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Centros Chilenos en el Exterior

EL SEDICIOSO DISCURSO DE OSCAR IZURIETA

Enviado por: "Política Cono Sur" politicaconosur@gruposyahoo.com   gfwestphal

Mié, 13 de Dic, 2006 7:09 am (PST)

12 de Diciembre de 2006

Discurso de general Izurieta durante funerales de Augusto Pinochet

www.elmostrador. cl

Texto íntegro del discurso pronunciado por el comandante en jefe del Ejército, durante los funerales del fallecido ex uniformado.

Santiago, 12 de diciembre de 2006.

En representació n del Ejército chileno y en cumplimiento a la tradición militar, como comandante en jefe me asiste la penosa responsabilidad de despedir los restos mortales del capitán general Augusto Pinochet Ugarte, en su calidad de ex comandante en jefe del Ejército desde el 23 de agosto de 1973 hasta el 10 de marzo de 1998.

Expresamos a su distinguida esposa, Sra. Lucía Hiriart de Pinochet, a sus hijos, nietos y bisnietos, a todos los miembros de su numerosa familia –que tanto amó– nuestros sentimientos de pesar y las más sinceras condolencias por esta irreparable pérdida que los acongoja.

Compartimos el dolor y los acompañamos en su duelo. Pedimos a dios que los reconforte y les dé la necesaria fortaleza para sobrellevar este momento, con la resignación de la fe en la vida eterna, y la esperanza que su muerte pueda contribuir a mitigar las pasiones que, en torno a su persona y obra, se generaron en la sociedad chilena.

Dejemos a la historia un examen objetivo y justo, respecto a su protagonismo en los procesos políticos, económicos y sociales en los cuales le cupo participación.

Nos encontramos asistiendo al final de la dilatada vida de servicio público de un hombre que, en su momento, debió trasponer los umbrales de su profesión para asumir la conducción del estado.

En consecuencia, su carrera militar, especialmente la que desarrolló como general de la república, no podría abordarse a cabalidad soslayando la dimensión política de sus actuaciones, pues en él se funden el soldado y el jefe de estado.

El general Augusto Pinochet Ugarte ingresó el 3 de marzo de 1933 a la escuela militar y formó parte de la promoción de oficiales que se graduó en 1936, en el arma de infantería.

Los años de oficial subalterno transcurren entre la instrucción, campañas, maniobras y cursos de perfeccionamiento.

Cumplió destinaciones en la escuela de infantería y en los regimientos “Chacabuco” en Concepción y “Maipo”, en Valparaíso; ocasión esta última que le permitió el reencuentro con sus viejos amigos y maestros de su colegio “sagrados corazones de los padres franceses”, con los cuales mantuvo siempre contactos de mutua consideración y afecto.

El 29 de enero de 1943, siendo oficial instructor de la escuela militar, contrajo matrimonio con la señorita Lucía Hiriart Rodríguez.
De esta unión nacieron sus cinco hijos: Lucía, Augusto, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline.

Su vida familiar transcurre entre las responsabilidades y preocupaciones propias de compartir los sacrificios de la vida militar y la conformación de un hogar, que debe adaptarse a las particulares vivencias de destinaciones y continuos desafíos profesionales.

El año 1946, ya capitán, es destinado al Regimiento de Infantería nº 5 “Carampangue”, con guarnición en Iquique. En este traslado conoce y asimila en profundidad la tradición histórica y militar de esa región.

Nace así su interés por el estudio de las campañas de la guerra del pacífico, que lo llevan posteriormente a publicar trabajos de investigación sobre esta materia; inquietud que mantuvo durante toda su vida.

En 1949 ingresó a la academia de guerra, titulándose como oficial de estado mayor en 1951. Pasó a cumplir servicios en la escuela militar y, seguidamente, en el Regimiento de Infantería nº 4 “Rancagua”, en arica, donde asciende a mayor.

Tempranamente el general Pinochet demuestra sus inquietudes académicas en el conocimiento de la geografía militar y la geopolítica. Como profesor titular de las academias de guerra del Ejército y de la Fuerza Aérea, contribuyó a la formación de los futuros especialistas en estas materias.

Son producto de esta dedicación varios libros que se transforman, en su época, en textos de consulta en los institutos de formación profesional militar.

