Treinta Años
Por Roberto Tello
Se cumplieron 30 años del fatídico 24 de marzo de 1976, y como cada año las calles de la capital federal y otras ciudades importantes de la república Argentina, se vieron desbordadas por una ciudadanía que a mantenido su actitud militante ante estos hechos. El apoyo incondicional a los reclamos de justicia es algo que sobrepasa a las organizaciones de derechos humanos y atraviesa toda la sociedad convirtiendo a este acto en él más importante y movilizador desde la recuperación de la democracia.
Sin duda que falta mucho por hacer al respecto aunque la expectativa puesta en este gobierno a generado un cambio de actitud frente a lo que puede ser un avance en las políticas de derechos humanos llevada a cabo por el poder ejecutivo, que incluyen medidas concretas en conjunto con una serie de manifestaciones de orden simbólico apuntando en esta dirección. Es sin duda intrincado el camino a seguir en esta materia ya que la sola voluntad política, aunque necesaria, no alcanza para soluciones globales que involucran a la justicia y su tribunal supremo y a una legislatura que le cuesta cohesionarse a la hora de unificar criterios, en materia de derechos humanos. Son los puntos deviles de esta reforma que auspicia un futuro posible de justicia para las 30.000 víctimas de estos crímenes aberrantes cometidos por la dictadura militar que gobernó durante 9 años en la república Argentina.
Sin duda el paso trascendental lo tiene que dar la corte suprema de justicia quien tiene a su cargo, la anulación de los indultos y las leyes de obediencia debida otorgados por el gobierno de Carlos Menen, expediente que se encuentra hoy en la cámara de casación a la espera de un dictamen que se anuncia favorable a la anulación de estas leyes. Recordemos que en el año 2004 la corte había declarado imprescriptibles los crímenes de lesa humanidad, en la causa por el asesinato del general chileno Carlos Prats, ocurrido en buenos aires en el año 1974.
La serie de observaciones es todavía más amplia, ya que las alternativas relacionadas con el fallo, muestran aristas de orden político, como las relacionadas con un dictamen que anule completamente los decretos de Menen, posibilitando que la justicia deje expuestos en un mismo plano tanto a militares como a civiles involucrados en estos hechos.
La otra variante es que la cámara ratifique los indultos otorgados a las cúpulas militares, permitiendo con esto que los responsables de toda esta barbarie queden impunes.
El tiempo que le falta a la justicia para resolver este problema, es una incógnita que desespera a las víctimas del genocidio y a la sociedad entera, la frase echa acerca de que la justicia tarda pero llega, es una verdad de pedregullo, que solo dejaría satisfechos a los genocidas y a los opinadores mediocres, que viven esta tragedia como un tormento que agobia sus vidas, añorando un final sin importar su resultado. Contra los primeros y los segundos, es necesario usar este tiempo para mantener activa la memoria, desterrar la indiferencia, promover la solidaridad en esta causa y sostener nuestra consigna.” Ni olvido ni Perdón”
Roberto Tello
Centro de Participación Democrática “Augusto Alvarado”
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