Chile se ha despertado caminando por las nuevas y amplias alamedas
Chile se ha despertado caminando por las nuevas y amplias alamedas, abiertas en el anhelo y en las expectativas de su gente. El nuevo gobierno tiene la tarea de hacer realidad su compromiso para abrirlas y poner en camino los nuevos desafíos en esta historia ?
Por Mario Miguel González Valdés maminigonzaval@yahoo.es
El 11 de marzo 2006 ha sido una larga y significativa jornada en las expectativas y en la esperanza de la gran mayoría de los chilenos, en especial de sus mujeres.
La mañana despertaba en La Moneda con la partida del Presidente Lagos, aclamado por una multitud agradecida de su labor en el gobierno. a popularidad del Presidente estaba simbolizada en toda esa gente que vino y fue a saludarle en los alrededores del palacio y por las calles donde iba a dirigirse a Valparaíso, para entregar su gobierno.
Su popularidad, es mucho mayor que sus propios éxitos. Nunca antes un presidente, en la historia contemporánea, no solo de Chile, si no que en el mundo también, había llegado a cuotas tan altas, l final de algún gobierno o mandato. Sin duda era y es el nacimiento de un gran mito o de una significativa leyenda viviente.
El día se anunciaba diferente. Especial. No era ni sábado, ni final de verano. La multitudinaria alegría inundaba las calles, anunciando que ese 11 de marzo 2006, iba a ser otra cosa. Parecía que Chile despertaba en medio de una larga noche. Nunca en la reciente memoria del país, se había visto esa desbordada alegría y esas multitudes despidiendo a su presidente. Era el día que toda esa gente lo hacían entrar, y entraba también, en la historia. El día que Chile y los chilenos, esperaban desde tanto tiempo.
Gracias Presidente. Solo es el inicio de una leyenda. El comienzo de la apertura de aquellas grandes alamedas y de ese cambio que empieza a vislumbrarse a lo largo y ancho de Chile. También el término, de una época donde Chile quería y buscaba reencontrarse con su propio destino.
El camino sigue, y la historia, como decía Salvador Allende, la hacen los pueblos. Es ese pueblo que salió a la calle anunciando su cita histórica con su futuro.
No sólo, este 11 de marzo, era el del cambio de un gobierno, ni la despedida de un presidente, ni la llegada de una mujer a la presidencia. Es el anuncio inequívoco, de y para un nuevo tiempo. Me recordaba, mirando esa entusiasta multitud, unos versos de una canción cantada en Chile, por allá en los comienzos de los setenta "...porqué esta vez no se trata, de cambiar un presidente..."
El traspaso del mando presidencial es un cambio de orientación en la actual política chilena. El fin de una época y el comienzo de una nueva historia, más amplia para la convivencia y hacia una anhelada reconciliación nacional. El camino ha quedado abierto y no queda más que cumplir en esas expectativas, en esas esperanzas abiertas, despertadas, en la gran mayoría de los chilenos.
“El pasado es pasado y no lo olvidaremos nunca..." Hoy, es un presente y es un futuro., sin olvidos. Mucho ha costado llegar hasta hoy. Mucho ha sido el esfuerzo, y demasiado doloroso, el precio pagado en el tiempo reciente. Por ello la ilusión despertada, la de un verdadero sueño reflejado en los rostros y en la alegría de esas multitudes que han salido a saludar, y a esperar, la llegada de Michelle Bachelet a la presidencia.
Chile se hizo una gran fiesta y en él, soplan vientos distintos. Vientos de dignidad, de justicia, de democracia y de libertad.
Acá lejos, al otro lado del mundo, donde el duro invierno se resiste en partir y la primavera en venir, veíamos las impresionantes y contagiosas imágenes de la TV Chile Internacional y de Telesur, al igual que los reportajes en las diferentes noticiarios en las TV locales, mostrando e informando, la llegada y la investidura de nuestra presidente a la cabeza de nuestro país. Su entrada triunfal por la Alameda camino a La Moneda.
Que ganas, que deseos haber estado ahí. Seguro que en medio de la euforia colectiva, no me habría dado cuenta, al oír las palabras de la nueva y flamante presidente, desde los balcones de palacio gubernamental, el haber olvidado, omitiendo, el recuerdo de ese casi millón de chilenos que seguimos viviendo fuera del país, en las mil fronteras de la imaginaria e inexistente XIV Región. Ninguna palabra. Una lástima, porque Chile también somos nosotros y nuestro país, también es el nuestro.
Chile. Sigue viviendo su verano de alegrías. El otoño tiene aún tiempo para pedir su paso. Acá lejos, en el frío invierno seguiremos transitando en las heladas avenidas del olvido, abrigado por la ilusión de ver a miles de compatriotas, y una gran cantidad de mujeres, participando en la llegada de este nuevo tiempo donde ellas, y ellos, chilenos todos, esperan cristalizar sus propias esperanzas., sus anheladas expectativas, donde " no habrá ciudadanos olvidados " y donde también esperamos, o desearemos, que la tierra de nuestras raíces, no se aleje ,en nuestra multiplicada geografía exterior.
