HABLA EL ESTRATEGA DE LA PATRONAL Y LA CRISIS DEMANDA LA UNIDAD POPULAR
1. Al fin habló uno de los estrategas mayores de la clase en el poder respecto de la situación nacional y mundial. Se trata de Ricardo Claro Valdés, dueño de Sudaméricana de Vapores, Cristalerías Chile, el canal de televisión abierto Mega, Viña Santa Rita y co propietario de la Fundación Pablo Neruda (!), junto a Juan Agustín Figueroa. Ricardo Claro no es un patrón común. Su ductilidad y pericia le permiten traspasar el ilusionismo político reinante en Chile y proyectar los intereses nucleares de la burguesía a largo plazo.
En una extensa entrevista ofrecida al medio propagandístico de papel de la minoría privilegiada de Chile (El Mercurio), entregó sus perspectivas de clase respecto de la actualidad.
Sobre la situación crítica de la componenda política que administra el capitalismo en el país, Claro señaló que “Pienso que aquí tenemos un enorme desorden político (…) Este desorden se da en la izquierda (para Claro, la izquierda es la Concertación) y en la derecha, y se da al interior de cada partido. En la Democracia Cristiana hay posiciones muy divergentes y ya hay un grupo que se salió (el PRI de Adolfo Zaldívar). Yo creo que va haber otros personajes que se van a salir, especialmente si la votación (de las próximas elecciones municipales de fines de octubre) es mala”.
El mejor candidato para Claro sigue siendo el ex Presidente Ricardo Lagos (que hace poco desdeñó la posibilidad de repostularse, pero…). Al respecto indicó que “Lagos es el único político en Chile con visión internacional, y está muy al día. No encuentro ningún otro en la derecha ni en la DC.” No faltaba más, considerando que el gobierno de Lagos se caracterizó por la profundización del aperturismo económico asimétrico (firmas de Tratados de Libre Comercio); las privatizaciones que no alcanzó a realizar su antecesor, el DC Frei Ruiz Tagle; la implementación ciega de los dictados del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; la impronta antipopular y represiva contra cualquier movimiento social crítico a los intereses del capital; y dejó al país con una superior concentración de la riqueza y la peor y desigual distribución del ingreso en la historia.
Es decir, Ricardo Lagos garantizó la paz social, flexibilidad laboral y liberalización del capital financiero para la feliz reproducción y aumento de las tasas de ganancia de la burguesía.
Sobre Michelle Bachelet dijo que “A pesar que no le gusta el enfoque del sistema económico que tenemos, lo ha aceptado y ha logrado manejar las cosas con cierta armonía, y eso denota inteligencia. Ha tenido un gran colaborador que es el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, y eso ha ayudado mucho”.
Está hablando del mismo ministro que hace unos días nada más entregó más de mil millones de dólares a los dueños del sistema financiero para enfrentar la crisis de liquidez que ya se está manifestando.
De hecho, el presidente del Banco Central –que trabaja codo a codo con Hacienda-, José de Gregorio ya informó que “lo que vamos a hacer es proveer la liquidez para que el sistema bancario siga funcionando normalmente.” Guardando las proporciones de la coyuntura de la crisis recesiva mundial que hace trizas la arquitectura financiera de los países centrales, el gobierno chileno está implementando, a espaldas y contra los intereses de todo el mundo, una nueva “deuda subordinada”.
La misma que impusieron los economistas de Pinochet en la década de los 80’ para salvar a la Banca de la época, hoy se repite la canción a costa de los ahorros fiscales producidos por el trabajo de los 6 millones y medio de asalariados chilenos, y el auge del precio de los recursos naturales, que ya anuncian su debacle ante la contracción de la demanda china de cobre, y la baja demanda internacional de madera (celulosa).
En rigor, la reevaluación del dólar (depreciación) sólo ha beneficiado a acotados sectores exportadores de la agricultura que, en modo alguno, forman parte de los pilares sustantivos de la economía nacional. Por su parte, los importadores mayoristas –que compran en dólares- y venden al detalle, ya acusan el golpe, tanto por el derrumbe de la divisa norteamericana, como por la crisis de sobreendeudamiento de la gran mayoría de la población que paulatinamente ha dejado de comprar artículos en las grandes tiendas.
En relación al golpista declarativamente arrepentido y primer Presidente de los gobiernos civiles post dictadura, el DC Patricio Aylwin, Claro evaluó positivamente su gestión, afirmando que “Creo que Patricio Aylwin hizo una buena labor buscando la unidad (interburguesa, claro está), salvo en su intervención ante la Corte Suprema relativa a los casos de los desaparecidos.” Vale no más recordar que Aylwin, presionado a comienzo de los 90 por la demanda popular de juicio y castigo a los responsables de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en dictadura, se vio obligado a tomar iniciativas de carácter simbólico ante los horrores ampliamente difundidos, cometidos durante la tiranía pinochetista. Sin presión, es posible estimar que menos o nada se habría realizado en este ámbito.
