ESTADO - MERCADO-DEMOCRACIA
Por Dr. Ariel Ulloa Azócar
La crisis económica mundial, la más grave que ha golpeado al mundo después de la Gran depresión de 1929, ha puesto en la agenda mundial el debate acerca del papel del Estado en la la conducción y regulación de la economía. La mayoría de los economistas coinciden en que la crisis ha puesto en evidencia que la "mano invisible del mercado" no asegura que la economía de un país funcione con absoluta transparencia, menos aun asegura la equidad en la distribución de los bienes. También ha quedado demostrado, que los mecanismos de autorregulación no funcionan de manera automática de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda. Por el contrario, el modelo económico mundial ultraliberal- llámese neoliberalismo , reganismo, thatcherismo o tercera vía-, lo que si asegura es la impunidad para los especuladores que con sus manejos bursátiles y financieros irresponsables llevaron al mundo a la crisis. En el caso de Chile, su representante mas genuino, pretende incluso ser Presidente.
En los países de economías pequeñas-caso de Chile- el modelo ultraliberal facilita, y es inevitable, la formación de monopolios, como única manera de acrecentar y asegurar las ganancias para quienes los controlan. La colusión de las redes farmacéuticas es un caso emblemático, pero evidentemente no es el único. Este tipo de cartel existe y desde hace mucho tiempo, entre las ISAPRES, AFP, bancos, retail, etc. Esta es una externalidad lógica del sistema de libre mercado salvaje imperante en nuestro país que cuenta, no nos olvidemos, con el marco legal protector de la Constitución de 1980. Esta Constitución, denominada "neoliberal"-en oposición a las anteriores "republicanas"- por el constitucionalista don Pablo Ruiz Tagle, se encargó de atar de manos a un Estado que desde la Independencia se había caracterizado por su fortaleza y preminencia, especialmente en el campo de la regulación de la economía. Fue ese Estado, dotado de un fuerte contenido republicano, el que fue destruido hasta sus cimientos por el golpe de estado de 1973.
El G20, reunido recientemente en Londres lo ha dicho claramente ..."Los grandes fallos en el sector financiero y en la regulación y la supervisión financieras fueron causas fundamentales en la crisis. La confianza no se recuperará hasta que no reconstruyamos la confianza en nuestro sistema financiero. Tomaremos medidas para crear un marco supervisor y regulador más fuerte y globalmente más coherente para el futuro sector financiero, que apoye un crecimiento mundial sostenible y cubra las necesidades de empresas y ciudadanos". Y agrega... "El fortalecimiento de la regulación y de la supervisión debe promover el decoro, la integridad y la transparencia". En el caso de nuestro país, no creo que exista algo más poco decoroso y escasamente transparente que la formación de ciertas grandes fortunas acumuladas en escasos años mediante la especulación en bolsa, la formación de carteles y la concentración monopólica de la riqueza.
La opinión pública, lo revelan encuestas, piensa que la situación de indefensión en que los consumidores se encuentran frente a los grandes monopolios y sus abusos, solamente puede ser remediado por el Estado. Sin embargo, la gente debe saber que para que ello suceda, es necesaria una reformulación profunda del modelo político y económico imperante. Necesitamos un Estado con poderes suficientes para regular la economía y el sistema financiero, controlar el crecimiento desmesurado de algunas ciudades, asegurar la salud y la educación para todos los ciudadanos, proteger a los más vulnerables y con capacidades legales que le permitan contribuir de manera efectiva a una distribución más equitativa de la riqueza.
Pero seamos serios. La historia ha demostrado que tampoco los Estados omnipotentes no han sido capaces de resolver todos los problemas de un país. No se trata entonces de pasar de un sistema en que TODO se entrega a las fuerzas del mercado, a otro en que TODO pasa por los designios del Estado. Es necesario entonces encontrar el justo equilibrio entre el mercado como eficiente asignador de recursos y el estado regulador y justo. Pero además, no debemos olvidar que a esta ecuación es necesario sumar el factor DEMOCRACIA.
La crisis ha conducido a los que deciden en el mundo de hoy a un proceso de búsqueda del justo equilibrio en la ecuación, ESTADO-MERCADO-DEMOCRACIA.
Es esto lo que debiera estar en el centro del debate presidencial y no la agresión pequeña o las acusaciones irresponsables.
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