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Centros Chilenos en el Exterior

Sobre las responsabilidades del Patio 29

La Nación, Viernes 26 de Mayo de 2006

El IML dijo que la lista que mostró Sergio Diez ante la ONU en 1976 no emanaba del servicio. Era una falsificación. Hoy está la gran ocasión para que Diez dé cuenta de esto.

Roberto Garretón

El debate y las acusaciones a los gobiernos constitucionales en torno a las responsabilidades por los probables errores en la identificación de personas encontradas en el Patio 29 del Cementerio General de Santiago, que incluso autorizaron a un ex ministro de la dictadura a proclamar un grotesco empate moral entre pinochetistas y demócratas, olvidan dos hechos esenciales: primero, todas las víctimas fueron asesinadas (ninguna cayó en un combate o por accidentes del tránsito ni de muerte natural, como fue y es el discurso del pinochetismo desde 1973 hasta hoy y como será mañana); y, segundo, los crímenes estuvieron cubiertos por campañas de ocultamiento y encubrimiento con medios periodísticos y diplomáticos. Las dos más graves fueron los montajes para engañar a la ONU y la conocida como el caso de los 119. Me referiré a la primera.

En su discurso ante la Asamblea General de la ONU de 1976 el embajador de la dictadura Sergio Diez (actual presidente de RN) afirmó que en las listas de desaparecidos "hay 153 (nombres), además, que no tienen existencia" y que el Registro Civil "ha confirmado que estas 153 'presuntas' (sic) personas son combinaciones de nombres y apellidos supuestos, que no están en los registros y que no tienen familia, y sobre quienes nadie en Chile ha preguntado responsablemente". Agrega que "hay 64 personas de la listas de esos desaparecidos que están muertos, legalmente muertos, y que murieron casi en su totalidad, en los días siguientes al 11 de septiembre; y también, además por causas naturales o por accidente (tránsito, etc.). En la página 381 del informe (su informe) está la lista entregada por el Instituto Médico Legal, con la fecha y la hora en que esas personas fueron entregadas al Instituto Médico Legal".

Para ocultar el crimen de las 153 víctimas del primer grupo, Diez acompañó certificados del Registro Civil que expresan que las personas a que se refieren efectivamente no existen. El detalle está en que en los certificados el nombre del desaparecido tiene algún leve cambio, absolutamente inapreciable por los delegados de los otros países. Así por ejemplo, para demostrar que nunca existió el desaparecido o asesinado Sergio Tormen, famoso campeón chileno de ciclismo, cuya identificación completa es Sergio Daniel Tormen Méndez, Diez acompañó un certificado de la inexistencia de Sergio Manuel Tormen Méndez. Éste último, claro, no existe.

Según el embajador, tampoco "existieron" Sergio Fernando Fernández Pavez, ni Luís Carlos Jiménez Cortéz (Cortés), ni Luis Alejandro Largo (Larco) Vera, ni Ricardo López Elgueda, ni Jorge Manuel Pavez Henríquez (Enrique), ni Simón Eladio (Eludio) Sánchez Pérez, ni Héctor Daniel (David) Urrutia Molina. Sin embargo, sus cadáveres aparecieron en el Patio 29. Diez "informa" que los cadáveres de José Ignacio Castro Maldonado, Luís Rodolfo Lazo Maldonado, Carlos Fonseca Faúndez y Juan Gallegos Gallegos habrían ingresado al IML con los Nºs 3348; 3467; 2923 y 3395, respectivamente, entre el 21 de septiembre y el 26 de octubre de 1973. Pero sus cuerpos fueron inhumados como NN y se encontraron años después en el Patio 29.

Pero lo más grave es que el Instituto Médico Legal de la época informó que la lista que acompañó Diez no emanaba de ese servicio, por lo que se trataba de una falsificación. Nunca Diez ha dado cuenta de esta acción incalificable. Hoy, está la gran oportunidad para que por fin lo haga: sería impresentable que la recién constituida comisión investigadora de la Cámara de Diputados sobre eventuales errores técnicos en la identificación de los restos de desaparecidos y asesinados no soslayara la responsabilidad de los que participaron en operaciones destinadas a ocultar estos atroces crímenes. Saber si Diez actuó solo o con otros; quiénes son los otros (porque esos otros sí que saben dónde dejaron los restos de sus víctimas); quién falsificó los documentos que las autoridades del IML de 1975 ¡sí, las de Pinochet! dijeron que no emanaban de ese servicio; cómo llegaron a su poder, y tantas cosas que aún permanecen en las sombras tenebrosas de un régimen siniestro, pero del que mu chos están "agradecidos".

Si así no lo hace, la comisión habrá aumentado el dramático abismo que separa a la clase política de la clase de los ciudadanos y ciudadanas. Y los seguidores de la dictadura seguirán diciendo que no hay diferencias éticas entre ellos y nosotros, los que nunca colaboramos.

 

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Roberto Garretón
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