HISTORIA ECONÓMICA CHILENA
El libro del ex ministro de Hacienda Hernán Büchi es comentado por el economista Javier Fuenzalida.
Ayer De Castro, hoy Büchi, dos lecturas obligadas para comprender nuestra historia económica desde 1964. De Castro debió sanar un Chile en ruinas, Büchi tuvo que reparar los destrozos de la recesión internacional de 1982-84, ambos con una fe inquebrantable en la inventiva del hombre, introdujeron la economía de mercado. La tenacidad pudo más que la crítica de los escépticos que pensaban que Chile post-Allende era un país moribundo y que la crisis del 82 lo haría terminal.
El libro describe la unidad de pensamiento del equipo que tenía la convicción de que, junto con las transformaciones económicas, había que reformular el gasto social. El mapa de la extrema pobreza fue el punto de partida. Por primera vez fue posible focalizar el gasto social, llegando realmente a los pobres y no a los grupos de poder como sucedía antes.
En los últimos 50 años vivimos tres mundos. La Revolución en Libertad, un coro desafinado. Nunca arribó a puerto porque careció de unidad intelectual (de la economía de mercado a la vía no capitalista) e indisciplina en la gestión. Contradictoriamente, la revolución en libertad mutiló la libertad y la propiedad (Art. 10 Nº 10 de la Constitución de 1925), agrandó el Estado, jibarizando la iniciativa individual. Fracasó. El socialismo de Allende hizo lo que su doctrina sabe hacer. Empobreció al país e hizo un uso abusivo, cuando no ilegal, del poder.
La revolución del libre mercado devolvió las libertades y los derechos cercenados, liberó la fuerza creadora de la iniciativa privada, disciplinó el Estado y consiguió que los pobres se beneficiaran realmente del gasto social. Como dice Büchi, no hubo milagros. Hubo liderazgo, realismo y orden. La DC, UP y su continuadora Concertación aún creen que el liderazgo puede ser sustituido por la maquinaria estatal. Craso error.
Algunos críticos sostienen que hubo contradicciones en como combatir el estatismo y a su vez usarlo para gobernar. Cierto, pero se alcanzó el objetivo: achicar el Estado para que los recursos fuesen usados eficientemente por el sector privado. Que fueron poco ortodoxos porque "dirigieron el sistema" con controles como fijaciones del dólar, bandas de precios, encajes, etc. Cierto, pero como bien lo explica Büchi, nunca se perdió el rumbo ni las metas, y el crecimiento económico de 1985 a 1997 así lo atestigua.
Los capítulos IV a VI son una clase magistral acerca de la transformación de los diversos sectores de la economía, implementando simultáneamente programas sociales, unos más rápidos que otros pero manteniendo la consonancia entre ambos. Positivos índices como el aumento en la esperanza de vida, mortalidad infantil, desnutrición, la escolaridad, el acceso a la educación superior, disminución de la pobreza, juntos al alto crecimiento económico, son pruebas indiscutibles.
Javier Fuenzalida A.
Economista,
Universidad Finis Terrae
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