Museo de la SOLIDARIDAD SALVADOR ALLENDE
Jaime Bergamin Leighton/ ENcontrARTE
Pero, haciendo honor a nuestros cometidos, queremos ofrecer al lector la primicia, si se le puede llamar así, de una obra, no de su gobierno, sino de la admiración que en los grandes, famosos y solidarios artistas plásticos del mundo y otros no tan grandes ni famosos pero igualmente talentosos y solidarios, su imagen y su revolución despertaran.
Quienes vivimos ese período, recordamos con emoción el momento mágico en que, en medio de los embates de un Nixon enfurecido, los oscuros manejos de Kissinger, su bestia negra, y una oposición implacable, nos llegara el soplo fresco de una solidaridad gestada mas allá de nuestras aisladas fronteras, artistas famosos que entendían el proceso y las dificultades a las que se veía enfrentado y que quisieron manifestar su apoyo con lo mejor que tenían: sus propias obras.
Así nació el Museo de la Solidaridad. Así sobrevivió y se perpetuó esta iniciativa inédita y sorprendente en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Quizás lo más conmovedor de esta institución (aparte del gesto universal de los artistas del mundo de honrar ese período único e irrepetible como lo fuera el de los llamados Mil Días de la Unidad Popular), es que, por su magnitud, la calidad de su contenido y lo hondo de sus motivaciones, se convierte en el mejor legado que Salvador Allende haya podido dejar como huella indeleble de su paso por la historia y su profunda naturaleza humana, reflejada en una vida dedicada al hombre de a pie, al niño, a la mujer y la defensa, hasta dar la vida, por el derecho a la dignidad que, indeclinablemente, pasa por la educación y la cultura.
Aunque sea por esa razón, vale la pena emprender el viaje para poder apreciar en todo su esplendor la obra gigantesca de cientos de artistas y un objetivo: la solidaridad.
Un monumento multiplicado en 2500 visiones, entregándole al visitante ese mucho de humanidad que Allende sigue repartiendo, más allá del tiempo, más acá de la vida.
Jaime Bergamin Leighton
UN BREVE RECUENTO
La historia de la Fundación Salvador Allende está íntimamente ligada a una de las iniciativas culturales más trascendentes que el Presidente Allende impulsara durante su mandato: el Museo de la Solidaridad.
La increíble historia de la formación de este museo se remonta al año 1971, cuando se realiza enSantiago de Chile un encuentro de intelectuales y artistas de todo el mundo. El tema a debatir, entre otros, era la posición que ocupaban los países del Tercer Mundo en la producción cultural universal, llegándose a la conclusión que Latinoamérica no tenía los medios ni los recursos para hacer adquisiciones museográficas ni para invertir en cultura.
Durante la denominada Operación Verdad, un encuentro internacional convocado en Octubre de 1971 para dar a conocer la imagen real de ese país inserto en un proceso político inédito, ante la agresión de los medios de comunicación que estaban en manos de los sectores más duros de la derecha chilena aupados y financiados por el gobierno norteamericano (Vamos a hacerlos aullar... Richard Nixon). Este hecho de agresión y desinformación provocó el deseo y la necesidad de llevar al mundo la verdad sacando a la luz la agresión que había y materializando este proyecto. La invitación a intelectuales, artistas del mundo de la cultura y la política, tanto de Latinoamérica como de Europa, personalidades de la estatura de Carlo Levi, Mikis Theodorakis, Julio Cortázar entre otros, determina y define el tiempo para la gestación de "este efecto cultural".
José Balmes pintor de vanguardia y Director de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile para ese entonces y José María Moreno Galván destacado crítico de arte español, visitan para proponerle al Presidente Salvador Allende la idea de crear algo más "concreto" que expresara el apoyo de los artistas e intelectuales no solo del país, sino del mundo entero al proceso liderado por Allende. A la idea inicial de José María Moreno Galván y José Balmes se unen otras personas vinculadas al mundo de las artes visuales como Mario Pedrosa, de origen brasilero, quien se encontraba exiliado en nuestro país y trabajaba en la Universidad de Chile.
