El Clarin.cl
IMPACTANTE TESTIMONIO: YO LANCE PRISIONEROS AL MAR
Impactante testimonio "Yo lancé prisioneros al mar"
Por Julio Oliva García; El siglo.cl
En el interrogatorio del juez Juan Guzmán, Pinochet culpó a sus subordinados de las violaciones a los derechos humanos, gesto que tuvo como respuesta la reacción de Manuel Contreras Sepúlveda -"nos dejó solos"- y la ruptura mayor del pacto de silencio que existía al interior de los organismos de seguridad y los uniformados que participaron en los crímenes.
Este es un relato de esa nueva ventana abierta a la verdad.
Manteniendo su identidad en anonimato, por las obvias repercusiones que puede tener su testimonio, un ex uniformado relató las labores que cumplieron, por órdenes directas de Pinochet, para hacer desaparecer los cuerpos de prisioneros políticos que se encontraban enterrados clandestinamente en terrenos de las Fuerzas Armadas.
En esta ocasión le llamaremos "Claudio Carvajal". En los casos, que por estos días adquirieron actualidad cuando el juez Guzmán encontró rieles utilizados en el delito, han sido procesados diversos miembros del Ejército, como los suboficiales en retiro Juan de Dios Alberto González Dubó, René Meier Chávez, Sergio Castro Cano, Marco Cáceres Rivera y Rigoberto Saavedra Navarro, a quienes se les acusó de obstrucción a la justicia por negarse a aportar antecedentes sobre estos verdaderos "vuelos de la muerte".
En este caso, que investiga los secuestros de Calle Conferencia y el asesinato de la dirigente comunista Marta Ugarte, también están procesados Manuel Contreras Sepúlveda, el ex jefe de la Brigada de Inteligencia Metropolitana de la DINA Carlos López Tapia, los pilotos Emilio de la Mahotiere, Antonio Palomo, Oscar Vicuña y Luis Felipe Polanco, y el ex jefe del Comando de Aviación del Ejército Carlos Mardones Díaz.
El caso de Marta Ugarte y las órdenes de Germán Barriga Según el Informe Rettig, Marta Ugarte, integrante del comité central del PC, fue detenida en la vía pública el 9 de agosto de 1976 y llevada al centro de represión de Villa Grimaldi, en Santiago, donde murió a consecuencias de las torturas cuando tenía 42 años.
Su cuerpo fue lanzado al mar, pero las precauciones que sus captores tomaron para hacerla desaparecer fueron débiles y su cadáver fue encontrado semidesnudo y dentro de un saco amarrado a su cuello con un alambre, en la playa de La Ballena, sector los Molles en La Ligua, el 9 de septiembre de ese mismo año.
La autopsia determinó que Marta Ugarte, secretaria de Mireya Baltra cuando ésta fue parlamentaria, sufrió en vida una luxo fractura de
columna, traumatismo toráxico abdominal con fracturas costales múltiples, ruptura y estallido del hígado y del bazo, luxación de ambos hombros y cadera y una fractura doble en el antebrazo derecho.
Un ex agente que entrega su versión de los hechos afirma que laboró en la Brigada Tucán a cargo de coronel de Carabineros Germán Barriga Muñoz y que en 1976 le correspondió amarrar con alambres a un trozo de riel de tren a Marta Ugarte Román, para luego subirla a un helicóptero Puma del Ejército. El aparato -con piloto, copiloto y un agente- se dirigió hacia la costa para lanzar su "equipaje" al mar.
Barriga Muñoz, procesado en múltiples casos de secuestrados, usaba el alias de "Don Jaime"
Y siguió siendo parte de la CNI luego de la disolución de la DINA. Aparece implicado en las desapariciones de Alfredo Rojas Castañeda, Carlos Lorca, Ricardo Lagos, Exequiel Ponce, Carolina Wiff, Mireya Rodríguez Díaz, Rosa Solís Poveda y Michelle Peña Herrera, embarazada de varios meses. "Operación Puerto Montt"
Con el código "Puerto Montt", la DINA designaba a los ejecutados que serían lanzados al mar, y que entre 1974 y 1978 pudieron ser unos 500 prisioneros, lo que lleva a afirmar con mucha seguridad a Manuel Contreras que "los desaparecidos no existen, están muertos".
