La CIA admite que recurrió a la joyita mafiosa contra Fidel
AGENCIA DE ESPIONAJE DE EEUU DIVULGÓ DETALLES DE SUS ANTIGUOS Y CONOCIDOS PLANES PARA ELIMINAR AL JERARCA CUBANO
Archivos desclasificados ayer confirmaron que el servicio secreto norteamericano se contactó con el crimen organizado para intentar envenenar en varias ocasiones al líder revolucionario isleño entre agosto de 1960 y abril de 1961.
Foto: La muerte de Fidel Castro valía 150.000 dólares para la CIA en 1960.
La Nación/Agencias |
La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), el instrumento que por excelencia ha usado la Casa Blanca para consolidar su hegemonía mundial y “vigilar” a sus enemigos, sacó finalmente ayer a la luz uno de sus numerosos tesoros ocultos: un voluminoso dossier sobre sus operaciones ilegales -e incluso criminales- entre 1953 y 1975, es decir, en plena época de la guerra fría.
Entre estos “trapos sucios” que fueron aireados, que figuran en un total de 693 páginas y que han sido exóticamente denominados “las joyas de la familia”, destaca la confirmación de una oscura complicidad: los intentos de la CIA, vía mafia estadounidense, para liquidar al líder cubano Fidel Castro. Esta operación “tipo gángster” se puso en marcha en agosto de 1960, ocho meses después de la llegada de Castro al poder.
El plan fue coordinado por el agente Richard Bisell, quien reclutó al funcionario de la Oficina de Seguridad, Robert Maheu, para que éste le consiguiera un “contacto” en el bajo mundo mafioso, que había visto drásticamente reducidos sus ingresos por el juego en Cuba por las decisiones del Gobierno castrista.
El “contacto” elegido fue Johnny Roselli, un miembro menor del hampa con llegada a la cúspide gangsteril. En una cita en el hotel Hilton Plaza de Nueva York, Maheu le contó a Roselli que le había contratado una “compañía” que estaba sufriendo fuertes pérdidas económicas debido a las medidas de Castro en Cuba y que sus dirigentes estaban dispuestos a pagar 150.000 dólares para eliminar al Presidente cubano.
Incialmente, Roselli no quiso verse implicado, pero finalmente optó por cooperar y contactó a los agentes con Sam Giancana y Santos Trafficante, dos capos mafiosos que por aquel entonces figuraban en la lista de los diez criminales más buscados en Estados Unidos y que poseían amplios contactos en Cuba.
En una reunión en Miami, los agentes lograron convencer a los jerarcas mafiosos de llevar a cabo la operación, no sin antes dejarles “muy en claro que el Gobierno de EEUU no estaba, ni debería estar, al tanto del encargo”. En el encuentro, Giancana recomendó consumar la misión por medio de píldoras con veneno, en tanto que Trafficante proveyó al gestor material: Juan Orta, un funcionario cubano que había recibido pagos de la mafia del juego y que tenía línea directa con Castro.
“Después de varias semanas de aparentes intentos”, dice el informe de la CIA, Orta “se enfrió” y pidió salir de la operación. Luego, otro candidato hizo varios intentos sin éxito. Un tercer aspirante a magnicida fue el doctor Anthony Verona, uno de los principales dirigentes de la Junta Cubana en el exilio, quien se ofreció para cumplir la misión. Pero Verona no llegó a actuar porque la operación fue cancelada en abril de 1961 tras la crisis de Bahía de Cochinos, cuando un grupo de exiliados cubanos dirigidos y apoyados por el Gobierno de John F. Kennedy fracasó en su intento de invadir la isla.
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