Hace 30 mil años el alerce enfrentó su primera gran catástrofe
Foto: Playa entre Puntas Pirquén y Choen, costa oriental de Chiloé, donde existen depósitos con troncos subfósiles de alerce y ciprés de las Guaitecas que subyacen a la capa orgánica estudiada en el trabajo de la doctora Carolina Villagrán.
¿Podría imaginarse usted el Seno de Reloncaví y el actual mar interior que une Chiloé con la Provincia de Palena, sin agua?
Pues bien, es posible que alguna vez tales áreas -hoy marítimas por excelencia- hace ya decenas de miles de años hubiesen sido valles profundos, alfombrados de espesos bosques, que crecían sobre terrenos pantanosos y plagados en toda su extensión de lagos y lagunas.
Un paisaje así inimaginable para el hombre y la mujer actuales, es sugerido por la doctora Carolina Villagrán, prolífica palinóloga que durante años ha estudiado el origen y evolución de los bosques del sur de nuestro país. En su libro "Historia glacial de dos coníferas milenarias: el alerce y el ciprés de las Guaitecas" -de didáctico y ameno desarrollo- la especialista entrega el resultado del trabajo que ha realizado en terreno en los últimos cinco años junto al experto argentino Rodrigo Casanova, y que ha sido editado por la Corporación Nacional Forestal de la Región de Los Lagos.
Para arribar a tan novedosas como sorprendentes conclusiones, la experta se ha basado en sus observaciones de los bosques de alerces y cipreses que sobreviven en la Región, y en especial en los individuos en estado subfosilizado que se encuentran en el Seno de Reloncaví -Pelluhuín e Isla Tenglo particularmente- así como en el este y norte de la isla de Chiloé.
Con arreglo a tales observaciones, y tomando en cuenta los estudios geológicos existentes sobre la Región y los análisis de laboratorio, ha deducido que la dispersión actual de estos bosques -alerce especialmente, cuyas comunidades aparecen como islas en ambas cordilleras y en la depresión central- constituye una clara huella de que alguna vez dominaron ampliamente toda el área de la depresión central. Por alguna causa catastrófica la especie vegetal tuvo que abandonar dicho hábitat, emigrando y colonizando más tarde lugares que hoy parecen inhóspitos, como lo son las montañas cordilleranas. La prueba de que así fue como sucedió, son los restos subfósiles hallados en las áreas ya mencionadas.
Villagrán cree que los densos bosques de alerce y cipreses de las Guaitecas dominaron el paisaje de la depresión central de nuestra zona en el periodo que abarca entre los 50 mil años y los 30 mil años AP. En el cual la Glaciación Llanquihue experimentó un retroceso a raíz del aumento de las temperaturas.
"Los bosques pudieron desplegarse en el fondo de lo que hoy son el Seno de Reloncaví y el mar interior de Chiloé debido al enorme descenso de los mares que provocó el avance de los hielos", sostiene la científica.
Allí se dieron las condiciones para que en gran parte del Seno de Reloncaví y el mar interior chilote apareciera descubierto de mar un terreno fangoso y con muchos lagos o lagunas, donde florecieron los alerces por varios miles de años. La experta cree, incluso, que Chiloé estuvo unida a la actual Provincia de Palena por tierra y no por mar como en la actualidad. Y ahí había mucho alerce y ciprés. Esta posibilidad pudo haberse dado a la latitud que ocupa la comuna de Quinchao.
LLEGA LA CATASTROFE
Sin embargo, la Glaciación Llanquihue -que había comenzado hace 70 mil años y declinado alrededor de los 50 mil años- se intensificó nuevamente a partir de los 30 mil años AP y los hielos volvieron a cubrir las extensas áreas del Seno del Reloncaví y del mar interior chilote. Los valles se llenaron de millones de toneladas de hielo, arrasando con los bosques de alerce y ciprés.
El fenómeno constituyó una de las más grandes catástrofes naturales que ha experimentado nuestra Región y el alerce ya estaba allí para pagarlo con su vida.
Debido a las cualidades de sus semillas y extraordinaria capacidad de adaptación, el alerce sobrevivió buscando hábitat más amigables, como fueron la cordillera de la Costa. Hasta ahí no llegarían los hielos mortales.
Hace 14 mil años la Glaciación Llanquihue comenzó su retroceso definitivo y los hielos se fueron; pero los espacios que dejaron fueron cubiertos por el mar. Se estima que hace ya 10 mil años el paisaje actual adquiriría la configuración que ha predominado hasta hoy. El alerce y el ciprés entonces volvieron al valle y conquistaron las montañas andinas.
Pero entre los siglos XIX y XXI -y esto es de nuestra cosecha- el hombre apareció abruptamente por la zona y cual poderosa glaciación se dejó caer sobre el alerce, con el resultado que todos conocemos hoy.
Hasta es medicinal
La doctora Carolina Villagrán nos enseña en su libro que el alerce o lahual es un árbol gigantesco, con hasta 50 m. de altura y m. de diámetro en la base de los troncos, con un crecimiento en grosor muy lento. Estos árboles son muy longevos -el segundo después del pinus longaeva- con edades que pueden llegar hasta 3 mil 500 años.
El tocón de árbol más famoso de Chile -revela- es la "Silla del Presidente" que se encuentra en la estación Alerce, cerca de Puerto Montt. Tiene una circunferencia de 12,5 m y alcanzó a vivir entre 3300 y 3400 años.
Destaca igualmente, que en medicina casera el alerce es apreciado como carbón para hacer azúcar quemada, contra infecciones estomacales y diarreas rebeldes. Para tratar heridas enconadas se hace carbón y se aplica como polvillo. Las hojas son purgantes y se aplican a las inflamaciones. Los conos del alerce se emplean como estimulantes, diuréticos y antiescorbúticos. También hacen efecto en bronquios, catarros y enfermedades crónicas cutáneas. Su resina se usa en baños contra el reumatismo, heridas, llagas y golpes.
Por MILTON VARGAS L.
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