Luego de tomada la decisión por Contreras, Espinoza, Moren Brito, Ferrer Lima y Miguel Krassnoff, la operación era realizada con el apoyo de pilotos y mecánicos del Comando de Aviación del Ejército, quienes ponían a disposición sus conocimientos en el manejo de los helicópteros Puma, como el que fuera utilizado en la denominada Caravana de la Muerte.
De hecho, tres de estos pilotos participaron en ambas acciones: Antonio Palomo, Emilio de la Mahotiere y Luis Polanco.
"Claudio Carvajal" cuenta que "desde los sacos paperos sobresalían las pantorrillas y los pies. A las mujeres se les veían los zapatos con tacones altos o bajos. A veces se les asomaba el ruedo de la falda. A los hombres se les veían los zapatos y el extremo de los pantalones. Cada saco contenía un cuerpo amarrado con alambre a un trozo de riel. Algunos cuerpos todavía mostraban sangre fresca. Otros expelían el olor de la primera descomposición. Otros sacos estaban impregnados de aceite humano, señal de que los cadáveres habían permanecido algún tiempo enterrados. Algunos de los bultos no tenían la forma de un cuerpo, eran de un tamaño más reducido, sólo parte de los restos".
Se habla de unos 40 viajes que comenzaban en Tobalaba, donde funcionaba el Comando de Aviación del Ejército, pasaban por los sitios de entierros clandestinos en Peldehue y culminaban en las costas de la Quinta Región. Antes de cada vuelo los mecánicos recibían la orden de sacar los asientos del helicóptero Puma y el estanque de combustible adicional.
La autonomía de vuelo sin el segundo estanque es de dos horas y media. Cada viaje era ordenado por el jefe del CAE al jefe de la
Compañía Aeromóvil de ese comando de helicópteros.
Todos los vuelos quedaban registrados y la tripulación estaba conformada por un piloto, un copiloto y un mecánico.
En Peldehue eran esperados por dos o tres camionetas blancas Chevrolet C-10, operadas por un par de agentes de la DINA que ya tenían los cuerpos ensacados para ser subidos al vehículo aéreo.
"Claudio Carvajal" sigue su relato con dificultad, señalando que "nos dirigíamos hacia la costa de San Antonio o Quintero, a veces nos internábamos mar adentro, aunque la mayoría de las veces arrojábamos los cuerpos en zonas rocosas a poca distancia de la costa. El lanzamiento se efectuaba a través de la escotilla ubicada en el medio del helicóptero, donde se encuentra el gancho de carga que baja por dentro a la altura del rotor principal. Aunque también se hacía desde una escotilla de popa.
El lanzamiento lo efectuaban los agentes civiles, que eran los responsables de llevar los cuerpos a Peldehue, ponerlos en el helicóptero
y supervisar que los bultos llegaran al fondo del mar. Los rieles recién cortados brillaban en la oscuridad.
Cumplida cada misión, retornábamos a Peldehue donde los agentes abordaban las camionetas C-10 y se iban. Partíamos luego a Tobalaba, desocupábamos el helicóptero y se procedía a su limpieza, pues la mayoría de las veces quedaba con sangre impregnada y con un penetrante olor a carne descompuesta. Se manguereaba el piso y el interior, y se dejaba ventilar. Sólo cuando el olor y la sangre desaparecían, los mecánicos volvían a instalar los asientos y el estanque de combustible adicional, a no ser que al día siguiente la máquina tuviese que cumplir una tarea similar".
Una segunda fase de esta fórmula de desaparecimiento, arrojando sus cuerpos al mar, se inició después de 1978 y duró al menos hasta 1981 ó 1982, luego de que todas las unidades del país recibieron la orden de "retirar los televisores".
Los jefes del Comando de Aviación del Ejército eran el coronel Hernán Podestá Gómez, entre enero y diciembre de 1978; coronel Fernando Darrigrandi Márquez, entre enero de 1979 y julio de 1981; y el coronel Raúl Dinator Moreno, entre agosto de 1981 y febrero de 1982.
