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Centros Chilenos en el Exterior

El asilo contra la presión

El asilo contra la presión

La Nación

Domingo 13 de abril de 2008   

 Por Gonzalo León / La Nación Domingo 

A sangre fría: Con los refugiados palestinos de La Calera

 Llevan una semana en la Villa Los Pinos y ya comenzaron los primeros problemas: no conocen el idioma ni saben usar bien el agua potable, son acosados casi todo el día por la prensa y ahora los vecinos reclaman porque los niños palestinos son muy violentos. Un viejo, incluso, dice que la gente de esta ciudad es cínica, porque en el fondo nadie los quiere.

 La Villa Los Pinos es uno de esos conjuntos de edificios de departamentos de cuatro pisos y en realidad el nombre villa le queda un poco grande, porque sólo son unos cuantos blocks con una placita de juegos al medio, que marca el límite con la Villa Los Gladiolos, con la que sólo se diferencian por el color: Los Pinos es ladrillo y Los Gladiolos nieve. Aquí llegaron hace una semana 39 palestinos que sobrevivían en el campamento de Al Tanf, ubicado entre Irak y Siria, al borde de una carretera. Los refugiados arribaron gracias a una petición hecha por Naciones Unidas y que escucharon Australia, Canadá, Brasil y Chile.

Pero, como dije, eso fue hace unos días. Hoy, estos palestinos musulmanes que huyeron de los israelíes hacia Irak a finales de los noventa y que luego arrancaron de vuelta hace cinco años, cuando el Gobierno de Saddam Hussein fue derrocado por Estados Unidos y Rafael Cavada , son observados por periodistas y fotógrafos, como si fuesen alguna clase de espectáculo circense. Quizá por esta actitud quiero regresarme a Santiago. Siento vergüenza ajena, pero como este sentimiento desaparece rápido, aquí estoy mirando cómo el colega de "El Mercurio" trata de entablar una conversación.

No "inglish" aclara uno de los refugiados corpulentos, porque para haber estado en un campamento se ven muy bien alimentados . Sólo árabe.

Ya balbucea el colega , ¿pero podrían escribirme sus nombres aquí?

El refugiado corpulento, que después me enteraré que podría llamarse Ahmed, Omar, Basem o Khalil, lo queda mirando y luego aleja la libreta de notas. Pero el colega es insistente y ahora saca su carné de identidad y consulta:

¿Tienen esto?

El refugiado observa el documento con curiosidad.

No.

¿Y esto?

El colega enseña un billete de diez mil pesos.

Sólo monedas.

Mientras se desarrolla la cuasi entrevista, los hombres permanecen en un lado y las mujeres en la placita de juegos. Ellas lucen carteras Gucci, mandir en su cabeza y columpian a las niñas, porque los niños corren tras una pelota de fútbol.

¿Tienes cigarros? me pide el colega con lenguaje de señas, pero yo no fumo.

Ahmed, Omar, Basem o Khalil extrae de entre sus ropas una cajetilla y comenta señalándolos:

Bagdad.

No sólo este colega está presente, sino también una fotógrafa de "La Tercera", un periodista de "El Chanchullo" de Perú, un fotógrafo de "El Mercurio", el corresponsal de "El Hocicón" y Hoppe y yo de este diario de mierda. Y en este momento, como si estuviéramos recibiendo una epifanía, nos quedamos contemplando un lienzo que cuelga sobre nuestras cabezas. Está escrito en árabe y español: "Bienvenidos a La Calera, la ciudad solidaria".

Don Gastón y la tía Pichara

Los 39 refugiados, que a todo esto no actúan como tales, sino más bien como turistas argentinos a sus anchas, con las puertas abiertas de sus departamentos y repartiendo vasos de agua a los colegas se entran para descansar un poco. Cuando decido sentarme para imitarlos, un sujeto canoso se me acerca. Pienso que a lo mejor es el único refugiado que sabe el idioma, pero no: se trata de don Gastón Santelices, propietario de los siete departamentos en los que están instalados.

¿Cuánto cobra por departamento?

No estoy autorizado a decirlo, porque es un contrato cerrado con la Vicaría de la Solidaridad, que es la entidad que representa a Naciones Unidas en Chile. En todo caso, le puedo decir que es un contrato beneficioso para ambas partes. Eso sí, aquí se quedan 30 días. Luego tienen que buscarse su casita.

¿Pero cuánto cobra habitualmente por el arriendo de sus departamentos?

Veinte mil pesos diarios.

Imagino que don Gastón debe ser de la colonia y que está ganando plata poca pero segura con los refugiados.

No dice, adivinándome el pensamiento , pero estuve casado con una mujer vinculada a ella. De hecho, a la coordinadora que la colonia tiene para los refugiados, Mónica Chahuán, la conozco de niña y me dice "tío". Ella fue quien me contactó.

Don Gastón se despide, porque ha llegado un "maestro" para arreglar la inundación de un departamento del segundo piso y la falla en un water.

Cuando desaparece don Gastón aparece Nohat Pichara, una personalidad dentro de la colonia árabe de La Calera, quien cuenta orgullosa que es tía abuela de Karim Pichara, con quien Carla Ochoa tuvo un hijo. Debo interrumpirla para que me relate detalles de la vida de los refugiados. Ella habla árabe, por lo que sabe lo que piensan y dicen.

