Austria en la era nacionalsocialista
Europa
Foto: Abrir el debate acerca de la propia historia
El 12 de marzo de 1938, Austria –el país natal de Hitler- fue anexado a Alemania. Un proyecto editorial, a 70 años de la anexión, reedita los diarios de la época para mostrar la postura de la sociedad y la prensa.
"Por todos lados hubo manifestaciones jubilosas apoyando a los pioneros sacrificados del movimiento Nacionalsocialista en Alemania-Austria", rezaba el titular.
Foto: Adolf Hitler, entrando en Viena, marzo 14 de 1938
Efectivamente, se celebraba el día de los legionarios. Habían logrado, al fin, y sin tener motivos para temer represalias, el reconocimiento por su alianza con el partido nacionalsocialista alemán, hasta ese momento prohibido. La gleichschaltung -la forzada sincronización de todas las fuerzas sociales con el sistema y la ideología totalitaria nacionasocialista- estaba en plena marcha ya tres semanas después de la anexión.
La reproducción del Neuigkeits-Welt-Blatt es parte del proyecto NachRichten. Este nombre es un juego con la palabra Nachrichten, noticias, y nach richten, corregir o arreglar. Presentando 52 ediciones de periódicos tanto nacionales como extranjeros, NachRichten se propone presentar a la opinión pública el tratamiento que se daba en la prensa al nacionalsocialismo, y abrir el debate acerca de la propia historia.
Cada edición de NachRichten ofrece, desde comienzos de enero de 2008, dos facsímiles de diarios de hace 70 años. Van acompañados de artículos de análisis en los que historiadores, publicistas, politólogos y sociólogos toman posición frente a esos acontecimientos y ofrecen guías para entender los textos publicados en aquel entonces.
"Queremos mostrar cómo los medios fueron utilizados para apoyar al sistema y éstos facilitaron la construcción de la realidad", explica Fritz Hausjell, catedrático del Instituto de Publicística y Ciencias de la Comunicación. La iniciativa del proyecto surgió de la editorial británica Albertas, que ya ha realizado proyectos similares en Dinamarca, Finlandia, Grecia y España. En Austria, su labor es apoyada por la Biblioteca Nacional, por el Centro de Documentación de la Resistencia Austríaca y por la Universidad de Viena.
Foto: NachRichten Poca resistencia
Uno de los primeros pasos que dieron los nazis para consolidar su poder fue tomar el control de los medios. Esto sucedió, literalmente, de la noche a la mañana ocupando las oficinas de redacción de los diarios a nivel nacional. A partir de junio de 1939 sólo pudieron seguir trabajando aquellos periodistas que hubiesen sido reconocidos por los nazis como "arios".
Foto: Supervivientes de Mauthausen, en mayo de 2002
La ocupación nacionalsocialista cayó en terreno fértil. Según Hausjell, en 1938, la mayor parte de Austria había dado la bienvenida al ejército de Hitler y la prensa contaba ya con un fundamentado historial antisemita. Hausjell recalca que la disposición de los periodistas austriacos a adaptarse a la nueva situación fue llamativamente buena.
Unos 125.000 judíos austriacos abandonaron el país huyendo de los nazis. Muchos acabaron en el campo de concentración más grande de Austria, Mauthausen. Allí, entre 1938 y 1945, se mantuvo en cautiverio a unas 200.000 personas; la mitad de ellas fueron asesinadas. Unos 65.000 de los 6 millones de judíos exterminados durante el Holocausto eran austriacos.
Revisión tardía
Después de terminada la Segunda Guerra Mundial, Austria se tardó bastante en aceptar su relación con la Alemania nazi y en reconocer su parte de responsabilidad en los crímenes cometidos. Según Robert Knight, historiador de la Loughborough University en Inglaterra, a los austríacos les vino muy bien que los Aliados en 1943 los declararan "las primeras víctimas de Hitler". Su primordial objetivo con esta declaración era movilizar a la resistencia; sin embargo, el tiro salió por la culata, pues le ofrecieron a Austria un buen lema con el excusar su comportamiento. Después de muchas décadas y mucha presión nacional e internacional, Austria reconoció haber colaborado con la Alemania nazi. "Aunque todavía existen reductos de esta negación del pasado, existe un consenso crítico", explica Knight.
Sorprendente demanda
El interés con el que el público ha acogido NachRichten demuestra que los austríacos están dispuestos a saber más acerca de su propio oscuro pasado: la primera edición de 50.000 ejemplares no satisfizo la demanda; la editorial Albertas tuvo que imprimir 8.000 ejemplares adicionales. El proyecto lleva seis semanas en el mercado, y aunque es muy temprano para sacar conclusiones, el hecho de que dos de las mayores cadenas de supermercados lo hayan incluido la revista en su oferta habla del éxito de NachRichten.
Nancy Isenson/mb
DEITSCHE WELLW
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