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CHILE: LO QUE DIJO BACHELET Y OTROS ASUNTOS MÁS IMPORTANTES

CHILE: LO QUE DIJO BACHELET Y OTROS ASUNTOS MÁS IMPORTANTES

 

1.      Mientras se disipan las cenizas profundas del volcán Chaitén en la décima región de Chile y un 90 % de la población observa al actual sistema de partidos políticos como a uno de los grandes males del país (ya la mitad de los encuestados ha perdido la fe hasta en la democracia burguesa representativa), un conjunto de tecnócratas y políticos, aparentemente heterodoxos, por arriba y ampliamente publicitados por el órgano oficial de la clase dominante del país, El Mercurio, propone una ofensiva para acabar con el 30 % de la propiedad del cobre que todavía se mantiene en poder del Estado. Se trata de un documento de titular catastrofista (“CODELCO, como está hoy, no da para más”), donde la ‘intelligensia’ de la minoría en el poder señala que la Corporación del Cobre “debe transformarse en una sociedad anónima y abrir un porcentaje minoritario de su propiedad a bolsas de comercio nacional y extranjeras.” Naturalmente, la iniciativa ultracapitalista y retardataria, apunta hacia la privatización absoluta del recurso natural  más importante del país, cuyas utilidades fundamentan el superávit multimillonario de la caja estatal (prácticamente, 15 mil millones de dólares) y que, hasta ahora, han amortiguado el impacto de la recesión norteamericana y la desaceleración en Chile (que no la inflación, la crisis energética, y la baja tendencial del crecimiento) debido a la alta demanda China del metal rojo. Lo que no hizo el propio dictador Pinochet durante su régimen de horror y refundación capitalista, lo pretende realizar la derecha ortodoxa y parte del bloque en el poder, compartido por la Alianza por Chile y la Concertación. Vale decir, que los programas y derechos sociales implementados por el gobierno –totalmente insuficientes ante los fenómenos estructurales asociados a la precariedad del empleo, la refrigeración de los salarios, la crisis de la educación, salud y previsión social,  y las insultantes desigualdades sociales que campean en Chile-, así y todo,  son posibles casi en su integridad por las ganancias devenidas de la explotación cuprífera. Al respecto, son los propios poderosos quienes dictan con su ofensiva privatizadora la agenda de la lucha de los trabajadores y el pueblo. La renacionalización del cobre –realidad y victoria conquistada una vez por el gobierno de Salvador Allende- hoy debe convertirse en una de las demandas nucleares, en clave multisectorial, unitaria y masiva, de los de abajo. Lo que está en juego con la eventual privatización absoluta del cobre es la postergación histórica, una vez más, de las posibilidades del desarrollo del conjunto de los chilenos y las generaciones que vienen. Los sujetos sociales, los trabajadores y el pueblo, poniendo tras de sí a otros segmentos de la sociedad, tienen la tarea estratégica insoslayable, ética y política, de iniciar la caminata clara de convocar y reconstruir, desde abajo,  las fuerzas mestizas y amplias para reponer la reivindicación respecto de volver el cobre propiedad social. De no hacerlo, nuevamente se hipotecarán las posibilidades del progreso económicamente democrático de Chile. Si bien, la nacionalización del cobre no resuelve por sí sola la diversidad de patologías sociales del país, sin duda, es parte sustantiva de la construcción de condiciones materiales para hacerlo. ¿Dónde está la Central Unitaria de Trabajadores mientras el capital muerde sin contrapesos el corazón de la economía chilena?

 

2.      El 21 de mayo recién pasado, como es tradicional, la Presidenta Bachelet dio cuenta política al país de su gestión y realizó una serie de anuncios para lo que resta de su mandato.

En resumen, los planteamientos no constituyeron ninguna novedad significativa y simplemente confirmaron el compromiso de la Concertación con el pacto interburgués que, desde la administración del Estado, sostiene un modelo sin pueblo, para feliz beneficio de la patronal, verdadera jefatura del curso de acumulación capitalista fundado por la dictadura militar a mediados de los 70 del siglo pasado.

