Los pinochetistas que preparan el gobierno de Piñera
El mediático intercambio de correos electrónicos entre el presidenciable y el cientista político Patricio Navia destrabó una discusión que la derecha había taponeado: la presencia de personeros civiles de la dictadura en un eventual gabinete del controlador de Lan. Pese a que sus “pegas” en el régimen militar encabezan sus respectivos currículos, Lavín y Larroulet no sólo postulan a ministerios. También ajustan el programa.
Domingo 10 de enero de 2010
Todo comenzó este martes cuando un e-mail en que el cientista político Patricio Navia daba su apoyo a Sebastián Piñera se filtró en El Mercurio.
Al día siguiente, Navia quiso aclarar el asunto y publicó en La Tercera la seguidilla de correos enviados entre él y el candidato en los últimos días.
En uno de ellos, el analista y académico de la Universidad Diego Portales, que en primera vuelta apoyó a Marco Enríquez-Ominami, planteó a Piñera que aún dudaba en darle su voto por tres razones: el elitismo de la derecha, sus conflictos de interés y la posibilidad de que incorpore “personajes identificados con la dictadura en puestos clave de gobierno”.
La respuesta del postulante derechista fue “leí tus tres aprensiones y te puedo garantizar que no debes temer a ninguna”.
Rodrigo Hinzpeter, el generalísimo del candidato, reafirmó este planteamiento cuando dijo a Radio ADN que “Sebastián Piñera no va a hacer un gobierno con gente que participó, fue ministro, subsecretario o tuvo cargos en el gobierno militar” y que quienes ostentaron estos puestos “no van a tener cargos de primera importancia y probablemente ni de segunda ni tercera”.
Y si bien la hija del candidato, Magdalena Piñera, dijo luego a la misma emisora que “no he visto ni a Juan Antonio Coloma, ni a Andrés Chadwick ni a ninguno de los representantes de la UDI poner ninguna exigencia con respecto a eso”, todo indica que los dichos del candidato -al menos- hirieron ciertas susceptibilidades.
Con el fin de ventilar el enrarecido aire a diez días de las elecciones, luego Piñera fijó otro límite: en su eventual administración sólo quedarían fuera quienes dirigieron ministerios en el régimen de Pinochet.
“La inmensa mayoría de nuestros colaboradores eran muy niños en el gobierno militar (…) Si me pregunta si va a haber algún ministro del gobierno militar en nuestro futuro gobierno, lo más probable es que no”, dijo.
Pero todo cambió el viernes 8, cuando La Segunda publicó que “Hinzpeter admitió que no reprocharán a nadie que haya sido personero de Augusto Pinochet”.
En tanto, la senadora Evelyn Matthei agregó que, tras conversar con él y el candidato, entendió que la diferencia la harán con personas que hayan cometido delitos.
Joaquín Lavín y Cristián Larroulet, ambos con un innegable pasado pinochetista, han sido mencionados en varias ocasiones como seguros miembros del posible gabinete.
Por el ex alcalde de Las Condes, Piñera siente una profunda gratitud por su lealtad y valora que no haya emprendido ninguna “travesía por el desierto” al estilo Allamand tras su dura derrota senatorial en la Quinta Costa.
En tanto, el economista Larroulet ha cumplido un rol relevante en el engranaje programático al interior del comando piñerista. Estos lazos obligarían al abanderado de la derecha a ubicarlos en La Moneda a pesar de sus currículos.
HIZO LLORAR A PINOCHET
Joaquín Lavín perteneció a los Chicago boys, la camada de jóvenes que se formó en esa ciudad estadounidense para luego transformar el modelo económico chileno, que de paso se convirtió en la mayor herencia de la dictadura en el país.
Durante la Unidad Popular, Lavín militó en el Partido Nacional y después fue independiente por muchos años, aunque se movía en una arena más económica que política. Recién después del plebiscito de 1988 se incorporó a la UDI y estrechó lazos con Jaime Guzmán.
Al fundador del gremialismo lo conocía desde sus tiempos de estudiante en la UC. En esa misma casa de estudios, Lavín tuvo como profesor a quien con el tiempo se convertiría en su mentor: Miguel Kast. No sólo fue su guía.
También fue su jefe. Tras titularse, Kast le ofreció trabajar en la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), repartición que estaba a su cargo. Odeplan cimentó las reformas económicas del régimen militar y fue el semillero de diversas políticas, como la liberalización de los aranceles y la creación de las AFP y las isapres.
