Los testimonios de los jugadores que vivieron el infierno de Toronto

Con marcas de golpes eléctricos y diversas contusiones, y todavía bajo el shock de la noche de terror vivida en el estadio nacional de Toronto, los jugadores e integrantes del la Roja Sub 20 rememoraron las agresiones propinadas por efectivos de seguridad canadienses al término del duelo con Argentina.

El jugador Isaías Peralta, uno de los más afectados por la violencia policial, denunció que le aplicaron descargas eléctricas de las que quedan evidencias en su piel y que después le golpearon "entre 10 policías".

Explicó que los incidentes comenzaron cuando él y sus compañeros fueron "a dar autógrafos a la gente que estaba detrás del bus" para "devolverles el cariño" que les están dando en Canadá pese a la derrota por 3 a 0 en la semifinal.

"Entonces, los policías empezaron a echarnos y ahí comenzó toda la trifulca. Se dio que hubieron unos golpes de la policía hacia nosotros y nosotros reaccionamos. Ellos tenían que protegernos, no golpearnos", dijo el futbolista chileno. En ese momento, "empezaron manotazos y llegaron más guardias, más guardias, y en eso me tiran una pistola, me tiran electricidad y yo me desmayé inconsciente. Después despierto y veo que había diez policías que me estaban pegando y tirándome ácido en la cara".

Peralta dijo que "a varios compañeros también le tiraron ácido", pero que fue a él "al que tiraron electricidad" y le "pegaron entre diez". "A mis compañeros no les dejaron bajar de arriba e imagínate a toda la policía pegándome", señaló.

Peralta aseguró también que los policías "sacaban unos palos chiquititos, que se transformaban en palos de un metro que cada segundo veía pasar", y que "en el momento que estaba en el suelo" sintió "bastante miedo".

"La policía no reaccionó de la forma que nosotros pensábamos y nos trató como animales. Y no creo que nos confundiesen con seguidores porque nosotros les enseñábamos las credenciales diciendo 'somos futbolistas', pero ellos seguían y seguían. Incluso nos trataban de criminales, diciendo que éramos unos criminales y que andábamos borrachos", afirmó.

También dijo haber sentido "impotencia" al ver que "estaba la directiva de la FIFA que organiza el mundial y solo miraban como nos golpeaban y ni siquiera se metieron a decirles que pararan". "Fui el primer agredido y de los golpes estoy medio aturdido y del lado derecho, en el lado que me dio la electricidad, no siento nada", resumió.

En tanto, Alexis Sánchez, otro que recibió golpes de la policía, contó que "vi a mis compañeros con sangre y fui a defenderlos. Ahí ellos me agarraron y salí perdiendo".

El tocopillano, que arrastra una lesión en el hombro, comentó además que "les dije que (los golpes) me afectaban y nunca me hicieron caso, ya que me apretaban más fuerte"."Sentí mucha impotencia ya que parecíamos presos", añadió graficando lo que sintieron todos en la Rojita:

Nicolás Larrondo, a su turno, quien no participó en los incidentes por encontrarse pasando el control antidopaje, comentó que debió "atender a dos compañeros. Uno con gas en los ojos, (Jaime) Grondona, y otro al que le aplicaron corrientes y lo habían golpeado en el suelo, Isaías Peralta".

Relató que "después de ellos pasaron los demás junto con la policía y esposados y dos llevaban sangre en el rostro, que eran Juan Arenas y Gary Medel". "Los demás querían hacer algo, pero no les dejaron salir. Vieron a (Arturo) Vidal con Peralta, que estaban siendo golpeados por la policía, y se bajaron todos a ayudarles. Y ahí comenzó una batalla entre las dos partes", recordó.

Larrondo añadió que "a los que bajaron les tiraron gas pimienta en los ojos y después la policía tiró dentro del bus un gas lacrimógeno". "Ahí se les echaron encima y les golpearon. E incluso golpearon al presidente de la Federación Chilena", aseguró, desvelando que sus compañeros "más golpeados" fueron "Gary Medel e Isaías Peralta".

El técnico de la Roja, José Sulantay, también entregó su versión de lo sucedido. "Ellos lloraban, muchos de ellos tenían la cara ensangrentada y los metieron dentro de los camarines para que la gente no viera lo que estaba sucediendo (...) Les tiraron gases en la vista, una bomba lacrimógena y cerraron la puerta del bus, es decir, actos criminales", fue su dramático relato.

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