La heroína que salvó las imágenes de la dictadura
El gerente del canal quiso que grabara por sobre las imágenes de las giras de Allende, la entrega del Nobel a Neruda y la visita de Fidel Castro al gobierno de la Unidad Popular. “¿Cómo voy a borrar esa parte de la historia?”, pensó ella, y decidió esconder las fichas de esas grabaciones, que sólo volvieron a verse en la campaña del No.
Domingo 29 de noviembre de 2009
Foto: Amira Arratia tenía apenas 20 años cuando, tras el golpe militar, comenzó a guardar cintas y videos de la época.
Foto: Mario Ruiz
En 1973, a sus 20 años y mientras estudiaba Bibliotecología en la Universidad de Chile, Amira Arratia empezó a trabajar como archivera en TVN. “Llegué cuando el centro de documentación era una incipiente bodega. Me parece que tenía como 100 ó 110 cintas y unos pocos libros. Se estaba armando recién”, dice antes de humildemente agregar: “Me sirvió juntar desde cero la historia que tenemos hoy en TVN. Eso ha sido muy gratificante”.
Para el golpe llevaba medio año trabajando en el canal. Inexperta pero con olfato, comenzó a guardar las imágenes que los militares querían hacer desaparecer y que por fin vieron la luz en la serie “TVN 40 años. Tu historia es mi historia”, donde el canal de todos los chilenos ha asumido que tergiversó noticias y, derechamente, creó montajes.
Amira -quien al poco tiempo se convertiría en jefa del Departamento de Documentación, cargo que conserva hasta hoy- se encontraba en su despacho cuando los militares irrumpieron y se llevaron una cantidad de filmes de prensa en formato telecine que ni siquiera estaban catalogados. “Mucho de este material se perdió porque ellos entraron, lo metieron en unos sacos y lo quemaron acá mismo”, recuerda.
-¿Cómo fue esa situación?
-Impactante y desconcertante porque el golpe de Estado había sido hacía muy poco, entonces yo tenía una mirada atónita, de incredulidad.
-¿De qué modo entraron los militares?
-Diría entre comillas que llegaron muy suavemente. Me preguntaron dónde estaba el telecine y (...) sacaron ese material. Como estaba el canal tomado por ellos pasaron a ser habitués: dormían aquí, había un regimiento acá adentro y hasta hacían cambio de guardia. Uno almorzaba con ellos en el casino. Entonces no fue una cosa así que llegaran en patrullas.
-¿Intentó defender el material?
-No. A uno le pregunté ¿qué va a hacer con eso?. “Lo tenemos que llevar”, me dijo pero yo, pollo, tenía 20 años, no me iba a enfrentar si tampoco sabía lo que realmente pasaba (…) pero sí supe qué hacer después, cuando me llamó el gerente y me dijo que quería todas las fichas donde apareciera material de Salvador Allende y Pablo Neruda, cuando recibió el Premio Nobel. Quería eliminar todo el material que tenía que ver con la Unidad Popular y la visita de Fidel Castro.
-¿Qué hizo usted?
-En ese tiempo nosotros teníamos un catálogo de fichas manuales (...) entonces me pidió que se lo llevara. Él puso su firma, y eso significaba que ese material había que borrarlo (...) Yo lo que hice fue devolverme de su oficina y pensar en la tremenda decisión que pesaba sobre mis hombros. No sé cómo, en qué momento, tuve ese sentido de preservación, (pero me dije) ¿cómo voy a borrar esa parte de la historia?, ese momento en que TVN transmitió en directo, vía satélite, la entrega del Premio Nobel a Pablo Neruda y las imágenes de Allende, las giras... Eran imágenes únicas, patrimonio de los chilenos, ni siquiera del canal. Del canal es la propiedad, el master, la cinta, la transmisión, pero el hecho es una cosa de todos. Como la única forma de llegar a los materiales era a través de esas fichas, yo las guardé en mi escritorio.
-¿Y las cintas siguieron guardadas acá?
-Claro, la única forma que tú tenías de identificar esas cintas era a través de un catálogo.
-¿Nunca nadie descubrió las fichas en su escritorio?
-No.
-¿Alguien sabía que usted las guardaba?
-Sí, dos personas que trabajaban conmigo. Y otras dos con las que después guardamos todo el material de los corresponsales extranjeros.
-¿Cómo fue trabajar ahí siendo contraria a la dictadura?
-Hubo momentos de mucha desazón, de tristeza, sobre todo cuando tú veías cómo se manipulaba la información (…) pero estábamos en esto más allá de lo que pasara con la dictadura, pensando que teníamos una responsabilidad futura. Nos podrían haber echado en cualquier minuto y pasó con mucha gente, pero sabíamos que eso no duraría toda la vida. Hay una frase que se ha dicho mucho y que nosotros también repetíamos: “Estas imágenes las tenemos que guardar para el nunca más”. Algún día se iban a abrir las compuertas e íbamos a poder decir, a través del archivo, a las generaciones jóvenes, a los que nacieron durante la dictadura o a los que vivieron durante 17 años viendo una sola parte de la moneda: “No señores, aquí también corrió otra historia, había otra sociedad, gente que sufría, detenidos, desaparecidos”.
-¿Cómo pudo guardar copias de lo que despachaban los periodistas extranjeros?
-Las protestas contra Pinochet empezaron en los años 82-83 y por supuesto que eso creó mucha expectativa mundial. Llegaron corresponsales de Europa principalmente. Una de estas dos personas que trabajaba conmigo pasó y se quedó mirando qué estaban despachando los corresponsales a sus países, me cuenta a mí y yo le dije que subiera una cinta e hiciera una copia y otra y siguiera copiando... al final lo copiamos todo, pero lo que yo hice fue no hacer detalle del contenido porque pensaba que si alguien venía, porque normalmente venían los militares a revisar los materiales para buscar personas que habían estado protestando, se podrían perder todas esas imágenes.
-También conservaron los montajes, ¿cómo los hacían?
-Muchas veces los periodistas me entregaban los originales, lo que realmente habían filmado. Lo que iba al aire después era la edición que decidía el editor. Era normal que se guardaran los originales, lo que pasa es que después tuvieron una relevancia histórica. Pero en ese minuto, por ejemplo, el periodista que cubrió el caso Neltume -en 1980, para la operación retorno del MIR en esa localidad- incluyó sonidos de disparos para simular un enfrentamiento armado. Él me dijo que lo iba a editar y que guardara estas cintas originales y yo las guardé.
Amira dice que armar “TVN 40 años. Tu historia es mi historia” implicó muchas horas de trabajo, pero que se obtuvo un producto “tremendamente objetivo... Creo que en estos momentos estamos donde estamos porque hemos sido transparentes a pesar de lo que nos haya tocado vivir”. Su satisfacción radica en “haber hecho un buen trabajo, donde la gente se ve retratada, se emociona. Los archivos son para eso, para mantener la historia”.
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