El regreso de Alan García
Con la promesa de combatir la "catástrofe social" del país, asumió por segunda vez la presidencia del Perú Alan García, cuya postura plantea ahora un claro contraste con la retórica populista de Hugo Chávez.
El gran ausente en el cambio de mando en Perú fue el presidente venezolano, Hugo Chávez. Pero lo más probable es que Alan García no haya echado mucho de menos su presencia en la ceremonia, en la que se hicieron presentes ocho jefes de estado y múltiples autoridades de la región. De hecho, el mandatario venezolano, que se ha convertido en una especie de tribuno de la izquierda latinoamericana, no es santo de su devoción, aunque indirectamente le deba a él su segunda oportunidad de dirigir los destinos de la nación Andina. Porque, a juicio de diversos analistas, fue precisamente la intromisión de Chávez en la campaña peruana, a favor del candidato indigenista Ollanta Humala, lo que ayudó a inclinar la balanza a favor del moderado aprista.
Los modelos
Atrás quedaron los años de su primer mandato, turbulento y económicamente desastroso, en que llegó a cesar el pago de la deuda externa y la inflación alcanzó a empinarse a una tasa estratosférica de cuatro dígitos. Alan García asegura haber aprendido la lección de los años 80. Y, esta vez, se juega a favor de una nueva izquierda, moderada y pragmática, como la que representan Michelle Bachelet e Ignacio "Lula" da Silva, ambos presentes en la ceremonia de investidura. En una entrevista publicada por el diario francés Le Monde, afirmó que "Chile y Brasil son ejemplos de países pragmáticos, que han comenzado un desarrollo social, abiertos al exterior y con buenos resultados".
Para García, ésos son los modelos a seguir. En este contexto, se distanció de aquella parte de la izquierda latinoamericana que, a su juicio, mantiene ideas propias de "mayo del 68" y se aferra al proteccionismo económico. En cambio, abogó por "aprovechar los flujos comerciales internacionales para hacer avanzar la justicia social y crear más empleos en el país".
Palabras tranquilizadoras
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Evo Morales no pierde la esperanza de que García haga las paces con Chávez.Son palabras que suenan bien en Europa, donde se observa con cierta inquietud la posibilidad de que la línea de Chávez haga escuela y cobre más adeptos. Tras la elección de Evo Morales en Bolivia, que los europeos vieron como una confirmación de esa tendencia, la toma de posesión de un presidente peruano con el discurso de Alan García tranquiliza. Pero, de ahí a que éste logre alzarse como una figura de contrapeso para frenar la corriente chavista, hay un gran trecho. Porque, antes que nada, tendrá que demostrar que sí es capaz de gobernar con éxito su país.
Las condiciones en que asume el poder parecen favorables, con una economía estable y buenas perspectivas de crecimiento. No obstante, la deuda social sigue siendo inmensa en el Perú, donde casi la mitad de la población vive en la pobreza. Paliarla será también uno de los mayores desafíos de su segundo mandato. Si no lo consigue, seguirá creciendo la presión y también las posibilidades de triunfo de opciones populistas, en la línea de Hugo Chávez.
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