La "Operación Puerto Montt", si bien en un primer momento sirvió a la DINA para hacer desaparecer de manera rápida a sus prisioneros
muertos, fue usada después para terminar con cualquier vestigio de cuerpos que estuviesen en terrenos militares. Por estos días, cuando el Consejo de Defensa del Estado se pronuncia por el fin del procesamiento por "secuestro permanente" y por la aplicación de la Ley de Amnistía, nada dice sobre este nuevo delito de exhumación ilegal, que agrava el anterior y que está fuera del tiempo cubierto por la amnistía dictada por Pinochet.
Días antes de someter a exámenes sicológicos a Pinochet, el juez Juan Guzmán Tapia se dirigió a la costa de Quintero para buscar los rieles que habían sido usados para fondear a los prisioneros.
En la ocasión dijo: "Vinimos a buscar rieles y encontramos rieles". Luego de tanto conocer las atrocidades de la dictadura, de saber cómo funcionaba la DINA bajo el mando operativo de Manuel Contreras y las órdenes del ex dictador, en este caso para hacer desaparecer
definitivamente a los detenidos desaparecido, es de esperar que este viernes 8 de octubre, luego de conocidos los informes de los peritos, procese definitivamente a Augusto Pinochet, el mismo que dio la orden de "retirar televisores" en todo Chile.
Incineraciones, la otra forma
Diversos testimonios hablan de la otra forma en que se hizo desaparecer los cuerpos de los prisioneros enterrados ilegalmente, vinculada directamente a la orden encriptada en máxima seguridad que envió Pinochet a todas las unidades militares del país, conocida como "Operación Retiro de Televisores".
Entre otros, el suboficial mayor Mario Contreras Brito, manifiesta en su declaración que "en una fecha indeterminada de 1978 se presentó en el regimiento (Infantería de Montaña Reforzada N°17) un equipo conformado por unos cuatro funcionarios, provenientes de la Sección II (Inteligencia) de la III División de Ejército de Concepción, al mando del suboficial Eduardo Paredes Bustamante, sosteniendo una reunión con el Comandante de la Unidad, coronel Jaime García Zamorano. Posteriormente, el jefe de la Sección II, el entonces teniente Julio Reyes Garrido, reunió al personal de la sección y nos informó que tendríamos que salir a cumplir una misión en conjunto con el personal de Concepción, sin darnos mayores detalles. El teniente Reyes dispuso que me quedara de servicio en la oficina, junto a otro colega cuya identidad no recuerdo, ordenándome, además, conseguir dos bidones de combustible para tener a su disposición a su regreso, de acuerdo a lo solicitado por el suboficial Paredes. En estas circunstancias, me enteré que salieron del regimiento dos camionetas civiles, a cargo de los funcionarios de Concepción. La misión era desenterrar los cuerpos de personas que habían sido inhumadas en la zona de Mulchén. Regresaron al regimiento con cuatro sacos plásticos conteniendo restos óseos que, por instrucciones del suboficial Paredes, fue quemado en un incinerador fabricado de ladrillo con forma de chimenea que existía en el regimiento. Una vez finalizada esta tarea, el personal de Concepción abandonó el regimiento. La Sección de Inteligencia del regimiento estaba conformada, además, por el teniente Julio Reyes, los sargentos José Puga Pascua, José Iturriaga Valenzuela y Luis Palacios Torres, los cabos Jaime Müller Avilés, Julio Fuentes Chavarriga y Juan
Cares Molina".
