Rumba de gusanos y de ratas
Por Hugo Alberto de Pedro
Desde la noche del 31 de julio próximo pasado los ciudadanos del mundo tomaron conocimiento de que el Compañero Comandante Fidel Castro Ruz había sido intervenido quirúrgicamente y, en consecuencia, obligado a alejarse de sus responsabilidades y cargos en la República de Cuba.
A partir de ese momento, lejos de cualquier mínima ética, moral y principios, por doquier aparecieron aquellos que comenzaron a velar por anticipado a Fidel, a la Revolución Cubana y a las conquistas logradas tras 47 años de perseverancia, bravura e hidalguía del pueblo caribeño.
Para muchos, sin lugar a dudas las mayorías de las mujeres y hombres del planeta, no era una de esas noticias buenas, sino de aquellas que nos llevan a la conturbación y preocupación. Porque dejar de reconocer lo que Fidel significa y significará en el desarrollo de los acontecimientos del siglo pasado, del actual y de los futuros no es una cuestión menor. Menos aún, poder desconocer y menospreciar la impronta que la vida de lucha y principios dispuestos en aquellas islas del caribe que solidariamente se han propagado por todo el centro y sur del continente americano, y llegado a los sitios más alejados del orbe.
Sin embargo, los mismos de siempre y los que ahora se acuerdan de algunos de los principios democráticos, esos que jamás han defendido, se han convertido en analistas de la realidad social y política de Cuba. Claro que desde el palmario desconocimiento de lo que es Cuba, de lo que son las cubanos y cubanos hermanos. De lo que son mis entrañables y queridos amigas y amigos, compañeros todos.
Aquellos que desde hace casi cincuenta años han perdido toda posibilidad de usufructuar de esas bellísimas tierras cubanas, de sus riquezas y condiciones especiales que tiene la perla del caribe han salido a festejar, principalmente desde las mismas entrañas del Imperio terrorista, y desde cualquier lugar se han convertido en adalides de las libertades y las democracias que no han sabido defender en sus propios terruños.
Nosotros, los revolucionarios socialistas, sabemos muy bien lo que piensa el pueblo cubano, lo que quiere ese pueblo luchador y comprometido con la más ejemplificadora de las enseñanzas de ese mundo que consideramos posible y realizable.
Claro, es muy difícil de abstraerse de las mentiras -presentadas como verdades supuestamente irrefutables- que nos quieren vender las ratas y los gusanos sobre esa revolución que será siempre un ejemplo de vida, de solidaridad y de humanidad para los hombres libres del mundo
Conozco muy bien al hermano pueblo cubano, conozco cada región y muchísimas de sus historias para renegar de todas las mentiras que hoy brotan con verbosidad incontenible y mediatización dispuesta a sus efectos.
Será, una vez más, ese pueblo de amigos y de compañeros los que se pondrán al frente de las circunstancias y esperando que el Compañero Comandante se reponga para seguir adelante en la “Batalla de las Ideas”, esa lucha de todos los días que los hombres libres del mundo consideramos indispensables para conseguir la liberación y que ya es tema de análisis y debate a nivel internacional.
Que nadie se confunda, que nadie mienta y que nadie niegue, aunque sea por un solo segundo, de que es el pueblo cubano el artífice de la más gloriosa y honorable de las revoluciones que tiene la historia de la humanidad. Esa por la que nos sentimos parte por el sencillo y simple motivo de ser revolucionarios socialistas. Por es sencillo sentimiento de humanidad que nos abraza a muchos.
Que los gusanos y las ratas festejen aquello que les será negado por una condición de vida, de principios y de solidaridad. O sea, por la inclaudicable condición de los cubanos y de los que somos sus hermanos que hemos acompañado en este medio siglo al pueblo de cubanas y cubanos.
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