TESTIMONIOS DE LOS INVOLUCRADOS EN LOS HECHOS POSTERIORES AL GOLPE DE PINOCHET, EN 1973
Revelan datos estremecedores de la muerte del músico chileno Víctor Jara
Un subteniente jugó a la ruleta rusa y lo mató de un tiro. Luego ordenó acribillarlo.
Foto: DESTINO. AL AUTOR DE "TE RECUERDO AMANDA" LE QUEBRARON LAS MANOS Y LO MATARON A BALAZOS EN EL ESTADIO.
Su historia es uno de los capítulos más dolorosos y emblemáticos del golpe de Estado que lideró en Chile el general Augusto Pinochet el 11 de setiembre de 1973. A lo largo de los años se sucedieron los relatos sobre la detención, las torturas y la muerte del destacado músico chileno Víctor Jara, asesinado en el emblemático estadio de Santiago, pero recién ahora, a casi 36 años de la tragedia, comienza a armarse el rompecabezas de su padecimiento y de lo que fueron sus últimas horas con vida y del escalofriante rescate clandestino de su cadáver.
El mismo 11 de septiembre del golpe y de la muerte del presidente socialista Salvador Allende, cerca de 600 estudiantes y profesores se amotinaron en protesta en la Universidad Técnica del Estado en Santiago. Entre ellos estaba Víctor Jara, que era profesor de esa universidad y estaba a punto de cumplir 41 años.
Los militares irrumpieron en la universidad llevándose a varios detenidos al Estadio Chile, entre ellos a Jara, reconocido folclorista y símbolo de la izquierda chilena, autor de temas como Te recuerdo Amanda y Plegaria del labrador. Según la declaración judicial del ex conscripto José Alfonso Paredes, hoy detenido por el caso (ver recuadro), una vez alojado junto con otros detenidos en el estadio devenido gigantesca prisión, un subteniente "comenzó a jugar a la ruleta rusa con su revólver apoyado en la sien del cantautor. De allí salió el primer tiro mortal que impactó en su cráneo". "El cuerpo de Víctor Jara cayó al suelo de costado. Paredes observó cómo se convulsionaba. Y escuchó al subteniente ordenarle a él y a los otros conscriptos que descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del artista". Según la autopsia, el cuerpo de Jara tenía alrededor de 44 impactos de bala.
El mismo testigo indica que metieron el cuerpo de Jara en una bolsa y luego lo cargaron en un vehículo militar. Otras 14 personas fueron acribilladas junto a él y sus cadáveres tuvieron en principio igual destino. El testimonio de Paredes coincide con el de otros ex prisioneros al señalar que Jara fue interrogado al menos dos veces en los camarines del estadio y que fue sometido a torturas que incluyeron la fractura de sus manos a golpe de culata, un símbolo del ensañamiento con que actuaron los agentes del naciente régimen militar al reconocer al músico.
En relatos previos sobre la presencia de Jara se menciona el conmovedor intento de otros prisioneros para cambiar su aspecto luego de una sesión de tortura, vistiéndolo con otra ropa y tratando de cortar su cabello negro rizado con un cortauñas. Los últimos que lo vieron con vida dijeron que estaba muy golpeado, con la cara hinchada y las manos fracturadas.
Su cadáver fue trasladado como NN al Instituto Médico Legal (IML). Luego de guardar silencio por 35 años, Héctor Herrera Olguín, ex funcionario del Registro Civil y radicado en Francia, relató a la Justicia de qué manera ayudó a la viuda de Jara, Joan Turner, a llegar hasta los restos de su esposo y así poder darles sepultura. Herrera Olguín dijo que fue enviado el 16 de septiembre en comisión al IML, donde se le ordenó medir y tomar las huellas de los cuerpos apostados en el estacionamiento del recinto. El ex funcionario calcula que había unos 300 muertos, entre los cuales había niños y mujeres. Un empleado le advirtió que entre los cuerpos apilados parecía estar el de Víctor Jara y se lo mostró con sigilo. Estaba muy sucio, con tierra en las heridas, el cabello apelmazado por la tierra y la sangre. A simple vista se notaban las heridas profundas en ambas manos y en la cara. Y tenía sus ojos abiertos, "pero con una mirada tranquila", dijo Herrera, quien anotó a escondidas su número de ficha y sus huellas dactilares. Para esto tuvo que abrir sus manos: las tenía empuñadas, muy rígidas.
Al día siguiente fue a la sección dactiloscópica del Registro Civil y con la complicidad de una funcionaria, buscaron la ficha de Jara y comprobaron que habían asesinado al cantante. Anotó los datos de su esposa y su dirección. En la madrugada del 18 de septiembre, Herrera llegó hasta la casa de los Jara en Las Condes y le relató a su esposa lo que había vivido. Poco después partieron juntos hasta el IML e iniciaron la búsqueda que concluyó en el segundo piso del edificio. El cuerpo de Jara tenía el n° 20. Joan abrazó el cadáver y lloró en silencio.
Herrera invocó su calidad de funcionario para poder sacar el cuerpo en un día feriado y ayudó a completar el certificado de defunción donde consta que Jara murió por herida de bala el 14 de septiembre a las 5.00 horas. Luego debieron hacerse de dinero para comprar el ataúd para retirar el cuerpo.
Herrera y un amigo que lo ayudó con el dinero para comprar el cajón ingresaron a buscar el cadáver y lo trasladaron en una camilla metálica con su ropa doblada a los pies. Luego cubrieron el cuerpo con un poncho y una mortaja y lo depositaron en el ataúd. Joan estuvo una hora a solas con el cadáver de su marido. Pudieron enterrarlo en el Cementerio General, ubicado enfrente del IML, sólo porque la empleada a cargo vio el nombre del muerto y se los permitió. Fue enterrado en un modesto nicho y sin flores, en el mismo lugar en donde aún están sus restos.
Clarin.com
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