Habla la Coordinadora Arauco-Malleco, CAM
"La bandera chilena no nos representa"
Patricia Bravo
Punto final
La Fogata
Nota producida antes de las últimas detenciones)
La Coordinadora de Comunidades Mapuche en Conflicto Arauco-Malleco optó por no tener más voceros públicos, desde que el año pasado detuvieron a quienes desempeñaban ese rol, José Huenchunao y Angélica Ñancupil. Por eso, quien accede a esta entrevista se identifica solamente con un seudónimo, "José Llanquilef". Le interesa mostrar lo que realmente son, más allá de la deformación y descalificaciones del discurso oficial. Insiste en la seriedad de su lucha, que definen de liberación nacional. Se proponen reconstruir la autonomía del pueblo-nación mapuche, lo que no necesariamente coincide con las fronteras del país Chile, nacido como tal mucho después que este pueblo originario. Se definen tajantemente como anticapitalistas y antimperialistas.
Están por cambios de fondo. Hay algo de altivez en la forma en que se refieren a otras organizaciones y movimientos que luchan por un mundo diferente, desde dentro y fuera de su pueblo. Es que ellos confían, por sobre todo, en sus propias fuerzas y recelan de todo lo que huela a sistémico. "Lo que hacemos tiene que ver con el destino de la nación mapuche y también con el freno a esa tremenda maquinaria que viene del imperialismo yanqui y de la que se cuelgan las oligarquías criollas, dispuestas a cambiar sangre por petróleo, a dominar y controlar. La oligarquía chilena está comprometida con ese proyecto de dominación. Ellos son los que nos van a hacer la guerra y los que definieron la beligerancia con el pueblo mapuche. Por eso, no queremos hacer una apuesta que termine en reformismo, en una mentira, o en más sangre y muertos. Porque eso es sufrir, y estamos contra el sufrimiento. Queremos una vida mejor y para eso hay que hacer bien las cosas", afirma José.
Ustedes hablan de la "judicialización" del conflicto mapuche. ¿Qué significa eso?
"Es la postura que ha asumido el Estado, con un gobierno administrado por la Concertación, como estrategia para contener la lucha del movimiento mapuche. Y esto va acompañado de represión. No es un contexto favorable para expresar públicamente nuestros planteamientos políticos, porque en distintos procesos judiciales han sido utilizados en contra de nuestra gente. En muchos casos, recurrieron a sus dichos en medios de comunicación para justificar la persecución política y el encarcelamiento".
¿Eso significa que la Coordinadora está dando un paso hacia la clandestinidad?
"No es algo que hayamos definido por propia voluntad, pero estamos en un proceso de asumir métodos clandestinos para salvaguardar la integridad de nuestra gente y de nuestra lucha".
¿En la práctica, la Coordinadora Arauco-Malleco ha sido declarada fuera de la ley?
"Exactamente, aunque no ha habido una definición directa de parte del gobierno para declarar que nuestra organización está proscrita. Pero a fines del año pasado se inició un juicio contra gente nuestra por asociación ilícita terrorista, que están llevando adelante los fiscales de Temuco con criterios políticos, como política de Estado. Hace dos o tres años se estaban haciendo investigaciones por asociación ilícita en tribunales de Concepción, Cañete y Collipulli, pero se manejaban en un marco diferente. Ahora, el tribunal de Temuco recogió antecedentes de esos tribunales".
¿Se aplica la Ley Antiterrorista sólo por pertenecer a la CAM o por la supuesta participación en actos asociados a violencia, como enfrentarse a Carabineros o quemar maquinaria de las forestales?
"Creo que hay variables que toman en cuenta nuestros ‘acusadores’. Una, en el marco de la criminalización específica de un hecho. Y otra, en un marco político, protegiendo los intereses del sistema capitalista. Esto se relaciona con el avance que ha habido en el proceso de reconstrucción del pueblo-nación mapuche, donde nosotros hemos hecho experiencias de resistencia y de control de predios que antes eran de las forestales. Eso provoca un cambio de estructura que no responde a la lógica del Estado ni de la transnacionalización. Los predios pasan a ser usufructuados por nosotros. Ese cambio genera una determinada postura de la política represiva. En una actitud ‘preventiva’, se reprime cualquier acto de resistencia o de confrontación, que es inmediatamente criminalizado y judicializado. Y se aplica la Ley Antiterrorista por parte del Estado".
