Un nuevo prisionero político en democracia
Chile: Waikilaf Cadin Calfunao, estudiante universitario
Por Andrés Bianque / AZKINTUW
Waikiman Cadín Calfunao
(foto: MAPUNDIAL)
Colocar a un prisionero político a cientos de kilómetros de su comunidad, no es más que una antigua práctica de la Dictadura llamada “Relegamiento”. Relegar a una persona con la intención de romper su natural balance social y cultural. Este traslado lleva como objeto el tratar de desarticular el movimiento social, “quebrar” el espíritu de los afectados.
El 31 de julio de 2006, la policía chilena, transformada una vez más en guardaespaldas de corte gansteril, custodiaban y celaban a un grupo de Trabajadores pertenecientes a la empresa de electricidad, Frontel, los cuales se adentraron en Territorio Mapuche para talar árboles al interior de la comunidad Juan Paillalef. En la trifulca, fue detenido el Estudiante de Derecho, Waikilaf Cadín Calfunao, el cual fue conducido a la Comisaría de Temuko, lugar en el cual fue agredido brutalmente por personal de Carabineros de Chile.
Con fecha 9 de agosto, se le formalizó por distintos cargos, otorgándosele la libertad, pero dejándolo con las medidas cautelares de arraigo nacional y arresto domiciliario. El día 17 de Agosto se presentó voluntariamente en el Juzgado, siendo detenido y trasladado como prisionero a la Cárcel de Temuko. En dicho lugar fue confinado a una celda de pésimas condiciones y que violaba todas las normas básicas para con un ser humano.
El 29 de Agosto, entre 10 valientes gendarmes se dieron a la tarea de darle una nueva golpiza. Al próximo día nuevamente se le agredió y amenazó de muerte delante de su madre, la dirigenta Juana Calfunao. El 8 de Octubre comenzó una huelga de hambre seca, es decir ni siquiera agua para beber, con la peligrosidad que esto conlleva, en demanda de sus derechos violados de manera cotidiana. En ese estado fue acusado de agredir a dos “indefensos gendarmes”, motivo por el cual fue trasladado finalmente a la Cárcel de Alta Seguridad (CAS), en Santiago.
Saltándome lo obvio, le pregunto a Juana Calfunao qué sienta ella como madre respecto a su hijo detenido. Me responde y su voz suena como una Araucaria herida, como si el colmillo del hacha le mordiera también su garganta austral. El reflejo de su voz, no es más que el espejo de una sociedad brutal, inhumana y racista. Y es espejo roto que va cortando la sociedad en trozos ensangrentados, trozos que brillan y relucen y fulguran ante ciertos señores de talla conocida y popular.
Ella hace esfuerzos por no llorar, está tremendamente preocupada, teme que algo terrible le ocurra a su hijo. Teme por su vida. El hijo de Juana, Waikilaf Cadín Calfunao ha sido trasladado a la Cárcel de Alta Seguridad. A falta de Cepo, le encadenaron y esposaron al camión de gendarmería en el cual sería trasladado a Santiago. La autoridad, a sabiendas de lo amañado del caso, de los constantes reclamos por parte de la comunidad, de la constante visita de Juana a la cárcel, de la solidaridad demostrada por cientos de amigos, decide en forma arbitraria levantar un cerco de distancia remota para acallar a los que no callan.
“No queremos mas represión”
“Mi hijo está ahora a 850 kilómetros lejos de mi”, me dice Juana, y la voz ahora se le escucha ágil y expeditiva. “No hay lugar en este mundo al cual yo no iría a ver a mi hijo. Toda la Comunidad Juan Paillalef está conmocionada por lo que está ocurriendo, vivimos con miedo, peor que en dictadura, oímos pasos en las noches y el corazón se acelera. Aquí no ha habido ninguna voluntad política de solucionar los problemas de los mapuches. La presidenta de Chile no ha hecho el más mínimo esfuerzo real de ayudar a nuestro Pueblo. Diputados, senadores han engañado a nuestra Población, han venido sólo como “palos blancos” a buscar votos, a buscar sus propios intereses”, señala.
“Los Mapuches no queremos más represión, no queremos más muertos, no queremos más abusos, queremos Justicia, queremos vivir en paz en nuestras tierras. Mi hijo no ha sido ni siquiera aún juzgado, se le envía a la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) y el es sólo un muchacho, es un comunero honesto y valiente que ha defendido nuestra tierra. El gobierno pretende hacer creer a la opinión pública que es un delincuente, un vulgar bandido. Porque para el Gobierno, cualquiera que defienda sus derechos es un delincuente. El es alumno de 3er año de Derecho, estudia en la Universidad Autónoma de Temuko', señala.
A medida que se va decantando su voz, me recorre un escalofrío. La policía la ha golpeado en innumerables ocasiones, siendo la más horrible, aquella que le provocó un aborto a fuerza de patadas policiales, esa violencia contra las mujeres es fomentada y autorizada por el Gobierno de la Concertación, ahí si es legal golpear a una mujer, la Ley en Chile es un patético simulacro. Pero a pesar de robarle sus enseres, de quemar sus pertenencias, de humillarla, de desvestirla y manosearla, de burlarse de ella, de denigrarla con insultos racistas y discriminatorios no han podido doblegarla.