Allí trabajaron durante “los años más duros de la represión contra los derechos humanos”, reza un reportaje de La Tercera de 1996.
La relación de ambos se hizo tan estrecha, que el mismo Kast recomendó a Lavín a la Universidad de Chicago, a donde partió a estudiar en 1977.
Y no sólo eso. A su regreso, en 1979, continuaron las recomendaciones: primero para ser decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Concepción y en 1981 para ser editor de economía de El Mercurio.
Lavín fue uno de los creadores de Economía y Negocios y llegó a ser editor de informaciones del diario de Agustín Edwards.
Durante el régimen militar, Joaquín Lavín trabajó además en el Ministerio de Hacienda conducido por Hernán Büchi. Luego formaría la Universidad del Desarrollo en Concepción junto a Cristián Larroulet, entre otros.
Antes del plebiscito de 1988, Lavín dijo a El Mercurio “mi voto no es por el uniforme ni por el traje azul.
Queremos que Pinochet gobierne como civil, pero sin perder sus valores de soldado”. Si bien en un reportaje de La Nación de 1996 admite que fue un gran partidario de Pinochet, lo que no era ninguna novedad, dice que no cree haber sido su “regalón”, como señalaban algunos.
Sin embargo la cercanía entre ambos era tangible. Para la presentación de su libro “Chile, sociedad emergente”, Lavín hizo llorar a Pinochet. Ese día dijo: “Nosotros (él y Luis Larraín) sólo escribimos este libro, pero el verdadero autor de la ‘Revolución silenciosa’ (otro de sus libros junto a Larraín), el verdadero autor de la ‘Sociedad emergente’, el verdadero, Presidente, es usted”.
En 1988, cuando ya tenía 35 años y tras la derrota en el plebiscito, Lavín ingresó a la UDI. Fue vicepresidente de la colectividad y se había hecho conocido tras escribir “Revolución silenciosa”, donde defendió la política económica asumida en la dictadura. Con ese colchón de fama, inició su campaña a diputado por Las Condes.
Su concepto de “gallo de pelea”, que lo acompañó por años, no sirvió y fue derrotado por Evelyn Matthei. Luego Lavín fue secretario general de la UDI, pero dejó ese cargo para ser alcalde de Las Condes en 1992.
En 1996 su figura estaba muy bien posicionada y fue reelegido en la alcaldía de Las Condes con un 77,7% de los votos, la primera mayoría del país. Con esto se ratificaba su liderazgo en la derecha y ya se perfilaba como posible candidato presidencial.
Ese mismo año dijo a El Mercurio en relación a la Presidencia “si queremos ganar en Chile la UDI tiene que ser mucho más que la defensora de un gobierno militar exitoso”.
Por ese entonces, también defendía medidas residuales de la dictadura, como los senadores designados.
En 1999, compitió estrechamente con Ricardo Lagos por la Presidencia de la República, pero perdió.
De 2000 a 2004 fue alcalde de Santiago, claro que ahí ya no le fue tan bien como en Las Condes. Y en 2005, la Alianza no se puso de acuerdo y en primera vuelta compitieron Lavín y Piñera, pasando este último a segunda vuelta, con lo que el candidato de la UDI sufría su segunda derrota presidencial.
Finalmente, en la elección de diciembre pasado, Joaquín Lavín se postuló a la senaturía por la Quinta Región Costa, pero perdió frente al RN Francisco Chahuán. Desde entonces dijo que trabajaría porque Piñera saliera electo Presidente.
Al parecer han quedado atrás las rivalidades de la última elección presidencial y capítulos como el “golpe de timón” de 2004, cuando Joaquín Lavín solicitó a Piñera la renuncia a la presidencia de RN y a Longueira la de la UDI con tal de resolver los conflictos en la Alianza.
Hoy, Piñera ya ha dicho que el ex alcalde será parte de su eventual gobierno. Lavín por su parte aspira capitalizar todo lo que ha cultivado con la denominada “UDI popular” para volcarlo en un ministerio social que reemplazaría a Mideplan.
EL SAMURAI LARROULET
Cristián Larroulet, macrocoordinador de los grupos Tantauco, es muy cercano a Lavín. Ambos estudiaron en la UC y luego fueron convocados por Miguel Kast para participar en Odeplan.
También coincidieron en Chicago. En 1977, Larroulet formó parte del encuentro de Pinochet con los jóvenes en el cerro Chacarillas.