En 1956 es designado, junto a otros distinguidos oficiales, a cumplir comisión de servicio como profesor militar en la academia de guerra del Ejército ecuatoriano; actividad que se prolongaría hasta 1959, y en la que participa en la reorganizació n de ese instituto de estudios superiores.

Esta etapa de su vida profesional y privada, lejos de la Patria, la resume en sus memorias con especial nostalgia, al escribir: “Ecuador había significado para mí en lo personal, junto a la llegada de dos de mis hijos, un período de intensos estudios y trabajo por casi cuatro años, tiempo que me permitió conocer profundamente a los habitantes de esta querida república hermana”.

Al término de esta comisión fue destinado como asesor de estado mayor al cuartel general de la i división de Ejército, donde asciende a teniente coronel.

Meses después, en enero de 1960, es designado comandante del regimiento de infantería nº 7 “esmeralda”, una de las unidades más gloriosas del Ejército. Permanece en este cargo hasta 1964, lo que le permite trabajar en un estrecho contacto con la sociedad antofagastina.

Cumplido el requisito reglamentario de mando fue designado, en febrero de 1964, subdirector de la academia de guerra; donde continuó desarrollando su vocación docente en la preparación de los futuros oficiales especialistas primarios.

Al ascender a coronel se le nombra jefe de estado mayor de la II División de Ejército, en santiago. Su quehacer profesional es compartido con su actividad académica; tarea en que no deja de estar presente, pese a las responsabilidades asumidas.

En 1969 es ascendido a general de brigada y designado comandante en jefe de la VI División de Ejército, con asiento en la ciudad de Iquique.

Como integrante del alto mando institucional y en su calidad de oficial general, le correspondió desempeñarse, además, como comandante de la guarnición de Ejército de Santiago, en 1971, y jefe del estado mayor general del Ejército, en 1972 y 1973; puesto en el cual debe reemplazar en varias oportunidades al comandante en jefe.

El 23 de agosto de 1973 es designado comandante en jefe del Ejército. El pasado institucional del general Augusto Pinochet Ugarte nos habla de una trayectoria que, por circunstancias excepcionales, se prolongó por más de sesenta años entregados al Ejército.

Su carrera militar –como la de muchos– se forjó en la tradición del esfuerzo; el estudio constante y el conocimiento íntimo del pueblo chileno y de su historia.

Sin duda alguna, la decisión más difícil de la vida de soldado del general Pinochet fue su determinación para –de consuno con la Armada, la Fuerza Aérea y Carabineros de Chile– asumir las responsabilidades superiores de conducción del estado, ante la gravísima crisis institucional que vivía el país.

El 11 de septiembre de 1973 –sin dejar de ser comandante en jefe del Ejército– es designado por sus pares como Presidente de la honorable junta de gobierno, y, posteriormente, asume como Presidente de la República, hasta el 11 de marzo de 1990; fecha en la que, conforme a las disposiciones constitucionales vigentes, entrega el cargo a don Patricio Aylwin Azócar.

No me corresponde evaluar aquí al gobierno militar. Tampoco es mi propósito efectuar un detallado relato de las condiciones a las que se enfrentó el entonces comandante en jefe para decidir obrar en el sentido que lo hizo. Creo sí indispensable, para contribuir al esclarecimiento de una época tan compleja –inserta en la dialéctica de la Guerra Fría–, mencionar que el Ejército también era víctima de la pasión política desatada, que amenazaba su unidad. Esto ocurría, a su vez, en el seno de las otras ramas de la defensa nacional, con la peligrosidad que ello representaba para la supervivencia del país.

Cuando el general Pinochet resuelve actuar el 11 de septiembre de 1973, lo hace en el convencimiento que no había otra salida posible a la crisis.

Años más tarde, escribió lo siguiente sobre este momento de su vida: “…me resistí a actuar hasta el final, no obstante el clamor ciudadano
que golpeaba las puertas de los cuarteles pidiendo nuestra intervención. Esperé, no por temor, sino por una secreta esperanza de que se pudiera superar pacíficamente aquella extrema situación de crisis institucional.”

Otros actores serán los encargados de justipreciar, en toda su integridad, con sus luces y sus sombras, esta etapa de su vida. En tal sentido, el general Pinochet constituye un testimonio de una época, que inevitablemente hubo de vivir el país, por desencuentros que antecedían a su gobierno, y por los que se generaron durante su administración.

