El estilo Bachelet empieza a asomar
La forma inconsulta en que definió la incorporación de la DC a su comando remeció al oficialismo
La decisión de instalar a Jaime Mulet, un hombre de confianza de Adolfo Zaldívar, en la primera línea de la campaña, y de excluir al alvearismo de los cargos de relevancia, sorprendió no sólo a sus partidos, sino que al hombre fuerte de su comando, Ricardo Solari. Esta semana Bachelet mostró rasgos de su estilo y carácter: actuó en forma independiente e inconsulta, dio muestras de autoridad y evidenció que guarda rencores y no olvida con facilidad.
Paula Canales y Gloria Faúndez
Fecha edición: 28-08-2005
www.latercera.cl
Ricardo Solari fue una de las primeras personas a las que Michelle Bachelet llamó cuando el sábado pasado se enteró que su hija Francisca había chocado a un taxi. También fue el ex ministro quien al día siguiente tomó contacto con La Moneda y con el equipo de Sebastián Piñera para adoptar una estrategia común ante la filtración del informe de Investigaciones. Sin embargo, el llamado hombre fuerte del bacheletismo fue marginado de una de las decisiones más importantes que ha tomado la candidata: designar al diputado Jaime Mulet (DC), mano derecha de Adolfo Zaldívar, como director ejecutivo de la campaña, un cargo que no existía y que está en la cúspide del organigrama del comando. De hecho, al menos en el papel, la dirección de comunicaciones que dirige Solari quedó bajo la tutela del "delfín" del timonel falangista.
Pero no sólo Solari fue sorprendido con la decisión de Bachelet. El desconcierto fue generalizado cuando la mañana del jueves 26 la abanderada socialista hizo una mediática presentación de las nuevas figuras DC. Por dos razones. Primero, por la decisión misma: privilegió a aliados del líder "colorín" en cargos clave -además de Mulet, Patricio Santamaría (Giras), Enzo Pistacchio (Territorial) y Tomás Jocelyn-Holt (Internacional)-, y no puso a ningún alvearista en un puesto de relevancia. Y segundo, por la forma en que lo hizo: Bachelet negoció personalmente con Zaldívar y definió el esquema final sin tomar en cuenta a sus asesores más cercanos.
De esa manera, la ex ministra de Salud y de Defensa comenzó a mostrar un estilo y una forma de operar que muy pocos conocían, y que, a lo más, intuían.
Compartimentada y desconfiada
En política normalmente es difícil mantener en reserva definiciones como las que tomó Bachelet en el proceso de incorporación de la DC. Ella no sólo logró eso, sino que horas después de anunciado el nuevo comando son pocos los detalles que se conocen de cómo lo armó, las reuniones clave y el hora a hora.
La doctora PS tiene una diferencia fundamental con otros candidatos: no tiene un grupo de confianza conocido al que consulte e influya en sus decisiones. De hecho, de esta última escaramuza hay sólo algunas pistas de cómo se movió. Se sabe que el martes 16 Mulet le entregó una lista con personeros de todas las tendencias para que ella pudiera elegir, que tuvo al menos tres encuentros reservados con Adolfo Zaldívar y que Camilo Escalona -una de las personas en la que más confía- conversó con la candidata y apoyó el nuevo esquema.
En cambio, en sus reuniones con el "petit comité" ella abordó en varias oportunidades el tema del ingreso de la DC, pero eran conversaciones abiertas en las que Bachelet más bien escuchaba opiniones, pero no se comprometía con nada. Uno de sus integrantes asegura que "el diseño final-final sólo lo conocimos poco antes de ser revelado a la prensa. Se sabían los criterios básicos y la incorporación de Mulet, pero no estábamos enterados de su cargo, ni sus responsabilidades. La exclusión de los alvearistas también fue una sorpresa total".
En la práctica los personeros del comando y del bloque PS-PPD fueron notificados cuando los hechos estaban ya consumados. Solari fue informado el fin de semana, mientras que otros se enteraron a último minuto. Por ejemplo, la candidata llamó al presidente del PPD, Víctor Barrueto, el jueves en la mañana; mientras que el vicepresidente del PS, Jaime Gazmuri, lo supo por la prensa. En el caso del diputado Carlos Montes, vocero del comando, se informó cuando llegó a tomarse la foto oficial a la sede de Antonio Bellet.
Esto último comprueba uno de los rasgos más marcados de su mentalidad: la compartimentación de sus decisiones, producto de su accionar político durante el régimen militar, sus años en el exilio y la vida clandestina de la mayoría de sus amigos socialistas. Hablar poco, segmentar la información y desconfiar de todos son algunos de los elementos clave de ese concepto. Y la traición es siempre una amenaza latente, como lo vivió la propia Bachelet a mediados de los 70. Como se narra en el libro Bachelet, la Historia no Oficial, su pareja de esa época, Jaime López, un joven dirigente socialista en la clandestinidad, fue capturado por la Dina y sindicado como colaborador de dicho organismo.