De este modo, ofreció recursos a la burguesía exportadora asociada al agro (sin tocar las condiciones de expoliación de la fuerza de trabajo asociada al sector); un bono de invierno de 50 mil pesos (menos de 100 dólares por una vez) para paliar simbólicamente la inflación y las alzas alimentarias que golpean con especial crudeza a  los más pobres; y otro bono de 20 mil pesos (menos de 40 dólares, en un país donde el kilo de pan cuesta dos dólares y un balón de gas de 5 litros, vale 12 dólares) para los pensionados en peor situación. Asimismo, anunció la implementación de microcréditos para las pequeñas empresas (que ofrecen trabajo a un 70 % de la fuerza laboral del país), pero no se pronunció sobre la inexistencia de un mercado propio para el sector, hecho que lo condena a vender su producción al precio impuesto arbitrariamente por las grandes cadenas comerciales. En el plano educacional, planteó una mayor vigilancia a la dotación de recursos a la educación privada subvencionada (que ya corresponde al 50 % de todo el sistema escolar) a través de métodos computacionales, pero “un buey sobre su lengua” le impidió pronunciarse sobre las demandas de los estudiantes, profesores y apoderados respecto de la desmunicipalización de la enseñanza, tránsito necesario para diseñar y promover una educación pública de calidad, capaz de brindar ciertas igualdades de condiciones a los casi 4 millones de estudiantes de la enseñanza básica y media (eso sí, dijo que regalaría un computador a los niños de séptimo básico más pobres que estén en el 30 % de mejor promedio de notas de su nivel (!)). En lo que corresponde a los casi 7 millones de trabajadores chilenos (de los 16 millones de habitantes), se refirió a la aprobación de la Ley de Subcontratación (cuyos fallos al respecto, han sido rechazados casi en su totalidad por la Corte Suprema); y habló de mejorar la negociación colectiva (a la que sólo tienen acceso poco más de un 7 % de la fuerza laboral del país) para “fortalecer los sindicatos”, donde se limitarían las negociaciones a grupos distintos al sindicato legalmente constituido, pero también se limitaría el fuero sindical. Nada señaló sobre la negociación por área económica, la precariedad del empleo, el salario mínimo, ni el término del reemplazo durante la huelga. Eso sí, habló de la posible creación de una escuela sindical administrada por el Ministerio del Trabajo, donde, naturalmente y sin ser pitoniso, se promoverá la formación de representantes sindicales bajo la égida de la colaboración de clases, evitar la lucha y la huelga como herramientas históricas de los trabajadores, y producir una plana de eventuales dirigentes domesticados en el control social y la suspensión de conflictos. En lo que sí hizo anuncios de importancia la Presidenta, fue en el llamado Acuerdo Nacional de Seguridad Nacional Pública, donde se invertirán 20 millones de dólares para proteger a la policía (!), enfatizó la implementación de la ley de Responsabilidad Juvenil que, en la práctica, baja la edad de las personas imputables de delito. Probablemente, por falta de tiempo, no hizo referencia alguna a que la miseria y la ignorancia son las causas cualitativas que –como dos rostros de la misma moneda y salvando las patologías psiquiátricas insignificantes para las estadísticas-, en general, explican la delincuencia en Chile. Nihil novo sub sole.

 

3.      Junto a la crisis cíclica del capital originada en la llamada “burbuja      inmobiliaria” usamericana que actualmente contamina amplios sectores de la economía mundial, causando la recesión en EEUU y la desaceleración económica planetaria y chilena, se agrega la peste del hambre, que distintamente, tiene más bien, un carácter estructural.

Según la organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre marzo de 2007 y marzo de 2008 los precios de los cereales aumentaron un 88 %; los aceites y grasas un 106 %, y los productos lácteos un 48 %. Al respecto, las alzas siderales provocadas por la especulación del capital, el empleo de alimentos para producir agrocombustibles ante la subida extraordinaria del precio del petróleo y el cambio climático –entre sus principales causas- ha tenido efectos que lastiman la vida y humanidad profunda de los habitantes del mundo, toda vez que 2.600 millones de personas en el planeta viven con menos de 2 dólares al día y gastan entre un 60 % y un 80 % de sus ingresos en comer.

En relación a la concentración de la propiedad de la producción alimenticia, un 80 % de las exportaciones de trigo provienen sólo de seis exportadores, así como un 85 % del arroz, y tres países producen un 70 % del maíz exportado.