Ricardo Claro, por otro lado, informó que “Gran parte de los bancos extranjeros están cortando el crédito a los bancos chilenos. Ya hemos visto empresas madereras importantes controladas por firmas poderosas, como Arauco, que cerraron la semana pasada una fábrica.
Estamos viendo también una baja pronunciada en el precio del cobre.” Claro no es un imbécil. Sabe a ciencia cierta que se precipita una réplica profunda del desastre financiero internacional en la economía chilena, fuertemente dependiente de la mundialización capitalista en crisis. Y sabe que ello conlleva, necesariamente, la potenciación de la organización de los trabajadores y el pueblo, y formas más explícitas de lucha de clases.
Por eso su candidato es Ricardo Lagos. Él, mejor que nadie a su parecer, es el único que podría garantizar el garrote duro contra las grandes mayorías en pie de lucha, y la cautela de hierro de los intereses de las clases dominantes.
2. En conjunto, la crisis cíclica del capitalismo cuyo origen se encuentra en la clásica e irracional sobreproducción de bienes y que se expresa en la quiebra de la hegemonía del capital financiero ficticio, en Chile ya destruye trabajo y empresas. Al respecto, es preciso atender que el 70 % de la fuerza laboral se desempeña en pequeñas y medianas industrias, las cuales están lejos de contar con los resguardos suficientes para encarar el actual período.
En rigor, ya estaban en aprietos antes de la crisis. Simplemente, sus malas condiciones sólo empeorarán. Es por ello, que el gobierno tenderá a profundizar la flexibilidad laboral para contrarrestar el desempleo creciente, y sus programas sociales se enfocarán a dotar de trabajo precario a los sectores más castigados por la crisis. Un agravante mayúsculo se observa en la pérdida de alrededor de 20 mil millones de dólares de los ahorros previsionales de los trabajadores administrados por las privadas AFP’s, cuyos fondos fueron puestos en activos y bolsas contaminadas en el extranjero.
El multifondo A (de más alto riesgo) ya ha caído en un tercio de su valor, jaqueando, por un lado, la naturaleza y eficiencia de la capitalización individual administrada por empresas privadas; y destruyendo el valor de las jubilaciones de manera estructural.
3. Por abajo el tiempo apremia. Las moléculas dispersas de los trabajadores y el pueblo organizado deben caminar sin pausa hacia la construcción del embrión anticapitalista capaz de convertirse en un eventual movimiento anticapitalista capaz de constelar al conjunto de sectores castigados por la actual crisis de los de arriba. La unidad popular abandona sus resortes políticos encapsulados hasta hoy, para convertirse en una necesidad histórica ante el imperio de la realidad en crisis.
En el mismo sentido, el único principio y punto de arranque de los desheredados y los múltiples empeños contra la dominación del bloque en el poder debe ser la independencia política de los intereses de la clase mayoritaria. Y, por cierto, la conducción compartida -desde abajo, democrática radicalmente, mestiza y ancha como horizonte- debe estar en manos de los mejores hijos e hijas del pueblo, legitimados y autorizados por el propio pueblo. Al respecto, no es posible colocarse tras la columna de añosas fracciones y fórmulas políticas verticales y de supuestos desprendimientos descontentos de la Concertación. Es justamente, al revés.
De lo contrario el riesgo de hipotecar los intereses genuinos de las grandes mayorías se vuelve historia repetida y peligro cierto. Llegó la hora de la generosidad, la ética incondicional; la hora del “mandar obedeciendo”. Primero precipitando las confianzas, conjuntando las luchas, por muy acotadas cuantitativamente que resulten, y propulsando acuerdos mínimos, contenidos distantes del estrategismo y a través de formas flexibles y altamente solidarias. No es la hora de las armas, ni de la capitulación entreguista o los conciertos políticos “progresistas” hegemonizados por los desencantados de la Concertación. Que ellos se agreguen con humildad y de acuerdo a los modos populares, si es que sus apetitos y agendas se los permiten.
Es el momento de la formación del núcleo amplio del futuro continente popular y la lucha de masas, de menos a más, de lo simple a lo complejo, del abrazo y el acento en las concordancias. Los atajos desesperados pueden contener cierta inspiración de poder, pero carecen de vocación de mayorías. Las inclinaciones hacia la derecha pueden contener cierta inspiración de mayorías, pero carecen de vocación de poder.
Los empeños anticapitalistas chilenos deben conjuntar como una sola cosa ambas voluntades: convicción de poder y de mayorías. Por lo pronto, el 17 de octubre, a las 19:00 hrs., en la Plaza de Armas se realizará la segunda marcha contra el hambre y las alzas de los bienes básicos para vivir. Ahí es preciso estar. Y que no haya soledad.
Andrés Figueroa Cornejo
Octubre 13 de 2008
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