Rencores
Otro elemento de su carácter que quedó en evidencia esta semana es que Bachelet guarda rencores y no olvida fácilmente cuando se ha sentido agredida. Ese fue uno de los factores que pesó al momento de privilegiar al sector "colorín", en desmedro de la disidencia, que está liderada por el esposo de Soledad Alvear, Gutenberg Martínez.
Un alto personero del comando asegura que Bachelet está aún resentida con el tono agresivo que el alvearismo le imprimió a la campaña interna de la Concertación. "Las heridas están aún abiertas y -aunque probablemente con los días va a hacer un gesto a ese sector- no quiso que entraran con honores", explica la misma fuente.
Si bien la primera semana de agosto, pocos días después de su proclamación en la junta nacional DC, Bachelet se reunió con el senador Jorge Pizarro para escuchar la opinión de la disidencia, con los días ese canal se cortó. ¿La razón? La candidata aceptó la petición del timonel DC de institucionalizar la negociación y de no abrir canales paralelos. Pero aunque en la lista que le entregó Zaldívar estaba el nombre de Moisés Valenzuela, ex encargado territorial de la campaña de Alvear y que se daba como carta segura para tomar un rol similar en el equipo bacheletista, finalmente no fue considerado. Peor aún, Mulet llegó a un puesto operativo de privilegio -se instalará con equipo propio en una oficina que dobla el espacio de la que tiene Solari-, y Santamaría estará a cargo del despliegue de la candidata por el país, un elemento importante para el objetivo del jefe de la falange de sacar un buen resultado parlamentario.
Apuesta riesgosa
La decisión de Bachelet fue criticada en privado no sólo por el alvearismo, sino que por altos personeros socialistas y pepedés. "La exclusión de la disidencia es un error innecesario", "fue una revancha tardía", "fue un despropósito el desaire al sector de Martínez", fueron algunos comentarios de altos dirigentes.
Sin embargo, en el comando afirman que la ex ministra optó por darle una señal potente a Zaldívar, considerando que tendrá un gobierno corto de cuatro años y no puede arriesgarse a enfrascarse en una disputa con el timonel, quien pretende dejar su cargo en marzo en manos de Mulet. Pero tanto en el bloque PS-PPD, como miembros de la disidencia creen que se trata de una apuesta arriesgada, ya que el itinerario trazado por Gutenberg Martínez incluye fortalecer el sector en las parlamentarias de diciembre e imponer un nombre de sus filas en la elección interna de enero próximo. Así, a Bachelet podría pasarle lo mismo que a Ricardo Lagos: este negoció la conformación del gabinete con Martínez, dejando fuera a los "colorines", y después debió lidiar con Adolfo Zaldívar cuando llegó a la presidencia de la colectividad.
El diseño de incorporar a un hombre fuerte del senador DC en un cargo de relevancia era compartido por Escalona, quien vio con buenos ojos la pérdida de poder que experimentó Solari. Este era partidario de una conformación más equilibrada y sin rostros políticos fuertes. En todo caso, el ex titular del Trabajo ha comentado en privado que no se enfrascará en una disputa con Mulet y que espera que cada uno administre su feudo: él y Pablo Halpern, en las decisiones político-estratégicas, y el secretario nacional DC en la parte operativa.
Demostración de autoridad
Otro de los objetivos de la ex ministra al sorprender hasta a los barones del PS fue dar una señal de autoridad. Es decir, que es capaz de tomar decisiones difíciles en forma autónoma, sin ser manipulada por los partidos. Esa es una de sus mayores obsesiones, ya que si hay algo que le molesta es que le enrostren que proviene de la "segunda división" de la política y que su único atributo electoral es la simpatía. Un ejemplo fue su indignación cuando el samurái lavinista Francisco de la Maza la trató de "gorda simpática".
Justo antes de entrar a la etapa clave de la campaña, que se iniciará con la inscripción de los presidenciables el 12 de septiembre, Bachelet provocó un remezón en el oficialismo que denotó su estilo y carácter. Todo esto se ha visto favorecido por una libertad que pocos candidatos pueden gozar: al igual que Eduardo Frei en 1993, la postulante PS tiene la elección casi asegurada, lo que le permite tener mayores grados de autonomía en sus decisiones y no está obligadaa tomar compromisos ni con la elite ni con electorado. Pero a diferencia del ex mandatario DC que tenía un "círculo de hierro", esta semana quedó claro que en el caso de Bachelet no se puede hablar de hombres fuertes. Sí se puede decir que comenzó a mostrar facetas desconocidas.