ALIANZAS Y SIMPATIAS
En la prensa se los muestra como el grupo más radical e intransigente dentro del movimiento mapuche, con sesgos militaristas. ¿Han recibido críticas similares de parte de sus pares?
"Si fuéramos militaristas o autoritarios, no creceríamos ni tendríamos lo que hemos logrado".
¿Se relacionan con otros grupos u organizaciones mapuche?
"Nosotros fuimos los que más hicimos esfuerzos de acercamiento a otros sectores. Conversamos con todo el movimiento mapuche, desde los Trauquil, Consejo de Todas las Tierras, Xeng-Xeng, Auquinco... todos. Les ofrecimos condiciones, comida y espacio para conversar todas las veces que quisieran. Y cuando hubo que movilizarse, nos acompañaron los que estuvieron. Pero ellos tenían otra práctica política. No creían posible generar un escenario nuevo de lucha".
¿Y en el plano de las alianzas políticas?
"Alguna gente ha dicho que somos sectarios, pero no es así. Nosotros les decimos a todos que en el terreno de lucha nos vamos a encontrar. En los primeros años, agotamos todas las posibilidades de conversar con grupos y personas en Chile. Conversamos con el EGP, Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con los comunistas, con la SurDA, con el abanico del mirismo, pero no buscando alianzas sino intercambio de visiones. El PC y el EGP han dicho que tienen gente en la Coordinadora, pero no es verdad. Nunca hemos recibido ningún aporte externo, ni en ideas, ni en cuestiones materiales o en plata. Todo lo que hemos hecho ha sido solos y con la idea de construir algo serio y sólido. Pero tampoco somos una isla y, por supuesto que valoramos otras cosas".
Entonces, ¿no hay conexión con la Izquierda?
"No vemos mucha afinidad con las instancias de Izquierda, que son las que más cercanía podrían tener con nosotros por cuestiones ideológico-políticas. No tienen mucho trabajo, expresión ni luchas concretas en las poblaciones o sectores sociales. Nos gustaría verlo, eso sí. A veces nos encontramos con muchachos que se nos meten en las marchas y que tienen una actitud de ir a la violencia por la violencia, a la bronca por la bronca. Eso nada tiene que ver con nosotros. O gente que se quedó pegada en el pasado y se remite a la experiencia de antes.
Apostamos a tener relaciones con gente que realmente nos aporte, porque queremos avanzar y triunfar, como también deseamos que triunfen otros sectores oprimidos".
¿Tienen relaciones con movimientos o sectores fuera de Chile?
"Sí, con organizaciones que consideramos tienen trabajo definido antisistémico, con proyecciones que nos parecen confiables y, sobre todo, dignas. Nos relacionamos con piqueteros de Argentina, por ejemplo, con palestinos y vascos".
¿Y con movimientos indígenas que han alcanzado altos niveles de participación política en sus países a partir de sus reivindicaciones propias, como en Ecuador y Bolivia? ¿Qué piensan de esas experiencias?
"Esas dos experiencias tienen muchos puntos en común, pero no nos sentimos cerca. Cada proceso es muy particular. Respetamos mucho los procesos de Ecuador y Bolivia, que corresponden a su historia de 500 años o más. A diferencia nuestra, ellos tienen una convivencia y multiplicidad de alianzas entre pueblos y nacionalidades originarias. A lo menos, se juntan 15 ó 20 nacionalidades. Nuestra nación mapuche, en cambio, hizo sola su lucha de resistencia, la más larga que conoce la historia de la humanidad. Ni siquiera tuvimos aliados aymara, porque hubo aymaras que apoyaron a los colonizadores. No lo digo en términos peyorativos, pero quienes traicionaron y delataron a Lautaro fueron indígenas del norte. Nunca hubo buena convivencia.
Pero además de esos antecedentes históricos, hay otros elementos puntuales que nos llama la atención en los procesos de nuestros hermanos ecuatorianos y bolivianos. Por un lado, está el cuestionamiento de las estructuras de dominación capitalista. Pensamos que la importantísima fuerza social y política indígena en Ecuador, que contribuyó a ganar la presidencia de la República, deberá demostrar en los próximos dos años si con eso contribuyó a mantener el sistema capitalista, que es enemigo de los pueblos indígenas, o si generó un gobierno que da posibilidades de liberación a esos pueblos para zafarse del yugo capitalista y, en particular, del imperio. Es una enorme disyuntiva que ellos tienen que resolver. Nuestra impresión, de acuerdo con los antecedentes que tenemos, es que Ecuador va a suscribir los planteamientos del imperio en el Plan Colombia y es probable que le dé garantías para establecer bases militares en su territorio. Las recomendaciones del FMI han sido aprobadas, en desmedro de los hermanos indígenas y del pueblo ecuatoriano. Por lo tanto, los resultados pueden ser altamente cuestionables".