La puesta en marcha le fue encomendada a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile; estableciéndose las redes para recibir, albergar y difundir las obras que llegarían en el transcurso del año 1972. Fue así como se generó la primera muestra titulada: Solidaridad con el Pueblo Chileno, inaugurada el día 4 de Abril de ese año, la cual contó con la presencia de personalidades y la del presidente Salvador Allende en el Museo de Arte Contemporáneo, en la Quinta Normal de Santiago. Posteriormente se realizará una segunda y última exposición en Octubre del mismo año en la sede del edificio de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo UNCTAD III, bautizado con el nombre de Gabriela Mistral que, bajo la dictadura, pasaría a llamarse Edificio Diego Portales.
Entre los años 1971 y 1973 se reciben más de 500 obras entre pinturas, grabados, esculturas, dibujos, tapices y fotografías procedentes de artistas de todo el mundo que, inspirados por el proceso que se desarrollaba en Chile, quisieron ser partícipes del proyecto artístico, ético y emancipador del cual, el ámbito cultural constituía un elemento fundamental. Nombres como Rafael Alberti, Giulio Carlo Argán, Dore Ashton, Mariano Rodríguez se incorporan a la cruzada conformando en 1972 el "Comité Internacional de la Solidaridad Artística con Chile" .
Como consecuencia del Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973, el Museo de la Solidaridad es demontado lográndose rescatar casi todas sus obras que quedaron bajo custodia de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile en las bodegas del actual Museo de Arte Contemporáneo. Contrariamente a lo esperado por los artífices de la dictadura, esta abrupta interrupción de la existencia del Museo en Chile, provocó en el extranjero el nacimiento de nuevos museos, bajo la misma inspiración y ahora llamados Museos de la Resistencia, en los que se continuó con la recepción de obras de artistas de todo el mundo, entre los cuales, los exiliados por las dictaduras militares que durante el decenio 70/80 asolaron Latinoamérica, especialmente los países del Cono Sur.
Es en ese espacio histórico en donde se liga de forma definitiva el nombre de Salvador Allende al Museo de la Solidaridad.
En Chile, mientras tanto, el proyecto fue prácticamente olvidado. No quedó más que el mito, nunca confirmado del todo, de que en las oscuras bodegas del MAC, carcomidas de humedad y abandono, yacían pinturas de incalculable valor artístico, atribuibles a importantísimos pintores europeos.
En 1989 se reinstaura la democracia en Chile y comienza la recolección de las obras acopiadas hasta ese momento, en especial las provenientes de los países de Europa. Decisivas son la ayuda del gobierno autonómico de Valencia, la acción del ministro francés, para ese entonces, Jacques Lang y del gobierno de François Miterrand, quienes, junto a Isabel (la hija de Salvador Allende, no la escritora) y su esposa, doña Hortensia Bussi, consiguen el traslado definitivo hasta Santiago de Chile, para que se unieran a la colección original.
Paralelamente, la principal ocupación de la Fundación encargada de la custodia del patrimonio repartido por todas partes, ha sido, durante toda la década de los 90 y de comienzos del siglo XXI, la recuperación de aquellas obras que originalmente integraban la colección del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Así fue como se encontraron las piezas que habían permanecido dispersas en dependencias de la Universidad de Chile, en el Museo de Arte Contemporáneo y en otras reparticiones públicas. Simultáneamente se inició la repatriación de las colecciones que habían conformado los distintos museos de la resistencia en el exterior.
