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Matar o resucitar al patriarca

Matar o resucitar al patriarca

LA ENCRUCIJADA QUE AÚN DESVELA A LA DERECHA

Pese a la táctica de la Alianza de dejar en el pasado a Augusto Pinochet, el ataque cardíaco del ex dictador hizo que sus antiguos colaboradores, especialmente en la UDI, recuperaran la memoria y acudieran a manifestarle afecto al Hospital Militar. En RN, el ala dura también se hizo presente, mientras que los presidenciables no se sumaron al peregrinaje del pinochetismo.

La Nación

“En el fondo, el olvido es un

gran simulacro, nadie sabe ni puede

aunque quiera olvidar”.

(Mario Benedetti)

Ivonne Toro A.

“Hace mucho tiempo que ellos (los parlamentarios de la derecha) se marginaron como una estrategia política”, acusó taciturna Lucía Pinochet al referirse a la relación de su progenitor con los partidos de la Alianza. La imputación de la hija del general (R) no es gratuita. La oposición ha intentado, luego del retorno del militar de su detención en Londres el 2000, desligarse de la polémica figura de Augusto Pinochet, bajo cuyo alero surgieron los parlamentarios más emblemáticos de la UDI y parte importante de la camada de RN. Esta semana, sin embargo, la memoria atrincheró a los otrora colaboradores del régimen y, pese a que el ex gobernante de facto está procesado por violaciones de los derechos humanos y delitos financieros en el caso Riggs, el linaje político del “Tata” retornó al hogar, convocados todos ellos por la delicada salud del patriarca. El ataque al miocardio de Pinochet motivó no sólo una intervención quirúrgica que le permitió al ex comandante en jefe del Ejército salvar con vida a los 91 años, sino que también fue una operación a tajo abierto al corazón de la derecha. Esta última cirugía dio cuenta de que en la Alianza el ventrículo diestro del músculo cardíaco, más allá de las tácticas de distanciamiento, todavía late al ritmo del hombre que encabezó el golpe de Estado de 1973.

La peregrinación al Hospital Militar –impensada en época de campaña, cuando los dos abanderados aliancistas se declararon lejanos a Pinochet, e incluso, en el caso del gremialista, Joaquín Lavín, arrepentido de haber votado “Sí” en el plebiscito de 1988– se inició el lunes temprano y siguió durante toda la semana. A nadie sorprendió que acudiera el diputado Iván Moreira –el único legislador que siempre se ha mantenido al alero del nonagenario castrense y que fue bien recibido por la horda pequeña de pinochetistas que se apostó en las afueras del recinto clínico–, pero la concurrencia del ex vocero, el diputado Patricio Melero (que fue alcalde designado en Pudahuel), sí causó asombro. Luego, hubo nuevas visitas: el senador y ex timonel Jovino Novoa (subsecretario de Gobierno entre 1979 y 1982) acompañado del diputado José Antonio Kast y del presidente de las Nuevas Generaciones, José Luis Uriarte.

Quizás esta fue la mayor muestra de que en la UDI –a diferencia de lo que ocurre en RN, donde se aprecian dos corrientes contrapuestas respecto de Pinochet– el afecto hacia el anciano que en las décadas del ’70 y el ’80 escribió el capítulo más oscuro en la historia, en lo que a garantías fundamentales se refiere, pretende permanecer en el tiempo y transmitirse a la juventud gremialista.

Novoa dijo, tras su permanencia en el Hospital Militar, que al estar atento a la evolución de Pinochet representaba “a la mayoría de los partidarios de la UDI”. Melero acotó que “en la UDI hay mucha gente que le tiene cariño y gratitud a Pinochet”, especialmente aquellos que fueron parte de su mandato. Incluso, el portavoz de la colectividad hasta julio de este año aseveró que en su partido hay claridad respecto de que Pinochet (que pese a todos los juicios en sus contra aún no tiene una sentencia condenatoria) es merecedor de funerales de Estado.

“Pinochet fue comandante en jefe del Ejército, fue Presidente de la República y creo que intervenir en eso, en su funeral, es generar una afrenta y denostar a instituciones armadas y a un porcentaje importante de chilenos que conocieron de su Gobierno y de su obra y que fueron partidarios de él”, dijo Melero a La Nación.

La directiva partidaria, encabezada por Hernán Larraín, ha dejado, al igual que la cúpula de RN, en libertad de acción a sus militantes. La idea es no hacer de Pinochet un tema institucional, aunque en el caso del gremialismo los más importantes dirigentes –Melero y Novoa forman parte de la elite de la entidad– demuestren sin tapujos su apego a Pinochet y den cuenta que es un gran simulacro la teoría de que la Alianza está absolutamente desvinculada de su ayer.

EL SILENCIO DE LONGUEIRA Y LA DUALIDAD DE RN

De la hora y media de conversación entre el senador y eventual presidenciable de la UDI, Pablo Longueira, y el seguro candidato de RN, Sebastián Piñera, en la histórica cumbre de abuenamiento del jueves pasado, al menos 10 minutos estuvieron dedicados a Pinochet. La situación de los dos aspirantes a La Moneda 2009 en este tópico es diferente. Mientras Piñera ha vociferado que votó por el “No” y ha subrayado esa opción como una especie de diploma de demócrata, Longueira desde siempre ha estado cuadrado en las filas de la UDI. Fue presidente de la FECH en 1981 y forma parte del comité fundador de la tienda aliancista, que creció a la sombra del ex dictador. Pero Longueira, esta vez, no ha ido a ver a Pinochet porque no le conviene. Conocido es que la visita de Lavín a Pinochet cuando éste permaneció en Inglaterra fue utilizada en su contra durante los comicios, y el representante de Santiago Oriente –que debe batallar contra el rechazo que genera en la población– no quiere un lastre innecesario en su campaña, que ya inició. Ni siquiera se ha pronunciado en torno a la materia que centró el interés nacional durante los últimos días.