La decisión de instalar a Jaime Mulet, un hombre de confianza de Adolfo Zaldívar, en la primera línea de la campaña, y de excluir al alvearismo de los cargos de relevancia, sorprendió no sólo a sus partidos, sino que al hombre fuerte de su comando, Ricardo Solari. Esta semana Bachelet mostró rasgos de su estilo y carácter: actuó en forma independiente e inconsulta, dio muestras de autoridad y evidenció que guarda rencores y no olvida con facilidad.
Paula Canales y Gloria Faúndez
Fecha edición: 28-08-2005
www.latercera.cl
Ricardo Solari fue una de las primeras personas a las que Michelle Bachelet llamó cuando el sábado pasado se enteró que su hija Francisca había chocado a un taxi. También fue el ex ministro quien al día siguiente tomó contacto con La Moneda y con el equipo de Sebastián Piñera para adoptar una estrategia común ante la filtración del informe de Investigaciones. Sin embargo, el llamado hombre fuerte del bacheletismo fue marginado de una de las decisiones más importantes que ha tomado la candidata: designar al diputado Jaime Mulet (DC), mano derecha de Adolfo Zaldívar, como director ejecutivo de la campaña, un cargo que no existía y que está en la cúspide del organigrama del comando. De hecho, al menos en el papel, la dirección de comunicaciones que dirige Solari quedó bajo la tutela del "delfín" del timonel falangista.
Pero no sólo Solari fue sorprendido con la decisión de Bachelet. El desconcierto fue generalizado cuando la mañana del jueves 26 la abanderada socialista hizo una mediática presentación de las nuevas figuras DC. Por dos razones. Primero, por la decisión misma: privilegió a aliados del líder "colorín" en cargos clave -además de Mulet, Patricio Santamaría (Giras), Enzo Pistacchio (Territorial) y Tomás Jocelyn-Holt (Internacional)-, y no puso a ningún alvearista en un puesto de relevancia. Y segundo, por la forma en que lo hizo: Bachelet negoció personalmente con Zaldívar y definió el esquema final sin tomar en cuenta a sus asesores más cercanos.
De esa manera, la ex ministra de Salud y de Defensa comenzó a mostrar un estilo y una forma de operar que muy pocos conocían, y que, a lo más, intuían.
Compartimentada y desconfiada
En política normalmente es difícil mantener en reserva definiciones como las que tomó Bachelet en el proceso de incorporación de la DC. Ella no sólo logró eso, sino que horas después de anunciado el nuevo comando son pocos los detalles que se conocen de cómo lo armó, las reuniones clave y el hora a hora.
La doctora PS tiene una diferencia fundamental con otros candidatos: no tiene un grupo de confianza conocido al que consulte e influya en sus decisiones. De hecho, de esta última escaramuza hay sólo algunas pistas de cómo se movió. Se sabe que el martes 16 Mulet le entregó una lista con personeros de todas las tendencias para que ella pudiera elegir, que tuvo al menos tres encuentros reservados con Adolfo Zaldívar y que Camilo Escalona -una de las personas en la que más confía- conversó con la candidata y apoyó el nuevo esquema.
En cambio, en sus reuniones con el "petit comité" ella abordó en varias oportunidades el tema del ingreso de la DC, pero eran conversaciones abiertas en las que Bachelet más bien escuchaba opiniones, pero no se comprometía con nada. Uno de sus integrantes asegura que "el diseño final-final sólo lo conocimos poco antes de ser revelado a la prensa. Se sabían los criterios básicos y la incorporación de Mulet, pero no estábamos enterados de su cargo, ni sus responsabilidades. La exclusión de los alvearistas también fue una sorpresa total".
En la práctica los personeros del comando y del bloque PS-PPD fueron notificados cuando los hechos estaban ya consumados. Solari fue informado el fin de semana, mientras que otros se enteraron a último minuto. Por ejemplo, la candidata llamó al presidente del PPD, Víctor Barrueto, el jueves en la mañana; mientras que el vicepresidente del PS, Jaime Gazmuri, lo supo por la prensa. En el caso del diputado Carlos Montes, vocero del comando, se informó cuando llegó a tomarse la foto oficial a la sede de Antonio Bellet.
Esto último comprueba uno de los rasgos más marcados de su mentalidad: la compartimentación de sus decisiones, producto de su accionar político durante el régimen militar, sus años en el exilio y la vida clandestina de la mayoría de sus amigos socialistas. Hablar poco, segmentar la información y desconfiar de todos son algunos de los elementos clave de ese concepto. Y la traición es siempre una amenaza latente, como lo vivió la propia Bachelet a mediados de los 70. Como se narra en el libro Bachelet, la Historia no Oficial, su pareja de esa época, Jaime López, un joven dirigente socialista en la clandestinidad, fue capturado por la Dina y sindicado como colaborador de dicho organismo.