"Me correspondió cumplir esta misión"
Por su parte, el suboficial Luis Palacios Torres declara que "me correspondió abordar una camioneta marca Chevrolet, modelo C-10, con sport wagon completo. El otro vehículo también era civil, ya que no se ocuparon vehículos militares. Salimos rumbo al sur por la Ruta 5, pasado Mulchén nos detuvimos unos momentos y continuamos el viaje en dirección al oriente. Tras recorrer media hora de camino, llegamos a un sector para mí desconocido, ya que no soy oriundo de la zona, en donde se detuvieron los vehículos. En este lugar, recibimos la orden de descender y bajar unas herramientas que se encontraban en el vehículo en que viajaban los funcionarios de Concepción. Según recuerdo el suboficial Eduardo Paredes nos condujo a las cercanías indicándonos un lugar en donde recibimos la orden de comenzar a excavar. Luego de aproximadamente una hora de excavación, fueron encontradas osamentas que se guardaron en unos cuatro sacos plásticos del tipo "papero", que ayudamos a subir a una de las camionetas. Ya en el regimiento, bajamos los sacos y los dejamos en la parte posterior de las dependencias que utilizaba la Sección II. Al cabo de un rato, no recuerdo si por orden directa del teniente Reyes o por comunicación de otro funcionario que transmitió sus instrucciones, se procedió a incinerar los sacos. La Sección II tenía un incinerador, fabricado de ladrillo con forma de chimenea, donde se procedió a vaciar el contenido de los sacos poco a poco. Me correspondió cumplir esta misión, pero no recuerdo qué funcionarios colaboraron. Entre el material que pude observar al momento de su incineración recuerdo que había restos de osamentas, cráneos y botas de goma del tipo utilizado en labores agrícolas. En mi opinión, cada uno de los sacos contenía más de un cuerpo, sin poder precisar su número exacto".
Ferrer amenazó a mujer, Fornazzari premiado en Canadá El contraste de los peritos
A fines de 1973, mientras su esposo estaba detenido en el Estadio Nacional, la periodista Marcela del Río se atendía con el doctor Sergio Ferrer Ducaud, en la Clínica INDISA, para tratar una persistente migraña. La relación profesional había comenzado a principios de 1973, cuando el médico le fue recomendado por su hermana, pero luego del golpe militar el trató cambió bruscamente al relatar la paciente que su marido, el militante socialista Gabriel Coll, estaba siendo sometido a torturas en el campo de concentración del Estadio Nacional.
"Le empecé a contar que mi marido estaba siendo torturado en el Estadio Nacional y su rostro comenzó a cambiar. Pensé que era una reacción ante lo inesperado del relato, y continué. Le dije que hacía pocos días había podido ver sus brazos lastimados y su lengua blanca, por los efectos de la electricidad que le aplicaban. Pero tuve que detenerme porque él se paró indignado y comenzó a vociferar. Me dijo que no quería escuchar mis inventos y calumnias, que él era médico del Hospital Militar y su hermano jefe de un servicio de inteligencia militar"
(N. de la R. se refiere a Patricio Ferrer, jefe del SIM en Antofagasta y acusador de Eugenio Ruiz-Tagle y otros prisioneros que luego serían asesinados por la Caravana de la Muerte).
"Ferrer me gritaba que él había tenido que estar cerca de 6 a 8 meses en Ecuador porque la Unidad Popular lo perseguía y agregó que mucho se había hecho con dejar gente viva. Lo peor vino cuando se volvió a sentar y abrió el cajón de su escritorio con gesto amenazante". Pensé que sacaría algún arma. Pero no fue así. Sólo me intimido diciéndome: "¿Sabe qué es lo que hacían los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial con los calumniadores como usted? Los mataban...'. Nunca más regresé. Lo único que recuerdo es que crucé por el puente que está cerca de la clínica, con pánico, esperando que alguien me fuera a hacer algo. Me tomé un valium y llamé a mi hermano para que me fuera a buscar. No podía más. Ferrer faltó a la ética profesional al tratarme de esa forma. Si es capaz de transgredir su juramento como médico, no tiene credibilidad como perito con Pinochet. Está totalmente comprometido con la dictadura".
La otra cara
Por otra parte, quien fuera perito de los querellantes cuando se realizaron los exámenes sicológicos a Pinochet por el proceso Caravana de la Muerte, el doctor Luis Fornazzari, fue premiado en Canadá el 25 de septiembre. Fornazzari, director de la Clínica Multicultural y Multilingüe de la Memoria de Toronto, fue distinguido con el Premio Somos Latin Americans Achievement Awards por "sus logros en una trayectoria profesional, por su trabajo en la creación de las Unidades de Neuropsiquiatría en el Instituto Psychiatrico Clarke, en el Centre for Addiction and Mental Health y particularmente por la fundación de la Clínica Multicultural y Multilingüe de la Memoria".
