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SOBRE LOS EMPEÑOS ANTICAPITALISTAS CHILENOS (I)

  1. El conflicto esencial de la sociedad chilena y mundial para los empeños anticapitalistas de inspiración revolucionaria se ubica en el socialismo versus la barbarie imperialista, hegemonizada por el capital financiero y especulativo, cuyo desenvolvimiento caótico y de crisis sucesivas, pone en peligro la propia sobrevivencia del planeta. La democracia burguesa y representativa es sólo la forma arbitraria y premeditada que adquiere la dominación de clase para sostener y multiplicar sus tasas de ganancias en un momento dado. Antes fue la dictadura militar; hoy es una democracia sin pueblo, jurídica y políticamente legitimada por las elecciones generales y un sistema de partidos políticos que comparte los aspectos nucleares de un mismo patrón de acumulación y explotación capitalista.
  2. El antagonismo de intereses irreconciliables entre el capital y el trabajo, entre la minoría dominante y la mayoría trabajadora y pobre, se expresa en las relaciones de fuerza producto de la lucha de clases. Y la lucha de clases es la dimensión sintética, dialéctica y dinámica de las condiciones objetivas y subjetivas de la sociedad y sus características condicionadas por el actual período histórico.
  3. La situación de los empeños anticapitalistas de inspiración revolucionaria está sobrediagnosticada, y tiene que ver con el penoso archipiélago de microorganizaciones que no logran su constelación, pese a ciertos avances menores al respecto. Al igual que el conjunto de fuerzas en pugna que da origen a la realidad actual en todas sus dimensiones, el estado de los empeños anticapitalistas está condicionado al propio devenir de la lucha de clases. El proyecto emancipador, la reestructuración del intelectual orgánico (el Partido de la clase trabajadora y el pueblo) y el surgimiento -en tanto necesidad histórica- de la organización propia de las clases dominadas, también están asociados al estadio actual y futuro de la lucha de clases. La voluntad es fundamental, pero insuficiente. Las condiciones objetivas son fundamentales, pero insuficientes. Aquí lo central es hacer rimar ambas variables generales.
  4. La marginalidad política de los luchadores anticapitalistas no se mide por su presencia relativa en la arquitectura antipopular de los costados de representación electoral del Estado burgués, sino en la capacidad de construirse, desde y con el pueblo profundo, en conducción compartida e intervención concreta en procesos de lucha de clases. La recomposición de la política, independiente y socialista, de los trabajadores y el pueblo no se resuelve desde arriba, sino que se origina desde abajo, independientemente de que, decisiones tácticas del complejo popular, mañana determinen accesoriamente participar en alguno o todos los niveles de representación electoral. Pero ya está claro que la lucha de clases no se sintetiza en las municipalidades, el parlamento, o el propio Ejecutivo. Se sintetiza “abajo, abajo, cerca de las raíces, en donde la memoria ningún recuerdo omite”.
  5. Fórmulas puramente electorales, de integración sistémica; proyectos de asambleas constituyentes o plataformas de lucha maximalistas, corresponden a papel mojado de no construirse la hegemonía política de los trabajadores y el pueblo expresada mediante correlaciones de fuerza compensadas a su favor. La reciente experiencia boliviana así lo demuestra, para no ir más lejos. En este sentido, las demandas en torno a las cuales puede desenvolverse una plataforma de lucha integral, descartando el “posibilismo” ineficiente para los fines liberadores, debe corresponderse a la sintonía y estados de conciencia popular concretos que, al mismo tiempo, comporten las pistas políticas que construyan condiciones para brincos cualitativos de la lucha y sus sujetos de avanzada.
  6. Si se conviene que la contradicción elemental de la sociedad chilena y mundial se resume en el combate entre capital y trabajo, los empeños anticapitalistas de inspiración revolucionaria tienen que poner especial acento en la construcción de amplios movimientos de trabajadores –sindicalizados o no- cuyas vigas maestras sean la independencia política de la clase y el horizonte estratégico puesto en el establecimiento de un gobierno de los trabajadores y el pueblo o democracia popular con incuestionable hegemonía popular. Naturalmente, esta tarea debe resultar complementaria respecto de la formulación de poder local (no “localismo”), y la atención a la organización de actores altamente sensibles como los estudiantes y segmentos sociales estructuralmente excluidos de sus derechos fundamentales (los pobres del campo y la ciudad, los inmigrantes, las mujeres, los jóvenes sin porvenir).
  7. La construcción del Partido u Organización anticapitalista de inspiración revolucionaria chilena no será un producto de laboratorio, encapsulado, esculpido a puerta cerrada. Tiene el deber y la necesidad política de formularse en la lucha concreta y en apuestas orgánicas amplias, mestizas, heterodoxas, multisensibles, unitarias, sencillas y flexibles. Allí se juega su voluntad de transformación genuina, ajusta sus análisis e influye materialmente en la lucha de clases. Independientemente de que sea una organización o Partido compuesto por cuadros, es decir, que reúna a los mejores hijos del pueblo en su confección.
  8. Asimismo, los prolegómenos o embrión de la organización anticapitalista de los trabajadores y el pueblo debe atender con “pupila insomne” las relaciones de fuerza internacionales; la dinámica de los gobiernos y movimientos pro populares del Continente, así como imponerse, especialmente, el análisis crítico de las experiencias de construcción, desarrollo y debacle de los destacamentos de inspiración revolucionaria de los 60 y 80 del siglo pasado, para constituirse en su superación racional, política y orgánica, considerando siempre aquellas claves que, impuestas por la violencia patronal para cautelar sus privilegios, hasta ahora, no piensan pasar de moda.
  9. Nunca la lucha por la emancipación y el socialismo adquirió carácter mundial más incuestionable que hoy. Las tensiones de la organización chilena anticapitalista de inspiración revolucionaria, por tanto, debe contemplar su impronta política y orgánica a niveles continentales y mundiales desde su nacimiento. La liberación de los pobres de la Tierra demanda la reagrupación y reconstitución de las rebeldías anticapitalistas en todos sus rangos y puestos de lucha. Para intervenir y potenciar la lucha de clases; para reunir la dispersión conveniente al capital; para construir el instrumento de avanzada capaz de articular desde abajo la nueva hegemonía popular con convicción de poder, vocación de mayorías; política ética y práctica insobornables. Sin soberbia, pero con claridad estratégica y coherencia táctica. En fin, una fuerza creciente y convocante, amigable y disciplinada, inteligente y ofensiva;  y  en disputa permanente contra la minoría dominante que prohíbe la felicidad de las mayorías chilenas y mundiales a punta de alienación, confusionismo, cooptación, cultura de la resignación y represión.    

 

Andrés Figueroa Cornejo

Miembro del Polo de Trabajador@s por el Socialismo

Mayo de 2008

 

 

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