¿Y respecto de Bolivia?
"La situación en Bolivia es distinta, a pesar que hay un proceso similar de varias nacionalidades que se unen y conforman una fuerza política con posibilidades de llegar al gobierno. Lo único que nosotros podemos advertir a esos hermanos es que en Chile el pueblo mapuche también formó parte de una alianza social, cultural y política que alcanzó el gobierno en el período de la Unidad Popular. Sabemos que llegar al gobierno no significa alcanzar el poder, ni mucho menos cambiar el capitalismo. En Chile hubo una contrarrevolución y la UP, un proyecto histórico de varias décadas, fue derrotada. Hoy tenemos detenidos desaparecidos mapuche. Y hemos aprendido algunas lecciones. Al mirar nuestra historia, nos damos cuenta que si no se construye una fuerza social, política y material para respaldar y defender las conquistas que se alcanzan, se termina derrotado y cediendo al capitalismo. Por eso, respetamos las experiencias de esos países -y es posible que podamos aprender de ellas-, pero no es el modelo que queremos desarrollar. Los municipios autónomos no son una etapa por la que nos interese transitar en Chile".
¿Se sienten más cercanos de la experiencia zapatista?
"Los hermanos zapatistas sí ejercen un control territorial. Por cierto, muy distinto al que ejercemos acá. Pero también son múltiples nacionalidades que levantan la bandera de México como elemento de unidad de todos los mexicanos e indígenas. Y nosotros rechazamos la bandera chilena, no es un emblema que nos represente".
En el fondo, ustedes están dando una pelea solos. ¿Creen que podrán ganarla?
"Con los sectores políticos no tenemos ninguna alianza, ni estamos haciendo esfuerzos en ese sentido. Es distinto con los sectores sociales. Podemos llegar a importantes relaciones con trabajadores en lucha, con expresiones sindicales y estudiantiles, con sectores de artistas chilenos que han demostrado gran simpatía por nuestra lucha. Con ellos hemos conversado y vamos a seguir conversando. Tenemos muchas relaciones en esos ámbitos. Una cosa son las expresiones sociales y otra, las representaciones políticas, que por lo demás también están en crisis".
CHILE, PAIS ATRASADO
¿A qué atribuyen la simpatía con la causa mapuche, a nivel de la población?
"Esa simpatía y los resultados de encuestas donde el 80% de los chilenos aparece apoyando la causa del pueblo mapuche se generaron con posterioridad al proceso iniciado por la Coordinadora. Nosotros conocemos muy bien la historia del movimiento mapuche de los últimos años. Como decíamos, al comienzo conversamos con múltiples expresiones mapuche que, simplemente, no quisieron embarcarse en las movilizaciones. Por lo tanto, la simpatía es hacia lo que se ha construido desde las comunidades en conflicto, que representan la dignidad de todo nuestro pueblo. En definitiva, estábamos cien veces más solos cinco años atrás, cuando no existía el ‘problema mapuche’ en el país. Hoy, los grandes empresarios de este país y de América dicen que éste es el principal problema en Chile. Además, hay que entender que para los partidos políticos los que no están en sus referencias políticas no existen, o se encuentran absolutamente solos. Pero no es así. A ellos les decimos que se preocupen de levantar sus propios procesos y de construir en el movimiento popular. En el contexto latinoamericano, Chile es considerado el país más conservador y con el movimiento popular más pobre, atrasado y consumista de toda América".
Parece que les molestan las críticas...
"Las tomamos en cuenta, por cierto. Tal vez no se conozca, pero ocurre que nosotros comenzamos este proceso con muy pocas personas y ahora somos muchos. Otro elemento importante es que el 60% a 70% de las personas que están en la Coordinadora no tienen más de 23 años. Ellos van a dirigir el proceso de reconstrucción de nuestro pueblo con otros contenidos y valores. En consecuencia, podríamos aparecer con un grado de aislamiento o soledad en este momento, pero nosotros sabemos lo que estamos formando para el futuro. De aquí van a salir los líderes que podrán cambiar realmente la historia de nuestro país, y de nuestro pueblo en particular. Estamos embarcados en procesos lentos y largos".
Se dice que muchos jóvenes urbanos simpatizan con ustedes.
