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Por qué dejamos de ser monos

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Los genes del cerebro que dieron al hombre una ventaja inicial sobre los simios

Un grupo de científicos ha identificado lo que tal vez sea la más importante región genética que nos hace humanos. Al comparar el ADN nuestro con el de los chimpancés y otros animales, los investigadores descubrieron que la región del genoma sujeta a la selección natural es más intensa.

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Por James Renderson 

El tramo de ADN descubierto está compuesto por una secuencia de 108 letras que contienen dos genes que al parecer controlan el desarrollo del cerebro. Los investigadores creen que el ritmo extremadamente rápido de la evolución señala que éstos podrían haber sido fundamentales en el profundo aumento del tamaño y complejidad del cerebro humano. Nuestros cerebros son tres veces más grandes que los de nuestros parientes más cercanos, los chimpancés.

“Está evolucionando a un ritmo extraordinariamente rápido”, dijo Katherine Pollard de la Universidad de California en Davis. “Es verdaderamente un caso extremo”. La mayor parte de las alrededor de 15 millones de diferencias entre el genoma del chimpancé y el nuestro son cambios aleatorios e inconsecuentes que no hacen diferencia alguna a nuestra apariencia y habilidades. Para diferenciar los cambios importantes de los que ejercen menos influencia, la doctora Pollard examinó de forma más profunda el árbol de la evolución con el fin de identificar regiones de ADN realmente útiles. En un comienzo, Pollard y sus colegas buscaron partes del genoma que son casi idénticas en el ratón, rata y chimpancé. Éstos compartieron un ancestro común hace unos 80 millones de años por lo cual los científicos concluyeron que cualquier región de ADN que no había experimentado muchos cambios a estas alturas debe ser clave para la supervivencia y que cambios en su secuencia generarían problemas rápidamente eliminados por la selección natural.

Luego, rastrearon estas regiones conservadas buscando instancias en las cuales el equivalente humano había experimentado cambios importantes.

La gracia de la técnica, según los expertos, es que no es realmente necesario saber qué hacía la ADN. La lista la encabeza una secuencia de 108 letras conocida como HAR1 (región humana acelerada 1) que contiene dos genes. Esta región se diferencia respecto de dos cambios en el caso de los chimpancés y pollos, los cuales compartieron un ancestro común alrededor de 310 millones de años atrás. Pero desde que los chimpancés y los humanos se separaron hace cinco millones de años, han ocurrido 18 cambios.

“Ha habido una presión tremenda durante millones de años para mantener la secuencia tal como estaba. Pero algo pasó en nuestro linaje”, señala Pierre Vanderhaueghen de la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica.

Vanderhaueghen logró obtener pistas agregando sustancias químicas codificadas con colores que se adhieren a los productos de ARN generados por los genes a cortes de tejido cerebral de fetos humanos. Los cerebros procedían de fetos humanos abortados y usados con la autorización de las madres.

Sus resultados muestran que uno de los genes está intensamente expresado en el neocórtex en desarrollo durante las séptimas a novenas semanas del embarazo. “Es un descubrimiento extremadamente interesante debido a que se expresa en células que desempeñan una función crítica en el diseño y desarrollo de la corteza de los mamíferos”, dijo el coautor, David Haussler, también de la Universidad de California.

The Guardian

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