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Testimonio de una injusta agreción

Testimonio de una injusta agreción

Estimados amigos:

Mi nombre es Simón Andrés Palominos Mandiola, RUN 15.566.586-6. Soy sociólogo, titulado en la Universidad de Chile, y me dedico a temas de estudios culturales, gestión cultural y estratificación social; trabajo en la misma Universidad y en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. No tengo afiliación política; sin embargo, mis convicciones políticas son abiertamente de izquierda. Jamás me he visto envuelto en actividades ilícitas de ningún tipo; y a pesar de ser decididamente crítico del manejo político, social y económico de nuestro país, tengo un marcado sentimiento y afinidad. Nací en dictadura, en una familia de estrato socioeconómico medio-bajo, y a partir de mi formación y mis convicciones he comprometido mi vida a contribuir para hacer de Chile un país igualitario y democrático, con énfasis en los sectores no sólo vulnerables, sino efectivamente vulnerados de nuestra sociedad.

El día sábado 19 de junio de 2010 , alrededor de las 16:30 horas, salí junto a Valentina Terra Polanco de mi domicilio, ubicado en calle Andes N° 2168, comuna de Santiago, en dirección al supermercado ubicado en calle Ricardo Cumming esquina Compañía; un trayecto de cerca de diez minutos por las calles de mi barrio, en Santiago Centro.

Al regresar por la misma plaza observamos que un grupo de aproximadamente 6 carabineros agredía a un par de indigentes cerca de los vehículos policiales, aparentemente para llevarlos detenidos. Las personas estaban en deplorable estado de ebriedad y no oponían resistencia alguna a la acción policial; no obstante, eran agresiva y arrogantemente golpeados e insultados por los carabineros.

El abierto acto de violencia nos indignó, y mi reacción natural fue tomar mi celular y registrar el evento con la cámara digital incorporada, a una distancia de al menos 30 metros. Los carabineros, al percatarse de mi registro, agresivamente se abalanzaron sobre mí. Un carabinero me gritó “y tú que creí que estai haciendo?”, solo atiné a responder “un acto ciudadano”. Sin ninguna otra palabra de su parte o de la mía (ya que, fuera de insultarme, no me pidieron identificación ni nada que respondiese a un procedimiento regular) me redujeron, golpearon, quitaron el celular, esposaron, y arrastraron hasta el vehículo policial. Pude observar por la ventana que un carabinero (que logré identificar por sus distintivos como el Subteniente Hormazábal) manipulaba insistentemente mi celular; imagino que con la intención de deshacerse de la evidencia registrada en él.

Luego de aproximadamente 40 minutos, fui llevado a la Tercera Comisaría de Santiago. Fui encerrado, aún esposado, con los detenidos ya mencionados. Luego de aproximadamente media hora se me retiraron las esposas, y el carabinero que me agredió procedió a informarme de manera poco clara las acusaciones en mi contra: el supuesto “delito” (como se me indicó) de fotografiar en la vía pública a carabineros, oponerme a identificarme y obstrucción a la acción policial. Fue mi oportunidad de identificar claramente al agresor quien me golpeó durante la detención; se trata de un conocido de El Ciudadano: el Cabo Primero Bustamante.

Continuando con los insultos, el Cabo Primero se dio el lujo de intentar articular un discurso en contra de los grupos de izquierda, me aclaró explícitamente que tenía un problema personal conmigo, y finalmente dijo que si yo continuaba tomando fotos, mi madre y mi hermana pagarían las consecuencias. Esta última frase me dejó helado, pues la entiendo claramente como una amenaza: el Cabo Bustamante, supuestamente encargado de proteger la seguridad mía, de mis seres queridos, y de la ciudadanía en general, que maneja información privilegiada sobre mi domicilio y el de mi familia, y que además tiene un acceso “legítimo” a ejercer fuerza física; sobre la base de un acto determinado (el filmar un acto de violencia excesiva) es capaz no sólo de detenerme de manera irregular y de levantar falsos cargos en mi contra (rehusarme a dar mi identificación y obstruir la acción policial; algo bastante difícil encontrándome a más de 30 metros de distancia) sino que además me amedrenta poniendo en juego el bienestar de las personas que amo.

Seguí detenido hasta casi las 23:00 horas, momento en que se me devolvió el dinero que llevaba, mis anteojos ópticos (que me fueron requisados), mis cordones y mi manojo de llaves. Mi celular, en tanto, fue retenido, informándoseme que sería enviado a Fiscalía.

Al leer la relación de los hechos que figura en mi causa, pude ver que los eventos consignados son –en lo que respecta a mi participación- absolutamente ficticios. Se indica falsamente que fui detenido en la intersección de las calles Santo Domingo con Rafael Sotomayor, en plena Plaza Yungay. Como ya he dicho, fui detenido en la Plaza Panamá, específicamente en la esquina de las calles Delfina con Martínez de Rozas, apenas a dos cuadras de mi domicilio. Es absurdo que, viniendo del supermercado, me desviase tantas cuadras para obstruir la acción policial, pues la distancia entre un lugar y el otro supera las 10 cuadras. Asimismo, se argumenta que –a pesar de lo dicho durante mi detención- se me capturó por no identificarme, cosa que es falsa, como seguramente se encuentra registrado en la grabación de mi teléfono.

 Al momento de ocurridos los hechos desconocía que el grabar a Carabineros cometiendo un acto de violencia fuese algo ilegal; sin embargo, de haberlo sabido, de todas maneras hubiese levantado un reclamo formal y seguido las acciones legales correspondientes por los canales establecidos. Reconozco, por tanto, que grabé intencionalmente la agresión de Carabineros. No obstante, toda la cadena de eventos por los que se me imputa posteriormente es absolutamente falsa. Asimismo, si bien no es mi rol juzgar la inocencia de los indigentes, eso no exculpa a los efectivos policiales por los actos de violencia cometidos contra ellos y especialmente contra mi persona.

Manifiesto desde ya mi decisión de comunicar a medios de prensa lo sucedido, y participar activamente en acciones judiciales destinadas a:

1) Restablecer mis derechos fundamentales.

2) Sancionar las acciones irregulares del equipo liderado por el Subteniente Hormazábal (a quien entiendo como el oficial a cargo de los actos de violencia y de mi detención).

3) Denunciar ante la justicia las agresiones y amenazas cometidas por el Cabo Primero Bustamante contra mi persona y mis familiares.

 Espero me ayuden a difundir el hecho, y les cuento que pueden contar conmigo para lo que requieran.

 Saludos fraternos

Simón Palominos

Cuando las personas buenas callan, triunfa el mal

 

 

1 comentario

D.A. Castillo -

Interesante artículo. Siempre se debe reclamar en contra de tan injustas agresiones.