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Locas por el tuppersex

Locas por el tuppersex

Domingo 7 de junio de 2009   

Por Carolina Rojas / La Nación Domingo 

Consoladores y vibradores domicilio

Ésta es algo así como una versión desordenada de las inocentes reuniones de dueñas de casa en torno a un muestrario de tupperwares. Pero ahora no son esas fuentes plásticas las que pasan de mano en mano en la reunión de mujeres, sino consoladores, vibradores y geles estimulantes. Algo ha cambiado... así lo demuestra está versión hot de las cándidas reuniones de las mamás de los ’80.

De a poco el ambiente decoroso se va esfumando. La amiga gritona y vivaracha del grupo toma el consolador-delfín rosado más grande y lo blande como una bandera para decir que, al menos, por esta vez "no tendrá que llevarse el chancho entero por un cuarto de longaniza", todas ríen y las más recatadas empiezan a soltarse. Miran de arriba abajo los dildos para preguntar cuánto cuestan, también abren los ojos con los vibradores baby bug, el little Paul y las bolitas geishas. Pero por sobre todo hablan mucho de sexo.

Aunque se le parece, ésta no es una despedida de soltera. Es un "tuppersex", una versión desordenada de los tupperware de los ochenta. Antes, en lugar de pisco sour tomaban tecito y compraban fuentes plásticas en vez de regodearse con consoladores. En el tuppersex lo más entretenido son las infidencias hot. Las mujeres siguen expectantes cuando aparecen los gusanos de gelly gigantes, los patitos vibradores y hasta juegos de mesa para calentar el preámbulo sexual. De la maleta sale un ludo con preguntas eróticas cómo ¿cuál es tu fantasía erótica? Tiene penitencias como la posición del arco (variante del "cara a cara", la mujer permanece acostada boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, apoyando sus brazos detrás de los hombros del compañero).

En estas reuniones, Jane Morgan la conocida norteamericana que se hizo famosa con sus juguetes eróticos fue una de las pioneras en el negocio. Las chilenas siguieron el ejemplo. Morgan, que le cambió la cara a los hiperrealistas consoladores de los ochenta por animalitos de colores pasteles, tiene un promedio de tres reuniones de tuppersex por semana. Asegura que esta actividad es grito y plata desde que se dio cuenta que a las mujeres les aterraba la idea de entrar a un sex shop. Esta modalidad de carrete femenino en casa es una opción amigable para comprar productos eróticos para usar con la pareja o para el autoplacer. "Son grupos de 4 a 15 personas y se reúnen mujeres de todas las edades, incluso el otro día animé el cumpleaños de una abuelita de 70 años", cuenta Jane.

En las reuniones surgen bromas, preguntas y parangones. Jane Morgan dice que los temas más frecuentes son el tiempo, "la duración" de un hombre, el sexo oral y los juegos previos. "Eso comprueba que las mujeres juntas son más atrevidas que los hombres y en estas reuniones se reconocen los personajes: la recatada, la desordenada y la gritona son un clásico en los tuppersex", asegura Jane.

El sex shop a la casa

Para calcular cuánto alcance tiene esta moda de desinhibición femenina, se puede mirar los números: sólo en dos años Jane Morgan ha realizado 204 reuniones de Tuppersex y ha reunido a más de dos mil mujeres en torno a sus juguetes eróticos. Pero la tendencia viene principalmente de Dina Hoernecke, la española dueña de Maleta Roja, que hace una década cargaba una maleta de este color para trasladar su surtido de artículos eróticos. Hoernecke pasó de dueña de casa a exitosa empresaria: Maleta Roja factura millones de dólares.

 

 A Daniela, de 26 años, se le ocurrió empezar en el negocio cuando hace un año perdió su trabajo de asistente social. Tomó su finiquito y vino a Santiago para atiborrarse de consoladores, anillos vibradores y aceites con sabor. En Valparaíso, convocó a sus conocidas y sirvió una mesa con copas de pisco sour y se lanzó al negocio del tuppersex. Su página se llama Aquelarre. En su maleta carga geles estimulantes, un ludo erótico y vibradores de todos los tamaños. También aprendió a romper el hielo en una reunión con temas como el autoplacer y el punto G. "Es divertido ver a las mujeres con los consoladores de gelly, todas quieren saber cómo funciona. Otro producto estrella es el perfume de feromona, yo lo he probado y da muy buen resultado... atrae a los hombres", dice Daniela tras haber experimentado con el frasquito milagroso.

Ximena Santa Cruz, sexóloga y especialista en terapia de pareja, comenta que el uso de juguetes sexuales es altamente recomendable para las mujeres. Ella se los prescribe a sus pacientes. Comenta que uno de los mayores beneficios de usar artículos como los vibradores es que las mujeres se instruyen sobre la conexión con su genitalidad. Según Santa Cruz, la chilena está muy desconectada con su cuerpo y sus orgasmos. Desde esa premisa los tuppersex tienen un beneficio: las féminas en grupo se desinhiben y sus preocupaciones sexuales dejan de ser tabú. "Es bueno que se hablen estos temas, porque así las mujeres aprenden que no hay que volcar las sensaciones placenteras sólo en el otro, sino que aprenden a construir su propio placer y goce, que es lo que más cuesta en una sociedad patriarcal: la búsqueda del placer. Así se deja de hablar del ‘hombre mal amante’, porque ella aprende y también enseña" aclara.

Según la creadora de Aquelarre, con estas reuniones el pudor se queda fuera y las mujeres, alentadas por las amigas y las confesiones de sexo, se atreven a erotizarse solas o con su pareja. "Lo que más se llevan es el gel estimulante que se aplica en los genitales y da una sensación de frío y calor en la zona elegida. Es realmente excitante, el producto favorito de mis clientas", dice Daniela.

Así, en esta variación del tupperware, las chicas van probando los talcos con sabor a miel, anillos retardadores de eyaculación se pone en la base del pene y también se convierte en estimulador de clítoris y bálsamos del amor, que se aplican en todo el cuerpo y son comestibles. Japi Jane asegura que en su producto-estrella es el patito vibrador. Recomienda usarlo en la tina en medio de un baño caliente. "Es estimulador de clítoris, se lo llevan mucho las clientas con hijos, porque si llegan a encontrarlo parece un juguete, no es como esos consoladores de penes gigantes que llegaban a asustar. Se pelean el patito, la estrella del tuppersex", dice risueña. //LND

 

 

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