Pero está vez, el Gobierno de Chile, impotente cual conquistador experto en pillaje, modifica la estrategia. Pretenden romper y destruir a una familia, a esta Humilde India, encarcelando, torturando y azotando a su hijo… Hay que ser muy ruin, muy bajo, muy desgraciado, muy infame para atacar a una mujer a través de su hijos. La desesperación y la angustia sabotean el edificio altivo de esta mujer guerrera. Le digo que se calme, que se serene, que somos muchos los que solidarizamos con su hijo, con el Pueblo Mapuche, con la justicia. Que no haga nada tonto, que no se rinda, que esto se va a solucionar.
Estudiantes y Universitarios están al corriente de los hechos, que ellos están realizando actos y propaganda solidarizando y exigiendo la Libertad de este Nuevo Preso Político Mapuche. Que Amnistía Internacional sabe del asunto, que muchos conglomerados, colectivos y organizaciones de izquierda están al tanto. Juana Calfunao pide ayuda para su Comunidad. Que se le envíen muestras de apoyo, de solidaridad, que se sienta que no están solos. Que ellos, que ella, muchas veces ni siquiera tienen dinero para tomar un bus e ir a la ciudad. Mucho menos como para luchar contra los medios de comunicación. Cruza sus manos una y otra vez como es su costumbre, muerde sus labios y me regala una sonrisa.
A renglón seguido converso con Elizabeth Antilef, vocera del joven prisionero político. Ella me cuenta que visitó a Waikilaf al día siguiente de su llegada a la Cárcel de Alta Seguridad, en Santiago de Chile. “Hasta el momento no ha podido ser visto por un Médico independiente, no sabemos su verdadero estado de salud. Presenta demasiados hematomas, heridas y quemaduras. No sabemos como se le está atendiendo. Lo encontré sentado sobre una silla, no sentado, sino sobre ella, en posición fetal, como un animalito indefenso”, relata.
“Lo saludé y me abrazó en forma instintiva. Y en forma instintiva se levantó su polera y me mostró las quemaduras que aún tiene en su espalda. Y los incontables moretones sobre su cuerpo. Me contó que lo arrojaron boca abajo, de bruces en un camión policial, como le pusieron grilletes en sus pies, ví sus tobillos destrozados, la muñecas azules y cortadas de esposas apretadas al máximo. En el trayecto de 9 horas, desde Temuko hasta Santiago, se orinó y vomitó una y otra vez. Como aceleraban el vehículo y frenaban bruscamente y la inercia lo azotaba contra la pared metálica del camión”, me dice.
Relegamiento político
Waikilaf, cuando estuvo detenido en la Cárcel de Temuko, comenzó a colaborar y ayudar a la organización de los presos al interior del penal. Esto fue visto con ojos iracundos por gendarmería y, coludidos con un par de reos comunes, bajo promesas de favores, prebendas y otros, procedieron a arrojar agua hirviendo sobre la espalada del joven de 23 años, como escarmiento y mensaje para otros mapuches.
Los agentes de la CNI, la Policía Política de la Dictadura de Pinochet que no encontraron trabajo en el Gobierno de la Concertación les va de maravillas en territorio mapuche. Allí, pagados por latifundistas, lavando dinero de forestales como Mininco S.A., han conformado grupos para-militares que junto a la Policía Chilena (sus antiguos camaradas de armas) se dan ingenio para acosar, amedrentar, intimidar, golpear, saquear, asesinar y robar a las comunidades mapuches.
Waikilaf fue trasladado el día 17 de Octubre a la CAS, pero el día 20 del mismo mes debía presentarse a Tribunales por el juicio que se tramita en su contra. El estado de Derecho del Cual el Gobierno de la Concertación se ufana, fue simplemente pasado por alto, contraviniendo y contradiciendo la nueva reforma de Procedimientos Penales. Es decir, existen causas indiscutibles de tintes políticos en su traslado.
El alejarlo de su entorno, y colocarlo a cientos de kilómetros de su comunidad, no es más que una antigua práctica de la Dictadura llamada “Relegamiento”. Relegar a una persona con la intención de romper su natural balance social y cultural. Este traslado, como el de Juan Patricio Marileo, (otro prisionero político mapuche, condenado por Ley Antiterrorista) lleva como objeto el tratar de desarticular el movimiento social, “quebrar” el espíritu de los afectados y como de costumbre, servir de ejemplo tétrico contra aquellos que sigan o avalen sus pasos.
Los Gobiernos de la Concertación han vendido territorio mapuche a trasnacionales. Y no sólo han vendido algo que no les pertenece, sino que además han vendido nuestra patria prometiendo a esas grandes empresas que no se preocupen por los vernáculos que las habitan. Que el Gobierno de Chile pondrá la Fuerza Pública, Jurídica, Económica y Comunicacional en resguardo de las tierras compradas.
Entonces, detrás de las miradas de asco por parte de los grandes señores a un montón de indios, detrás de los insultos racistas de la Policía, detrás de un Poder Judicial corrupto, descarado y manejable, detrás del incesante repicar de campanas comunicacionales que tañen lo “violentos y subversivos” que son los mapuches. El Pueblo Mapuche, entre ellos, la Comunidad Juan Paillalef, han decidido levantarse y luchar en contra de tanto oprobio, saqueo depredación, sicarios y mercenarios de todos los colores llegados a su mítica Tierra.
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