El Gobierno cree que se resolvió bien impasse
Izurieta tenía resuelto lo que haría -el miércoles dijo que apenas terminó de hablar Pinochet Molina él sabía la medida que debía adoptar-, pero quería actuar una vez concluidas las ceremonias de las exequias de Pinochet, lo que ocurrió al mediodía de anteayer.
Foto: La ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, planteó que el Ejército es una institución que debe pertenecer a todos los chilenos.
Carolina Miranda |
La Nación |
La satisfacción en La Moneda por la baja del capitán Augusto Pinochet Molina del Ejército, decisión oficializada el miércoles por el comandante en jefe de la institución, Óscar Izurieta, era ayer evidente. La rapidez con que Izurieta resolvió el problema se interpretó como señal de su voluntad de no ahondar el impasse con el Ejecutivo. Su gestión fue vista con buenos ojos por el Gobierno.
No era un misterio que el malestar en palacio por el reconocimiento de la calidad de ex Presidente del fallecido general Augusto Pinochet que realizó el Ejército a través de una inserción en “El Mercurio” escaló tras el encendido discurso de Pinochet Molina, por mucho que éste hubiese adelantado el deseo de abandonar la carrera militar y estuviera al tanto de que su intervención sellaría su futuro en la rama castrense.
Si bien el Ejecutivo no especificó la sanción que se debía aplicar, envió mensajes claros de que esperaba un castigo drástico luego de que el mismo martes 12 el Ejército definiera como “gravísima” la falta. La misma idea utilizó la propia Presidenta Michelle Bachelet anteayer no dejando espacio para dudas o sutilezas interpretativas en la institución armada.
El plazo era además perentorio: la graduación que tenía lugar 24 horas después de las exequias de Pinochet en la misma Escuela Militar. No podían coincidir Bachelet e Izurieta sin que el problema se hubiese arreglado. De no haber actuado el general, en el escenario más blando la Jefa de Estado podría no haber acudido a la academia; en el más duro planeó la facultad que desde septiembre del año pasado tiene la Presidenta: llamar a retiro al comandante en jefe expresando sus motivos al Senado. Esta carta de disuasión marca las relaciones que hoy se dan entre el Ejecutivo y las FFAA. Desde luego apelar a este mecanismo constitucional era el punto extremo, ya que en La Moneda y Defensa era claro que ello hubiese llevado los vínculos con el Ejército a un cuadro de enfriamiento inédito en democracia (los tres anteriores presidentes de la Concertación no contaron con la llave de la remoción).
Los análisis del alto mando no dejaban tampoco lugar a dudas: la expulsión era la única forma de distender la crisis. Sin embargo, hubo voces que buscaron una salida menos traumática, como por ejemplo una amonestación en la hoja de vida del oficial, lo que a mediano plazo hubiera bloqueado su ascenso, amparándose en no sumar un nuevo agravio al clan Pinochet. El problema es que Pinochet Molina tampoco quería seguir en la institución, lo que hacía más difícil aplicarle una sanción de baja intensidad.
Izurieta tenía decidido lo que haría -el miércoles dijo que apenas terminó de hablar Pinochet Molina él sabía la medida que debía adoptar-, pero quería actuar una vez concluidas las ceremonias de las exequias de Pinochet, lo que ocurrió al mediodía del miércoles. En Los Boldos habló directamente con el padre del oficial, Augusto Pinochet Hiriart, a quien comunicó su decisión.
En la institución castrense se considera que Izurieta envió una clara señal a las filas: no amparará indisciplinas ni intentos de repolitizar la institución.
MINISTRA
En este contexto, la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, que firmó el decreto de expulsión del capitán Pinochet Molina a las 17:45 horas del miércoles, afirmó ayer que la sanción aplicada corresponde a “lo que tenía que ocurrir”.
“Yo sabía que el Ejército iba a tomar las medidas correspondientes. Creo que es un hecho del pasado, volvimos a la normalidad”, explicó Blanlot, al tiempo que descartó que el Gobierno haya presionado al Ejército. A su juicio, la coincidencia entre ella y la Presidenta al evaluar como “gravísima” la falta del capitán Pinochet obedeció a que “no podemos decir otra cosa que no sea la verdad”.
La decisión de Izurieta -dijo- confirma que el Ejército es de todos los chilenos y no es heredero de ningún Gobierno, que es la doctrina que instaló el ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre. “El Ejército chileno es respetado por el Gobierno y sus autoridades son respetadas por el Gobierno. Cada autoridad toma las decisiones que les corresponde. Esta decisión la tomó el general Izurieta y no hubo presiones”, indicó.
Respecto del castigo mismo, Blanlot explicó que “en cualquier circunstancia, cuando se violan las normas de las Fuerzas Armadas, es una falta de respeto al Ejército lo que pasó […] Lo que pasó ese día fue una falta de respeto profunda al Ejército y bajo mi punto de visto eso no se puede aceptar nunca”.
Según Blanlot, con la expulsión de Pinochet Molina “está dada vuelta la página. Acá reanudamos nuestras tareas normales”.
BELISARIO VELASCO
El ministro del Interior, Belisario Velasco, agregó que “el comandante en jefe aplicó una sanción libremente y de acuerdo a sus atribuciones. Pienso que el Ejército inicia una etapa muy promisoria, tiene elementos profesionales, altos mandos excelentes y creo que -para Chile- es muy bueno lo que se avecina, porque el Ejército es de todos los chilenos”.
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