CHILE: \
Londres 38 abre debate sobre la memoria histórica
Por Jorge Escalante
La Nación, Sábado 18 de Febrero de 2006
El caso del ex centro de torturas de la DINA obliga a la reflexión
sobre la memoria histórica en Chile, resultando útil seguir mirar el
ejemplo de Alemania, un país donde se ha aprendido a convivir con el
pasado.
Todo indica que la mejor solución para rescatar la casa ubicada en
Londres 38 de las manos de sus actuales dueños es que el gobierno
decida comprar la propiedad declarada monumento histórico, pues si el
Instituto O´Higginiano insiste en venderla, como lo intenta con un
fracasado remate, el Estado tiene la primera prioridad en adquirirla.
El paso siguiente es que el ministerio de Bienes Nacionales la
entregue en comodato a las organizaciones de familiares de las
víctimas de la dictadura y sobrevivientes, para que hagan del ex
centro de tortura de la DINA un lugar de la memoria histórica.
Esta es la vía más directa para rescatar la residencia situada en el
centro de Santiago, sugerida incluso por autoridades de gobierno. El
vocero del Ejecutivo, Osvaldo Puccio, fue el primero en hablar del
asunto y dijo que "es un tema que vamos a ver con seriedad y se
está estudiando. Hay plazos legales, hay condiciones que establece la
ley que tendrán que cumplirse". Los argumentos son que se trata
de "una propiedad resguardada porque tiene un valor muy importante
para Chile, para su memoria, para testimonio de las nuevas
generaciones sobre cosas atroces que pasaron en este país y que no
queremos nunca más se repitan".
Sobre los 250 millones de pesos que pide por la casa el ex
vicecomandante en jefe del Ejército de Pinochet, general (R)
Washington Carrasco, presidente del instituto de clara raigambre
militar, los organismos de DD.HH. estiman que es una cifra que "se
podría discutir".
Lo anterior, porque la residencia no le costó a este instituto ni un
peso, pues en 1978 la recibió gratis por decreto de Pinochet y su
ministro del Interior Sergio Fernández, luego de confiscársela al
Partido Socialista.
Alemania, cuestión de fondo
Pero algunos consideran que, detrás de este conflicto, hay una
cuestión más de fondo. Y se preguntan ¿qué es la memoria
histórica de un pueblo? ¿Es posible construirla sin quedar atrapado
en el tiempo del dolor y la tragedia? ¿Es necesario seguir recordando
tanto crimen, o más vale olvidar para siempre y perdonar a los
criminales, aunque sea mediante una amnistía? ¿Cómo se une la
memoria histórica con el desarrollo de una nación, su presente y
futuro?
Estudiosos de la compleja materia recomiendan mirar hacia Alemania.
Ese es el país considerado modelo en este ámbito, a pesar de que
también vivió períodos de negación y ocultamiento, sobre todo en
la primera época después del fin del nazismo en 1945.
Sin embargo, especialmente después de la reunificación tras la
caída del muro de Berlín en 1989, Alemania fue encontrando el camino
para resguardar la memoria de la historia, para que nadie nunca
olvide la tragedia y se aprenda a vivir con ella.
Y que se sepa, Alemania no es un país que se hundió en la miseria,
ni humana ni material, ni valórica, por fundar el concepto del
Verarbeitung der vergangenheit: la elaboración del pasado en
relación al presente y futuro.
Holocausto, 1980
Las dos Alemania se remecieron cuando, treinta y cinco años después
del fin de la guerra, se exhibió en 1980 el film estadounidense
"Holocausto". Los hijos preguntaron a sus padres por qué les
habían ocultado la verdad de las masacres. Se debatió intensamente,
y al final los alemanes sintieron que eran más culpables, pero a la
vez más conocedores de la verdad. También pudieron mirar a los ojos
a la generación engañada, y a sus vecinos, Francia, Bélgica,
Holanda, los países del este, e incluso a soviéticos, ingleses e
italianos.
Treinta y cinco años después del film "Holocausto", las Alemania
seguían, o tal vez recién entraban en el espacio desde donde se
podía construir la memoria histórica de una manera sólida, más
lejos de la inmediatez del sufrimiento. En el caso de la desaparecida
República Democrática Alemana (RDA), su interesada exacerbación del
recuerdo "antifacista", le sirvió para ocultar también a su
pueblo el sometimiento mediante un sistema opresor y policial.
Alemania reunificada tuvo éxito en la búsqueda de la elaboración de
su pasado trágico, para superarlo definitivamente sin olvidarlo más.
No hubo olvido, la primera condición para perdonar. Respecto a la
justicia, si bien la Alemania post guerra fue débil en alcanzarla y
por muchas décadas asesinos y sus cómplices se pasearon por las
calles, varios ocultos en una nueva identidad, al menos existió el
juicio de Nüremberg.
Sesenta años después del nazismo, Alemania está llena de
monumentos, lugares, museos, archivos (incluyendo los de la Stasi, la
ex policía secreta de la RDA), centros de estudio, recordatorios,
fechas y cada vez más obras de teatro y películas en honor a la
memoria histórica de ese pueblo. Aunque ese mismo pueblo y su
iglesia, especialmente la católica, brindaron todo su respaldo al
Führer, y con ello facilitaron la instauración del terror y el
exterminio de millones de personas.
De regreso
Volviendo a Chile, se aprecia que, de Alemania, hay mucho que
aprender. La diferencia, tal vez, es que recién la dictadura de
Pinochet terminó hace quince años, y el dictador y sus servidores
aún viven, algunos de ellos blindados de fuero y activos en la
política nacional, y se mantiene la herencia de leyes como aquel
curioso sistema electoral donde muchas veces ganan quienes tienen
menos votos.
Por otro lado, a pesar de los juicios que se instruyen contra los
culpables de las violaciones a los derechos humanos, todavía dentro
de algunas instituciones se oculta información, se protege a los
asesinos, y se presiona a jueces y policías para que favorezcan a los
imputados.
Por ello, quienes comienzan a hablar de construir memoria histórica
en Chile, aparecen como pájaros raros, provocadores, resentidos y
activistas ideológicos malditos, que atentan en contra de una
reconciliación, que, como se ve, está muy lejos de alcanzarse. La
sangre aún está tibia, lo que no puede impedir que la memoria
histórica chilena se construya, paso a paso, hasta reconciliar al
país.
Fuentes de gobierno indican que es posible buscar una solución para
que Londres 38 se convierta en uno de aquellos pasos, como lo fue
Villa Grimaldi y su Parque de la Memoria.
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