Soplan vientos distintos. Chile, sin duda, por fin parece despertar de sus largos años de transición, recuperando su dignidad. Las alamedas están y han quedado abiertas para comprometerse con la historia y con su inmediato futuro, el que con su propio presente se ha puesto en marcha.
Por Mario Miguel González Valdés maminigonzaval@yahoo.es
El 11 de marzo 2006 ha sido una larga y significativa jornada en las expectativas y en la esperanza de la gran mayoría de los chilenos, en especial de sus mujeres.
La mañana despertaba en La Moneda con la partida del Presidente Lagos, aclamado por una multitud agradecida de su labor en el gobierno. a popularidad del Presidente estaba simbolizada en toda esa gente que vino y fue a saludarle en los alrededores del palacio y por las calles donde iba a dirigirse a Valparaíso, para entregar su gobierno.
Su popularidad, es mucho mayor que sus propios éxitos. Nunca antes un presidente, en la historia contemporánea, no solo de Chile, si no que en el mundo también, había llegado a cuotas tan altas, l final de algún gobierno o mandato. Sin duda era y es el nacimiento de un gran mito o de una significativa leyenda viviente.
El día se anunciaba diferente. Especial. No era ni sábado, ni final de verano. La multitudinaria alegría inundaba las calles, anunciando que ese 11 de marzo 2006, iba a ser otra cosa. Parecía que Chile despertaba en medio de una larga noche. Nunca en la reciente memoria del país, se había visto esa desbordada alegría y esas multitudes despidiendo a su presidente. Era el día que toda esa gente lo hacían entrar, y entraba también, en la historia. El día que Chile y los chilenos, esperaban desde tanto tiempo.
Gracias Presidente. Solo es el inicio de una leyenda. El comienzo de la apertura de aquellas grandes alamedas y de ese cambio que empieza a vislumbrarse a lo largo y ancho de Chile. También el término, de una época donde Chile quería y buscaba reencontrarse con su propio destino.
El camino sigue, y la historia, como decía Salvador Allende, la hacen los pueblos. Es ese pueblo que salió a la calle anunciando su cita histórica con su futuro.
No sólo, este 11 de marzo, era el del cambio de un gobierno, ni la despedida de un presidente, ni la llegada de una mujer a la presidencia. Es el anuncio inequívoco, de y para un nuevo tiempo. Me recordaba, mirando esa entusiasta multitud, unos versos de una canción cantada en Chile, por allá en los comienzos de los setenta "...porqué esta vez no se trata, de cambiar un presidente..."
El traspaso del mando presidencial es un cambio de orientación en la actual política chilena. El fin de una época y el comienzo de una nueva historia, más amplia para la convivencia y hacia una anhelada reconciliación nacional. El camino ha quedado abierto y no queda más que cumplir en esas expectativas, en esas esperanzas abiertas, despertadas, en la gran mayoría de los chilenos.
“El pasado es pasado y no lo olvidaremos nunca..." Hoy, es un presente y es un futuro., sin olvidos. Mucho ha costado llegar hasta hoy. Mucho ha sido el esfuerzo, y demasiado doloroso, el precio pagado en el tiempo reciente. Por ello la ilusión despertada, la de un verdadero sueño reflejado en los rostros y en la alegría de esas multitudes que han salido a saludar, y a esperar, la llegada de Michelle Bachelet a la presidencia.
Chile se hizo una gran fiesta y en él, soplan vientos distintos. Vientos de dignidad, de justicia, de democracia y de libertad.
Acá lejos, al otro lado del mundo, donde el duro invierno se resiste en partir y la primavera en venir, veíamos las impresionantes y contagiosas imágenes de la TV Chile Internacional y de Telesur, al igual que los reportajes en las diferentes noticiarios en las TV locales, mostrando e informando, la llegada y la investidura de nuestra presidente a la cabeza de nuestro país. Su entrada triunfal por la Alameda camino a La Moneda.
Que ganas, que deseos haber estado ahí. Seguro que en medio de la euforia colectiva, no me habría dado cuenta, al oír las palabras de la nueva y flamante presidente, desde los balcones de palacio gubernamental, el haber olvidado, omitiendo, el recuerdo de ese casi millón de chilenos que seguimos viviendo fuera del país, en las mil fronteras de la imaginaria e inexistente XIV Región. Ninguna palabra. Una lástima, porque Chile también somos nosotros y nuestro país, también es el nuestro.
Chile. Sigue viviendo su verano de alegrías. El otoño tiene aún tiempo para pedir su paso. Acá lejos, en el frío invierno seguiremos transitando en las heladas avenidas del olvido, abrigado por la ilusión de ver a miles de compatriotas, y una gran cantidad de mujeres, participando en la llegada de este nuevo tiempo donde ellas, y ellos, chilenos todos, esperan cristalizar sus propias esperanzas., sus anheladas expectativas, donde " no habrá ciudadanos olvidados " y donde también esperamos, o desearemos, que la tierra de nuestras raíces, no se aleje ,en nuestra multiplicada geografía exterior.
Soplan vientos distintos. Chile, sin duda, por fin parece despertar de sus largos años de transición, recuperando su dignidad. Las alamedas están y han quedado abiertas para comprometerse con la historia y con su inmediato futuro, el que con su propio presente se ha puesto en marcha.
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