A su regreso de Estados Unidos, Larroulet alcanzó la jefatura del Departamento de Planes de Odeplan en 1981.
“Viví toda la crisis económica en el Ministerio de Economía”, ha recordado.
En 1985, partió a trabajar con Hernán Büchi al Ministerio de Hacienda. Estaría como jefe de su gabinete hasta 1990, llegando a ser mano derecha del ex presidenciable.
Para el encuentro de jóvenes por Büchi, celebrado el 11 de septiembre de 1989, Larroulet declaró que “sólo la intervención de las Fuerzas Armadas el 11 de septiembre de 1973 impidió la conculcación definitiva de las libertades ciudadanas”.
La derrota de las elecciones no lo amilanó y fundó, con el mismo Büchi, el Instituto Libertad y Desarrollo, un centro de estudios e investigación ligado a la derecha. Tentado por la UDI, nunca quiso formar parte de sus filas para no abanderar a LyD. Sin embargo, con sus declaraciones siempre ha demostrado su fina sintonía con los postulados del gremialismo.
“¿Qué justificación hay para que empresas como el Banco del Estado, las empresas de agua potable o las fundiciones de Enami no sean privadas?”, declaró en una entrevista en 1991. Mientras menos tenga el Estado, mejor, anunciaba en esos años el aplicado pez gordo del sistema económico.
“El Estado no debiera manejar ninguna empresa productiva. Esto le corresponde al sector privado. En áreas como la salud y la educación, también proponemos sistemas de mayor competencia”, indicó.
En 1999 acompañó a su amigo Lavín en la cerrada lucha electoral con Ricardo Lagos. No dudó en abandonar su verano en Lonquimay para apoyarlo en la campaña presidencial.
Formó parte de los llamados “samuráis”, el principal equipo asesor del candidato. “Si yo ganaba, Larroulet habría sido ministro”, declaró Joaquín Lavín en la revista Sábado de El Mercurio en 2008.
Larroulet no sólo ha hablado de economía en estos años. En 1999, el coordinador de Tantauco entregó su respaldo a Sergio Arellano Stark y Humberto Gordon, militares procesados por el asesinato de Tucapel Jiménez.
“Confío en que son inocentes y que podrán demostrarlo”, dijo.
En 2000, respaldó la Ley de Amnistía, que extingue la responsabilidad de autoría en delitos cometidos por militares en contra de los derechos humanos antes de 1978.
“La amnistía debe aplicarse en su estricto sentido”. Y un año después defendió a un devastado Augusto Pinochet: “Es importante que los tribunales vuelvan a cumplir su rol y que, específicamente, en el caso de Pinochet, se reconozca el derecho humano de una persona que tiene demencia subcortical a no ser sometido a proceso”.
Volvió a participar como el cerebro de la campaña del candidato de la UDI para los comicios de 2005 formando parte de los Talleres Bicentenario, un símil de los grupos Tantauco, en el que 300 técnicos elaboraban el gobierno que Lavín ofrecería al país.
Al verse avasallados por la presencia de Sebastián Piñera, Larroulet dijo cerca de la elección que “ahora estamos en el peor de los mundos”. Ayudó a su amigo a escribir la carta de derrota y se fue con el nuevo abanderado de la derecha.
“Michelle Bachelet me ha desencantado. Su problema es que no tiene posturas personales en muchas materias”, arremetió contra la recién electa Presidenta en enero de 2005.
Larroulet acaba de ser nombrado por sus pares el Economista de 2009. El académico de la Universidad del Desarrollo ha cambiado algunos puntos de vista con el paso de los años.
Si durante la década pasada defendía a toda causa la privatización de las empresas estatales, actualmente -e investido con las ropas del nuevo progresismo- no piensa lo mismo.
“Hoy hay un consenso enorme en el rol fundamental del Estado en la conducción de la política pública. En determinadas áreas se necesita más Estado, esa es la postura nuestra”, ha señalado últimamente.
Larroulet quiere volver a La Moneda. Su nombre ha sonado con insistencia como posible carta para la Secretaría General de la Presidencia.
“Sería inimaginable un gobierno de la centroderecha sin Larroulet en un lugar importante”, dijo el senador Andrés Allamand en junio de 2008.
Importante precursor de las ideas del pinochetismo, Larroulet se perfila en un rol clave dentro de un eventual gobierno de Piñera, a menos que el presidenciable cumpla la palabra empeñada a Patricio Navia.
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