Esta clínica puede evaluar pacientes con enfermedad de Alzheimer y otras demencias (vasculares, degenerativas, traumáticas toxicas y otras) en nueve idiomas diferentes, con tests sensibles a la cultura y educación de los pacientes.
Esta clínica es única en Toronto y en Canadá, y sus investigaciones están arrojando resultados muy valiosos en el tratamiento y en la causa de estas afecciones, sobre todo en la manera que el cerebro de estos pacientes compensa los déficits producidos por la enfermedad".
El Premio Somos fue establecido para estimular y promover el desarrollo de la comunidad latinoamericana en Canadá, reconocer y premiar sus sobresalientes logros y contribuciones.
Cuando se chingó el Perú
03 de noviembre de 2005
La palabra chingó puede ser asimilada, según Mario Vargas Llosa, a frustración, fracaso o intento fallido. No se chingó el Perú cuando Francisco Pizarro, aprovechándose de la guerra civil, apresó a Atahualpa; tampoco cuando estuvo bajo el dominio de afeminados virreyes, menos cuando el tribunal de la inquisición se dedicaba a encarcelar a curitas solicitantes, que aprovechaban las confesiones de las empleadas domésticas para gozar a sus amas, en la sacristía, según cuenta el sabio José Toribio Medina, que tenía la costumbre chilena de robarse cuanto encunable encontraba; tampoco pudo destruir al Perú el mariscal Andrés de Santa Cruz, que intentó revivir el imperio inca, menos la gorda Isabel II de España que, vengativamente, invadió las islas chibchas provocando el rechazo y la solidaridad latinoamericana: el quijotismo que tanto desesperaba a don Francisco Encina. Fue la guerra del Pacífico la que chingó al Perú, manteniéndolo en constante sopor hasta nuestros días.
De nada sirve el recuerdo de Miguel Grau y de Bolognesi: en cuatro años, 1879-1883, el Perú fue diezmado, su marina destruida, el ejército aniquilado, en Arica, Tacna, Chorrillos y Miraflores. La Lima virreinal, elegante, de bellas mujeres, era ocupada por soldados chilenos , provenientes de ciudades pequeñas y con olor a guano. Era la ocupación de Atenas por Esparta. Como nuestros valientes soldados eran ignorantes y bandidos no dejaron cáliz y otros objetos de oro por robar y que hoy visitan en la catedral de Santiago los emigrantes peruanos que, con razón, huyen de la miseria producida por el sinvergüenza japonés, Alberto Fujimori. Incluso, si recorremos la ciudad de Santiago, veremos unos leones que antes adornaban la bella ciudad de Lima.
La guerra del Pacífico es el origen de todos los resentimientos que han envenenado las relaciones entre Chile, Perú y Bolivia. Los especuladores ingleses, Thomas North, la casa Gibbs, y otros, compraron bonos a un 50% al arruinado Perú que, con el boom del salitre, se multiplicaron por diez o quince veces su valor de compra; North era el rey del salitre y se compraba, con toda facilidad, a los abogados yanaconas de la corrupta oligarquía chilena, al igual que hoy, la política y la ética andaban divorciadas. Julio Zegers, Carlos Walker, Enrique Mac Iver, Eulogio Altamirano, y muchos más, aprovechaban el poder en el parlamento para conseguir regalías para sus ambiciosos amos ingleses.
Con la guerra del Pacífico, no sólo se chingaron Bolivia y Perú, sino también el vencedor, Chile. En 1900, en el Ateneo de Santiago, el líder radical Enrique Mac Iver daba una conferencia sobre la crisis moral de la República: Chile había heredado la lepra que destruyó al Perú, es decir, la riqueza del salitre, que corrompió las costumbres republicanas. A veces me pregunto si no estamos pasando por algo parecido, con el caramelo regalado del alto precio del cobre. El profesor Alejandro Venegas, en 1909, escribió unas cartas al presidente Pedro Montt que, al igual que el profesor Ricardo Lagos, despertó grandes esperanzas en líderes progresistas, como el mismo Venegas, Enrique Molina y Luis Emilio Recabarren; su gobierno resultó un fiasco: el robo de las tierras salitreras por los políticos, el terremoto de Valparaíso, la Matanza de Santa María de Iquique, los amoríos de su bella mujer, Sarita del Campo con el dandy porteño, senador Guillermo Rivera y su muerte, en Bremen, terminaron de hundir su prestigio Por cierto que la historia no se repite y la gran primera dama Luisa Durán nada tiene de parecido a Sarita del Campo y el Maestro Lagos a diferencia del triste cara de sepulturero Pedro Montt como lo llamaba el original Federico Errazuriz termina su periodo reconocido por todos como el mejor presidente de Chile. Las cartas de Venegas acusaron la escandalosa diferencia entre ricos y pobres, en el Chile del Centenario. Mucho me temo que ocurrirá lo mismo en el Bicentenario, pero si siquiera tendremos un valiente Alejandro Venegas. Al igual que Mac Iver, nuestro profesor Venegas atribuía estos males al veneno (salitre), heredado del Perú.