Para empezar, los maridos son muy machistas. Ahora saqué a tres mujeres para que conocieran mi casa y, al volver, los maridos les preguntaban dónde habían estado, por qué se fueron sin su permiso y qué conversamos. Pero, en general, son muy simpáticos.

Al ver que don Gastón regresa, la tía de Karim Pichara se aleja. De todas maneras, se alcanzan a saludar.

Esa señora está loca. Se anda quedando dormida en los matrimonios y anda mandándome cuando no tiene nada que hacer aquí.

 

¿Amenaza terrorista?

En un recorrido por La Calera converso con gente para preguntarle qué le parece esto de los refugiados. En el restaurante El Rinconcito, un señor canoso me dice muy serio:

No me diga nada. Soy nacionalista y no me gustan "estos bomberos". Que no lo digan los demás es puro cinismo.

En la farmacia Tamanaco, propiedad de un hermano o pariente del alcalde Roberto Chahuán, nadie se atreve a hablar. En la Plaza de Armas, Juan afirma:

Particularmente yo soy un ser humano y creo que todos merecemos un mejoramiento en nuestros niveles de vida y, dentro de eso, aceptar a las otras razas que hay en el mundo. Y si no pone lo que le dije voy a mandar una carta al director.

Al parecer, la gente de La Calera es bien nazi, o eso creo. Como la plaza está a tres cuadras de la Villa Los Pinos, regreso a pie. Antes de entrar observo un quiosco llamado El Chambeco, cuyo dueño es Juan Saavedra, quien al verme se saca el jockey de la cabeza y deja una cicatriz al descubierto.

No me parece mal, porque son personas que estaban sufriendo mucho, rodeadas de bichos, en un infierno. Al venirse para acá podría decirse que llegaron a un paraíso.

¿Y no tiene miedo de que algunos refugiados pertenezcan a Al Qaeda?

No, esta gente fue elegida con lupa.

Bueno, pero los terroristas pueden engañar a cualquiera.

Si me dijeran que detrás de esta gente va a llegar Bin Laden, ahí me empezaría a preocupar.

¿O sea, que no tiene miedo?

Con todo lo que usted me ha dicho, no sé.

 

Basem Hamlawi & Co

Han pasado horas y Mónica Chahuán que es pariente del diputado RN por Viña del Mar y cuyo apellido se repite en la mitad de la colonia residente en La Calera golpea una de las puertas del edificio. Trae cositas para los refugiados. En esto está cuando un vecino que quiso mantener la reserva de su nombre la interrumpe para decirle:

Disculpe, ¿usted habla el idioma?

Un poquito.

Podría manifestarles que sus niños son muy agresivos. Ya han golpeado a varios niños nuestros y, bueno, la idea es que esto no vuelva a repetirse.

Mónica contesta con un esquivo movimiento de cabeza. Pero el preocupado padre insiste:

Si esto continúa, en cualquier minuto nuestros niños van a responder.

Y ahí se declararía la guerra.

Nunca tanto replica el padre , pero con la mala imagen que ya dan los adultos es suficiente.

Nasif Masad, el traductor que se pasea con los refugiados, por fin me dedica unos minutos.

Dígame con quién quiere hablar usted, pero la entrevista sólo podrá tratar de deportes y de cuán alegres están acá.

Intento decirle que la alegría, según Truman Capote, tiene la fugacidad de la cocaína, pero me abstengo y le señalo a un gordito que juega a la pelota. La persona se llama Basem Hamlawi y se sienta a mi lado.

¿El fútbol es tu deporte favorito? pregunto con obediencia.

No, el kickboxing, pero lamentablemente sufrí una fractura y no pude practicarlo más. Por eso estoy obeso.

¿Cuál es tu comida favorita?

Las carnes blancas.

¿Has probado la reineta?

Basem no sabe a lo que me refiero, así es que, al igual que el colega de "El Mercurio", termino por dibujarle una.

No todavía.

Entre Marcelo Salas e Iván Zamorano, ¿con quién te quedas?

Los dos no se pueden comparar, pero prefiero a Salas porque tuve la oportunidad de verlo más a través de la televisión. Posee una técnica maravillosa.

Quiero decirle que quizá él se identifica con Salas por su lesión, pero el traductor está cansado, al igual que yo y Hoppe, quien debe regresar a Santiago. En pocas horas más tiene una prueba de refugiado, y yo mañana debo regresar al hospital en donde mi madre se encuentra para llevarle su placa dental. LND

 

1 comentario

Waldo Perez -

Creo que refugiados arabes y mas encima musulmanes no constituyen ni el mas minimo aporte a nuestra sociedad , es un error traer arabes porque no constituyen lo mejor, y solo pueden traer problemas , pesima politica del gobierno de Bachelet que no tiene idea lo que hace , no creo que haya ahora ni en el futuro integracion de este tipo de gente dentro de nuestra sociedad , les recuerdo que ellos poseen ideas atrasadas y feudales y presentan poco interes a integrarse , ademas arabes no son el mejor ejemplo de trabajador esto es aqui y en cualquier pais.