"A veces se nos acerca gente del movimiento juvenil en Santiago, pero en vez de ayudar nos perjudican. Son grupos de raperos, punk, trashers, hip hop o anarcos que tienden a vernos como una organización de choque. Un ejemplo: si impulsamos una marcha lo hacemos con la idea de avanzar, de que la gente salga con sus niños, se defina y asuma como mapuche. Pero si se meten punks y le tiran un botellazo a un paco, nos reprimen con niños y todo. Eso no nos sirve. Es distinto el caso de grupos de jóvenes y trabajadores que entienden nuestra lucha, comparten el rechazo al capitalismo y están por crear una sociedad más justa, más humana".
"NUESTRA GENTE SE PROTEGE ENTRE SI"
¿Qué piensan de otras organizaciones o movimientos mapuche, como los que dirigen los hermanos Raimán o el alcalde mapuche de Tirúa, Adolfo Millabur?
"Ahora se están moviendo por los derechos humanos, pero no han apoyado ningún proceso y se cuelgan de eso".
Pero ayuda que se muevan por los presos políticos mapuche, ¿o no?
"Sí. El problema es que sacan provecho, lo capitalizan en otro sentido. Millabur terminó siendo funcionario del sistema. Es negativo que se haga una práctica política que valórica e ideológicamente contrarresta la nuestra. Sabemos que Adolfo Millabur sale del país y aparece representando a los mapuche en lucha y diciendo poco menos que si los mapuche tienen que tomar las armas, las van a tomar... O sea, canta la canción que quieren escuchar los grupos de ex exiliados y de quienes apoyan a los zapatistas. Pero aquí no se mueve del municipio, administra las políticas del Estado y trabaja en el Programa Orígenes. Los presos son de la Coordinadora, pero él capitaliza el discurso de los presos y aparece donde hay tribuna. Donde está calientito y seguro".
Pero no todos los presos son de la Coordinadora…
"No todos, pero sí la mayoría. Y la represión se da dentro del proceso de lucha de la Coordinadora. Tenemos alrededor de cuarenta presos".
¿Hay mucho trabajo de inteligencia en torno a ustedes?
"Seguro. Oficial, no oficial y paramilitar".
¿Y cómo se protegen?
"Como en todas las luchas de los pueblos, con muchos ojos, muchos oídos y muchas ganas de defender lo que se construye. Nuestra gente se protege entre sí".
Y tampoco elude las confrontaciones directas.
"La Coordinadora es responsable de un accionar confrontacional con las empresas y el sistema que nos oprime. No se nos antoja actuar así, pero está en el sustrato de las comunidades y corresponde a una estrategia de reconstrucción de nuestro pueblo. Si vemos que la empresa forestal o el usurpador desarrolla beligerancia en contra nuestra, el recurso de la autodefensa es legítimo. No actuamos fuera del radio de acción de nuestras luchas".
¿Cuándo recurren a la autodefensa, concretamente?
"Si queremos controlar un predio, luchamos por él. Y si nos reprimen, en vez de golpear a los represores golpeamos a la empresa, que es la que sostiene la represión. Desde nuestra perspectiva son actos de justicia, pero no tenemos tribuna para validarlos, porque los medios de comunicación se manejan en contra nuestra. Sin embargo, nuestra gente sabe que está bien, en términos emocionales y políticos, y apoya de muchas maneras. Ven, además, que no se trata de hacer daño por el daño, o la acción por la acción, sino que queda un predio a disposición. Un predio que no se va a seguir desertificando, que se va a recomponer. Y al recomponerse esa tierra, se recompone nuestra vida y una filosofía, una cosmovisión, un mundo de justicia. Si nosotros no luchamos con fuerza, no lo vamos a lograr".
Se amenazó con declarar estado de emergencia en algunas zonas mapuche. ¿Cómo piensan enfrentar una eventual mayor represión?
"Nuestras zonas ya están militarizadas. Lo decía un hermano de Ercilla: hay muchos pacos y personal de Investigaciones, muchos guardias y paramilitares de derecha, y mucha inteligencia en el interior de los predios, de los campos, con la mira puesta en las comunidades. A la gente le cuesta moverse de un lado a otro. Si se produce una confrontación, movilizan centenares de efectivos y recursos. Frente a la militarización, somos responsables y consecuentes. No estamos por hacer la guerra. Vamos a priorizar la defensa de la territorialidad y de nuestro objetivo estratégico. Nuestra gente irá dando las definiciones en cada momento"
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