En Chile, hacia fines de abril de 2008, el quintal de arroz nacional, que el 2007 costaba alrededor de 13 mil pesos (25 dólares), sufrió un incremento entre un 38 % y un 53 %. El presidente de la Federación de Productores de Arroz, Jaime Maureira, proyecta que su precio en el país puede subir a 985 dólares la tonelada. Más de la mitad del consumo nacional proviene de importaciones, sobre todo de Argentina. El futuro alimentario chileno se cubre de pésimas incertidumbres.

Por otra parte, en Chile comienza a volverse habitual la práctica empresarial de terminar con industrias en el territorio chileno, para resituarlas en otros países. Ya ha sucedido así con la General Motors que existía en Arica; Cerámicas Cordilleras del grupo belga Etex; y de la mayor fabricante chilena de etiquetas Zalaquett, perteneciente al consejero de la Sociedad de Fomento Fabril, Marcelo Zalaquett. Asimismo, se agregó en mayo la decisión de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), perteneciente al grupo Matte (uno de los tres más grandes e influyentes de Chile) que redireccionó una inversión de 30 millones de dólares al Perú. Más allá del principio probado históricamente de que el capital no tiene patria, sino sólo intereses, las causas coyunturales de las situaciones mencionadas se encuentran en la crisis energética chilena y en la supuesta “presión” de los trabajadores del país contra el desarrollo de los negocios. Lo cierto es que en Perú, la energía cuesta alrededor de un 50 % menos que en Chile, y el salario mínimo de los trabajadores es equivalente a 90 mil pesos chilenos. La cuestión es simple: las tasas de ganancia del empresariado son la brújula absoluta de los capitales combinados. Cuando el capital no renta de acuerdo a sus intereses estratégicos, simplemente se deslocaliza, destruyendo con sus movimientos fuerzas productivas, industria y trabajo. Esa es una ley del actual modelo de acumulación y explotación patronal. No es un capricho ni un accidente.

 

4.      Hace tiempo que el mundo de las asalariadas y asalariados –sujeto esencial de la contradicción capital / trabajo- requiere dotarse de un tipo de organización, corriente o movimiento que esté signado por su independencia de clase, una plataforma de lucha tendiente a su politización y el desencorsetamiento de las limitaciones de las luchas puramente económicas; y que tenga la mirada puesta en un futuro o punto de llegada en el establecimiento de un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Para ello no es suficiente la sola organización de un sector de los trabajadores sindicalizados. La labor titánica de modificar aspectos de la realidad a favor de los intereses de los trabajadores y el pueblo –como la renacionalización del cobre o una educación pública laica, gratuita y de calidad indiscutible-, en el actual contexto de lucha mundial, regional y nacional, exigen la constelación de fuerzas infinitamente superiores incluso a las existentes durante el período de la Unidad Popular, cuyas conquistas también fueron hijas de relaciones de fuerzas internacionales totalmente distintas que las actuales. Hoy más que nunca, existe una relación interdependiente entre la necesidad y la suficiencia. Para transformar una sociedad desigual y antipopular, en un estadio del capitalismo mundial, cuya voracidad sin freno, sin racionalidad ni humanidad, sitúa al socialismo y la democracia popular como necesidad histórica –en todas sus dimensiones-, es preciso construir las fuerzas desde abajo, mestizas, creativas y con vocación de mayoría y poder, que propugnen la hegemonía compleja de los intereses de los trabajadores y el pueblo a una escala todavía lejos de la fuerza suficiente convocada. En este sentido, la clase mayoritaria que produce la riqueza de Chile debe enfrentar desafíos de rango mayor. Algunos ya están trabajando hacia ese “punto de masa”, o cónclave de fuerzas. Sin embargo, de no apresurar la caminata generosa, amplia, inclusiva, desmarcada de sectarismos y otras enfermedades; por muchas condiciones objetivas que provoque la crisis del capital, se abreviarán dramáticamente las posibilidades de la emancipación de los de abajo.

 

Andrés Figueroa Cornejo

Miembro del Polo de Trabajador@s por el Socialismo

 

Mayo de 2008        

 

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