplen un año detenidos en Barcelona

RODRIGO LANZA Y ALEX CISTERNAS ESTÁN ACUSADOS DE AGREDIR A UN GUARDIA MUNICIPAL

Fueron golpeados y amenazados. No hay pruebas concretas en su contra. Sólo la declaración de policías locales que hoy están cuestionados por la justicia debido a los maltratos que les dieron. Fueron los únicos que no accedieron a la libertad a la espera del juicio. Un juicio que aún no tiene fecha.

Foto: Rodrigo y su familia siempre han sido muy unidos. En esta foto comparten su última Navidad juntos antes de que la cárcel y el encierro mandara todo a negro

José Miguel Jaque
La Nación

Mariana cuenta que la ansiedad de Rodrigo terminó por acabarse. Desde aquel 4 de febrero que fue detenido por una supuesta agresión a un oficial de la Guardia Urbana, su hijo vivió con la idea de que en cualquier momento saldría en libertad. Si no era un día, sería el siguiente. Pero no fue así.

Rodrigo pasa sus días en la cárcel Modelo de Barcelona. Está más silencioso que nunca. Escribe cartas a sus amigos y les dice que, pese a todo, está bien. Pero el encierro le ha pasado la cuenta. Se mueve tan poco que le duele el cuerpo. Y piensa en el juicio. No deja de pensar en eso. Basa sus esperanzas en que cuando ese día llegue, se comprobará que todo esto no fue más que un mal sueño que ya lleva un año y que saldrá en libertad.

Su madre, Mariana Huidobro, consiguió la venia de la Universidad de Barcelona y lo matriculó para que su hijo retome sus estudios de Historia desde la cárcel. Ayer, en el triste aniversario, lo fue a ver. En la tarde, participó en una manifestación en la Plaza Universidad.

Rodrigo Lanza y el argentino Juan Pinto están juntos. Alex Cisternas, por la edad (26), está más lejos. Espera el juicio en el Centro Penitenciario de Jóvenes de la Trinitat. Por primera vez desde que está detenido, su madre, Delia, siente que se está abriendo una luz de esperanza. “Se están empezando a saber las cosas”, dice. Esto, porque la jueza a cargo del caso por fin aceptó la querella por maltratos, tortura y xenofobia de parte de la Guardia Urbana en contra de los tres detenidos presentada por la Asociación Memoria contra la Tortura. “Además, por primera vez los diarios están publicando nuestras versiones”, agrega Delia.

“No nos tiene más tranquilos, porque no confiamos en la justicia, pero como mamás nada nos van a doblegar, Igual vamos a seguir luchando por los chiquillos y vamos a llegar donde sea”, cuenta Delia.

La acción judicial ya tuvo su primer golpe de efecto. El pasado 24 de enero, la juez de Instrucción número 18 de Barcelona imputó a dos agentes de la Guardia Urbana que participaron en la detención de los tres jóvenes. “En este juicio es la palabra de los policías contra los chiquillos. Si a ellos los condenan les baja la credibilidad”, asesta Delia. “A ellos les pegaron después de haberlos llevados a la comisaría. Y de ahí los llevaron de un hospital a otro porque se estaban desangrando ¿Cómo van a explicar eso los policías?”, insiste. “Queremos que se junten las denuncia de tortura con la acusación contra los chicos. La policía es la misma. A ellos les conviene separarlos porque no es lo mismo la declaración de un policía que ha torturado”, complementa Mariana.

El miércoles es el turno de Alex para declarar por el juicio de torturas. “No podré estar con él. Pero estaré al tanto de todo”, cuenta Delia.

“Guarros”

La madrugada del 4 de febrero, Rodrigo Lanza, Alex Cisternas y el argentino Juan Pintos caminaban hacia la calle Sant Pere més Baix. Al llegar, se encontraron con el camino estaba bloqueado por policías luego de altercados que se produjeron a las puertas de una fiesta ilegal celebrada en un edificio “okupado” donde se reunieron más de mil personas.

En los disturbios quedó un policía municipal gravemente herido. La primera versión entregada por el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, a los medios locales señala que el policía fue herido por una maceta lanzada desde el interior del teatro ocupado.

Pero esas declaraciones no fueron aceptadas como prueba de la defensa en el proceso judicial y más tarde Clos cambió su versión. ¿Por qué? “El edificio es propiedad del ayuntamiento y tenía que haber sido desalojado mucho tiempo antes. Lo mismo pasa con el departamento de aseo que movió todas las piezas y borró las pruebas. Eso significa que la responsabilidad es del alcalde”, dice Delia. La orden judicial de desalojo tenía fecha del 30 de enero. No se cumplió. La fiesta empezó el 3 de febrero.

La versión posterior indica que entre los nueve detenidos está el agresor. De esos nueve, sólo Rodrigo, Alex y Juan permanecieron en la cárcel. “La razón fue que yo vivo en Argentina y se puede fugar”, cuenta María Inés, la madre de Juan.

El único que ha declarado en el juicio contra los policías por maltratos es el argentino. Juan declaró que cuando los tres jóvenes vieron los disturbios, se alejaron, pero resbaló y uno de los policías municipales -imputado hace una semana por maltratos- se dirigió hacia él, los golpeó con la porra sin decir palabra y lo arrestó.

“Seguidamente, me arrastró por los pelos hasta donde estaba un guardia urbano herido y, en ese momento, empezaron a pasar agentes de paisano que me insultaban y me pegaban porrazos y patadas. Uno me pisó las manos, que estaban esposadas a la espalda, y otro me gritó que mirara a su compañero herido y, cuando volví la cabeza, me pateó el ojo derecho”.

Las agresiones se pusieron peor. “En el viaje nos insultaron, llamándonos guarros y asesinos, y a mí me amenazaron con matarme si su compañero moría”, siguió Juan. “Uno de los guardias urbanos que iba de uniforme nos sacó fotos a otros dos detenidos y a mí con su móvil y nos dijo que si nos veía en algún lado nos iba a matar a los tres”.

Juan agregó en su declaración que en la comisaría lo obligaron a quitarse la ropa mientras un policía lo grababa con una cámara. “Cuando estaba en calzoncillos me dijo que me los bajara, que me levantara mis partes y que me pusiera de cuclillas y, después de vestirme, fui llevado nuevamente al calabozo”.

Las declaraciones de Juan son escalofriantes. Si se comprueba los maltratos, el escenario podría cambia. Mientras, los tres jóvenes deberán esperar el juicio en la cárcel. Un juicio que aún no tiene fecha.

 

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