En 1991 se reinauguró el Museo de la Solidaridad Salvador Allende con una gran exposición de sus fondos de obra en el Museo Nacional de Bellas Artes, inauguración presidida por el presidente Patricio Aylwin, con el nada despreciable agregado de más de dos mil obras, que se sumaron a las quinientas que habían sido donadas durante los mil días que duró el gobierno de la Unidad Popular. Fue precisamente en ese periodo inicial cuando se hicieron efectivas las donaciones que corresponden a las piezas más emblemáticas de la colección, con obras de artistas como Joan Miró, Victor Vasarely, Alexander Calder, Frank Stella, Equipo Crónica, Roberto Matta, Cruz Diez, Eduardo Chillida, Josep Guinovart, Manolo Millares, Lucio Muñoz, Tomasello entre otros. La segunda partida corresponde a la época posterior al golpe de estado de 1973, la de los años de extrañamiento del museo con obras que fueron recolectadas tanto en Europa: España, Francia, Italia, Suecia, Finlandia como en Latinoamérica, Cuba, Panamá, México, Colombia. Entonces se incorporan obras de artistas como Antoni Tapies, Saura, Wifredo Lam, Juan Genovés, Rafael Canogar, Julio Le Parc, Pierre Soulages, Valerio Adami, Yoko Ono, Liliana Porter y Niki de Saint Phalle
La tercera parte de la colección se hace efectiva posteriormente en Chile, sumándose a ésto el retorno desde el exilio del Museo de la Resistencia, Recupera entonces, su nombre original: Museo de la Solidaridad Salvador Allende, reinaugurándose el año 1991 en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Actualmente el Museo cuenta con sede propia, respondiendo a la necesidad de darle el espacio que se merece. Este lugar fue inicialmente la casa habitación de una familia de la alta burguesía, posteriormente, entre los años 40 y 60, fue la sede oficial de la Embajada de España en Chile para ser adquirida, en los 70, por la Escuela de Economía de la Universidad de Chile. Durante la dictadura militar, irónicamente pasó a ser el Cuartel General de la Central de Inteligencia Militar. Al recuperarse la democracia fue devuelta al Ministerio de Bienes Nacionales, permaneciendo deshabitada hasta que se instaló la Fundación que custodia las obras pertenecientes al Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Durante el proceso de restauración, en la casa se encontró una serie de objetos abandonados por los militares, en los entretechos, demostrando que el lugar fue un espacio de escucha telefónica desde donde se espiaba a miles de chilenos de dentro y fuera del país. También se ubicaron documentos sobre las operaciones de inteligencia y represión que allí se realizaban y que fueron entregados a los juzgados respectivos como elementos probatorios. Parte de estos rastros se dejaron en la denominada "Sala CNI", que conforma una suerte de Museo de Sitio, compuesto por una muestra de grandes aparatos para interceptar comunicaciones.
En general la colección del Museo Salvador Allende tiene como eje temático el compromiso políticodel arte, haciendo un recorrido especifico por los movimientos artísticos del siglo XX y las vanguardias que pertenecen a las décadas de los 60, 70, y 80, materializándose en las más de 2500 piezas que componen la colección al día de hoy. Entre sus instalaciones, se cuenta con salas de bodegaje, bajo las mejores condiciones técnicas que permiten los conocimientos museográficos actuales y con un formato que posibilita la visita de las obras almacenadas para especialistas del rubro, académicos y estudiantes de artes plásticas, estética, historia del arte, entre otros.
Se realiza la creación de dos nuevas salas de exposiciones para talentos jóvenes, proyectando la incorporación de artistas de las nuevas generaciones del siglo XXI al fondo de la colección además de un Auditorium subterráneo multiuso con capacidad para 200 personas que permita la ejecución de obras de teatro, seminarios, talleres y jornadas de reflexión.
Museo de la Solidaridad Salvador Allende, único en el mundo creado en base a donaciones personales de los artistas, los cuales entregaron sus obras en apoyo al proyecto político que que el presidente mártir liderara.
Mención especial, por lo simbólico (y conmovedor), del esfuerzo de todo un colectivo por hacer realidad este objetivo, se ve reflejado en el discurso pronunciado por el presidente Salvador Allende el 17 de mayo de 1972 en el acto de inauguración del Museo y del cual reproducimos un fragmento: (...) Quiero, finalmente, señalar que en un hombre, que por sus años, por su prestancia y por su vida, merece que en él exprese mi reconocimiento a los artistas progresistas del mundo. Me refiero a Joan Miró, al maestro o a don Joan, como lo llaman los que así tienen derecho a hacerlo.
Él quiso, no entregar un cuadro de los muchos o de los pocos que tiene en su casa, o en su galería de trabajo, él quiso crear algo para Chile. Fue más generoso aún, puso su inteligencia, sus pinceles, su mente a trabajar para materializar este gallo, que como ha dicho el compañero Pedrosa, "canta una nueva alborada a una nueva alborada", que es una vida distinta, en un país dependiente que rompe las amarras para derrotar el subdesarrollo y con ello la ignorancia, la miseria, la incultura, la enfermedad.
En Joan Miró, anciano respetado y respetable, pintor sin fronteras rindo el homenaje agradecido del pueblo de Chile, por la actitud de tantos y tantos que han comprendido lo que aquí hacemos, las metas que queremos alcanzar, nuestra dura lucha, frente a intereses poderosos - nacionales y extranjeros - que quisieran que el pueblo siguiera aherrojado y al margen de la instrucción y la cultura.
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