En cada crisis surgen reaccionarios patrioteros que, en Perú, Chile y Bolivia se dedican a revivir los resentimientos incubados en pequeños sectores militaristas. No faltan los cabeza de chorlitos, especialistas en cuestiones militares, que se ponen a comparar los misiles de cada país, como si la guerra fuera un juego, si acudir a las armas fuera ético, En estos días, por desgracia, han reaparecido los adoradores de los regímenes militares que vuelven a alabar a las fuerzas armadas y a vilipendiar a los que ellos llaman ilusos latinoamericanistas, entre los cuales me cuento, a mucha honra.
Nuestras relaciones con los vecinos Perú y Bolivia han sido siempre desastrosas: con Perú, mas de cuarenta años fueron dominados por los avatares de la decisión, respecto a las ciudades cautivas: Tacna y Arica; don Arturo Alessandri, el catilina chileno, era muy hábil en materia de fraudes electorales y estaba convencido de que con hacer votar a unos pocos muertos y robarse las urnas, Chile ganaría un plebiscito en Tacna y Arica. Antes, el gobierno del macuquero especulador de la bolsa, Juan Luis Sanfuentes, había nombrado como ministro de guerra a uno de los tantos huasos ladinos, don Ladislao Errázuriz, quien inventó una guerra con Perú para alejar al ejército, en ese tiempo partidario del Lenin chileno, Arturo Alesandri. Las víctimas de los jovencitos patrioteros fueron los anarquistas de la federación de estudiantes de la Universidad de Chile, cuyo local fue asaltado y quemado. Carlos Vicuña Fuentes, que se atrevió a proponer la entrega de Tacna y Arica al Perú, fue perseguido y exonerado como profesor; a lo mejor, si reviviera, le pasaría lo mismo.
Nuestro país quiso chilenizar Tacna y Arica: llevó profesores, sacerdotes, abogados, -no pocos tinterillos- médicos y otros profesionales, y audaces empresarios, a colonizar a estas ciudades del norte. En Tacna se desarrolló la infancia de Salvador Allende: su padre, del mismo nombre, era un poeta satírico genial; escribió un verso que parecía una alabanza al tirano peruano, Augusto Legía, pero se hacía el acróstico, aparecía un tremendo insulto. Don Salvador Allende Castro efectuaba fiestas pantagruélicas en la Tacna, en ese tiempo chilena.
Tres soluciones se planteaban para resolver el problema de Tacna y Arica: la primera, regalar a Bolivia las dos ciudades; la segunda repartirlas, Arica para Chile y Tacna para el Perú; la tercera, solicitar el arbitraje de Estados Unidos y llamar a un plebiscito, por medio del cual se decidiera el destino de ambas ciudades. En 1929, el plebiscito decidió que Arica quedaba para Chile y Tacna para el Perú.
Es evidente que los conflictos de la frontera norte chilena no pueden ser bilaterales, son siempre trilaterales. Es la errónea política de la Cancillería la que nos ha llevado a plantear el problema de la salida al mar, de Bolivia, como bilateral, cuando cualquier solución territorial del problema exige el acuerdo entre Chile, Perú y Bolivia.
