Asesino y ladrón del siglo XX : ¿el juicio que la historia reserva a Pinochet?
"Asesino" y "ladron" son las palabras que más repiten personajes como Andrés Wood y Pía Barros al evaluar cómo pasará a la historia el ex dictador de 90 años. El sociólogo Manuel Antonio Garretón lo compara con Hitler, mientras que el historiador Alfredo Jocelyn Holt asegura que "hay Pinochet para rato".
Por Angélica Meneses - www.lanacion.cl
Cuando el 19 de agosto de 1998 Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, a la sazón senador autodesignado, selló con el entonces Presidente de la Cámara Alta Andrés Zaldívar el pacto que derogó el feriado del 11 de septiembre y dio vida al breve festivo del “Día de la Unidad Nacional”, estaba convencido que daba un nuevo y generoso paso para inscribirse a la historia como el O’Higgins del nuevo siglo.
Se sentía un salvador de la patria, listo para ser recompensado con un retiro honroso, luego de haber sido el gestor de un régimen fundacional. Pero el año terminó con él detenido en Londres por violaciones a los derechos humanos, y ese fue el inicio de un largo proceso de deterioro de su figura y su obra, salpicada a la sazón por sus procesamientos por delitos tributarios, falsificación de pasaportes en el caso Riggs, y por la desaparición de seis de las 119 víctimas de la Operación Colombo.
Intelectuales y artistas miran con interés este proceso y se preguntan cómo pasará a la historia Pinochet. “Ladrón” y “asesino”, son las dos palabras que más se repiten en su cumpleaños número 90, pero otros apuestan a que aún no es tiempo de ponerle la lapida.
El cineasta y creador de “Machuca”, Andrés Wood, sostiene que “gracias a dios Pinochet pasa a la historia como debe ser, como un asesino y ladrón, y como un gran cobarde”. Y todo ello, apunta, gracias a su longevidad, por lo que “agradezco que se haya alimentado bien durante la dictadura, porque estuvo a punto de pasar a la historia como otra persona”.
Coincidente con este criterio, la poeta Pía Barros augura que el ex militar está pasando a la historia “como un asesino y un ladrón simplemente. Por suerte no hay más vuelta que darle y todo lo que se pretendió originalmente ya lo destruyó el caso Riggs, en el sentido que la derecha asumía que había sido un dictador pero que no había robado, y ahora tenemos que además de asesino y dictador, fue un ladrón de poca monta y rasca más encima”.
El músico Horacio Salinas, ex Inti Illimani, plantea que los anales del tiempo recordarán a Pinochet “como la persona que desde hace más de 30 años nosotros sospechábamos que era, o sea un traidor, un ladrón y no se me ocurre un calificativo más terrible, amén que fue quien ordenó todos los crímenes que se cometieron en este país, por eso nuestra historia lo va a recordar con muy pocos honores y yo diría que ninguno”.
El actor y director Nissim Sharim, es breve, pero igual de elocuente, y sugiere queluego de los procesamientos el ex dictador pasará a ser reconocido “como una tremenda pesadilla para este país”.
Para el escritor Enrique Lafourcade no hay más que “conjeturas” de lo que ocurrirá con el nombre de Pinochet, por lo que resta importancia al debate. “Si me preguntaran sobre Nicanor Parra podría ser, pero Pinochet por lo menos no está en mi especialidad. No me parece que sea importante que pase o no pase a la historia”.
El sociólogo Manuel Antonio Garretón es tajante en su juicio y señala que Pinochet pasará a la historia “como el gobernante más sanguinario y corrupto que haya conocido América Latina”.
Sostiene que el ex dictador “ya había pasado a la historia como la persona que encabezó el momento más negro de la historia de Chile y como el jefe de la masacre, el genocidio y la destrucción de un país, ubicándose al nivel de Hitler, Mussolini y otros”.
Por eso subraya la relevancia de que “justo en este momento hayan coincidido dos procesos, uno que muestra que era un ladrón mentiroso -los pasaportes falsificados prueban eso- y otro que da cuenta que es un asesino coautor no de un asesinato o secuestro, sino de una operación, porque los seis casos forman parte de una masacre de 119 personas”.
Los procesamientos por Riggs y Operación Colombo son para el analista “un componente esencial” para cerrar lo que denomina la “era post Pinochet”, al igual que todos los demás juicios por violaciones a los derechos humanos.
Pero menciona además la necesidad de una segunda cuestión fundamental: “que todos aquellos que estuvieron involucrados en crímenes, en violaciones de derechos humanos, en el gobierno de Pinochet no puedan ocupar cargos públicos a menos que lo reconozcan y pidan permiso, o sea que es repugnante que personas como Sergio Fernández y otros ocupen cargos públicos o postulen a cargos públicos”.
Un tercer componente de la receta de Garretón es “una nueva Constitución que elimine todos los enclaves autoritarios, incluido el sistema electoral binominal”.
En cambio, para Alfredo Jocelyn Holt, falta mucha tinta para escribir la historia del ex dictador. Sentencia que aún no es hora de poner “una lápida” sobre Pinochet, y plantea que “la coincidencia del cumpleaños y los dos procesamientos resulta patética, pero no sustancial”.
El historiador dice que “no hay que confundirse con la situación particular en que él lo está pasando muy mal ahora, pues no hay un consenso sobre Pinochet, aún cuando esté en una situación complicada judicialmente y su edad haga todo esto un tanto más patético”.
Jocelyn Holt llama a “no cantar victoria”, apostando a que “los juicios se van a eternizar, Pinochet va a morir pero no va a ser nunca condenado”. Y es justamente ahí donde el historiador se las juega a que emerja la mayor cantidad de antecedentes para la historia. “Nos falta mucha información negativa sobre Pinochet, información incriminatoria, y eso seguramente va a salir cuando se muera. A Pinochet lo tenemos para rato, estamos recién empezando. Lo más probable es que salga mucha más información cuando muera, porque todavía infunde terror”.
Augura que “el debate sobre Pinochet todavía ni comienza, es un tema muy complejo que tiene que ver con la dictadura militar, pero también con la proyección de la dictadura militar bajo la transición, por lo tanto es imposible ponerle una lápida a Pinochet, que es un personaje muy duro de matar y de moldear en un esquema”.
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