Desde una perspectiva estrictamente militar, deseo mencionar, también, algunos aspectos de su gobierno que influyeron en el devenir de las FFA.AA., y en particular del Ejército.

Su régimen tuvo una vocación preferente por la paz regional y la solución de controversias vecinales de larga data. El manejo de las crisis internacionales vividas por Chile, en 1974 y 1978, nos hablan de su capacidad para comprender las desastrosas consecuencias de una guerra externa, que prolongaría los antagonismos, impidiendo las posibilidades de desarrollo e integración, en un mundo que pronto sería globalizado.

Destaca, asimismo, su visión y compromiso –y el de la institución a su mando– con el progreso y desarrollo nacionales, materializando, entre otras, las trascendentales obras de la carretera longitudinal austral, gracias a su personal empeño y tenacidad, lo que permitió que hoy día se pueda ver consolidado el proyecto nacional de unir físicamente el territorio.

Significativo resulta además la concepción sobre la nueva división político-administrat iva del país. Ella dejó al descubierto la necesidad de que el Ejército contribuyera a superar la falta de desarrollo en las fronteras interiores, no sólo por medio de obras viales, sino que también con la ocupación física del territorio y el establecimiento de unidades militares en zonas aisladas.

En los últimos años de su carrera, como comandante en jefe, sentó las bases de lo que sería más adelante el proyecto de modernización institucional, especialmente respecto a los procesos educativos, de instrucción y a la incorporación definitiva de la mujer a la profesión militar.

De acuerdo a los preceptos establecidos en la constitución, hizo entrega de su cargo de comandante en jefe del Ejército el 10 de marzo de 1998, pasando a ser senador vitalicio.

En esta nueva etapa de su vida, ya retirado, debió enfrentar un conjunto de demandas y querellas judiciales derivadas de sus actos como gobernante; las que persistieron hasta el día de su deceso.

La situación de los derechos humanos constituye el aspecto más controvertido de su gestión. Él mismo, años después, se condolió por tanto sufrimiento. Más recientemente, en noviembre de 2006, asumió la responsabilidad política de todo lo obrado durante su gobierno.

El general Pinochet, murió sin haberse sustraído a la acción de los tribunales de justicia, de acuerdo al estado de derecho que rige en el país.

En tal sentido, y conforme a lo que sostuvo durante su detención en el reino unido, siempre reconoció la exclusiva competencia de los tribunales chilenos para juzgarlo.

En lo que toca al Ejército, nuestra posición, referida al respeto de los derechos humanos es bien conocida. Ésta ha sido establecida claramente por mis dos antecesores.

Como comandante en jefe del Ejército de todos los chilenos reafirmo hoy, absolutamente, dicha posición. Ésta ha permitido dar los pasos necesarios para avanzar en el esperado reencuentro de nuestra sociedad.

Distinguida Sra. Lucía, familia Pinochet-Hiriart, autoridades presentes, señoras y señores: Nos encontramos frente al féretro de un hombre que jugó uno de los papeles más gravitantes en la historia del Chile contemporáneo. Su obra deberá recorrer aún un largo camino para que surja una visión equilibrada y serena respecto de su actuación, con la nitidez que el bálsamo del tiempo da a la historia, para que ella realice, sin presiones ni premura, su edificante tarea aleccionadora.

Mientras ello no ocurra, los invito a que rescatemos, entre todos los chilenos, aquello que ya sabemos que nos une, evitando volver a repetir los errores del pasado, que tanto daño hicieron a nuestra sociedad.

En la hora de sus honras fúnebres, el Ejército reconoce en el general Pinochet a un soldado que amó grandemente a su patria. Fue este sentimiento el que inspiró siempre su vida militar. Esta verdadera pasión la reflejó, cuando expresó: “amo a Chile por sobre todas las cosas, y ni aún las más dolorosas circunstancias que deba enfrentar impedirán que, con toda la fuerza de mi espíritu, a la distancia, repita siempre, una y mil veces, ¡viva Chile!”

¡Augusto Pinochet Ugarte, Capitán General, ex Comandante en Jefe del Ejército: descansa en paz!

1 comentario

Leonardo Stumpff -

Chilenos deseamos lo peor a la familia de este dictador que trajo una epoca negra a chilenos enriqueciendo de paso a travez de corrupcion a su familia y amigos , nefasta experiencia para todos los chilenos honrados soportar esta dictadura , sus torturas y muerte.