Por consiguiente, es multilateral. Siempre Chile quiso dar salida al mar a Bolivia: antes del tratado de 1904, les quiso ceder Tacna y Arica, que no eran chilenas, cuya soberanía debía ser resuelta 10 años después del Tratado Ancón, 1883. Posteriormente Chile propuso entregar a los bolivianos Camarones, Caleta Víctor o Pisagua; por apresurado, nuestros hermanos perdieron la oportunidad. Por lo demás, la franja entre la línea de la Concordia no podía ser cedida a la soberanía boliviana sin acuerdo con el Perú. Aquí se halla una de las raíces de la súbita explosión nacionalista, respecto de las fronteras marítimas, provocadas por el impopular presidente Toledo.
Al parecer, nuestras relaciones con Bolivia estaban en franca mejoría; es evidente que, más temprano que tarde, tendrá que solucionarse el tema de la mediterraneidad boliviana, pero como siempre se mezclan los conflictos de política interna, la impopularidad de los gobiernos y la inestabilidad política, el presidente Toledo saca del sombrero el conflictivo tema de las fronteras marítimas.
Pienso que nuestra política respecto a nuestros hermanos latinoamericanos no puede ser más errónea. No sé cuándo se nos ocurrió que eran los íntimos amigos del guerrero Bush, socios privilegiados de la Unión Europea y de los países asiáticos. No recuerdo el nombre del genio que se le ocurrió que en pocos años abandonaríamos América Latina y seríamos esos rubios que soñaba Nicolás Palacios, autor de La raza chilena que, con razón, escandalizaba al vasco Miguel de Unamuno. A los peruanos, a los bolivianos y al resto de los países de América latina, los mirábamos como indios, patipelados e incapaces de tener gobiernos estables. Los tiranos de estos países eran el hazmerreír, el único bueno, que robaba y mataba de verdad, era Daniel López Pinochet.
Nuestra política en América Latina se limitaba a responder a los acontecimientos: éramos incapaces de anticiparnos ante cualquier situación difícil, no proponíamos nada, salvo Tratados de libre Comercio, que permitieran a nuestros jaguares chilenos inaugurar Luchetti, Falabellas, Lan y Yumbos, en las distintas capitales de Latinoamérica. Nos creíamos los cartagineses y no nos importaba nada rayar muros incásicos, mostrar videos humillantes sobre Lima, en los vuelos de Lan y defender a los ricos epulones, entre ellos al Sr. Luksic, que sólo está llamado a declarar por tribunales de justicia democráticos, de un país hermano, además, de la venta de armas al Ecuador. De nuevo nos pisamos la cola, pues Lázaro Frei salvó a Pinochet de un justo castigo, sosteniendo la soberanía de nuestros tribunales; ¿este argumento no vale para el Perú?
Ni Chile, ni Perú van a ganar nada con este irracional conflicto. Justo cuando América Latina está pasando por su mejor época, cuando vendemos el petróleo, el cobre, el gas, el café, el azúcar a precios estratosféricos, vuelven los torpes conflictos limítrofes, en un mundo globalizado. ¿Cómo se nos puede ocurrir recurrir a un club de bailes folclóricos, financiados por el tío Sam, como la OEA, para resolver conflictos fronterizos? Me temo que, de nuevo, dejaremos pasar la oportunidad de construir la América con que soñaba Simón Bolívar.
Víctor Pey: Quiero revivir el Clarín
Jueves, 13 de octubre de 2005
Santiago.- El tribunal de arbitraje del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), organismo que pertenece al Banco Mundial, habría fallado en favor del ciudadano español Víctor Pey en la demanda interpuesta en 1997 contra el Estado chileno por la propiedad del Diario Clarín.
El último dueño del diario Clarín, Víctor Pey, conversó con Universidad de Chile Noticias sobre el fallo a su favor determinado por el CIADI en una demanda de arbitraje presentada contra el Estado chileno.
El Presidente del tribunal de arbitraje del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), institución del Banco Mundial, ha entregado al CIADI a mediados de junio de 2005 un proyecto de fallo a favor del ciudadano español Víctor Pey Casado en la demanda sobre indemnización por la confiscación del diario Clarín, según un escrito dirigido el 4 de octubre de 2005 al CIADI por el presidente del citado tribunal, el profesor y abogado suizo Pierre Lalive, y que el Centro de arbitraje ha comunicado el 11 de octubre a todas las partes del litigio.