Rencores
Otro elemento de su carácter que quedó en evidencia esta semana es que Bachelet guarda rencores y no olvida fácilmente cuando se ha sentido agredida. Ese fue uno de los factores que pesó al momento de privilegiar al sector "colorín", en desmedro de la disidencia, que está liderada por el esposo de Soledad Alvear, Gutenberg Martínez.
Un alto personero del comando asegura que Bachelet está aún resentida con el tono agresivo que el alvearismo le imprimió a la campaña interna de la Concertación. "Las heridas están aún abiertas y -aunque probablemente con los días va a hacer un gesto a ese sector- no quiso que entraran con honores", explica la misma fuente.
Si bien la primera semana de agosto, pocos días después de su proclamación en la junta nacional DC, Bachelet se reunió con el senador Jorge Pizarro para escuchar la opinión de la disidencia, con los días ese canal se cortó. ¿La razón? La candidata aceptó la petición del timonel DC de institucionalizar la negociación y de no abrir canales paralelos. Pero aunque en la lista que le entregó Zaldívar estaba el nombre de Moisés Valenzuela, ex encargado territorial de la campaña de Alvear y que se daba como carta segura para tomar un rol similar en el equipo bacheletista, finalmente no fue considerado. Peor aún, Mulet llegó a un puesto operativo de privilegio -se instalará con equipo propio en una oficina que dobla el espacio de la que tiene Solari-, y Santamaría estará a cargo del despliegue de la candidata por el país, un elemento importante para el objetivo del jefe de la falange de sacar un buen resultado parlamentario.
Apuesta riesgosa
La decisión de Bachelet fue criticada en privado no sólo por el alvearismo, sino que por altos personeros socialistas y pepedés. "La exclusión de la disidencia es un error innecesario", "fue una revancha tardía", "fue un despropósito el desaire al sector de Martínez", fueron algunos comentarios de altos dirigentes.
Sin embargo, en el comando afirman que la ex ministra optó por darle una señal potente a Zaldívar, considerando que tendrá un gobierno corto de cuatro años y no puede arriesgarse a enfrascarse en una disputa con el timonel, quien pretende dejar su cargo en marzo en manos de Mulet. Pero tanto en el bloque PS-PPD, como miembros de la disidencia creen que se trata de una apuesta arriesgada, ya que el itinerario trazado por Gutenberg Martínez incluye fortalecer el sector en las parlamentarias de diciembre e imponer un nombre de sus filas en la elección interna de enero próximo. Así, a Bachelet podría pasarle lo mismo que a Ricardo Lagos: este negoció la conformación del gabinete con Martínez, dejando fuera a los "colorines", y después debió lidiar con Adolfo Zaldívar cuando llegó a la presidencia de la colectividad.
El diseño de incorporar a un hombre fuerte del senador DC en un cargo de relevancia era compartido por Escalona, quien vio con buenos ojos la pérdida de poder que experimentó Solari. Este era partidario de una conformación más equilibrada y sin rostros políticos fuertes. En todo caso, el ex titular del Trabajo ha comentado en privado que no se enfrascará en una disputa con Mulet y que espera que cada uno administre su feudo: él y Pablo Halpern, en las decisiones político-estratégicas, y el secretario nacional DC en la parte operativa.
Demostración de autoridad
Otro de los objetivos de la ex ministra al sorprender hasta a los barones del PS fue dar una señal de autoridad. Es decir, que es capaz de tomar decisiones difíciles en forma autónoma, sin ser manipulada por los partidos. Esa es una de sus mayores obsesiones, ya que si hay algo que le molesta es que le enrostren que proviene de la "segunda división" de la política y que su único atributo electoral es la simpatía. Un ejemplo fue su indignación cuando el samurái lavinista Francisco de la Maza la trató de "gorda simpática".
Justo antes de entrar a la etapa clave de la campaña, que se iniciará con la inscripción de los presidenciables el 12 de septiembre, Bachelet provocó un remezón en el oficialismo que denotó su estilo y carácter. Todo esto se ha visto favorecido por una libertad que pocos candidatos pueden gozar: al igual que Eduardo Frei en 1993, la postulante PS tiene la elección casi asegurada, lo que le permite tener mayores grados de autonomía en sus decisiones y no está obligadaa tomar compromisos ni con la elite ni con electorado. Pero a diferencia del ex mandatario DC que tenía un "círculo de hierro", esta semana quedó claro que en el caso de Bachelet no se puede hablar de hombres fuertes. Sí se puede decir que comenzó a mostrar facetas desconocidas.
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