La posición de Piñera es más sencilla. “Como cristiano espero que el general Pinochet sea acogido dentro de la inmensa misericordia de Dios, igual como quiero esa misma misericordia para todos nosotros”, es lo único que dijo al respecto, y, ante la ausencia de nexos directos con el militar, sabe que puede callar.

Distinto es el caso del senador RN Sergio Romero, líder del ala conservadora y que estuvo presente en el lanzamiento del libro de María Soledad Olave, esposa de Marco Antonio Pinochet, instancia en que declaró su solidaridad hacia la familia. Sus pares Carlos Kuschel y Baldo Prokurica también fueron a ponerse al tanto de la convalecencia del longevo militar. Prokurica fue gobernador de la provincia de Huasco e intendente (S) de Atacama, de ahí el lazo con el enfermo más famoso del país, nexos que también ostenta el diputado Maximiano Errázuriz, agregado cultural de la administración pinochetista en Europa, y Alberto Cardemil, ex subsecretario del Interior.

“NUNCA ESCUPA AL CIELO”

Otros, como el senador Alberto Espina, aseguran no tener ataduras, pese a que el legislador fue parte de la comitiva chilena que llegó hasta la casa de Virginia Waters cuando los miembros de la Audiencia Nacional de España Manuel García Castellón y Baltasar Garzón pidieron extraditar a Pinochet por los asesinatos y desapariciones de ciudadanos españoles. “Fue por un asunto de soberanía”, se defiende Espina por este episodio, al tiempo que comenta que en ningún caso acudirá al funeral, porque no es su amigo ni formó parte de su equipo, y porque está involucrado en crímenes de lesa humanidad y delitos financieros. Aun así, asegura, el ex dictador debería recibir honores de Mandatario.

Esta dualidad ha sido tradicional en el legislador de la IX Región. En 1991, y en medio de la indagación de los pinocheques –los tres documentos por casi tres millones de dólares que recibió Augusto Pinochet Hiriart por parte del Ejército–, Espina, que formaba parte de la comisión investigadora de la cámara baja, logró conversar con el entonces comandante en jefe del Ejército sobre las irregularidades en las que estaba involucrado el más díscolo del clan Pinochet. El parlamentario fue recibido el 4 de enero en la residencia de Bucalemu, y en la ocasión, según relata Ascanio Cavallo en “La historia oculta de la transición”, Espina instó a su interlocutor a defenderse por el evidente vínculo con la defraudación al Estado. Obtuvo sólo el teléfono de Augusto Jr. y una advertencia de Pinochet sobre la prole: “Nunca escupa al cielo, Alberto”.

Tal vez esta es la lección que han asumido esta semana los dirigentes aliancistas que formaron parte del régimen militar y que, más allá de la estrategia de sepultar el pasado, llegaron a ver a Pinochet simplemente porque le tienen “cariño”, como reconoce el diputado Melero. Los “hijos políticos” del gobernante que más división genera en el país han optado por admitir su pasado y no escupir al cielo.

Sin embargo, los legisladores más jóvenes, sobre todo los de RN, ven el asunto desde la butaca. El diputado Cristián Monckeberg asegura que para él y sus pares, como Karla Rubilar y Francisco Chahuán, Pinochet es “un tema superado, muy del pasado”.

“Cuando un hijo mío me preguntó por Pinochet le conté que fue una persona que tuvo un Gobierno con aciertos económicos, pero que cometió muchos errores, y que las fallas fueron muchísimo más importantes que los logros. Él no respetó el derecho a la vida, en su mandato se produjo la desaparición de muchas personas y nada positivo está por sobre eso. Nada”, reflexiona, evidenciado el otro lado del corazón de la derecha.


DE LEJITOS DURANTE LAS CAMPAÑAS

En mayo de 2005, el candidato presidencial de la UDI, Joaquín Lavín, sorprendió al mundo político y a su propia tienda al marcar el momento de mayor tensión entre el gremialismo y la figura de Augusto Pinochet. Al ser consultado sobre su apoyo al “Sí” en 1988, el que fuera colaborador del régimen militar adujo que con los antecedentes actuales habría votado “No”. Luego, agregó que sentía una “desafectación profunda” de la administración pinochetista, una “lejanía cada vez mayor” de Pinochet, la que refrendó en septiembre de este año cuando instó a los colaboradores civiles del Gobierno de facto a pedir perdón por las “anteojeras ideológicas” que facilitaron las violaciones a los derechos humanos.

Sebastián Piñera, de RN, también ha dejado en claro que no se siente cercano al pinochetismo. En enero, durante un debate con la actual Presidenta, Michelle Bachelet, subrayó que, junto con el Presidente Salvador Allende, Pinochet es, a su juicio, uno de los peores gobernantes de la historia. “Augusto Pinochet, si bien le reconozco sus logros en modernizaciones, tampoco fue un buen Presidente de acuerdo a mi criterio, porque no respetó los derechos humanos y porque interrumpió la democracia y las libertades en nuestro país, que para mí, como demócrata y libertario, son sagradas”, dijo.

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