Los gobiernos de Eduardo Frei Ruiz- Tagle y de Ricardo Lagos se habían negado a indemnizar a Pey los perjuicios sufridos por la confiscación de la inversión que efectuara en Chile en 1972, al comprar CLARIN por 1.260.000 US$.
El diario Clarín era el de mayor circulación en Chile hasta que fue confiscado tras el golpe militar de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973, lo que llevó al empresario español a presentar en 1997 una demanda de arbitraje según el Acuerdo de Protección de Inversiones entre España y Chile firmado en 1994.
Víctor Pey asegura que de ser ciertos los trascendidos sobre el fallo a su favor, su intención es volver a editar el Diario Clarín "En reiteradas veces he puesto de manifiesto la intención de revivir el diario Clarín independiente de partidos políticos, grupos económicos, de confesiones religiones, desde un punto de vista progresista dentro de la defensa de los ideales de la democracia y de justicia social".
El gobierno chileno ha presentado el 24 de agosto de 2005 una recusación en contra del Tribunal del CIADI luego que lograra conocer que el fallo, en definitiva, favorecería a Víctor Pey. La mayoría de los árbitros del Tribunal han rechazado la recusación, calificando de insólita y arbitraria la postura de rechazar a los integrantes del tribunal después de haber logrado conocer el sentido de la propuesta de Sentencia entregada al CIADI en junio de 2005.
En tanto, Pey prefiere mantener la calma sobre la comunicación recibida del CIADI ya que, hasta el momento, éste sólo ha señalado en forma oficial el rechazo por la mayoría del Tribunal de la recusación formulada por el Gobierno. "Quiero decirles que el escrito que el señor Lalive dirige al CIADI el 4 de octubre de 2005 no es el fallo propiamente dicho que el Tribunal tiene redactado desde junio de 2005, sino una su contestación a la recusación que, en el último momento, el 24 de agosto de 2005, presentara el Estado de Chile para evitar que el Tribunal notificara a las partes la resolución ".
Junto a la Fundación Presidente Allende de España, Víctor Pey pretende volver a editar el Diario Clarín como una forma de recuperar lo que les pertenece y entregarle otra vez al país el diario de mayor circulación en la historia del periodismo nacional.
En una carta dirigida a la secretaría del CIADI, de fecha 4 de octubre de 2005, el Presidente Lalive expone que la recusación del Gobierno de Chile resulta de la violación muy probable, cierta, del principio fundamental de la confidencialidad del arbitraje. Un principio que se impone indiscutiblemente a todos los funcionarios del CIADI así como también a los miembros del tribunal de arbitraje.
Según publica el Diario español EL PAIS el 11 de octubre, el Gobierno de Chile pudo saber, mediante su árbitro, el ex ministro ecuatoriano Leoro Franco, que el proyecto de Sentencia redactado por el Presidente con el acuerdo de la mayoría del Tribunal daba la razón a Víctor Pey, tras lo cual las autoridades chilenas decidieron recusar a los miembros del Tribunal por supuesta lentitud, problemas de salud y otras presuntas incompatibilidades.
Víctor Pey Casado, acaba de cumplir 90 años y vive entre España y Santiago de Chile. Pey fue director general de armamentos de la Consejería de Industria en la Generalitat de Cataluña durante la guerra civil española. Antes de la caída de Barcelona a manos del Ejército franquista, salió hacia Francia como refugiado. En el verano de 1939, logró salir de Francia en el vapor Winnipeg, junto con otros 2 mil 500 exiliados españoles rumbo a Valparaíso, Chile.
Durante los años cuarenta, Pey trabó una gran amistad con Salvador Allende, dirigente del Partido Socialista chileno, diputado y ministro de Salubridad Pública del Gobierno del Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda.
Pey obtuvo la nacionalidad chilena en 1958, en el marco de doble nacionalidad con España. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, la dictadura del general Augusto Pinochet confiscó el periódico Clarín y realizó la incautación de sus modernas instalaciones. Pey abandonó el país meses después gracias al asilo que le concedió la Embajada de Venezuela en Santiago. La Junta Militar chilena le desconoció la nacionalidad y en 1996 Pey renunció formalmente a los beneficios del Convenio de la doble nacionalidad.